sábado, 7 de noviembre de 2015

La historia del Hombre Muerto

Con más de 160 páginas y un total de 26 episodios de duración, Necrópolis es otra de las macrosagas de Dredd que más reediciones ha llegado a tener desde su publicación, tanto en tomos recopilatorios como en formato comic-book. Ahora bien, a la hora de abordar su lectura, es necesario tener en cuenta que Necrópolis no es una historia que se pueda leer aislada de todo lo que la precedió. En primer lugar, porque suponía la culminación de varios subargumentos que John Wagner había ido tejiendo a lo largo de los dos últimos años en la serie. Y en segundo lugar, porque Necrópolis comenzaba con los acontecimientos en marcha, siendo también la culminación de toda una serie de tramas que habían ido teniendo lugar durante los seis meses anteriores, en los que cada pieza se fue situando en su punto de partida.
El comienzo de todos esos acontecimientos que acabarían desembocando en uno de los megaeventos más trascendentes para la historia de Mega-City Uno, como atestiguan los más de 60 millones de ciudadanos asesinados durante el transcurso de la misma, debe situarse en el Prog. 650. Ahora bien, en principio, en los créditos de ese número aparecía únicamente una historia de Judge Dredd, The Shooting Match, un conspirativo episodio de nueve páginas, con dibujo y color de John Higgins, en el que el Juez Odell evaluaba a Dredd y a Kraken sobre un mismo test de campo sin llegar a saberlo nunca ninguno de ellos, comenzando así a cerrarse el círculo en torno a Joe Dredd.
 
Sin embargo, como a estas alturas ya es sabido, no era The Shooting Match la historia con la que John Wagner iba a poner en marcha los acontecimientos conducentes hacia aquel nuevo Mega-Epic de Dredd, sino The Dead Man (Progs. 650-662), una historia nueva a blanco y negro (circunstancia que aumentaba la falta de pistas sobre la identidad de su protagonista, puesto que Judge Dredd llevaba en ese momento más de un año apareciendo a color) que se iniciaba también en ese mismo número. A mayor voluntad de ocultamiento, John Wagner firmaba bajo el desconocido seudónimo de Keef Ripley para que nadie sospechase por asociación entre autor y personaje lo que estaba sucediendo.
Con un total de 81 páginas dibujadas por John Ridgway, The Dead Man apareció serializada en trece episodios publicados de Octubre de 1989 a Enero de 1990, no siendo hasta los tres últimos cuando las fichas comenzaban a caer en su lugar y tenía lugar la impactante revelación final. Como cuenta el propio John Wagner, el secreto era algo esencial para obtener el efecto sorpresa que se pretendía: hacerlo de otro modo hubiera desvelado la verdad a los lectores antes de tiempo. De hecho, el secreto fue tan absoluto que el propio John Ridgway no sabía la identidad del Hombre Muerto cuando comenzó a dibujar la historia, aunque sí recuerda haberlo sabido muy pronto.
 
Ambientada en el radioactivo desierto de la Tierra Maldita y protagonizada por la icónica figura del hombre sin nombre, de guardapolvo, sombrero de ala ancha y pistolero acojonante, que habían popularizado las pelis de Sergio Leone, The Dead Man presentaba a primera vista el aspecto de un western de frontera. Sin embargo, gracias en buena parte a un destacable trabajo a tinta, John Ridgway se encargaba de añadir una atmósfera más que adecuada para los elementos terroríficos y de suspense que poco a poco se iban añadiendo a esa puesta en escena inicial, conformando la mezcla resultante algo bastante cercano a lo que hoy llamaríamos Horror-Western.
 

Desde el punto de vista narrativo, la historia aparecía contada en primera persona por Yassa Povey, un chaval que vivía en un pequeño asentamiento de la Tierra Maldita denominado Bubbletown, iniciándose con Yassa y su amigo Fuzzy Greel cazando lagartos en las inmediaciones del lugar, siendo entonces cuando descubrían en una cañada el cuerpo de un hombre horriblemente herido y desfigurado por las quemaduras de ácido al que Yassa bautizaba como el Hombre Muerto.
 
Sin muchas esperanzas de que aquel desconocido sobreviviese a sus heridas, los lugareños se hacían cargo de él, siendo la madre de Yassa quien lo llevaba a su casa para intentar salvarle la vida. Esa misma noche, una presencia envuelta en un aura de negrura rondaba el asentamiento, siendo el joven Povey el que más nítidamente llegaba a ver una sombra espectral que parecía buscar algo sin llegar a encontrarlo.
Una semana más tarde, la fiebre remitía y el desconocido recuperaba el conocimiento, aunque no guardaba recuerdo alguno de su identidad o de cómo había llegado hasta allí.
 
Tras recobrarse lo suficiente como para caminar por su propio pie, Yassa le acompañaba hasta el lugar donde lo había encontrado. Utilizando al perro del chico para seguir el rastro que había dejado al arrastrarse hasta allí, ambos llegaban hasta una garganta en la que acababan siendo emboscados por unos caníbales que merodeaban las proximidades de Bubbletown, los Grunts. Como desenlace del cliff-hanger, el desconocido demostraba una habilidad singular en el manejo del rifle, cepillándose a los ocho asaltantes en otros tantos segundos, incluso aunque uno de ellos llegaba a utilizar al joven como rehén para evitar ser abatido. A efectos de continuidad, imposible relacionar entonces aquella exhibición de tiro con la presenciada en el episodio The Shooting Match publicado unas semanas antes.
 
Aquella misma noche, tras regresar a Bubbletown, volvían a cobrar forma las pesadillas que asediaban al joven Yassa Povey. Esta era la primera aparición de Nausea, una de las Hermanas de la Muerte, la pareja de villanas encargadas de protagonizar Necrópolis.
Con los habitantes del asentamiento aterrorizados por la siniestra atmósfera que rodeaba lo que estaba sucediendo y las calamidades que habían empezado a producirse desde que acogieran al Hombre Muerto, el desconocido decidía marcharse en busca de respuestas sobre su origen y lo que le había sucedido antes de llegar allí. Yassa y su perro le acompañaban sin que lo supiera. Cuando les descubría, les prohibía ir con él, pero el joven se negaba a obedecerle y amenazaba con seguirle de todos modos.
 
Siguiendo el antiguo rastro, ambos cruzaban el desierto y llegaban a la zona boscosa donde los Grunts tenían su territorio. En ese punto, el Hombre Muerto recordaba por primera vez haber atravesado la zona y como los Grunts se apartaban de su paso al observar las quemaduras que sufría. Hacia la mitad del trayecto, Yassa resultaba capturado por los Grunts, viéndose separado del Hombre Muerto. A punto de ser devorado, la mujer espectral de sus sueños volvía a aparecer y ponía en fuga a los caníbales. El Hombre Muerto llegaba a continuación y hacía frente a la aparición, que parecía reconocerle antes de desvanecerse.
 
Tras lograr salir del territorio de los Grunts, los dos viajeros llegaban a las orillas del Río Acido, identificando entonces el desconocido la causa de sus heridas y quemaduras al tiempo que recordaba la traumática experiencia que había sufrido al atravesarlo.

Al otro lado del río, se encontraba la pequeña población de Crowley. Ahora, lo único que quedaba de ella era un montón de ruinas quemadas y de cadáveres carbonizados esparcidos por todas partes. Buscando respuestas a lo que allí había ocurrido, las dos últimas páginas del episodio suponían una sucesión de viñetas en las que los lectores (seguramente con los ojos como platos) iban siendo testigos de cómo Yassa y el Hombre Muerto descubrían los restos de un espectacular enfrentamiento, encontrando lo que quedaba de un casco, los restos de una motocicleta, un arma de fuego carbonizada, y por fin, la placa de un Juez de Mega-City Uno en la que se leía el nombre del Hombre Muerto: Judge Dredd.
 
Revelada así la identidad del protagonista, Dredd recordaba por fin como había dimitido del Departamento de Justicia y emprendido la Larga Marcha a la Tierra Maldita (no se explicaban aún los motivos, aunque en ese mismo Prog. 661 se publicaba Una Carta para el Juez Dredd, que era donde todo daba comienzo). Tras llevar cien días repartiendo justicia en la Tierra Maldita, Dredd había llegado a Crowley, donde se había enfrentado a dos mujeres cadavéricas y espectrales que habían venido en su busca y se denominaban a sí mismas las Hermanas de la Muerte. Las fantasmales hechiceras habían acabado arrasando la población, dando por muerto a Dredd. Nada se decía sobre quiénes eran o de dónde procedían, pero su aspecto y su manera de expresarse resultaban claramente identificables con los Jueces OscurosSin mucho más tiempo para asimilar el giro que acababan de dar los acontecimientos, Nausea y Phobia se materializaban en Crowley dispuestas a enmendar el error de haber dejado a Dredd con vida.
A diferencia de su anterior enfrentamiento, Dredd comprendía en esta ocasión que Nausea y Phobia no se encontraban físicamente allí. Eran proyecciones psíquicas que carecían de forma corpórea y sólo podían dañarle si creía que lo que estaba sucediendo era real, aunque el joven Yassa Povey no resultaba ser tan afortunado y acababa ciego tras quemarle Nausea los ojos en una escena de terrorífico e impactante resultado. Sin embargo, incapaces esta vez de hacer creer a Dredd en la realidad de su amenaza, los dos espectros se veían impotentes para acabar con él y optaban por desaparecer del lugar, prometiendo volver a encontrarse en otras circunstancias.

Mientras el color iba apareciendo gradualmente en la última página de la historia, la saga concluía con Dredd devolviendo al joven herido con sus padres y emprendiendo el regreso a Mega-City Uno. Algo había ocurrido en la megaciudad y resultaba imperativo volver allí para averiguar lo sucedido. Sin embargo, para comenzar a descubrirlo, en esta ocasión no había que esperar a la semana siguiente, sino que tal y como se anunciaba en la última viñeta de la saga, bastaba con pasar a la siguiente página de ese mismo número para encontrarse con el inicio de Tale of the Dead Man.
Para situarlo todo correctamente, el comienzo de los acontecimientos narrados en Tale of the Dead Man había tenido lugar en el episodio inmediatamente anterior, Una Carta para el Juez Dredd (Prog. 661) un magnífico episodio epistolar de seis páginas dibujadas por Will Simpson que conectaba lo sucedido con el argumento de la Democracia. Ambientada a principios del 2112, la historia estaba escrita desde la perspectiva de un chaval que había escrito una carta a Dredd con motivo de un trabajo escolar. Con la inocencia propia de un niño, el chico le preguntaba sobre los hechos ocurridos durante la Marcha Democrática e identificaba correctamente los problemas inherentes al estado policial y fascista mantenido por los Jueces.

De camino a echar la carta al correo, el chaval había muerto al ser atacado en uno de sus episodios violentos por un vecino al que describía en su carta y que había quedado mal de la cabeza a causa de un golpe que le habían dado los Jueces durante la Marcha Democrática. Al acudir a la escena del crimen, Dredd encontraba la carta y comprendía lo sucedido, sintiéndose responsable de la muerte del chico y aflorando en toda su crudeza los sentimientos de culpa que había reprimido desde Revolución (Progs. 531-533).
 
Con este bagaje previo, comenzaba Tale of the Dead Man (Progs. 662-668) siete episodios publicados de Enero a Marzo de 1990, que comprendían un total de 54 páginas y que aparecían dibujados por Will Simpson (1-4) y el novel Jeff Anderson (5-7). Con Wagner decidido a empezar a atar cabos, la historia comenzaba donde había concluido The Dead Man, es decir, con Dredd dirigiéndose a pie a Mega-City Uno y rememorando los acontecimientos que le habían llevado a emprender la Larga Marcha.
Tras la muerte del joven Wenders, Dredd había comenzado a cuestionarse abiertamente su papel dentro del sistema, al que comenzaba a considerar como una gran mentira. Sus evaluaciones psicológicas preocupaban cada vez más al Consejo, que se planteaba la cuestión con la gravedad que requería el que Dredd fuera considerado un icono para Mega-City Uno. En previsión de lo que pudiera suceder, Silver y Odell decidían sacar al joven Kraken de la Academia, asignándole al propio Dredd su supervisión final para decidir si era apto o no para convertirse en Juez, tal y como ya se había visto en otras ocasiones a lo largo de la serie. Evidentemente, Dredd comprendía de qué iba todo aquello, pero también sabía que si en Kraken había algo equivocado, él era el único capaz de averiguarlo.
Bajo la atenta vigilancia de Odell y la PSU, Dredd y Kraken comenzaban a patrullar las calles de MegaCity, dejando Dredd que el joven aspirante a sustituirle se hiciese cargo de las situaciones que se iban encontrando. Uno de los avisos les conducía hasta una situación con rehenes a cargo del Juez Morphy (Prog. 387), el Juez que en su día había llevado a cabo la supervisión final de Dredd en su época de cadete y que era lo más parecido a una figura paterna que éste había llegado a asimilar a causa de su origen clónico. Observando las similitudes entre ellos, Morphy apuntaba lo parecidos que resultaban, decidiendo Dredd contarle lo que estaba sucediendo. La actuación de Kraken resultaba excelente, mejor incluso que la del propio Dredd, pero a pesar de la petición de Odell de dar por terminada la evaluación, Dredd decidía seguir adelante con ella.
Con Dredd teniendo cada vez más clara la posibilidad de emprender la Larga Marcha ante la crisis personal que estaba experimentando, llegaba el aviso de que Morphy había sido abatido. La cacería de sus asesinos llevaba a Dredd al límite del asesinato por venganza y acababa con Kraken recriminándole su actuación y reprochándole que su tiempo como Juez había pasado, que estaba viejo para seguir en las calles. Dando la evaluación como terminada, Dredd regresaba con Kraken junto a Odell y juzgaba a Kraken como no apto para convertirse en un Juez de Mega-City Uno. A pesar de las protestas de Odell ante Silver, Dredd no rectificaba su veredicto y anunciaba además su dimisión y su decisión de emprender la Larga Marcha.
 
Mientras Silver comunicaba a Odell su decisión de mantener por el momento la dimisión de Dredd en el más absoluto de los secretos, Dredd decidía corregir la injusticia que había cometido y procedía a ordenar la liberación de Blondel Dupre y  de los principales activistas demócratas que habían sido detenidos durante el transcurso de Revolución, emprendiendo a la mañana siguiente la Larga Marcha a la Tierra Maldita.

Como conclusión de la saga, la acción regresaba al presente, con Dredd reanudando su camino hacia Mega-City Uno y preguntándose lo que habría ocurrido en la ciudad durante su ausencia. Esta iba a ser su última aparición en la serie durante varios meses. A partir de este momento, Dredd desaparecía de escena y se contaba lo ocurrido en la megaciudad tras su marcha. Para ello aparecían sucesivamente tres sagas cortas, comprendiendo un total de cinco episodios, cuya denominación común era quedar comprendidas dentro de lo que al inicio de cada capítulo se iba numerando como Cuenta Atrás hacia Necrópolis.
La primera de ellas fue Por Inyección Letal, una minisaga de dos episodios (Progs. 669-670) publicados durante el mes de Marzo de 1990 que significarían la incorporación de Carlos Ezquerra a la historia desde entonces y hasta su conclusión. Aunque supongo que ya habrá tiempo de entrar en detalles, una primera circunstancia a destacar es que Ezquerra se ocupó (semanalmente) tanto de dibujar como de colorear (o casi habría que decir, pintar) la serie durante siete meses y 31 episodios ininterrumpidos, casi 200 páginas consecutivas.
 
A pesar de sus escasas 14 páginas, Por Inyección Letal era una historia realmente buena en la que Dredd no aparecía por ninguna parte, constituyendo su ausencia el motor que impulsaba la saga hacia delante. El personaje central sobre el que ahora giraba la trama resultaba ser Kraken, contándose los acontecimientos desde su punto de vista.
 
Tras el veredicto negativo de Dredd, Kraken resultaba formalmente expulsado de la Academia de la Ley, juzgado por sus actos como Judda y condenado a muerte por Inyección Letal. Kraken lo consideraba injusto, pero no se echaba atrás y era él mismo quien se inyectaba el cianuro para demostrar a todos los asistentes a su ejecución lo mucho que se equivocaban con él. El cliffhanger se solucionaba en el capítulo siguiente, cuando Silver y Odell revivían al oficialmente muerto Kraken en el más absoluto de los secretos, revelando haber sustituido el cianuro por un anestésico. El montaje se le explicaba a Kraken como una prueba necesaria para demostrarles que el juicio de Dredd había sido equivocado. Dado su ejemplar comportamiento, Silver le nombraba Juez de Mega-City Uno y le entregaba su placa, pero era una placa en la que no ponía Kraken sino Dredd.
Con la Cuenta Atrás hacia Necrópolis situada en tres, la historia continuaba directamente en Derechos de Sucesión, un solitario episodio (Prog. 671) de siete páginas en el que Kraken se metía de lleno en el papel de Dredd y tomaba contacto con las calles de MegaCity, siendo Silver, Odell y el propio Kraken los únicos en conocer la verdad de lo que estaba sucediendo. La actitud de Kraken podía llegar a ser a veces la adecuada, pero como daba a entender el título, algo fallaba en la sustitución: Kraken no era Dredd, a quien más parecía haber destronado que reemplazado.
Como creo que se puede percibir, la serie era ya a estas alturas un continuará tras otro desde hacía varios meses. Y sin embargo, aún faltaba por abrirse la tercera y última vía argumental, la directamente relacionada con los villanos detonantes de la macrosaga, los Jueces Oscuros, que como ya se había visto, en esta ocasión venían además acompañados. Dear Annie (Progs. 672-673) era el título de la última minisaga de dos episodios con los que daba inicio su regreso y con los que concluía la Cuenta Atrás hacia Necrópolis.

Dado que soy muy fan de Ezquerra, y más del Ezquerra de estos años, me temo que va a ser inevitable hacer un esfuerzo extra en la próxima entrada para tratar de no divagar mucho y que la subjetividad no se me note demasiado.
 

viernes, 23 de octubre de 2015

El Linaje de Fargo. Las vacaciones veraniegas de P.J. Maybe

La disolución del equipo formado por John Wagner y Alan Grant no resultó tan traumática como en un primer momento se había llegado a temer por los editores del 2000AD. Es bastante posible que algo tuviera que ver el hecho de que Wagner le cediese (generosamente) a Grant las riendas de las otras dos series que ambos escribían juntos, Strontium Dog y Anderson Psi Division, cuyos protagonistas no dejaban de ser sino creaciones del propio John Wagner.

Sea como fuere, todo el mundo salió conforme. Alan Grant ni siquiera tendría problemas para seguir escribiendo ocasionalmente a Dredd en aquellos casos en que se hizo necesario a fin de que Wagner pudiera dedicarse sin agobios a otra serie de proyectos y tareas editoriales en las que se fue viendo envuelto. Con todo, el problema que se avecinaba en el horizonte no iba a ser tanto el día después a la disolución del dúo formado por Wagner y Grant, sino el hecho de que Wagner se encontraba cada vez más quemado por no estar recibiendo ni un penique de los derechos de merchandising del Juez Dredd.
En todo caso, ya sin Alan Grant y con John Wagner como único responsable de la dirección de Judge Dredd, la primera historia con trascendencia directa para todo lo que iba a tener lugar al año siguiente fue precisamente la primera secuela directa de Oz; o mejor dicho la segunda, toda vez que Hitman ya había permitido vislumbrar las dudas que comenzaba a albergar Joe Dredd sobre su papel a la hora de hacer cumplir la ley de Mega-City Uno. Bloodline (Progs. 583-584), cuya traducción más aproximada en castellano sería algo parecido a Linaje, fueron dos episodios dibujados por el irlandés Will Simpson, con un total de 18 páginas, y que aparecieron durante la segunda quincena del mes de Julio de 1988.
Su principal atractivo consistía en la revelación a los lectores y al propio Dredd de uno de los secretos más oscuros que se había guardado el Juez Jefe Silver tras la conclusión de Oz: la existencia de Kraken, un Judda de la línea genética de Fargo al que Silver había preservado de la eliminación sufrida por sus hermanos clónicos. Kraken había sido puesto bajo la custodia del Juez Odell, nuevo jefe de la Tek Division tras el asesinato de Bruffen, con vistas a convertirle en un Juez de Mega-City Uno para el caso de que llegase a ser necesario reemplazar algún día al veterano Joe Dredd. O lo que es lo mismo, lo que el Departamento de Justicia pretendía era tener un clon de Dredd como reserva para el caso de perder al auténtico.

Dredd, que había sido mantenido al margen, se enteraba de todo el asunto al empezar a compartir las mismas sensaciones que experimentaba Kraken durante su primera salida a las calles de Mega-City Uno. Siguiendo aquellas sensaciones, consecuencia del vínculo genético que les unía a ambos, Dredd llegaba hasta Odell y Kraken y descubría lo que estaba sucediendo, comprendiendo al mismo tiempo lo que Silver, Odell y el Consejo tenían en mente para el día en que el propio Dredd no pudiera permanecer al frente de la ley de MegaCity. Nadie era irremplazable. O al menos eso pensaba Silver.
 
Otra nota destacable fue el ingreso de Judge Dredd en el mundo de los cómics a color durante el transcurso de Twister (Progs. 588 a 591), una saga de cuatro episodios que suponía un curioso homenaje por parte de John Wagner al clásico de L. Frank Baum llevado al cine, el Mago de Oz. Debido a una falta de coordinación editorial, la definitiva presentación de la totalidad del episodio de Dredd a todo color (en realidad, no sería del todo así, como vamos a comprobar enseguida; hubo alguna que otra excepción con motivo de la llegada de Bisley a Slaine y la aparición de El Dios Cornudo), comenzó con la segunda parte de la historia (Prog. 589), cuando en realidad habría debido producirse en el número anterior (Prog. 588) coincidiendo con el añadido de cuatro páginas más a la revista y la presentación de su cubierta en papel satinado.
 
Con todo, mayor relevancia argumental tendría el regreso a la serie del joven PJ Maybe, quien se convertía en el auténtico protagonista de WHat i Did during tHe Zummer HoLidays by P.J Maybe, Age 13 (Progs. 592 a 594), tres episodios que eran dibujados de nuevo por Liam Sharp y publicados desde mediados de septiembre a primeros de octubre, en los que tal y como indicaba el propio título de la historia, a través del trabajo escolar del propio interesado se contaba lo que éste había hecho durante sus vacaciones de verano. O lo que es lo mismo, cómo accedía a la fortuna de la familia Yess, su familia por parte de madre y proveedores en exclusiva de los uniformes utilizados por los Jueces.

Con un plan perfectamente trazado, PJ empezaba por eliminar a los cretinos de sus primos, Wilbur y Watt. A Wilbur le manipulaba el coche y se estrellaba llevándose por delante a otros diez ciudadanos más, mientras que con Watt utilizaba una droga hipnótica denominada SLD 88, que él mismo se había fabricado en el laboratorio del cole, y se las arreglaba para simular su suicidioLa cabeza rectora del negocio familiar, el viejo Fustas Yess, no le iba a durar mucho más al pequeño psicópata, puesto que tras haber enviado a una compañera del cole al hospital, se las arreglaba para obtener de otro enfermo una enfermedad mortal procedente de la Tierra Maldita que luego le inyectaba al viejo mientras dormía. Lo cierto es que el desafortunado tío Fustas era un verdadero cabrón, exactamente igual que sus difuntos hijos, pero a la hora de la verdad, los tres resultaban unos alevines comparados con el pequeño PJ Maybe.
A modo de conclusión, cinco semanas después se publicaba The Further Advenshers of PJ Maybe (Prog. 599) un epílogo de seis páginas ambientado a finales del 2110, que comenzaba contando los estertores del tío Fustas en el momento en que el pequeño PJ Maybe, con una sonrisilla en plan hijodeputa, le susurraba la verdad mientras agonizaba en su lecho de muerte. Impagable resultaba la secuencia inicial en que el pobre hombre abría los ojos de par en par, atónito ante lo que escuchaba, señalaba a PJ sin poder hablar, y luego se moría, entendiendo todos los presentes que lo que estaba haciendo era indicarle como su sucesor.
 
Con todos los miembros de la familia Yess fallecidos en un periodo de tres meses, los padres de PJ se convertían en herederos directos de la fortuna y el negocio familiar de los Yess, pero también en los principales sospechosos de sus posibles asesinatos. A pesar de ser registrados de manera minuciosa y exhaustiva por los Jueces en busca de cualquier prueba, su inocencia les acababa descartando como autores de cualquier posible crimen, con lo que el pequeño psicópata se acababa convirtiendo en un joven multimillonario en el día de su decimocuarto cumpleaños. Incluso conseguía una novia hipermaciza y un par de años mayor que él después de cargarse a su novio. Dredd era el único que llegaba a albergar una mínima sospecha, pero la posibilidad se acababa descartando al no creer nadie que aquel crío, que además representaba perfectamente el papel de idiota, resultase capaz de organizar y llevar a cabo un triple asesinato de una manera tan elaborada y sin dejar ningún rastro de cualquier posible actividad criminal.

Tras otra serie de historias que se publicaron entre medias como Nuestro hombre en Hondo (Progs. 608 a 611) donde se presentaba la megaciudad nipona de Hondo City, o como Banana City (Progs. 623 a 625) en la que aparecía por primera vez Ciudad Barranquilla, la más corrupta megaciudad del planeta, las aventuras de PJ Maybe llegarían a una primera conclusión ocho meses después de que el pequeño asesino en serie hubiera conseguido acceder a la fortuna de los Yess. The Confeshuns of P.J. Maybe (Progs. 632 a 634), una de las pocas historias de Dredd que todavía llegaron a aparecer a b/n durante este periodo de implantación del color, supusieron el último y veraniego capítulo de 22 páginas dedicado por John Wagner y Liam Sharp a aquella primera trilogía protagonizada por el astuto y letal PJ Maybe e iniciada cien números atrás con Bug (Prog. 534).
Ambientada esta vez a mediados del 2111, el problema con que se topaba el pequeño criminal superdotado consistía en que no había sido capaz de prever lo cabrones que podían llegar ser sus competidores en el ramo del lucrativo negocio familiar recientemente heredado, por lo que no le quedaba otro remedio que demostrar a sus adversarios quién era el competidor verdaderamente peligroso en el negocio.

La historia se iniciaba cuando todo había concluido y PJ era interrogado por Dredd tras haber sido arrestado. Orgulloso de sus logros, el pequeño psicópata no tenía ningún problema en ir confesando la historia de los catorce asesinatos que había llevado a cabo hasta entonces, siendo así como se contaba cómo había acabado en los isocubos. Todo había comenzado cuando los Hermanos Hoss, los más encarnizados competidores del viejo Fustas, habían conseguido levantar a Enfáticamente Yess el contrato que tenía con los uniformes de los Jueces.
Aquello no podía ser consentido por PJ, que automáticamente volvía a utilizar el SLD 88, en este caso para inducir a Chester Hoss a decir compulsivamente la verdad ante cualquier situación, lo que producía que durante una entrevista en televisión confesase el fraude que su hermano y él tenían en mente para producir uniformes a bajo coste y sacarle elevados beneficios al negocio con los Jueces.

Chester Hoss acababa en un psiquiátrico, pero su hermano Alger conseguía mantener el contrato aceptando las nuevas y abusivas condiciones que ahora les imponía el Departamento de Justicia, lo que obligaba a volver a actuar al pequeño PJ, esta vez involucrando a Alger en un negocio de drogas con el que poder financiar la ruina en que se había convertido el negocio con los Jueces. Con lo que PJ no contaba es con que Alger Hoss estuviese tan desesperado como para presentarse en persona a llevar a cabo el delictivo negocio en el que debía ser reemplazado por un robot y acabase siendo asesinado, siendo el propio Dredd quien acudía al lugar de los hechos y el que por un azar del destino detenía al joven Maybe, que no tenía modo de explicar su presencia allí ni su conexión con lo sucedido.
Lo cierto es que con estas dos sagas PJ Maybe se revelaba como una ingeniosa y enloquecida vuelta de tuerca de Adrian Mole, el joven protagonista de una serie de novelas escritas por Sue Townsend que trataban en plan simpático la vida de un adolescente, y que al igual que las peripecias de PJ también aparecían narradas en primera persona, a modo de diario. Las historias de Adrian Mole llegaron a tener su propia versión televisiva en la BBC a mediados de los ochenta, convirtiéndose en un fenómeno bastante similar al que aquí llegamos a conocer unos años más tarde a través del Manolito Gafotas de Elvira Lindo y su posterior adaptación televisiva y cinematográfica. En cualquier caso, a partir de esta trilogía de presentación, John Wagner emprendería con PJ Maybe un camino totalmente desvinculado de aquella singular inspiración original, quedándose aquel origen en una simple curiosidad.
 
De todas formas, por si os gustase el juego de las similitudes entre Adrian Mole y estas primeras historias de PJ Maybe, el título de su primer libro resultaba ser The Secret Diary of Adrian Mole, Aged 13 ¾, y el del tercero, The True Confessions of Adrian Mole. Si se relacionan los títulos de los libros con los de los episodios de PJ Maybe que acabamos de reseñar, no creo que hagan falta muchas más explicaciones. En cualquier caso, a pesar de haber sido detenido, la historia de PJ Maybe apenas había comenzado a dar sus primeros pasos. John Wagner no tenía en mente desembarazarse tan pronto del personaje. Más bien al contrario, su regreso iba a tener lugar apenas un año y medio más tarde, en este caso como una de las consecuencias de Necrópolis.

Hablando de Necrópolis, sería precisamente a una de sus protagonistas, la Juez Anderson, a la que peor le sentó la separación de John Wagner y Alan Grant. De entrada, debido a esa separación, Anderson se quedó sin la habitual saga veraniega que hubiera debido aparecer en 1988, no regresando hasta principios del año siguiente y ya de la mano en solitario de Alan Grant.

Su primera historia destacable durante este nuevo periodo a cargo de Alan Grant fue Más allá del Vacío (Progs. 612-613), una historia corta de dos episodios dibujados por Mick Austin que trajeron consigo la amenaza del regreso del Juez Muerte del limbo, cuando un  anciano lama que llevaba 30 largos años de enclaustramiento y meditación en busca del nirvana, contactaba de manera involuntaria con él. Y sí, habéis adivinado cómo acabó el lama.
 
Inmediatamente a continuación apareció Helios (Progs. 614-622), una historia de 46 páginas dibujada por David Roach y publicada de Febrero a Abril de 1989 que arrancaba de lo sucedido en The Brainstem Man (Prog. 587), uno de los episodios de Dredd que había llevado a cabo Alan Grant echando una mano a John Wagner. Aunque con un resultado final a mi juicio bastante pobre, Helios supuso el primer intento serio por parte de Grant de establecer un tono diferente entre las historias de Dredd y las de Anderson, presentando además en ella a la Juez Corey, una émpata de la Psi Division que resultaba ser la amiga de más confianza de Anderson dentro del cuerpo y cuyo suicidio en Leviathan´s Farewell (2000AD Special Sci-Fi 1989) le llevaría a plantearse muchas cosas a la telépata.
 
Sin ser tampoco una de las sagas más recordadas de Anderson, mejor fortuna tendría para mi gusto Triada, otra historia de 50 páginas aparecida de Julio a Septiembre de aquel año a lo largo de los diez episodios que se publicaron en los Progs. 635 a 644. Con la nota curiosa de contener la primera aparición del Departamento de Eventos Forteanos, la historia supuso la primera colaboración de Alan Grant con Arthur Ranson, un magnífico dibujante de estilo fotorealista que con el paso de los años ha acabado siendo reconocido por los aficionados como el gran dibujante de Judge Anderson. El propio Alan Grant considera que las mejores historias sobre Anderson han sido aquéllas en las que ambos han colaborado juntos.
Basada en una historia real sobre un abuso infantil del que Alan Grant había tenido conocimiento, Triada comenzaba con una serie de eventos paranormales del tipo de autostopistas fantasmas, centenares de personas muertas por combustión espontánea y similares, que Anderson procedía a investigar. El rastro le conducía hasta dos pequeñas gemelas de gran potencial psíquico que canalizaban el odio de un compañero de colegio que sufría maltratos por parte de su padrastro. Toda aquella sórdida historia estaba siendo orquestada por un misterioso individuo que se presentaba a las familias de los niños implicados como un Juez de la Psi Division y que resultaba ser en realidad uno de los antiguos Jueces Soviets de Mega Este Uno, siendo éstos, encabezados por Orlok, los que se encontraban detrás de lo que se revelaba como un ataque terrorista de carácter psíquico contra Mega-City Uno.
 
 
Con todo, la noticia de aquel año 1989 en Mega-City Uno fue el nuevo regreso de Carlos Ezquerra a Judge Dredd. Tras un par de episodios de toma de contacto, Young Giant (Progs. 651-655) presentó una historia de 30 páginas aparecida durante los meses de Noviembre y Diciembre que sirvió para que Ezquerra calentase motores, y ya de paso, para que John Wagner presentase a otro de los personajes que iban a aparecer en Necrópolis, el joven cadete Giant, hijo del difunto Juez Giant, y nieto de la antigua estrella de aereoball de los Héroes de Harlem, Clay Giant Sr.
 
La historia descubría que el fallecido Juez Giant, uno de los primeros secundarios de la serie, asesinado por Orlok durante la Blockmania, había mantenido una relación no judicial con una civil y tenido un hijo de esa relación. La madre había sido asesinada por las bandas durante el caos generado en las calles por la Guerra del Apocalipsis, y el chaval había sido capaz de sobrevivir por su cuenta en semejante entorno hostil con menos de diez años de edad. Tras ser encontrado por los Jueces a la finalización del conflicto, su identidad había sido descubierta al identificarse su ADN, siendo reclutado para la Academia de la Ley en consideración a su potencial genético y a las facultades físicas heredadas de su padre y de su abuelo. A pesar de su juventud, el director de la Academia decidía asignarle a un primer test de patrulla con Dredd para que éste tratase de reconducir la violencia que consumía al chico tras haber presenciado el asesinato de su madre y no haber conseguido evitarlo.
 
De manera inadvertida, lo más relevante sin embargo para el inminente futuro de la serie era este diálogo final que Dredd mantenía con el joven cadete Giant a la conclusión de la historia. Aunque la impresión podía ser que Dredd simplemente le estaba aconsejando con vistas al futuro, ese dialogo en realidad estaba anunciando algo que ya estaba teniendo lugar sin que nadie se hubiera percatado de ello, aprovechando el nuevo formato del 2000AD que había comenzado con el Prog. 650.
 
Con el consiguiente aumento de precio, ahora eran cinco las historias presentadas en la revista, tres de ellas a color. Y una de las nuevas historias a b/n que había debutado en ese número era The Dead Man, una historia escrita por un tal Keef Ripley y dibujada por John Ridgway sobre un misterioso individuo amnésico y horriblemente quemado que trataba de averiguar su identidad en medio de la Tierra Maldita. Lo que nadie podía prever era que Keef Ripley fuese en realidad un seudónimo de John Wagner y que The Dead Man resultase ser el mismísimo Joe Dredd, así que no creo que haga demasiada falta decir de qué va a ir esto la próxima vez.

viernes, 9 de octubre de 2015

Oz: el origen clónico del Juez Dredd

Judge Dredd in Oz es una idea cuyos orígenes resultan atribuibles en gran medida al dibujante Brendan McCarthy. Un año antes de su publicación, McCarthy había sido el responsable de diseñar y presentar a los Jueces de Brit-Cit en Atlantis (Progs. 485-488) aprovechando lo mucho que les insistían John Wagner y Alan Grant a todos los dibujantes con los que trabajaban para que les hiciesen llegar cualesquiera ideas que les apeteciese dibujar en la serie. McCarthy, que durante ese año se había ido de vacaciones a Australia para pasarse unos días haciendo Surf, regresó de aquellas vacaciones con varios diseños sobre unos jueces malvados que volaban en tablas de Surf y vivían en un desierto radioactivo, así como una serie de bocetos inspirados en una especie de Mega-Sidney del futuro y varios dibujos basados en la turística montaña de Ayers Rock, conocida actualmente por su denominación aborigen de Uluru. McCarthy le entregó una copia de todos aquellos sketches a John Wagner y le comentó un poco por encima de qué iba todo aquello, olvidándose luego de todo el asunto a medida que fueron pasando los meses.
El siguiente momento en la historia de esta macrosaga tuvo lugar con la entrada de Richard Burton como editor del 2000AD. Uno de los proyectos que Burton se trajo consigo fue el regreso de las grandes macrosagas, que si bien habían dejado de producirse tras los problemas que habían existido con Ciudad de los Condenados, en el fondo no era tanto porque no fuesen demandadas sino más bien debido a las dificultades para encontrar dibujantes que se hicieran cargo de ellas en su totalidad. La solución que inicialmente se planteó fue diseñar un nuevo Mega-Epic a través de un formato que presentase dos historias ocurriendo simultáneamente, cada una de ellas a cargo de un único dibujante, lo que permitiría ir ganando un determinado tiempo extra a los dos artistas implicados.
 
Ante la inminente conmemoración del bicentenario de Australia que iba a tener lugar en 1988, cuando Wagner y Grant recibieron la propuesta de llevar a cabo una nueva macrosaga, los bocetos que McCarthy había llevado a cabo durante sus vacaciones y que había entregado a Wagner, salieron del cajón en el que se encontraban. Pero lo hicieron con ciertos cambios a la hora de llevarlos a la práctica. Así, la idea de los jueces surfistas se transformó en el regreso de Chopper en un nuevo SuperSurf emplazado en aquella Australia del futuro, mientras que el cuerpo de Jueces diseñado por McCarthy se situó en un nuevo contexto argumental a través de los clonados Judda y su vínculo genético con el Juez Dredd.


Planteada así la historia, lo siguiente era buscar a los dibujantes adecuados para llevarla a cabo, siendo inicialmente elegidos el propio Brendan McCarthy para la parte de los Judda, puesto que las ideas generadoras de la saga eran suyas y no iba a quedarse fuera, y Cam Kennedy para la parte de Chopper y el SuperSurf, toda vez que su trabajo en Midnight Surfer (Progs. 424-429) era la principal inspiración de aquella continuación que se iba a llevar a cabo.
 
Sin embargo, aquí es donde todo se torció. Tras las conversaciones iniciales, Kennedy tuvo que retirarse del proyecto debido a los encargos que tenía asumidos con DC en la maxiserie de los Outcasts y en Espectro, no siendo Burton capaz de encontrar en ese momento a ningún dibujante de garantías que estuviera disponible durante los siguientes seis meses y fuese capaz de dibujar el número de páginas semanales que se requerían.

El proyecto se retrasó tanto que estuvo cerca de no ver la luz, pero finalmente se consiguió sacarlo adelante mediante el tradicional sistema de formar equipos rotatorios de dibujantes, ninguno de los cuales podía por sí solo hacerse cargo de todo el trabajo, pero sí de una parte del mismo. Así, Cliff Robinson se encargó de llevar a cabo el episodio inicial de apertura. Jim Baikie, recién salido de un trabajo con Batman para Detective Comics, fue traído a toda prisa por su vecino Cam Kennedy, dibujando las siete páginas del segundo episodio en un tiempo récord. Bajo diferentes seudónimos, los episodios tercero, cuarto y sexto recayeron en el equipo formado por Will Simpson, Paul Behrer y Dave Elliot, mientras que el propio McCarthy se encargó de realizar el quinto antes de introducir a los Judda en los capítulos séptimo y octavo de la saga, siendo el consagrado Steve Dillon el que se hiciese cargo de las partes novena y décima. A partir de ese décimo episodio, la situación más o menos consiguió estabilizarse, pero finalmente fue McCarthy el que tampoco pudo cumplir a tiempo, tomando su relevo Will Simpson y siendo John Higgins, Barry Kitson y Jim Baikie los que concluyeran la saga.

A pesar de todas las dificultades a las que hubo que hacer frente, Oz se acabó publicando durante los meses de Octubre de 1987 a Abril de 1988, a lo largo de los 26 episodios que aparecieron en los Progs. 545 a 570 y comprendiendo un total de 200 páginas. Tal y como ya os habréis fijado, la distribución final de los episodios tuvo lugar entre Cliff Robinson (1), Jim Baikie (2, 25-26), Paul Behrer, Will Simpson y Dave Elliot (3-4, 6), Brendan McCarthy (5, 7-8, 14-16), Steve Dillon (9-10), Will Simpson (11-12, 17-19), Barry Kitson (13, 22-24) y John Higgins (20-21). Ante la multitud de autores implicados, cada uno de ellos con su propio estilo individual, la historia acababa cojeando un poco en el aspecto gráfico, pero también es cierto que el conjunto no sólo presentaba un buen aspecto, sino que además el guión de Wagner y Grant se leía a la perfección y tenía momentos realmente memorables, como el propio final de la saga.

En todo caso, la aparición de una nueva macrosaga de Dredd fue excelentemente acogida por los aficionados, apareciendo recopilada en tres paperbacks con portadas de Sienkiewicz incluso antes de finalizar el año. Por cierto, cuando las tres portadas se unían, aparecía un tríptico en el que de alguna forma se podía visualizar el desarrollo de la historia.

Desde el punto de vista argumental, lo cierto es que antes de que Oz diese comienzo, ya habían venido apareciendo en la serie diferentes comentarios (aparentemente intrascendentes) entre los ciudadanos de MegaCity sobre la inminente celebración de un nuevo SuperSurf y la supuesta liberación de “alguien”. Pues bien, era en Oz donde se contaba que ese alguien no era otro que el joven Marlon Shakespeare, más conocido como Chopper, y que en ese momento se hallaba cumpliendo 10 años en un Isocubo tras su apasionante victoria (y posterior encarcelamiento) en el SuperSurf 7 celebrado tres años atrás en Mega-City Uno.
 

Ahora, tres años después, el Campeonato Mundial de SuperSurf había sido legalizado y ese año se celebraba en Oz. Todo ello producía un movimiento popular masivo en MegaCity pidiendo la liberación de Chopper para que participase en el megaevento y le plantase cara al vigente bicampeón mundial, el arrogante y tocahuevos Jug McKenzie, que además ese año participaba en casa.
Ante las multitudinarias protestas que comenzaban a tener lugar, los Jueces decidían trasladar a Chopper a un Iso-Bloque de alta seguridad, y lo hacían entregándole previamente sus pertenencias, entre las que se encontraba su tabla de surf. Durante el traslado, los manifestantes congregados a la puerta del Iso-Bloque estallaban contra los Jueces exigiendo la liberación de su campeón. Ante el caos y la confusión que se desataban, Chopper aprovechaba para quitarse las esposas y huir delante de las mismas narices de Dredd.
 
Con los Jueces batiendo Mega-City Uno en su búsqueda, el rebelde surfista decidía huir de la ciudad y refugiarse en el único lugar en el que todo el mundo parecía querer que estuviera, es decir, en la Conurbación de Sidney-Melbourne, la megaciudad de Oz en la que se iba a celebrar el SuperSurf 10. Y echándole pelotas al asunto, Chopper decidía ir hasta el continente austral en su propia tabla de aerosurf, para lo cual debía hacer un viaje de más de 12.000 Km en tan precario medio de transporte, atravesando además la Tierra Maldita y el Océano Pacífico.
Huyendo de la ciudad a través del Muro Oeste, el imposible viaje de Chopper batía todos los registros de audiencia en los noticiarios de MegaCity, llegándose a crear un reality (Chopwatch) que refería al público cualquier avistamiento del surfista durante su travesía. Acortando camino a través de la Mex-Zona, Chopper lograba cruzar de manera cuasimilagrosa la Tierra Maldita y se plantaba ante las mismísimas orillas del Pacífico. Una vez allí, con una última batería de energía para su tabla y sin nada de comida, Chopper prefería afrontar una muerte segura intentando atravesar el océano antes que rendirse y volverse atrás.

En este punto de la historia, la acción se trasladaba al Palacio de Justicia de Mega-City Uno, donde tres figuras hostiles aparecían de la nada y asesinaban al Juez Bruffen. Los tres teletransportadores hablaban como acólitos de una secta religiosa y se identificaban a sí mismos como Judda, interesándose a continuación por el paradero de los Jueces Defoe, Mac Namee y Dredd, siendo este último el único que lograba sobrevivir a su ataque y acabar con la vida de su oponente mientras los otros dos Judda desaparecían sin dejar rastro.
 
Analizando el ADN del fallecido, la Tek Division descubría que aquel individuo tenía el mismo ADN que Dredd, su hermano Rico y el padre del Sistema Judicial, el Juez Fargo; es decir, que se trataba de un clon. Y eso implicaba que, si el ADN era idéntico en todos los casos al del Juez Fargo, no sólo el Judda resultaba ser un clon, sino que también lo eran Dredd y el fallecido Rico, siendo por tanto todos ellos clones del Juez Fargo como ya se había apuntado en A Case for Treatment (Prog. 389) y se iba a confirmar inmediatamente a continuación, en los siguientes capítulos de la saga.
Y mientras los lectores asumían aquellas implicaciones, la historia regresaba a Chopper, que a duras penas sobrevivía a un huracán refugiándose en un carguero a la deriva y protagonizaba dos de los episodios más logrados de la saga, un terrorífico y marinero homenaje a todos los clásicos de barcos abandonados con un único ocupante a bordo, en este caso el robot cocinero Cookie, con su hacha de carnicero, su gusto por el arte culinario, y según comenta Alan Grant, la náutica voz de John Silver, puesto que esa era la voz que ambos escritores impostaban cuando leían en voz alta los diálogos de Cookie antes de pasarlos a máquina.
 
Aun cuando los ciudadanos de Mega-City Uno daban por muerto a Chopper tras las semanas transcurridas desde su último avistamiento, el joven surfista lograba llegar en el carguero hasta las costas de Oz. El único problema era que Dredd también se encontraba allí, aparentemente para detenerle si lograba cruzar el Pacífico y llevárselo con él de vuelta a Mega-City Uno. Ante el arresto de Chopper delante de los atónitos ojos de millones de telespectadores, el resto de participantes se rebelaba y amenazaba con la no celebración del SuperSurf si Chopper no participaba, lo que obligaba a los Jueces de Oz a desautorizar y arrestar al propio Dredd a fin de que el Campeonato Mundial pudiera celebrarse y no tener que enfrentarse a una sublevación popular.
 
Sin embargo, la llegada de Dredd a Oz y su pretendido arresto respondían en realidad a un propósito del que Chopper y el SuperSurf resultaban ser una mera tapadera. La verdad salía a la luz cuando dos nuevos Judda se teletransportaban a las instalaciones donde supuestamente Dredd se hallaba retenido y desarmado, y caían en una trampa tendida por el propio Dredd y los Jueces de Oz.
 
La acción retrocedía entonces a lo que había sucedido en Mega-City Uno tras la aparición de los Judda. Los Jueces ataban cabos y relacionaban el nombre de los Judda con el antiguo Juez Morton Judd, el genetista del Consejo de los Cinco en la época del Juez Fargo y responsable del programa de clonación de Joe y Rico Dredd. Judd había intentado atentar contra la vida de Fargo tras ver como éste rechazaba su proyecto de clonar ciudadanos, siendo liberado por sus partidarios y llevándose consigo muestras del programa de clonación sin que nunca se volviera a saber más de él. La única conclusión posible era que Morton Judd aún seguía con vida y había creado un ejército de jueces clónicos con el que pretendía atacar Mega-City Uno. Los rastros de polvo y polen sugerían que el Judda fallecido procedía de algún lugar de Oz, de ahí que se hubiese montado como tapadera la fuga de Chopper, coincidiendo con la celebración del SuperSurf en Oz, para justificar la presencia de Dredd en el continente austral.

De vuelta al presente, Dredd utilizaba uno de los teleportadores confiscados a los Judda para desplazarse hasta su lugar de procedencia, que resultaba ser la Montaña de Ayers Rock, donde se encontraba con un ejército de clones a punto de atacar la megaciudad.
Dredd resultaba capturado por los Judda y llevado ante Morton Judd, pero antes enviaba su localización a los Jueces de Oz, que lanzaban un ataque aéreo contra el santuario de Judd al mismo tiempo que éste iniciaba su ofensiva contra Mega-City Uno y los Judda comenzaban a teletransportarse al Palacio de Justicia. En la confusión que se generaba, Dredd se deshacía de Judd y del Judda que le custodiaba y se teletransportaba también a MegaCity, donde recogía y armaba una bomba atómica del arsenal de los Jueces y la enviaba de vuelta a Ayers Rock con un tiempo de detonación de diez segundos, de los cuales apenas quedaban dos cuando Morton Judd recobraba el conocimiento y la veía aparecer ante sus ojos. Sin tiempo para reaccionar, los Judda pasaban a la historia.
 
Los seis episodios restantes de la saga servían para narrar el SuperSurf 10, si bien antes Dredd se entrevistaba previamente con Chopper y le advertía que aun cuando se hubiese ganado el derecho a participar en el evento, tan pronto como cruzase la línea de meta lo primero que vería sería su cara para enviarle de vuelta a los cubos. A pesar de la (muy seria) advertencia de Dredd, Chopper volvía a aceptar el desafío y tomaba parte en la carrera.
El recorrido de la prueba resultaba ser tan suicida como era de esperar. Además, Chopper y McKenzie perdían posiciones en unos túneles de agua hacia el tercer episodio dedicado a la carrera, aunque alcanzaban al grupo de cabeza al final del siguiente, y llegaban a la parte final del SuperSurf, el llamado Callejón de Gasolina (un megabloque que había que cruzar en llamas) igualados con otros dos participantes, la máquina roja Nicolai Stal y Dallas Hall, la tigresa de Texas City. Stal perdía la vida en el intento mientras Dallas optaba por el paso de seguridad, siendo Chopper y McKenzie los que se metían de cabeza en el edificio en llamas y llegaban igualados a la recta final.
 
El desenlace de la carrera, el último episodio de la saga, resultaba tan emocionante como intenso su final. No creo que sea justo para John Wagner y Alan Grant contar quién de los dos cruzaba la meta en primer lugar, porque lo que realmente importaba era que allí estaba Dredd, legislador en mano, esperando a Chopper, y con intención de abrir fuego si el joven no se entregaba. Para que entendáis el dilema, Dredd claramente respetaba lo que había hecho Chopper, pero nadie podía quebrantar la ley. Y Chopper lo había hecho.
Las divergencias entre John Wagner y Alan Grant se habían ido acentuando en los últimos tiempos y durante el transcurso de Oz se hicieron más evidentes. En palabras de Alan Grant, la cuestión había sido más o menos ignorada por ambos hasta aquel episodio final de la saga; de hecho, según él mismo dice, hasta el mismo día en que lo escribieron, ninguno de los dos sabía cuál iba a ser su desenlace. Ambos escritores habían discutido todas las posibilidades: Chopper ganando el SuperSurf y huyendo, Chopper ganando y entregándose a Dredd, Chopper ganando y obteniendo un indulto... Pero llegado ese momento, con Dredd apuntando a Chopper mientras éste decidía no entregarse, fue Wagner quien puso de manifiesto lo mucho que les estaban costando sus divergencias.
A Wagner le encantaba Chopper y la popularidad del personaje le respaldaba, pues representaba al joven anónimo y sin trabajo capaz de darle la vuelta a Dredd. Sin embargo, Grant consideraba que Dredd debía matarle por aquello de lo perjudicial que creía que era suavizar al personaje. Sólo uno de ellos escribió aquel último episodio de la saga, así que ya podéis imaginar quién de los dos ganó. En cualquier caso, aquella decisión sobre el final de la saga, marcaría también el final de la etapa conjunta de ambos escritores, aun cuando haya que dejar claro que no existió ningún mal rollo entre ellos; todo lo contrario, hoy en día siguen siendo amigos y han trabajado juntos en multitud de situaciones, desde tareas editoriales hasta los propios crossovers entre Batman y el Juez Dredd.
 
Las tres partes de Hitman (Progs. 571-573), con dibujos de Jim Baikie, supusieron el epílogo de Oz y fueron escritas ya en solitario por John Wagner, aunque en los créditos de la historia siguieran apareciendo los dos. La historia, que tiene como mención más que destacable ser una de las pocas que han mostrado buena parte del rostro de Dredd, trataba de su regreso a Mega-City Uno tras lo sucedido en Oz. Un psicópata que hubiera preferido matar a Chopper, introducía a Dredd en su lista a causa de lo sucedido en el final de la macrosaga, logrando en su segundo intento enviar a Dredd a la Unidad Médica. En el tercero se encontraba frente a frente con Joe Dredd, quien desde la cama le enviaba definitivamente a su último descanso en Resyk.
Con todo, lo que iba a ser verdaderamente relevante para el futuro, eran las dudas que recorrían la cabeza de Dredd sobre lo sucedido con Chopper mientras permanecía hospitalizado. Aquellas dudas reflejaban las ideas que Wagner tenía sobre el desarrollo del personaje, ideas que estaban perfectamente calculadas en el tiempo para dar el mayor giro de tuerca a Joe Dredd que se había visto a lo largo de los once años que por aquel entonces llevaba la serie. Pero antes de llegar a eso, habrá que comentar también otra serie de cosas que sucedieron entre medias y a las que habrá que referirse en la próxima entrada.