Judge Dredd in Oz
es una idea cuyos orígenes resultan atribuibles en gran medida al dibujante
Brendan McCarthy. Un año antes de su publicación, McCarthy había sido el responsable de diseñar y
presentar a los Jueces de Brit-Cit en Atlantis (Progs. 485-488) aprovechando lo
mucho que les insistían John Wagner y Alan Grant a todos los dibujantes con los que trabajaban
para que les hiciesen llegar cualesquiera ideas que les apeteciese dibujar en
la serie. McCarthy, que durante ese
año se había ido de vacaciones a Australia para pasarse unos días
haciendo Surf, regresó de aquellas vacaciones con varios diseños sobre unos
jueces malvados que volaban en tablas de Surf y vivían en un desierto
radioactivo, así como una serie de bocetos inspirados en una especie de
Mega-Sidney del futuro y varios dibujos basados en la turística montaña de
Ayers Rock, conocida actualmente por su denominación aborigen de Uluru.
McCarthy le entregó una copia de todos aquellos sketches a John Wagner y le
comentó un poco por encima de qué iba todo aquello, olvidándose luego de todo
el asunto a medida que fueron pasando los meses.
El siguiente
momento en la historia de esta macrosaga tuvo lugar con la entrada de Richard
Burton como editor del 2000AD. Uno de los proyectos que Burton se trajo consigo
fue el regreso de las grandes macrosagas, que si bien habían dejado de producirse
tras los problemas que habían existido con Ciudad de los Condenados, en el fondo no era tanto
porque no fuesen demandadas sino más bien debido a las dificultades para
encontrar dibujantes que se hicieran cargo de ellas en su totalidad. La
solución que inicialmente se planteó fue diseñar un nuevo Mega-Epic a través de
un formato que presentase dos historias ocurriendo simultáneamente, cada una de
ellas a cargo de un único dibujante, lo que permitiría ir ganando un determinado
tiempo extra a los dos artistas implicados.
Ante la inminente
conmemoración del bicentenario de Australia que iba a tener lugar en 1988, cuando Wagner y Grant recibieron
la propuesta de llevar a cabo una nueva macrosaga, los bocetos que McCarthy
había llevado a cabo durante sus vacaciones y que había entregado a Wagner,
salieron del cajón en el que se encontraban. Pero lo hicieron con ciertos
cambios a la hora de llevarlos a la práctica. Así, la idea de los jueces
surfistas se transformó en el regreso de Chopper en un nuevo SuperSurf
emplazado en aquella Australia del futuro, mientras que el cuerpo de Jueces
diseñado por McCarthy se situó en un nuevo contexto argumental a través de los
clonados Judda y su vínculo genético con el Juez Dredd.
Planteada así la
historia, lo siguiente era buscar a los dibujantes adecuados para llevarla a
cabo, siendo inicialmente elegidos el propio Brendan McCarthy para la parte de
los Judda, puesto que las ideas generadoras de la saga eran suyas y no iba a
quedarse fuera, y Cam Kennedy para la parte de Chopper y el SuperSurf, toda vez
que su trabajo en Midnight Surfer (Progs. 424-429) era la principal inspiración de aquella
continuación que se iba a llevar a cabo.
Sin embargo, aquí
es donde todo se torció. Tras las conversaciones iniciales, Kennedy tuvo que
retirarse del proyecto debido a los encargos que tenía asumidos con DC en la
maxiserie de los Outcasts y en Espectro, no siendo Burton capaz de encontrar en
ese momento a ningún dibujante de garantías que estuviera disponible durante
los siguientes seis meses y fuese capaz de dibujar el número de páginas
semanales que se requerían.
El proyecto se retrasó tanto que estuvo cerca de no ver la luz, pero finalmente se consiguió sacarlo adelante mediante el tradicional sistema de formar equipos rotatorios de dibujantes, ninguno de los cuales podía por sí solo hacerse cargo de todo el trabajo, pero sí de una parte del mismo. Así, Cliff Robinson se encargó de llevar a cabo el episodio inicial de apertura. Jim Baikie, recién salido de un trabajo con Batman para Detective Comics, fue traído a toda prisa por su vecino Cam Kennedy, dibujando las siete páginas del segundo episodio en un tiempo récord. Bajo diferentes seudónimos, los episodios tercero, cuarto y sexto recayeron en el equipo formado por Will Simpson, Paul Behrer y Dave Elliot, mientras que el propio McCarthy se encargó de realizar el quinto antes de introducir a los Judda en los capítulos séptimo y octavo de la saga, siendo el consagrado Steve Dillon el que se hiciese cargo de las partes novena y décima. A partir de ese décimo episodio, la situación más o menos consiguió estabilizarse, pero finalmente fue McCarthy el que tampoco pudo cumplir a tiempo, tomando su relevo Will Simpson y siendo John Higgins, Barry Kitson y Jim Baikie los que concluyeran la saga.
A pesar de todas las dificultades a las que hubo que hacer frente, Oz se acabó publicando durante los meses de Octubre de 1987 a Abril de 1988, a lo largo de los 26 episodios que aparecieron en los Progs. 545 a 570 y comprendiendo un total de 200 páginas. Tal y como ya os habréis fijado, la distribución final de los episodios tuvo lugar entre Cliff Robinson (1), Jim Baikie (2, 25-26), Paul Behrer, Will Simpson y Dave Elliot (3-4, 6), Brendan McCarthy (5, 7-8, 14-16), Steve Dillon (9-10), Will Simpson (11-12, 17-19), Barry Kitson (13, 22-24) y John Higgins (20-21). Ante la multitud de autores implicados, cada uno de ellos con su propio estilo individual, la historia acababa cojeando un poco en el aspecto gráfico, pero también es cierto que el conjunto no sólo presentaba un buen aspecto, sino que además el guión de Wagner y Grant se leía a la perfección y tenía momentos realmente memorables, como el propio final de la saga.
El proyecto se retrasó tanto que estuvo cerca de no ver la luz, pero finalmente se consiguió sacarlo adelante mediante el tradicional sistema de formar equipos rotatorios de dibujantes, ninguno de los cuales podía por sí solo hacerse cargo de todo el trabajo, pero sí de una parte del mismo. Así, Cliff Robinson se encargó de llevar a cabo el episodio inicial de apertura. Jim Baikie, recién salido de un trabajo con Batman para Detective Comics, fue traído a toda prisa por su vecino Cam Kennedy, dibujando las siete páginas del segundo episodio en un tiempo récord. Bajo diferentes seudónimos, los episodios tercero, cuarto y sexto recayeron en el equipo formado por Will Simpson, Paul Behrer y Dave Elliot, mientras que el propio McCarthy se encargó de realizar el quinto antes de introducir a los Judda en los capítulos séptimo y octavo de la saga, siendo el consagrado Steve Dillon el que se hiciese cargo de las partes novena y décima. A partir de ese décimo episodio, la situación más o menos consiguió estabilizarse, pero finalmente fue McCarthy el que tampoco pudo cumplir a tiempo, tomando su relevo Will Simpson y siendo John Higgins, Barry Kitson y Jim Baikie los que concluyeran la saga.
A pesar de todas las dificultades a las que hubo que hacer frente, Oz se acabó publicando durante los meses de Octubre de 1987 a Abril de 1988, a lo largo de los 26 episodios que aparecieron en los Progs. 545 a 570 y comprendiendo un total de 200 páginas. Tal y como ya os habréis fijado, la distribución final de los episodios tuvo lugar entre Cliff Robinson (1), Jim Baikie (2, 25-26), Paul Behrer, Will Simpson y Dave Elliot (3-4, 6), Brendan McCarthy (5, 7-8, 14-16), Steve Dillon (9-10), Will Simpson (11-12, 17-19), Barry Kitson (13, 22-24) y John Higgins (20-21). Ante la multitud de autores implicados, cada uno de ellos con su propio estilo individual, la historia acababa cojeando un poco en el aspecto gráfico, pero también es cierto que el conjunto no sólo presentaba un buen aspecto, sino que además el guión de Wagner y Grant se leía a la perfección y tenía momentos realmente memorables, como el propio final de la saga.
En todo caso, la aparición de una nueva macrosaga de Dredd fue excelentemente acogida por los aficionados, apareciendo recopilada en tres paperbacks con portadas de Sienkiewicz incluso antes de finalizar el año. Por cierto, cuando las tres portadas se unían, aparecía un tríptico en el que de alguna forma se podía visualizar el desarrollo de la historia.
Desde el punto de vista argumental, lo cierto es que antes de que Oz
diese comienzo, ya habían venido apareciendo en la serie diferentes comentarios
(aparentemente intrascendentes) entre los ciudadanos de MegaCity sobre la inminente
celebración de un nuevo SuperSurf y la supuesta liberación de “alguien”. Pues
bien, era en Oz donde se contaba que ese alguien no era otro que el joven
Marlon Shakespeare, más conocido como Chopper, y que en ese momento se hallaba cumpliendo
10 años en un Isocubo tras su apasionante victoria (y posterior
encarcelamiento) en el SuperSurf 7 celebrado tres años atrás en Mega-City Uno.
Ahora, tres años después, el Campeonato Mundial de SuperSurf había sido legalizado y ese año se
celebraba en Oz. Todo ello producía un movimiento popular masivo en MegaCity
pidiendo la liberación de Chopper para que participase en el megaevento y le
plantase cara al vigente bicampeón mundial, el arrogante y tocahuevos Jug
McKenzie, que además ese año participaba en casa.
Ante las multitudinarias protestas que comenzaban a tener lugar, los Jueces
decidían trasladar a Chopper a un Iso-Bloque de alta seguridad, y lo hacían
entregándole previamente sus pertenencias, entre las que se encontraba su tabla
de surf. Durante el traslado, los manifestantes congregados a la puerta
del Iso-Bloque estallaban contra los Jueces exigiendo la liberación de su
campeón. Ante el caos y la confusión que se desataban, Chopper aprovechaba para
quitarse las esposas y huir delante de las mismas narices de Dredd.
Con los Jueces
batiendo Mega-City Uno en su búsqueda, el rebelde surfista decidía huir de la
ciudad y refugiarse en el único lugar en el que todo el mundo parecía querer
que estuviera, es decir, en la Conurbación de Sidney-Melbourne, la megaciudad
de Oz en la que se iba a celebrar el SuperSurf 10. Y echándole pelotas al
asunto, Chopper decidía ir hasta el continente austral en su propia tabla de aerosurf, para lo cual
debía hacer un viaje de más de 12.000 Km en tan precario medio de transporte,
atravesando además la Tierra Maldita y el Océano Pacífico.
Huyendo de la ciudad a través del Muro Oeste, el imposible viaje de Chopper batía todos los registros de audiencia en los noticiarios de MegaCity, llegándose a crear un reality (Chopwatch) que refería al público cualquier avistamiento del surfista durante su travesía. Acortando camino a través de la Mex-Zona, Chopper lograba cruzar de manera cuasimilagrosa la Tierra Maldita y se plantaba ante las mismísimas orillas del Pacífico. Una vez allí, con una última batería de energía para su tabla y sin nada de comida, Chopper prefería afrontar una muerte segura intentando atravesar el océano antes que rendirse y volverse atrás.
Huyendo de la ciudad a través del Muro Oeste, el imposible viaje de Chopper batía todos los registros de audiencia en los noticiarios de MegaCity, llegándose a crear un reality (Chopwatch) que refería al público cualquier avistamiento del surfista durante su travesía. Acortando camino a través de la Mex-Zona, Chopper lograba cruzar de manera cuasimilagrosa la Tierra Maldita y se plantaba ante las mismísimas orillas del Pacífico. Una vez allí, con una última batería de energía para su tabla y sin nada de comida, Chopper prefería afrontar una muerte segura intentando atravesar el océano antes que rendirse y volverse atrás.
En este punto de
la historia, la acción se trasladaba al Palacio de Justicia de Mega-City Uno, donde tres
figuras hostiles aparecían de la nada y asesinaban al Juez Bruffen. Los
tres teletransportadores hablaban como acólitos de una secta religiosa y se
identificaban a sí mismos como Judda, interesándose a continuación por el
paradero de los Jueces Defoe, Mac Namee y Dredd, siendo este último el único
que lograba sobrevivir a su ataque y acabar con la vida de su oponente mientras
los otros dos Judda desaparecían sin dejar rastro.
Analizando el ADN
del fallecido, la Tek Division descubría que aquel individuo tenía el mismo ADN
que Dredd, su hermano Rico y el padre del Sistema Judicial, el Juez Fargo; es
decir, que se trataba de un clon. Y eso implicaba que, si el ADN era idéntico
en todos los casos al del Juez Fargo, no sólo el Judda resultaba ser un clon,
sino que también lo eran Dredd y el fallecido Rico, siendo por tanto todos
ellos clones del Juez Fargo como ya se había apuntado en A Case for Treatment
(Prog. 389) y se iba a confirmar inmediatamente a continuación, en los siguientes capítulos de la saga.
Y mientras los lectores asumían aquellas implicaciones, la historia regresaba a Chopper, que a duras penas sobrevivía a un huracán refugiándose en un carguero a la deriva y protagonizaba dos de los episodios más logrados de la saga, un terrorífico y marinero homenaje a todos los clásicos de barcos abandonados con un único ocupante a bordo, en este caso el robot cocinero Cookie, con su hacha de carnicero, su gusto por el arte culinario, y según comenta Alan Grant, la náutica voz de John Silver, puesto que esa era la voz que ambos escritores impostaban cuando leían en voz alta los diálogos de Cookie antes de pasarlos a máquina.
Y mientras los lectores asumían aquellas implicaciones, la historia regresaba a Chopper, que a duras penas sobrevivía a un huracán refugiándose en un carguero a la deriva y protagonizaba dos de los episodios más logrados de la saga, un terrorífico y marinero homenaje a todos los clásicos de barcos abandonados con un único ocupante a bordo, en este caso el robot cocinero Cookie, con su hacha de carnicero, su gusto por el arte culinario, y según comenta Alan Grant, la náutica voz de John Silver, puesto que esa era la voz que ambos escritores impostaban cuando leían en voz alta los diálogos de Cookie antes de pasarlos a máquina.
Aun cuando los
ciudadanos de Mega-City Uno daban por muerto a Chopper tras las semanas transcurridas
desde su último avistamiento, el joven surfista lograba llegar en el carguero
hasta las costas de Oz. El único problema era que Dredd también se encontraba
allí, aparentemente para detenerle si lograba cruzar el Pacífico y llevárselo
con él de vuelta a Mega-City Uno. Ante el arresto de Chopper delante de los
atónitos ojos de millones de telespectadores, el resto de participantes se
rebelaba y amenazaba con la no celebración del SuperSurf si Chopper no
participaba, lo que obligaba a los Jueces de Oz a desautorizar y arrestar al
propio Dredd a fin de que el Campeonato Mundial pudiera celebrarse y no tener
que enfrentarse a una sublevación popular.
Sin embargo, la
llegada de Dredd a Oz y su pretendido arresto respondían en realidad a un
propósito del que Chopper y el SuperSurf resultaban ser una mera tapadera. La
verdad salía a la luz cuando dos nuevos Judda se teletransportaban a las
instalaciones donde supuestamente Dredd se hallaba retenido y desarmado, y
caían en una trampa tendida por el propio Dredd y los Jueces de Oz.
La acción
retrocedía entonces a lo que había sucedido en Mega-City Uno tras la aparición de
los Judda. Los Jueces ataban cabos y relacionaban el nombre de los Judda con el
antiguo Juez Morton Judd, el genetista del Consejo de los Cinco en la época del
Juez Fargo y responsable del programa de clonación de Joe y Rico Dredd. Judd
había intentado atentar contra la vida de Fargo tras ver como éste rechazaba su proyecto
de clonar ciudadanos, siendo liberado por sus partidarios y llevándose consigo
muestras del programa de clonación sin que nunca se volviera a saber más de él.
La única conclusión posible era que Morton Judd aún seguía con vida y había
creado un ejército de jueces clónicos con el que pretendía atacar Mega-City Uno.
Los rastros de polvo y polen sugerían que el Judda fallecido procedía de algún
lugar de Oz, de ahí que se hubiese montado como tapadera la fuga de Chopper, coincidiendo con la celebración del
SuperSurf en Oz, para justificar la presencia de Dredd en el continente austral.
De vuelta al
presente, Dredd utilizaba uno de los teleportadores confiscados a los Judda
para desplazarse hasta su lugar de procedencia, que resultaba ser la Montaña de
Ayers Rock, donde se encontraba con un ejército de clones a punto de atacar la
megaciudad.
Dredd resultaba
capturado por los Judda y llevado ante Morton Judd, pero antes enviaba su localización
a los Jueces de Oz, que lanzaban un ataque aéreo contra el santuario de Judd al
mismo tiempo que éste iniciaba su ofensiva contra Mega-City Uno y los Judda
comenzaban a teletransportarse al Palacio de Justicia. En la confusión que se
generaba, Dredd se deshacía de Judd y del Judda que le custodiaba y se
teletransportaba también a MegaCity, donde recogía y armaba una bomba atómica
del arsenal de los Jueces y la enviaba de vuelta a Ayers Rock con un tiempo de
detonación de diez segundos, de los cuales apenas quedaban dos cuando Morton Judd
recobraba el conocimiento y la veía aparecer ante sus ojos. Sin tiempo para
reaccionar, los Judda pasaban a la historia.
Los seis
episodios restantes de la saga servían para narrar el SuperSurf 10, si bien
antes Dredd se entrevistaba previamente con Chopper y le advertía que aun
cuando se hubiese ganado el derecho a participar en el evento, tan pronto como
cruzase la línea de meta lo primero que vería sería su cara para enviarle de
vuelta a los cubos. A pesar de la (muy seria) advertencia de Dredd, Chopper
volvía a aceptar el desafío y tomaba parte en la carrera.
El recorrido de
la prueba resultaba ser tan suicida como era de esperar. Además, Chopper y McKenzie
perdían posiciones en unos túneles de agua hacia el tercer episodio dedicado a
la carrera, aunque alcanzaban al grupo de cabeza al final del siguiente, y
llegaban a la parte final del SuperSurf, el llamado Callejón de Gasolina (un
megabloque que había que cruzar en llamas) igualados con otros dos
participantes, la máquina roja Nicolai Stal y Dallas Hall, la tigresa de Texas
City. Stal perdía la vida en el intento mientras Dallas optaba por el paso de
seguridad, siendo Chopper y McKenzie los que se metían de cabeza en el edificio
en llamas y llegaban igualados a la recta final.
El desenlace de
la carrera, el último episodio de la saga, resultaba tan emocionante como
intenso su final. No creo que sea justo para John Wagner y Alan Grant contar
quién de los dos cruzaba la meta en primer lugar, porque lo que realmente importaba
era que allí estaba Dredd, legislador en mano, esperando a Chopper, y con
intención de abrir fuego si el joven no se entregaba. Para que entendáis el
dilema, Dredd claramente respetaba lo que había hecho Chopper, pero nadie podía
quebrantar la ley. Y Chopper lo había hecho.
Las divergencias
entre John Wagner y Alan Grant se habían ido acentuando en los últimos tiempos
y durante el transcurso de Oz se hicieron más evidentes. En palabras de Alan
Grant, la cuestión había sido más o menos ignorada por ambos hasta aquel
episodio final de la saga; de hecho, según él mismo dice, hasta el mismo día en
que lo escribieron, ninguno de los dos sabía cuál iba a ser su desenlace. Ambos
escritores habían discutido todas las posibilidades: Chopper ganando el SuperSurf
y huyendo, Chopper ganando y entregándose a Dredd, Chopper ganando y obteniendo
un indulto... Pero llegado ese momento, con Dredd apuntando a Chopper mientras
éste decidía no entregarse, fue Wagner quien puso de manifiesto lo mucho que
les estaban costando sus divergencias.
A Wagner le encantaba Chopper y la
popularidad del personaje le respaldaba, pues representaba al joven anónimo y
sin trabajo capaz de darle la vuelta a Dredd. Sin embargo, Grant consideraba
que Dredd debía matarle por aquello de lo perjudicial que creía que era
suavizar al personaje. Sólo uno de ellos escribió aquel último episodio de la
saga, así que ya podéis imaginar quién de los dos ganó. En cualquier caso,
aquella decisión sobre el final de la saga, marcaría también el final de la
etapa conjunta de ambos escritores, aun cuando haya que dejar claro que no
existió ningún mal rollo entre ellos; todo lo contrario, hoy en día siguen
siendo amigos y han trabajado juntos en multitud de situaciones, desde tareas
editoriales hasta los propios crossovers entre Batman y el Juez Dredd.
Las tres partes
de Hitman (Progs. 571-573), con dibujos de Jim Baikie, supusieron el epílogo de
Oz y fueron escritas ya en solitario por John Wagner, aunque en los créditos de
la historia siguieran apareciendo los dos. La historia, que
tiene como mención más que destacable ser una de las pocas que han mostrado
buena parte del rostro de Dredd, trataba de su regreso a Mega-City Uno tras lo
sucedido en Oz. Un psicópata que hubiera preferido matar a Chopper, introducía
a Dredd en su lista a causa de lo sucedido en el final de la macrosaga,
logrando en su segundo intento enviar a Dredd a la Unidad Médica. En el tercero
se encontraba frente a frente con Joe Dredd, quien desde la cama le enviaba
definitivamente a su último descanso en Resyk.
Con todo, lo que
iba a ser verdaderamente relevante para el futuro, eran las dudas que recorrían
la cabeza de Dredd sobre lo sucedido con Chopper mientras permanecía
hospitalizado. Aquellas dudas reflejaban las ideas que Wagner tenía sobre el
desarrollo del personaje, ideas que estaban perfectamente calculadas en el
tiempo para dar el mayor giro de tuerca a Joe Dredd que se había visto a lo
largo de los once años que por aquel entonces llevaba la serie. Pero antes de llegar
a eso, habrá que comentar también otra serie de cosas que sucedieron entre
medias y a las que habrá que referirse en la próxima entrada.
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