lunes, 9 de noviembre de 2020

Los Archivos de Cal. Malos Amigos. Satán. El Acertijo Definitivo

El estreno de la película del Juez Dredd en el verano de 1995 motivó que todo el grupo editorial del 2000AD desarrollase en ese año una gran actividad promocional alrededor del personaje, intentando evidentemente aprovechar el fuerte tirón publicitario que acompañaba a la película desde Hollywood. Así, por ejemplo, The Best of 2000AD y The Complete Judge Dredd, los dos títulos mensuales que reeditaban material ya publicado, se reconvertirían en Classic 2000AD y Classic Judge Dredd, comenzando sus nuevas andaduras a partir de una nueva numeración. Igualmente, bajo el título Judge Dredd: Lawman of the Future, se procedió a lanzar una nueva cabecera dirigida al público más juvenil que acabaría permaneciendo casi dos años en el mercado, alcanzando una duración de 23 números. Del mismo modo, en lo que sería el movimiento editorial más trascendente de cara a los lectores habituales, el clásico Judge Dredd Megazine sería relanzado a través de un nuevo Número 1 en lo que acabaría siendo el Volumen 3 de su andadura editorial. Y con la vista puesta en el mercado norteamericano, Titan Books comenzó también la publicación de varios tomos recopilatorios en formato de novela gráfica que recogían de manera íntegra todas las grandes sagas del personaje que habían aparecido hasta entonces, siendo además la primera vez que esas sagas se publicaban en los Estados Unidos en su tamaño original y sin las alteraciones en las páginas que anteriormente habían tenido lugar para su adecuación al formato de comic-book.

También iba a haber importantes novedades en el 2000AD, siendo la más destacable el que comenzasen a aparecer dos episodios de Dredd en cada número a partir del Prog. 950, coincidiendo precisamente con el estreno de la película. Los meses previos a ese estreno ya habían estado viendo como algunos nombres de reconocido prestigio en el cómic británico volvían a aparecer de nuevo en los créditos del 2000AD como guionistas de las historias del Juez Dredd. Así, además del regreso del propio John Wagner, cuya reincorporación a la revista se acababa de producir unos meses antes, Grant Morrison (en colaboración con Mark Millar, que lo cierto es que entonces no era tan conocido como pueda serlo hoy en día) y Garth Ennis fueron los otros dos escritores que firmaron con Wagner las tres sagas que iban a aparecer durante los seis primeros meses del año, en lo que no dejaba de ser sino un reclamo con la vista puesta en el movimiento que se estaba produciendo alrededor del personaje. A pesar de cumplir su objetivo comercial sobre las ventas (y especialmente sobre los suscriptores) del 2000AD, el resultado de esas tres sagas acabaría siendo bastante desigual.

La primera de ellas en aparecer fue la firmada por John Wagner, haciéndolo bajo el cinematográfico título de El Exterminador (The Exterminator), una historia de nueve episodios y más de cincuenta páginas con el dibujante inglés John Burns (1-2) y el veterano artista español Emilio Frejo (3-9) a cargo del apartado gráfico que aparecería en los Progs. 919-927. Al parecer, en su origen era una historia para Terminator que Dark Horse le acabó rechazando a John Wagner. En este sentido, aunque la historia dejaba entrever algunas ideas tomadas del Alien de Ridley Scott, su argumento presentaba efectivamente al Juez Dredd en un papel muy similar al del Terminator cinematográfico, que era precisamente a lo que se refería el título de la saga, al tener que viajar en el tiempo y retroceder hasta la ciudad de Nueva York en el año 2001 con el fin de evitar que una plaga parasitaria alienígena, que se había originado en el pasado, destruyese a la humanidad en el futuro. Para ello, Dredd debía eliminar a todos los portadores originales del parasito: los pasajeros de la lanzadera espacial Pan-Astra, los primeros humanos en tener contacto con un ser extraterrestre, en este caso un ser extraterrestre muerto. La historia la verdad es que no estaba nada mal, con un Dredd en un papel un tanto dudoso que se justificaba con la necesidad de evitar una potencial amenaza de extinción y en que los portadores del parásito iban a morir de todos modos, aunque lo cierto es que dejaba bastante que desear en el apartado gráfico, presentando una estética y una puesta en escena que ya resultaba anticuada incluso en la época en que se publicó.

Con dibujos del artista inglés Mick Austin, la segunda de esas sagas que aparecerían en el 2000AD antes del estreno de la película fue
Cruzada (Crusade), una historia de diez episodios y un total de 60 páginas que era la última que quedaba por publicar de las tres que habían escrito conjuntamente los escoceses Grant Morrison y Mark Millar el año anterior, y que visto el resultado final, casi que podían habérsela ahorrado. Aparecida de finales de Febrero a finales de Abril en los Progs. 928 a 937, la historia presentaba al Juez Dredd dirigiéndose esta vez a la Antártida con la misión de localizar y llevar de regreso a Mega-City al Juez Eckhart, un científico de la Tek Division que había desaparecido quince años atrás en las profundidades del espacio sin haberse vuelto a saber de él. Ahora su nave había reaparecido tras estrellarse en el Polo Sur, captándose un mensaje de Eckhart antes de que se interrumpieran todas las comunicaciones en el que afirmaba haber contactado y comunicado con Dios, lo que causaba que las principales megaciudades del planeta acabasen enviando a sus representantes a la Antártida para hacerse con él y comprobar la veracidad del mensaje. Como nota de curiosidad, la saga presentaba por primera y única vez en la serie a los Jueces del Vaticano, los Inquisidores, unos fanáticos radicalizados que asesinaban de manera indiscriminada a quienes ellos consideraban como pecadores y que no han vuelto a ser utilizados por ningún otro escritor.

Coincidiendo su final con el estreno de la película, la tercera saga que aparecería durante estos meses previos a lo que se suponía que iba a ser un gran evento cinematográfico, fue la última historia que Garth Ennis había dejado escrita antes de abandonar la serie y que en su día no había podido ser publicada a causa del retraso acumulado por Nick Percival en la entrega de las 54 páginas en que se desarrollaba esa historia: El Beso de Buenas Noches (Goodnight Kiss), una saga de nueve episodios, aparecida en los Progs. 940 a 948, que Ennis había escrito dos años antes a modo de despedida de la serie y que suponía también el regreso del asesino Jonni Kiss, cuya trama había quedado inconclusa en los últimos números de Ennis que habían aparecido publicados. En realidad, el escritor norirlandés no regresaría de verdad para escribir una nueva saga del Juez Dredd hasta el año 2001, que sería cuando apareciese Helter Skelter (Progs. 1250-1261), la historia que, esta vez sí, significaría su adiós definitivo al personaje.

Ambientada argumentalmente en la Tierra Maldita, El Beso de Buenas Noches suponía en realidad la conclusión, no de una, sino de dos de las historias que Ennis había publicado durante su estancia en la serie: The Marshal (Progs. 800-803) y Enter Jonni Kiss (Prog. 830). En la primera de ellas, el último superviviente de un asentamiento perteneciente a la tribu de los Marshals, una hermandad de mutantes de la Tierra Maldita que perseguía a los forajidos siguiendo las enseñanzas aprendidas en unos viejos cómics del Llanero Solitario que tenían en su poder, aprovechaba los daños causados durante la Guerra del Día del Juicio (Progs. 786-799 y Megs. 2.04-2.09) para introducirse en Mega-City Uno con el objetivo de hacer justicia y acabar con la vida del responsable de la muerte de sus hermanos, el Juez Eckson, un genetista del Departamento de Justicia que había soltado en la zona de Clearwater Creek un virus genético experimental desarrollado en su día por el Juez Morton Judd (el responsable de la clonación de Joe y Rico Dredd), desconociendo que ése territorio era el que habitaban los Marshals y causando la muerte de todos ellos por envenenamiento masivo. Dredd acababa con la vida del cazador de forajidos mutante antes de que lograse su objetivo, pero éste le avisaba que aún quedaban con vida más hermanos suyos que no pararían hasta obtener venganza sobre el propio Dredd y la megaciudad. En la segunda de las historias, Jonni Kiss, un reputado e infalible asesino de Jueces procedente de EuroCity, había recibido el encargo de una de las familias mafiosas de Mega-City Uno de acabar con la vida del Juez Dredd a cambio de una importante suma de dinero, lo que significaba que Dredd se hallaba situado en el centro de una diana muy peligrosa sin saberlo.

Ahora, más de dos años después de aquellas historias que habían quedado sin conclusión, sus diferentes tramas venían a confluir en una sola cuando Jonni Kiss se adentraba en el interior de la Tierra Maldita y lograba obtener la ayuda de los Marshals para cumplir con el encargo que había recibido, circunstancia que en ese momento se veía posibilitada al encontrarse Dredd en una misión de patrulla en la Tierra Maldita con la novata Hoolihan como único apoyo. Aunque la historia había acabado archivada en espera del momento adecuado para su publicación a causa del retraso acumulado por el dibujante Nick Percival, la verdad es que el retraso esta vez resultó estar justificado, al menos a la vista del resultado final. 

A modo de anécdota sobre la diferencia de tiempo entre el momento en que fue dibujada la historia y en el que al final se acabó publicando, con el fin de mantener la coherencia temporal de los acontecimientos que habían tenido lugar en la serie desde que había comenzado a trabajar en ella, el propio Percival no tuvo más remedio que volver a redibujar el rostro de Hadrian Volt en todas las viñetas del episodio inicial con el que comenzaba la saga, puesto que inicialmente el personaje que aparecía era la Juez Jefe McGruder. Por otra parte, ésta era también la famosa historia en la que el Juez Dredd acababa siendo crucificado en la Tierra Maldita en lo que no dejaba de ser sino un claro y reconocido homenaje del propio Ennis al Conan de Robert E. Howard, un homenaje que de hecho llegaba incluso a presentar como tributo elementos muy reconocibles tomados de la misma escena que había sido llevada también al cómic por Roy Thomas y John Buscema para los comics Marvel en los años setenta, si bien en esta ocasión la forma en que Dredd salía de la comprometida situación en que se hallaba era bastante diferente, como por otra parte no podía ser de otra manera tratándose de una historia de Garth Ennis.

Coincidiendo con el estreno de la película en el mes de Julio, el 2000AD entraría de lleno en el proceso de renovación que se estaba produciendo en todas las cabeceras relacionadas con el personaje a partir del Prog. 950, con el que se añadirían ocho páginas más a la revista que serían utilizadas para añadir otra historia más del Juez Dredd, de manera que durante los tres meses siguientes acabarían apareciendo dos historias diferentes de Dredd en cada número del 2000AD. Casi todas ellas fueron de John Wagner, excepto dos que fueron escritas por Pat Mills, el escritor considerado como la otra piedra angular de la época clásica del 2000AD junto al propio John Wagner y Alan Grant. Mills no sólo había intervenido como editor en el proceso de creación de Dredd, sino que además en la película aparecían también dos personajes creados por él, que precisamente eran los protagonistas de esas dos historias. La mejor de las dos era Flashback 2099: El Regreso de Rico (Progs. 950-952), en la que Mills llevaba a cabo una versión extendida de su ya clásica historia El Regreso de Rico (Prog. 30) con la primera aparición de Rico Dredd, el hermano clónico del Juez Dredd y principal villano de la película. La otra era Hammerstein (Progs. 960-963), una historia en la que Dredd no aparecía por ninguna parte, pero que se justificaba como explicación a la inesperada aparición del famoso droide de guerra de los ABC Warriors en la película. En cualquier caso, eran las historias escritas por Wagner las que iban a empezar a mover las cosas de cara al futuro, especialmente dos de ellas: Malos Amigos (Bad Frendz) y Los Archivos de Cal (The Cal Files) en las que se presentarían a algunos de los personajes que se iban a encargar de impulsar las principales tramas argumentales sobre las que iba a girar la serie a lo largo de los años siguientes.

Aparecida a lo largo del mes de Septiembre y completando un total de 30 páginas, la primera de ellas, Malos Amigos (Progs. 955-959), era una saga de cinco episodios que se hallaban a cargo de Carlos Ezquerra y que suponían el ascenso al protagonismo en la serie del sindicato del crimen más importante de Mega-City Uno: los Frendz (término derivado del slang coloquial utilizado habitualmente en Mega-City y que se podría traducir al castellano como los “Amigoz”, al derivarse de la palabra inglesa “Friends”), así como de su líder, el magnate cyborg Nero Narcos, que era quien dirigía todas sus actividades criminales operando bajo la pantalla legal de una supuesta fundación benéfica de ayuda a los más necesitados que operaba legalmente con el nombre de Los Frendz (Amigoz) de Mega-City Uno.

Considerado como uno de los grandes benefactores y filántropos de la ciudad, el cuerpo de Narcos había sido hecho pedazos a causa de una bomba de fragmentación utilizada por sus rivales mafiosos. Lo único que se había podido salvar de él era su cerebro, que ahora se hallaba conectado a un tanque de supervivencia y a varios superordenadores desde los cuales dirigía todas las operaciones de la organización, utilizando de vez en cuando un cuerpo cibernético al que transfería su consciencia para satisfacer sus necesidades más humanas, fundamentalmente las sexuales. A modo de curiosidad, y a fin de comprobar cómo funcionaba John Wagner a la hora de planificar a largo plazo el futuro de la serie, Nero Narcos estaba destinado a ser el responsable de desencadenar la Segunda Guerra Robot en Mega-City Uno en el año 2121, cuatro años más tarde de esta primera aparición, lo que llevaría a cabo durante la saga El Escenario del Juicio Final (The Doomsday Scenario), el tercer y último crossover entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine que aparecería a mediados de 1999.

La aparición de los Frendz vino a suponer una importante innovación argumental para la serie, al presentar a un enemigo de carácter corporativo al que los Jueces se veían impotentes para detener de una manera directa, toda vez que cada vez que se conseguía acabar con una parte de la organización, surgía otra que ocupaba su lugar como si nada hubiera sucedido. Era necesario acabar con la mente que dirigía todo el sistema (en este caso más bien el cerebro) y la ocasión se presentaba cuando los Jueces detenían al contable de la organización, Mooney Winkle, durante una cena en uno de los clubes gastronómicos más elitistas de Mega-City Uno que tenía por objeto la degustación ilegal de especies en peligro de extinción.

Ante la posibilidad de que Winkle se fuera de la lengua y proporcionase pruebas a los Jueces que les permitieran llegar hasta él y desmantelar la organización, Nero Narcos decidía llamar a su mejor y más letal asesino, Vitus Dance, un mutante psíquico y piroquinético procedente de las Tierras Radioactivas de Ohio (las Radlands) más conocido como el Escorpión, que se introducía con total impunidad y sin mayores problemas no sólo en la propia megaciudad, sino incluso en la Central de Sector donde se estaba interrogando a Winkle, consiguiendo solucionar de raíz el problema que suponía el contable. Afortunadamente, Dredd conseguía percatarse de lo que estaba sucediendo cuando el letal asesino de los Frendz se hallaba a punto de abandonar el edificio, logrando arrestarle tras una difícil persecución que a punto estaba de acabar con su vida de no ser por la oportuna aparición de la Juez Castillo. A modo de continuará, el extremadamente peligroso Vitus Dance acababa encerrado en los Cubos en espera de su próxima aparición en la serie, que iba a tener lugar unos pocos años más tarde, durante el transcurso de la saga La Danza del Escorpión (Progs. 1125-1132), si bien ahora la situación quedaba en fase de espera al sumirse a sí mismo el asesino en una especie de trance psíquico que impedía a los Jueces arrancarle cualquier tipo de confesión contra los Frendz.

La segunda de esas historias fue Los Archivos de Cal (Progs. 959-963), otra saga de cinco episodios y 30 páginas cuyo apartado gráfico corría esta vez a cargo del veterano artista inglés John Burns, apareciendo publicada en el 2000AD durante la última semana de Septiembre y el mes de Octubre. A través de esta historia, John Wagner presentó por primera vez en la serie a la Juez Jura Edgar, un personaje que en poco tiempo se iba a convertir en uno de los adversarios más significativos que ha tenido el Juez Dredd a lo largo de su trayectoria. Manteniéndose siempre en la sombra, Edgar llevaba diecisiete años como directora de la PSU (Public Surveillance Unit, o lo que es lo mismo, la Unidad de Vigilancia Pública), la división de los Jueces encargada de vigilar a los ciudadanos, y que a partir de ahora compartía su sede central con el SJS (curiosamente la división de los Jueces que vigilaba a los propios Jueces) en el interior de la nueva Estatua del Juicio, recientemente reconstruida (Prog. 953) tras haber sido destruida dos años antes por los Jueces renegados de Titán durante el transcurso de la saga de Inferno (Progs. 842-853).

Como su propio nombre indicaba, la Juez Edgar estaba modelada a partir de la polémica figura de J. Edgar Hoover, el primer director del FBI, un personaje muy conocido y sobre todo temido en su día por ser poseedor de numerosos archivos secretos sobre la vida de los más importantes líderes políticos estadounidenses. Por otra parte, su representación gráfica como una mujer calva de edad avanzada que se veía obligada a utilizar una especie de silla de ruedas flotante, recordaba bastante a la del mutante Charles Xavier de los X-Men de Marvel, si bien parece ser que en realidad Edgar debió su inspiración gráfica a la figura de El Mekón, otro personaje también calvo e incapaz de caminar que utilizaba para moverse una especie de plataforma flotante y que es conocido en el mundo del cómic por ser el principal y más antiguo enemigo de Dan Dare, el famoso héroe espacial de los tebeos británicos.

A efectos argumentales, Los Archivos de Cal era un thriller de tipo detectivesco en el que Dredd recibía una petición de ayuda de la Juez Edgar para localizar una copia de los archivos secretos del difunto Juez Cal, una copia que había sido hecha sin autorización por uno de los Jueces que había participado en el traslado de las instalaciones de la PSU a la nueva Estatua del Juicio. El Juez que presuntamente había hecho la copia de esos archivos había sido hallado muerto en un basurero del Sector 111 sin que el disco con los datos robados se encontrase en su poder. La situación era muy grave, siendo prioritario dar con el disco desaparecido antes de que alguien se enterase de su existencia o de que su contenido cayese en malas manos; de hecho, el material de esos archivos era tan peligroso y de alto secreto que ni siquiera a Dredd se le permitía saber cuál era su contenido.

La historia no sólo servía para presentar por primera vez al personaje de la Juez Edgar y a la PSU, sino que suponía también el regreso del Juez Cal (Progs. 86-108) al papel del principal villano de la historia, aunque esta vez desempeñase ese papel desde la tumba, al tiempo que también sembraba las primeras semillas de la discordia entre Edgar y Dredd, un conflicto que estallaría de manera más abierta apenas un par de años más tarde en Sórdido (Meg. 3.40), la historia que supondría la siguiente aparición de Edgar en la serie. Por otra parte, como se descubría a medida que avanzaba la trama, ésta incidía en aspectos no conocidos de la vida del Juez Fargo, el denominado padre del Sistema Judicial y base del material genético del propio Juez Dredd, hasta el punto que de ser ciertos y darse a conocer al público esos archivos recopilados por Cal sobre la figura de Fargo, su contenido podía hacer tambalearse al propio Departamento de Justicia. Desde el punto de vista artístico, ésta fue posiblemente la mejor historia que John Burns llegó a dibujar del Juez Dredd, siendo necesario mencionar que tal y como el propio artista llegó a desvelar en una entrevista publicada años más tarde en el Megazine, a Burns no sólo no le iba nada la ciencia ficción, sino que el propio Dredd no era tampoco el personaje que precisamente más le gustaba dibujar, pasándolo realmente mal cada vez que tenía que dibujar los fondos y paisajes futuristas de Mega-City Uno, algo que intentaba evitar en la medida de lo posible siempre que pudiera hacerlo sin menoscabar el desarrollo de la historia que estaba encargado de narrar visualmente.

Al mismo tiempo, mientras esto sucedía en el 2000AD, el Judge Dredd Megazine presentaba una nueva saga de la Juez Anderson en la que el Juez Dredd actuaba también como coprotagonista junto a la telépata de la Psi Division. La historia tenía su origen en la amenaza que la Juez Anderson había presentido que se cernía sobre Mega-City Uno al final de Postcards from the Edge (Megs. 2.50-2.60) la saga de la Juez Psíquica que había sido publicada el año anterior. Como es sabido, esa amenaza consistía originalmente en el regreso de los Jueces Oscuros a Mega-City que iba a tener lugar en Morir de Risa, el anunciado crossover entre Batman y el Juez Dredd. Sin embargo, al acabar siendo pospuesta su fecha de publicación por los problemas que estaba planteando Glenn Fabry, a Alan Grant no le quedó otra que escribir una nueva historia que encajase argumentalmente con lo que se había publicado hasta entonces. De esta manera, apareciendo de manera quincenal durante los meses de Febrero a Octubre de 1995, lo que acabaría publicándose sería un nuevo Mega-Epic protagonizado por Anderson y Dredd, esta vez en la serie de la telépata y escrito por Alan Grant, que abarcaba un total de 15 episodios y 117 páginas en las que se contaba el regreso de Anderson a Mega-City Uno y su reincorporación al Departamento de Justicia. Su estructura de publicación se desarrollaba a través de un prólogo titulado Postal a mí misma (Meg. 2.73) y dos sagas sucesivas que iban inmediatamente a continuación: Algo Maligno (Megs. 2.74-2.80) y Satán (Megs. 3.01-3.07).

Con dibujos de Steve Sampson, Postal a mí misma (Postcard to Myself) era una historia de ocho páginas que servía de enlace entre la mencionada saga de Anderson que había aparecido el año anterior y la que comenzaba ahora, aunque en realidad era el último episodio que Alan Grant y Steve Sampson habían realizado para dicha saga, aunque se publicase ahora como introducción a la que comenzaba; de hecho, el propio dibujo que Sampson llevaba a cabo en ese prologo era una clara continuación del que se había visto en los episodios finales de Postcards from the Edge, de calidad bastante inferior al que el mismo artista desarrollaba con mucho más oficio en los episodios que ahora aparecerían publicados inmediatamente a continuación. Argumentalmente, esta introducción servía para mostrar el nuevo status en el que ahora se movía la Juez Psíquica. Dos años después de su deserción tras lo sucedido en Marte, la visión que Anderson había tenido en el planeta Tartini la había hecho volver de nuevo a Mega-City Uno. Su regreso había sido autorizado por el nuevo Juez Jefe Hadrian Volt en base a la importante consideración de que la ciudad no podía permitirse perder a su mejor telépata. Pero ese regreso no era incondicionado: su reincorporación al Departamento de Justicia quedaba sujeta a un status de prueba y supeditada a que la visión de Anderson sobre el peligro que corría la ciudad acabase teniendo una confirmación positiva.

Sobre la base argumental que situaba este prólogo, a continuación comenzaba lo que podía considerarse como la primera parte de la saga: Algo Maligno (Something Wicked), que discurría a lo largo de siete episodios (Megs. 2.74-2.80) a cargo de Steve Sampson (1-3) y Charles Gillespie (4-7). La historia aparecía ambientada a mediados del 2117, pudiendo situarse cronológicamente a efectos de la aparición que hacía Dredd en ella entre Malos Amigos y Los Archivos de Cal. En su nuevo status a prueba dentro del Departamento de Justicia, Anderson quedaba ahora bajo la supervisión del Juez Dredd, quien al final de ese periodo de prueba debía decidir si la telépata podía seguir siendo o no una Juez de Mega-City Uno. Y si alguien pensaba que la antigua amistad que había existido entre ambos podía jugar a favor de Anderson, nada más lejos de la realidad: Dredd consideraba que Anderson había dado la espalda a la ley y a la ciudad que había jurado proteger, no gozando ya de ninguna simpatía por su parte; de hecho, Dredd se encargaba de dejar bien claro a la telépata que no esperaba verla superar el periodo de prueba al que iba a ser sometida, sino que estaba convencido de que iba a fracasar y que nunca más volvería a ser una Juez de Mega-City Uno.

En este contexto argumental, la telépata recibía un flash psíquico durante su primera intervención en las calles que le indicaba que algo no marchaba bien. Siguiendo ese rastro, Anderson y Dredd llegaban hasta un asesino demente que resultaba estar poseído por unas extrañas voces de carácter demoniaco, siendo en ese momento cuando la Juez Psiquica percibía por primera vez que algo anormalmente maligno estaba sucediendo en la ciudad.

Los tres primeros episodios de la saga estaban dibujados por Steve Sampson, que lo cierto es que llevaba a cabo un buen trabajo, aunque su peculiar estilo de dibujo, especialmente respecto de los personajes femeninos, suscitase bastante polémica entre los lectores del magazine y los seguidores de Anderson, señalándose que estaba sexualizando claramente al personaje, algo que por otra parte era del todo cierto; de hecho, no había nada más que ver las dos primeras páginas con las que comenzaba la saga, escritas expresamente por Grant para que las dibujase Sampson, para apreciar esa circunstancia, una tendencia procedente del cómic norteamericano que estaba muy relacionada con el fenómeno de las Bad Girls que en esos años estaba teniendo un gran éxito comercial en el mercado estadounidense, el competidor más directo que tenían los cómics británicos en su propio país.

La investigación que llevaban a cabo Anderson y Dredd les conducía hasta el Proyecto nuTOPIA que había puesto en marcha el ciudadano Adam Cadman, uno de los hombres más ricos de Mega-City y cuyo gigantesco cartel publicitario había estado presidiendo la escena de todo lo que había sucedido hasta entonces. Autorizado por el Departamento de Justicia, Cadman había construido una nave espacial que estaba a pocas horas de despegar de la ciudad con intención de abandonar la Tierra y partir en busca de un nuevo mundo situado en el espacio llamado nuTOPIA, llevándose con él a otro millón de ciudadanos que se habían apuntado voluntariamente para colonizarlo. Cadman explicaba a los dos Jueces que un asteroide se dirigía hacia la Tierra y que estaba a punto de impactar en el planeta de manera inminente, noticia que le había sido revelada por su consejero personal, un exotérico gurú que respondía al nombre de Zoltan el Profeta y que acababa siendo detenido por Anderson y Dredd para ser interrogado en los cubos.

Durante su interrogatorio psíquico, Anderson descubría que Zoltan había puesto una bomba nuclear en la nave, pero el gurú resultaba estar poseído por una entidad maligna cuyo poder se salía de la escala, retrasando a los dos Jueces lo suficiente como para impedir que llegasen a tiempo de evitar que despegase la nave espacial de Cadman, quien ignoraba lo que estaba sucediendo. Toda la parte final de este primer capítulo de la saga aparecía dibujada por el irlandés Charles Gillespie, un joven artista que intentaba seguir a duras penas los pasos de Bisley y cuyo punto fuerte era el trabajo a color, aunque tenía también algunas páginas bastante buenas. Por otra parte, a modo de anécdota, es curioso observar como le gustaba a Alan Grant utilizar determinados nombres o conceptos para dar trasfondo a sus historias. En esta ocasión, el nombre de Adam Cadman, el guía espiritual que pretendía llevar a los colonos al nuevo mundo de nuTOPIA, estaba tomado del nombre del Hombre Primordial de la antigua Cábala hebrea (Adam Kadmon), cuya versión cristiana más conocida es el Adán terrenal, el Primer Hombre según el mito de la creación recogido en el Génesis del Antiguo Testamento.

El cliffhanger con el que terminaba el episodio en el que concluía esta primera parte de la saga fue planificado para crear una mayor expectación ante la situación que estaba a punto de producirse en breve. Y es que con la renumeración del Judge Dredd Megazine a partir de un nuevo Número 1 como consecuencia del estreno de la película del Juez Dredd, apenas quedaban tres números para cerrar el que en ese momento era el Volumen 2 del Megazine. Al tratarse la continuación de esta historia de una saga de siete episodios con Anderson y Dredd como protagonistas, no se iba a dejar que transcurriera entre medias el cambio de una numeración a otra (de hecho, todas las historias que se hallaban en curso concluyeron en el Meg. 2.83), así que se decidió parar en ese momento la saga y promocionar con su continuación el primer número de lo que iba a ser el Volumen 3 del Judge Dredd Megazine, siendo así como aparecería Satán (Megs. 3.01-3.07), una historia de 57 páginas a cargo de Alan Grant y excelentemente dibujada por Arthur Ranson con la que concluiría el arco argumental de la historia que había estado desarrollándose hasta entonces en los últimos números del Volumen 2 del Megazine y con la que se iba a inaugurar su Volumen 3.

Interesado en todo el material apocalíptico contenido en las profecías bíblicas sobre el Apocalipsis, Satán era la interpretación en clave de sci-fi que Alan Grant hacía de todas esas profecías que aparecían en el último libro del Nuevo Testamento, presentando esta vez como adversario de la megaciudad al mismísimo Satán, o al menos a un ser alienígena de enorme poder psióníco y capaz de existir en varios planos multidimensionales a la vez, que no sólo afirmaba serlo, sino que era capaz de hacer cambiar de opinión a cualquiera que se atreviese a ponerlo en duda. Argumentalmente, esta última parte de la saga comenzaba con la nave espacial de Cadman y sus seguidores explotando en el espacio a causa de la bomba nuclear que albergaba en su interior. Tal y como el centro de control del espaciopuerto de Mega-City informaba a Dredd y a Anderson, la consecuencia que producía esa explosión es que la onda expansiva resultante desviaba de su órbita al asteroide Icarus, que ahora resultaba estar en rumbo directo de colisión hacia la Tierra. Resulta también curiosa la elección que hacía Alan Grant del asteroide Icarus para dar cobertura argumental a esta última parte de la historia, ya no sólo por la alta significación mitológica e incluso astrológica del asteroide, sino porque a finales de los años sesenta se temía que precisamente Icarus pudiera chocar en algún momento contra la Tierra, motivando un gran gasto en el programa espacial de investigación de la NASA e inspirando a su vez varias películas, desde Meteoro en el año 1979 a otras del mismo género que luego vinieron después, como Armageddon en 1998 o Deep Impact, también en el mismo año.

Aunque Icarus impactaba en pleno centro de la Tierra Maldita, a dos mil kilómetros de distancia de Mega-City, la franja de destrucción que producía la onda de choque llegaba a alcanzar los límites de la megaciudad, haciendo que se desatara el caos y colapsaran varios edificios. Sin embargo, como Anderson informaba a Dredd, lo peor estaba por llegar, toda vez que del epicentro del impacto surgía un ser de proporciones gigantescas que había permanecido aprisionado hasta entonces en el asteroide y cuyo teatral y burlón discurso le identificaba a sí mismo como Satán, dispuesto a desatar el apocalipsis sobre la Tierra, un apocalipsis que precisamente tenía intención de comenzar por la megaciudad que lo había liberado de su prisión.

Como se iría averiguando a lo largo de la historia, los responsables de su encierro habían sido los Anunnaki, los extraterrestres que habían aparecido en El Fin de la Infancia (Megs. 2-27-2.34), relacionándose así ambas historias de una manera bastante curiosa, aunque ahora, treinta mil años después, era imposible saber cómo habían conseguido aprisionarle los poderosos alienígenas con los que Anderson se había topado en Marte. Por otra parte, es necesario destacar el elegante e impactante diseño gráfico que Arthur Ranson llevaba a cabo del conocido archidemonio de la antigua demonología cristiana, utilizando como referencia cromática un color blanco alabastro que otorgaba a su figura el aspecto de una escultura renacentista, pero a la que luego se le añadían unas alas de dragón y unos cuernos que se extendían alrededor de su cabeza, como formando una especie de corona, que evidenciaban a las claras su carácter maligno.

Como es lógico, el Juez Jefe Volt ordenaba el lanzamiento de varios misiles nucleares contra el gigantesco ser que acababa de aparecer en la Tierra Maldita, pero éste resultaba imposible de detener y encaminaba sus pasos a toda velocidad hacia Mega-City Uno. Ante la nueva amenaza de extinción a la que ahora se enfrentaba la megaciudad del futuro, la cuestión a debatir ya no era si el poderoso ser alienígena que se plantaba ante sus muros y exigía que le enviasen a su mejor campeón antes de arrasarla, era o no el archidemonio del que se hablaba en la mitología cristiana, sino si era posible de detener y cómo. Ante el fracaso de todos los medios que se utilizaban para acabar con él, Anderson y Dredd intentaban derrotarle a la desesperada, aceptando la Juez Psíquica el desafío planteado por el supuesto ser alienígena y tratando de vencerle en su propio juego, utilizando para ello la excusa de un duelo dialectico con el fin de intentar introducirse en su psique y descubrir un punto débil por el que se le pudiera destruir.

Aunque a Anderson casi le costaba la vida, conseguía su objetivo al forzar al ser a enfrentarse con sus propias contradicciones, logrando que se autodestruyera al ser incapaz de soportarlas, una solución un tanto metafísica que al menos servía para poner fin a un problema de difícil solución, como era el de encontrar un medio capaz de derrotar a un ser al que no le había hecho nada todo el arsenal atómico de la más poderosa megaciudad del siglo XXII. Por otra parte, a efectos argumentales, el desenlace más importante que tenía la saga era la total rehabilitación de Anderson a ojos de Dredd, demostrándole que no sólo se había equivocado al juzgarla, sino que seguía siendo uno de los principales activos con los que contaba Mega-City Uno para su protección.

Sin duda alguna, lo mejor de Satán era su apartado gráfico. Las páginas de Arthur Ranson eran realmente magníficas, dejando muy atrás el trabajo de Steve Sampson y Charles Gillespie, los artistas que habían iniciado el arco argumental que abarcaba la saga, y consagrándose a ojos de los aficionados, si es que no lo estaba ya, como el artista por excelencia de la Juez Anderson. El propio Alan Grant nunca ha escatimado elogios hacia la figura de Ranson, considerándole el mejor artista con el que ha llegado a trabajar a lo largo de su carrera y uno de los mejores narradores que existen en el negocio. Por otra parte, a modo también de curiosidad en torno a esta historia, el propio Arthur Ranson comenta en su página web que en un momento dado de la misma, existió la posibilidad de que Anderson aceptase la propuesta de Satán de convertirse en su heraldo a cambio de no arrasar el planeta, convirtiéndose así en una especie de Dark Silver Surfer, un reverso oscuro del personaje creado por Marvel en su relación con Galactus, lo que habría dado lugar a una nueva historia de la telépata muy diferente a todo lo que se había hecho hasta entonces con el personaje. No obstante, el propio Alan Grant desechó finalmente la idea y la saga acabó teniendo el final que hoy todos conocemos.

Además de la conclusión de esta saga con el regreso de la Juez Anderson a Mega-City Uno, la idea era también que una nueva historia del Juez Dredd a cargo de John Wagner inaugurase el Volumen 3 del Judge Dredd Megazine. Sin embargo, no pudo acabar siendo así debido al retraso que acabaría sufriendo el dibujante Trevor Hairsine a la hora de entregar las 54 páginas que conformaban esa nueva saga de Dredd con la que se tenía pensado comenzar la nueva andadura de la revista. De esta manera, Los Tres Amigos (The Three Amigos), una historia de seis episodios en la que el Juez Dredd formaba un inusual equipo con Angel Malamáquina y el Juez Muerte en el corazón de la Tierra Maldita, iba a comenzar su andadura en el segundo número del Vol. 3 del megazine en lugar de hacerlo en el primero tal y como estaba previsto, apareciendo así a lo largo de los meses de Agosto y Octubre como contenido principal de los Megs. 3.02-3.07. Siguiendo una vez más la estela que había dejado Mike McMahon a la hora de interpretar al personaje, el apartado artístico corría de nuevo a cargo de Trevor Hairsine, quien realizaba un trabajo muy meritorio que se veía además favorecido por el tamaño al que se reproducían las páginas del megazine.

Ambientada en las Tierras Radioactivas del norte de Texas, la historia tenía como base argumental la necesidad que tenían los Jueces de infiltrarse en el círculo íntimo del autonombrado presidente de los nuevos Estados Mutantes Unidos de América, Clinton Box (evidentemente, no hace falta decir quién era el presidente norteamericano en esta época y por dónde iban los tiros), el líder de los Pantalones Rojos, un ejército de mutantes armados hasta los dientes que se había hecho con el control de gran parte del territorio y que contaba en su poder con trescientas cabezas nucleares procedentes del antiguo arsenal atómico del que había sido el último presidente de los Estados Unidos, el delirante Robert L. Booth. Box estaba amenazando con ellas a Texas City y sólo era cuestión de tiempo que volviese también esas cabezas nucleares contra Mega-City Uno, siendo por tanto prioritario localizar el lugar donde se hallaban escondidas y destruirlo.

Dredd decidía que la manera más eficaz de infiltrarse en el círculo de Box era a través de un montaje, presentándose ante él y ofreciéndole sus servicios como mercenario con la excusa de haberse visto obligado a abandonar la ciudad a causa de una serie de graves problemas con la ley y con el resto de Jueces. Para poder hacer creíble el engaño, el Juez Dredd debía presentarse ante Clinton Box con dos amenazas lo suficientemente conocidas como para demostrar la imposibilidad de que se hubiesen unido a él sino hubiese cambiado de bando, siendo esas dos amenazas el Juez Muerte y Angel Malamáquina.

Utilizando el título de la conocida película de John Landis como guiño a los lectores sobre el trío protagonista, e inspirando en cierto modo el escenario a modo de western en el que se desarrollaba la historia, la improbable alianza encontraba su explicación en el acuerdo al que llegaba el Departamento de Justicia con Muerte y Malamáquina a cambio de su cooperación, un acuerdo que estaba claro que ni Muerte ni los Jueces pensaban cumplir, mientras que en el caso de Malamáquina lo que hiciera o dejase de hacer con ese acuerdo resultaba totalmente imprevisible. En el caso del Juez Muerte, si éste cumplía su parte del trato, el Departamento estaba dispuesto a liberar a los cuatro Jueces Oscuros y dejarles marchar a cualquier otra dimensión con la condición de no volver a pisar nunca más Mega-City. En el caso de Malamáquina, el Departamento estaba también dispuesto a liberar a los otros dos miembros de la familia Angel, Junior y Pá Angel, que recientemente habían sido encontrados con vida en el planeta Xanadú durante el transcurso de la historia El Despertar de los Ángeles (Prog. 958), con idéntica condición que la que se imponía a los Jueces Oscuros.

Lo cierto es que ninguno de estos dos movimientos argumentales acabaría convenciendo demasiado al propio John Wagner, que con el paso del tiempo se arrepentiría de haber traído de vuelta tanto a Junior como a Pá Angel, a quienes tras esta historia no volvería a utilizar. Igualmente, el camino que se había emprendido con el Juez Muerte a raíz de Juicio sobre Gotham, incorporando al personaje un claro tono de humor negro que se extendía también a su intervención en esta historia, con el paso del tiempo tampoco acabaría siendo considerado demasiado afortunado por el propio escritor, entendiendo que ese tono, a veces de pura comedia, actuaba cada vez más en detrimento del carácter terrorífico que debía ser consustancial a la amenaza que representaba el líder de los Jueces Oscuros.

El último paso que se llevaría a cabo a nivel editorial para aprovechar la estela promocional que iba dejando la película protagonizada por Sylvester Stallone, fue la publicación con DC Comics en el mes de Septiembre de un tercer crossover entre el Juez Dredd y Batman, quien por cierto también acababa de estrenar película en ese verano de 1995, justo un mes antes que la de Dredd: Batman Forever, la tercera entrega de la serie cinematográfica iniciada por Tim Burton. La película contaba con Edward Nygma, el Acertijo, como uno de los villanos que esta vez se enfrentaban al Hombre Murciélago, generando esa aparición en la película (y posiblemente su interpretación por el actor Jim Carrey, que había obtenido un gran éxito el año anterior con La Máscara) una popularidad en relación al personaje que derivaría en que fuese el elegido por DC Comics para aparecer como villano de este nuevo crossover entre Batman y Dredd: El Acertijo Definitivo (The Ultimate Riddle), una historia de 46 páginas escrita de nuevo por Alan Grant y John Wagner, cuyo apartado artístico iba a correr en un principio a cargo del británico Carl Critchlow, si bien como consecuencia de las premuras de tiempo que también afectaron a la producción de este tercer crossover entre ambos personajes, sólo llegó a tiempo de hacer las primeras 31 páginas de la historia, teniendo que acabar las quince restantes el irlandés Dermot Power, quien también se hacía cargo de la portada de la versión británica, mientras que la americana corría a cargo de Critchlow.

Tal y como se puede suponer, el origen editorial de este tercer crossover obedecía también a la no aparición a finales del año anterior de Morir de Risa, la secuela de Juicio sobre Gotham que se le había encargado al artista británico Glenn Fabry y que en ese momento llevaba ya tres años de retraso para un trabajo que en un principio debía haber durado ocho meses. En esta ocasión parece ser que Fabry había sufrido una caída en el tren en la que se había lesionado el brazo con el que trabajaba, algo que no está demasiado claro que fuese cierto dados los antecedentes y lo que acabaría sucediendo al final con esta historia. Sea como fuere, ambas editoriales no estaban dispuestas a desaprovechar la oportunidad comercial que suponía el estreno en ese verano de dos películas protagonizadas por ambos personajes, de manera que Steve McManus por parte de Fleetway Editions y Denny O´Neill por parte de DC Comics se pusieron de nuevo manos a la obra, encargando a Grant y a Wagner la elaboración de un guion que se iba a encargar de ilustrar Carl Critchlow y cuyas últimas páginas acabó terminando Dermot Power.

El Acertijo Definitivo fue con diferencia el crossover más flojo e intrascendente de los cuatro que tuvieron lugar entre Batman y el Juez Dredd. Aunque el dibujo no estaba nada mal, no bastaba para elevar el nivel de un guion que resultaba demasiado convencional. Con un cierto aire a las primeras Secret Wars de Marvel, la historia no estaba ambientada ni en Gotham City ni en Mega-City Uno, sino en un mundo alienígena al que Batman y Dredd se veían secuestrados y transportados por un supuesto emperador galáctico llamado Xero, junto a otros seis guerreros alienígenas y un anónimo ciudadano de Mega-City en calzoncillos al que Dredd estaba registrando en el momento en que había tenido lugar su desaparición.

A partir de aquí, la trama se desenvolvía como una especie de concurso o competición en la que Xero instaba a los participantes a cazar a uno de ellos, que resultaba ser Batman, devolviendo a su mundo de procedencia a aquél que lograse su cabeza. Lo único destacable a efectos de continuidad es que esta era la primera vez que Batman y Dredd colaboraban juntos desde el principio, a pesar de que tuvieran alguna que otra diferencia de pareceres a lo largo de la historia. Por otra parte, a modo de curiosidad, el crossover tenía esta vez alguna relación más que los anteriores con lo que sucedía en el Universo DC, toda vez que el Cetro que utilizaba el Acertijo como fuente de su poder era un objeto del futuro que tenía su origen en la Crisis Temporal que había tenido lugar en el evento Hora Cero, la polémica saga a cargo de Dan Jurgens que había involucrado a casi todas las series de DC Comics durante el año anterior.

El nuevo crossover entre Batman y Dredd era claramente un parche a la situación que se estaba produciendo con Glenn Fabry, y como era de prever, no tuvo una buena acogida entre los lectores, lo que motivó que ambas editoriales decidieran cortar por lo sano y no llevar a cabo ningún crossover más entre ambos personajes hasta que se pudiera publicar por fin Morir de Risa, para lo que habría que esperar todavía tres años más.

En todo caso, a pesar del fracaso de este tercer crossover entre Batman y Dredd y del retroceso en taquilla de las expectativas que se habían depositado sobre la película del Juez Dredd, el año 1995 iba a continuar su curso respecto a la historia en viñetas de Mega-City Uno, y lo iba a hacer a lo grande, presentando una de las mejores y más reconocidas macrosagas de Dredd: El Pozo (The Pit), una historia que tenía sus antecedentes en las páginas finales de Los Archivos de Cal, en donde el Juez Jefe Volt había solicitado a Dredd que se hiciese cargo de la jefatura de la Central del Sector 301 ante la muerte en extrañas circunstancias de la Juez Rohan, que hasta entonces había estado al frente del Sector. Con mejor o peor fortuna, esa será la macrosaga a la que nos referiremos en la próxima entrada.

sábado, 10 de octubre de 2020

Wilderlands: Las Tierras Salvajes

A principios de 1994, toda la crítica especializada del mercado de cómics británico coincide en que las ventas del 2000AD no eran precisamente las mejores de su historia editorial. Lo cierto es que desde la marcha de Garth Ennis, las historias del Juez Dredd que estaban apareciendo en el 2000AD habían bajado demasiado el nivel. El inusual número de guionistas distintos que había pasado a ocuparse del personaje estrella de la revista impedía que las historias que aparecían en ella tuviesen la estabilidad y continuidad necesarias para mantener el interés de los lectores. Según comenta David Bishop, editor en aquella época del Judge Dredd Megazine y que también acabaría siendo nombrado editor del 2000AD antes de que finalizase el año, parece ser que fue Steve MacManus el que urgió al entonces editor Alan McKenzie para que consiguiese como fuera que John Wagner regresase al 2000AD y volviese a escribir las historias de Dredd. Afortunadamente para todos, Wagner estuvo de acuerdo en volver, comenzando a simultanear sus guiones tanto para el 2000AD como para el Megazine y siendo consecuencia directa de ese regreso el crossover que acabaría apareciendo ese año entre ambas revistas: Las Tierras Salvajes (Wilderlands), uno de los Mega-Epics del Juez Dredd más extensos que se han llegado a publicar en toda la historia del personaje.

Echando un poco la vista atrás, el año había comenzado con John Wagner escribiendo exclusivamente en las páginas del Megazine, en el que tras concluir la trilogía de Mechanismo había presentado algunas historias que habían dejado un muy buen sabor de boca entre los aficionados. Una de ellas fue un brillante episodio de humor negrísimo con el desequilibrado Angel Malamáquina de protagonista y con el propio lector como principal cómplice: Tú eres Malamáquina (You are Mean Machine), una historia corta de nueve páginas aparecida a mediados de Febrero (Meg. 2.47) y que contaba con Greg Staples, el discípulo más aventajado de Simon Bisley, en el apartado gráfico.

Con motivo de la fuga de Malamáquina durante su traslado a una clínica del Sector 7, a fin de recibir su sesión periódica de terapia electro convulsiva, el episodio iba mostrando los múltiples asesinatos y desastres de todo tipo que el psicótico cyborg iba causando a su paso mientras intentaba escapar de la ciudad. La particularidad consistía en que esta vez Wagner planteaba tres opciones al lector para que se pusiera en la piel de Malamáquina antes de que éste emprendiera una acción determinada. Planteada así la historia como una especie de pasatiempo, el premio para el lector que lograse más aciertos consistía en la implantación de un dial en la cabeza de manera totalmente gratuita, un premio lógicamente ficticio que luego en la práctica se veía sustituido por ocho de las páginas originales de Staples para los primeros concursantes que hiciesen llegar sus resultados a la revista.

Precediendo al poco afortunado regreso de Mike McMahon a las páginas de Dredd que tendría lugar en Howler (Megs. 2.53-2.56), otra de las buenas historias que John Wagner vino a presentar en el Megazine antes de incorporarse de nuevo al 2000AD fue Giant (Megs. 2.50-2.52), una historia de 28 páginas aparecida en el mes de Abril y que presentaba la graduación final en las calles de Mega-City Uno del cadete Giant, el hijo del primer Juez Giant, fallecido a manos de Orlok el Asesino durante el transcurso de la Blockmanía (Progs. 236-244). Con el veterano Ian Gibson a cargo del apartado gráfico, la historia continuaba la trama que giraba alrededor del joven cadete que había sido presentado cinco años atrás en la serie (Progs. 651-655) y que había llegado a adquirir un destacado protagonismo en los acontecimientos que habían tenido lugar durante la Necrópolis (Progs. 672-699). Ahora, la supervisión final para decidir si Giant se convertía o no en Juez corría a cargo del propio Juez Dredd, quien durante todo un día tenía que dejar al joven cadete al mando de las situaciones con que ambos se encontrasen y decidir al final de la prueba si las había manejado adecuadamente.

Con apenas quince años cumplidos, Giant era de los pocos cadetes en la historia de la Academia a los que se había considerado aptos para salir a las calles a una edad tan temprana, algo que sólo había ocurrido con anterioridad en los excepcionales casos del propio Dredd y de su hermano Rico y que en el futuro sólo se volvería a repetir también de manera excepcional con la joven cadete América Beeny. Tal y como se explicaba al inicio del primer episodio, el enorme número de bajas sufridas por los Jueces en los últimos tiempos y el extraordinario desarrollo físico y aptitudes que presentaba el joven a pesar de su edad, le hacían merecedor de una medida tan excepcional a ojos del Departamento de Justicia. A efectos de continuidad, la historia volvía a hacer hincapié en uno de los temas que acabarían siendo representativos de la serie, como era el examen final de graduación en las calles que tenían que pasar todos los cadetes de la Academia antes de convertirse en Jueces, procedimiento visto con anterioridad en historias como La Academia de la Ley (Progs. 27-28) o Fabricando un Juez (Progs. 370-373).

La historia contenía además la sorprendente revelación de que Walter, el antiguo y servicial robot del Juez Dredd, se había vuelto malvado y estaba intentando llevar a cabo un nuevo levantamiento de todos los robots de Mega-City en memoria de su destruido líder Llámame Kenneth  (Progs. 10-17). Pues bien, a modo de curiosidad, el artista que originalmente se iba a encargar de esta historia era Kevin O´Neill, encantado por cierto de llevarla a cabo puesto que le ofrecía la posibilidad de dibujar la destrucción de Walter el Wobot, personaje al que O´Neill había reconocido no haber llegado nunca a apreciar demasiado. Sin embargo, problemas de fechas en su calendario le obligaron a apartarse del proyecto, lo que significó la entrada en él de Ian Gibson, que en ese momento venía de encargarse junto al propio Wagner de las nuevas aventuras del famoso y reconocido artista de la taxidermia humanaJacob Sardini (Progs. 507-510), en El Regreso del Taxidermista (Megs. 2.37-2.46). Gibson se había encargado de dibujar muchas de las primeras apariciones de Walter en 1977, y además, había sido también el artista encargado de llevar a cabo la primera aparición de los cadetes, de la Academia y del primer Juez Giant, padre del cadete que ahora intentaba convertirse en Juez, con lo que de alguna manera puede decirse que Gibson vino a cerrar un círculo con esta historia.

Aunque el regreso de John Wagner a las páginas del 2000AD tuvo lugar con La Máquina del Tiempo (Progs. 889-890), una historia dibujada por Ezquerra aparecida durante la segunda quincena del mes de Mayo, en la práctica puede decirse que fue Conspiración de Silencio (Progs. 891-894), la historia que iniciaba el arco argumental en el que se integraba el crossover que ese año iba a tener lugar entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine, la que supondría el punto de partida para el regreso del escritor al 2000AD.

Haciendo un poco de historia, a pesar de que la idea de llevar a cabo un crossover entre el 2000AD y el Megazine no había sido del todo demasiado bien recibida por los lectores apenas un par de años antes, cuando Garth Ennis se había encargado de llevar a cabo El Día del Juicio (Progs. 786-799 y Megs. 2.04-2.09), el primer crossover que había tenido lugar entre las dos revistas, el éxito comercial que este tipo de crossovers estaban teniendo al otro lado del Atlántico, acabó derivando en que la tradicional saga de Dredd que tocaba publicar ese año fuese editorialmente reconvertida en un segundo crossover entre el Megazine y el 2000AD, convenciéndose a John Wagner para que fuese él mismo quien lo llevase a cabo. La única premisa editorial que Wagner debía tener en cuenta a la hora de desarrollar el crossover es que la línea argumental debía tener sentido para aquellos lectores que sólo siguieran el 2000AD y para aquellos otros que sólo siguieran el Megazine. Con estos antecedentes como base editorial, sería cómo acabase apareciendo Wilderlands (Las Tierras Salvajes), la gran macrosaga del Juez Dredd del año 1994 y una de las más extensas que ha tenido el personaje a lo largo de su trayectoria editorial.

Desde el punto de vista de su contenido, la saga tocaba sobre todo tres argumentos principales: la trama política que giraba alrededor del Departamento de Justicia entre Dredd y McGruder, la odisea de la supervivencia en un entorno alienígena hostil, y la necesidad de recordar al lector cuáles eran las reglas por las que funcionaba el Juez Dredd como personaje, seguramente lo que más le interesaba contar a John Wagner con esta historia. Estructuralmente, la mecánica del crossover iba a ser en esta ocasión diferente a la utilizada en El Día del Juicio. Mientras que en ese primer crossover la historia se había narrado de una forma prácticamente lineal, con sus episodios alternándose en ambas revistas según iban tocando, Wilderlands comenzaba de una manera distinta, siendo las dos primeras sagas que integraban su arco argumental las que se iban alternando entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine, para luego continuar el crossover directamente de una revista a otra con dos líneas argumentales distintas, una siguiendo al Juez Dredd y la otra siguiendo a la joven Juez Castillo, la otra protagonista del crossover. La saga contenía además varios epílogos independientes que también se presentaban en las dos revistas, es decir, el protagonizado por Castillo aparecía en el Megazine, que era dónde se narraba su parte de la historia, y los protagonizados por Dredd en el 2000AD, que era dónde se contaba la suya.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, el arco argumental de la saga comenzaba en el 2000AD con Conspiración de Silencio (Conspiracy of Silence), una historia introductoria de cuatro episodios (Progs. 891-894) aparecida durante el mes de Junio y la primera semana de Julio que abarcaba 24 páginas y que estaba a cargo de John Wagner y del británico Mark Harrison, quien debutaba en el 2000AD con esta historia. El inicio de la saga se planteaba como una continuación de las tramas que habían quedado pendientes a la conclusión de la trilogía de Mechanismo, sirviendo además como presentación de la nueva asistente personal de McGruder, la Juez Laverne Castillo, una joven e inexperta Juez recién salida de la Academia que había sido trasladada de las calles a los despachos al quedarse paralizada en un tiroteo en el que había fallecido su compañero.

La situación que se vivía en Mega-City resultaba cada vez más confusa. La Juez Jefe McGruder estaba dando síntomas cada vez más evidentes de senilidad, pero no podía ser apartada del cargo porque ella misma había disuelto tras la Necrópolis al Consejo de los Cinco, el único instrumento judicial con facultades para destituir a un Juez Jefe de Mega-City Uno en caso de necesidad. En este contexto argumental, Dredd era convocado a una reunión secreta en un aparcamiento de la ciudad por parte de varios de los Jueces más importantes del Departamento, entre los que se encontraban la Juez Hershey, el Juez Niles, director del SJS (siglas del Special Judicial Squad, los Jueces de Asuntos Internos), el Juez Shenker, director de la Psi Division, y el Juez Herriman, un ambicioso personaje que aparecía por primera vez en la serie y que tendría su pequeña cuota de protagonismo en el futuro. La reunión tenía por objeto solicitar el apoyo de Dredd para restituir el Consejo de los Cinco y destituir a McGruder. Sin embargo, Dredd decidía no apoyar la propuesta, considerando que de acuerdo con la ley era la propia McGruder quien debía dimitir del cargo. Antes de separarse, Niles entregaba una nota a Dredd con la dirección de un almacén propiedad del Departamento de Justicia que acababa llevando a Dredd a investigar aquella pista que subrepticiamente se le había entregado.

El motivo de aquella reunión parecía dejar claro cuál era la conspiración a la que se refería el título de esta primera parte de la historia. Sin embargo, John Wagner se encargaba de dar un giro radical a la trama cuando Dredd llegaba a la dirección proporcionada por Niles y se encontraba con otro tipo de conspiración que prestaba una nueva significación a todo lo que se había visto hasta entonces, puesto que el supuesto almacén se encontraba situado en la Calle del Silencio y lo que se estaba llevando a cabo en él era algo que supuestamente no debía existir: el Proyecto Mechanismo seguía activo y nunca había sido cerrado por McGruder, tal y como ésta había afirmado públicamente, sino que el Juez Quiggley (Meg. 2.37) estaba desarrollando en secreto una tercera generación de Jueces Robots, el modelo Mark 2A, por orden directa de la propia McGruder. Sin embargo, al mismo tiempo que Dredd llevaba a cabo su descubrimiento, el desequilibrado Juez Stich era interrogado con el suero de la verdad por el segundo al mando de McGruder, el Juez Greel, quien acababa obteniendo una confesión de Stich sobre lo que realmente había sucedido en las alcantarillas el día en que Dredd había destruido al modelo Mark 2 y quebrantado la ley.

Dejando las espadas en todo lo alto, esta primera parte de la historia concluía con Dredd convocando en el Palacio de Justicia a los principales Jueces del Departamento para exigir la dimisión de McGruder, mientras la errática Juez Jefe aguardaba la llegada de Dredd y del resto de conspiradores con el as en la manga que suponía la confesión de Stich y las pruebas que tenía contra Dredd. En el apartado artístico es necesario destacar que el nuevo diseño gráfico de los Jueces Robots, que aparecía por primera vez en esta historia, era obra del artista Peter Doherty, quien ya se había encargado en los Megs. 2.22-2.26 de llevar a cabo la segunda parte de la trilogía de Mechanismo (Mechanismo Returns) y que en esta ocasión era quien se encargaba también del siguiente capítulo del arco argumental que abarcaba Wilderlands. Otra circunstancia a destacar es que si bien el guion de Wagner describía a los nuevos robots con una apariencia más amistosa que la de sus predecesores (de hecho, esta vez recibían nombres individualizados en lugar de números identificativos a fin de ser mejor aceptados por los ciudadanos), Doherty decidió seguir un criterio artístico diferente al propuesto por Wagner, dándoles un color negro y un aspecto facial bastante más siniestro e inescrutable.

El último capítulo de Conspiración de Silencio conducía directamente al siguiente capítulo con el que continuaba el crossover, el dibujado por Peter Doherty, que salía a la venta a la semana siguiente, pero esta vez ya en las páginas del Judge Dredd Megazine, donde la saga iba ahora a continuar de manera quincenal durante los meses de verano. Su inicio tenía lugar con un único episodio de nueve páginas que recibía el título de Prólogo (Meg. 2.57) y era en el que estallaba la situación que había estado generándose durante los meses anteriores tras la conclusión de la trilogía de Mechanismo. En plena medianoche del día en que se había anunciado que iba a tener lugar un viaje diplomático de McGruder a las colonias de Hestia, el décimo planeta del sistema solar, la Juez Jefe de Mega-City Uno decidía activar de nuevo el Programa Mechanismo con efecto inmediato, lo que suscitaba gran controversia entre los Jueces y era noticia en todos los medios de comunicación de la ciudad.

Siguiendo la trama donde la había dejado Conspiración de Silencio, un conclave de Jueces Mayores, con Dredd presente entre ellos, se presentaba ante McGruder y desafiaba abiertamente su autoridad, exigiéndole la restitución del Consejo de los Cinco para poder proceder inmediatamente a su reemplazo, pero McGruder cambiaba las tornas cuando demostraba que Dredd había saboteado el Programa Mechanismo y falsificado las pruebas que demostraban tanto la fiabilidad del proyecto como su propia culpabilidad, manipulando para ello al Juez Stich. A pesar de que Hershey argumentaba que lo que había hecho era algo necesario para el bien de la ciudad, Dredd reconocía su culpabilidad, desarmando legalmente la postura de los reformistas y siendo condenado por la propia McGruder a cumplir veinte años de trabajos forzados en Titán. La Juez Jefe anunciaba que ella misma llevaría a efecto la sentencia trasladando al arrestado Dredd a Titán durante el regreso a la Tierra de su programado viaje a Hestia, viaje que iba a tener lugar de manera inmediata.

La historia continuaba en el siguiente número del Megazine, donde daba comienzo El Décimo Planeta (The Tenth Planet), una nueva saga de cinco episodios y 46 páginas (Megs. 2.58-2.62) que aparecía quincenalmente de mediados de Julio a mediados de Septiembre, siendo a partir de esta nueva parte de la historia cuando Carlos Ezquerra se hacía cargo de casi todo el protagonismo artístico del crossover hasta su final. Esta era la segunda vez que Ezquerra se hacía cargo de una historia de Dredd en las páginas del Megazine y una de las primeras en que comenzó a utilizar el coloreado por ordenador, si bien hay que tener en cuenta que los programas que existían en el año 1994 no eran ni mucho menos los que existen hoy en día. En este sentido, aunque este sistema de trabajo le iba a permitir al ilustrador español dedicarle mucho más tiempo a la planificación y al dibujo de las páginas de cara al futuro, puede decirse que estas primeras experiencias con el coloreado informático no fueron del todo del agrado de muchos lectores, acostumbrados al que hasta entonces había sido su sello característico propio de imágenes muy claras dominadas por su propio color a mano y que tan buenos resultados le había estado dando desde que había comenzado la época del color para el Juez Dredd.

Esta nueva etapa del crossover, como ocurriría también con todos los capítulos que aparecerían a partir de este momento en las páginas del Megazine, se hallaba narrada por la nueva asistente de McGruder, la Juez Castillo, utilizándose como apoyo de la narración el diario en el que ésta iba anotando sus experiencias en el planeta Hestia, que era donde llegaba la nave espacial Justicia 4 en el inicio de esta parte de la historia y donde se iba a desarrollar el nudo central del crossover. El nuevo y ficticio décimo planeta de nuestro sistema solar había sido descubierto por primera vez en el año 2009, permaneciendo inadvertido hasta entonces a causa del excéntrico arco que describía su órbita alrededor del Sol, del que se hallaba a 180 millones de kilómetros de distancia. Los primeros asentamientos terrestres se habían producido en el año 2051, encontrándose los colonos con un planeta perfectamente habitable pero tremendamente duro y hostil, que estaba además habitado por una extraña y dispersa civilización alienígena que evitaba todo contacto con los humanos. McGruder se dirigía a Hestia con la intención de vender una gran cantidad de las nuevas unidades Mechanismo a los colonos que habitaban el planeta, utilizando al mismo tiempo el traslado de Dredd a Titán con la esperanza de convencerle durante el viaje de las ventajas del Programa Mechanismo, apelando incluso a su vieja amistad para que lo aceptase a cambio de un indulto total. Sin embargo, Dredd se mantenía firme en su postura de que McGruder estaba mal de la cabeza y le respondía que si de verdad le importaba la ciudad lo mejor que podía hacer era dimitir del cargo con urgencia.

La historia funcionaba como una especie de presentación del escenario en el que se iba a desarrollar toda la parte del crossover que venía a continuación, mostrando la relación de maestro y alumna que se iba formando entre Dredd y Castillo y presentando el salvaje entorno de Hestia a través de los ojos de esta última y de su diario. Los colonos se las apañaban a duras penas con el planeta y estaba claro que no necesitaban para nada a las unidades Mechanismo que les quería vender McGruder, cuya frustración por el fracaso de la misión que la había llevado hasta allí la hacía comportarse de una manera cada vez más errática.

La trama se centraba sobre todo en la interacción que se producía entre los personajes que aparecían en la historia, mientras que la acción la proporcionaban los episodios de la estampida de los bisontes alienígenas y sobre todo el del ataque de los tiburones de las dunas a la estación científica, episodios que en ambos casos obligaban al arrestado Dredd a hacerse con un arma y tomar la iniciativa para proteger a la expedición ante la extraña ineficacia que mostraban los nuevos Jueces Robots. A modo de vistazo al futuro de la serie, los tiburones de las dunas, una especie de tiburones voladores que se movían también por debajo de las arenas del desierto, volverían a aparecer de nuevo en la serie, aunque esta vez en la propia Mega-City Uno (Progs. 1014-1016), planteándose entonces la necesidad de saber cómo habían llegado hasta allí unas criaturas originarias del planeta Hestia, lo que acabaría dando pie a una nueva macrosaga de Dredd en la Tierra Maldita: The Hunting Party (Progs. 1033-1049).

Adoptando ahora una estructura directamente lineal que iba de una revista a otra, la parte central del crossover aparecía sucesivamente en el 2000AD y en el Megazine, siendo la que servía para dar título a la totalidad de la saga: Wilderlands (Las Tierras Salvajes) que ahora seguía el orden de lectura que se correspondía con la periodicidad en que salía cada revista, semanal en el caso del 2000AD y quincenal en el del Judge Dredd Megazine, de manera que cada dos episodios del 2000AD, que era donde comenzaba esta parte de la saga, se insertaba a continuación uno del Megazine. De esta manera Wilderlands aparecería desde finales de Septiembre a finales de Noviembre en los Progs. 904 a 914 del 2000AD y en los Megs. 2.63 a 2.67, comprendiendo un total de 16 episodios y 110 páginas que estaban a cargo de Carlos Ezquerra (1-2, 4-5, 7-8, 10-11, 14, 16) y Mick Austin (13) los que aparecían en el 2000AD, y de Trevor Hairsine (3, 6, 9, 12, 15) los que aparecían en el Megazine.

Desde el punto de vista artístico, el dibujo de Ezquerra estaba muy bien, como de costumbre, pero también es verdad que ese dibujo acababa perdiéndose en muchas páginas a causa del coloreado por ordenador que el artista español utilizaba en toda esta parte del crossover, lo que trastocaba un poco el resultado final. Por otra parte, el áspero estilo tomado de Mike McMahon que Trevor Hairsine plasmaba en las páginas del Megazine, costaba un poco de asimilar al cambiar de un capítulo de Ezquerra a otro suyo. Por cierto, ésta era la primera vez que Hairsine dibujaba una historia a color, ya que todos sus trabajos hasta entonces habían sido a blanco y negro; de hecho, el propio artista llegó a comentar que tardó bastante en aclararse sobre el método de coloreado que iba a utilizar, ya que al principio decidió realizar a mano la totalidad de la primera entrega del crossover, pero le llevó tanto tiempo que no tuvo más remedio que cambiar de idea para poder cumplir a tiempo con el resto de entregas que le correspondían, de ahí las diferencias que se apreciaban en el trabajo a color entre esa primera entrega y las posteriores que aparecieron en el Megazine. En cuanto a la influencia de McMahon sobre el dibujo de Hairsine en esta historia, el propio artista también vendría a reconocer que estaba leyendo muchos trabajos antiguos de McMahon en esta época y que no se trató de nada intencional, sino que simplemente ocurrió así.

Desde el punto de vista argumental, la saga comenzaba con la partida de la nave Justicia 4 de regreso a la Tierra, tras haber fracasado la idea que McGruder tenía en mente de vender las nuevas unidades Mechanismo a los colonos de Hestia y de convencer a Dredd para que se mantuviese a su lado. Sin embargo, apenas habían llegado a despegar de la colonia espacial, cuando una misteriosa figura, cuya identidad no se llegaba a revelar, se introducía en el puente de mando y asesinaba a los pilotos antes de que la nave hubiese abandonado el planeta, provocando que ésta se estrellase en una de las zonas más inhóspitas y agrestes de Hestia, las denominadas Tierras Salvajes, una extensión de miles y miles de kilómetros habitada sólo por extraños seres alienígenas, criaturas salvajes y plantas carnívoras, cuyas duras y adversas condiciones climatológicas hacían casi imposible la supervivencia de los seres humanos en ella. Sin posibilidades de enviar un mensaje de socorro a la Colonia o a la Tierra, los veintiocho supervivientes de la catástrofe se enfrentaban a una muerte prácticamente segura si no conseguían ayuda de manera inmediata.

Con McGruder en coma a causa del fuerte golpe sufrido al estrellarse la nave, las duras condiciones a las que se enfrentaban los supervivientes obligaban a que fuese el arrestado Juez Dredd quien asumiese la jefatura del grupo, a pesar de las reticencias de algunos de los Jueces supervivientes que viajaban a bordo, siendo la propia McGruder quien confirmaba el traspaso del mando a Dredd en un último intervalo lucido antes de volver a perder el conocimiento. La saga, que se configuraba así como una historia de supervivencia en condiciones extremas, tenía su principal inspiración en una serie bélica llamada Darkie´s Mob que el propio John Wagner había llevado a cabo a mediados de los años setenta, junto al dibujante Mike Western, en la revista semanal Battle Picture Weekly. En ella, su protagonista, Joe Darkie, un capitán renegado del ejército británico, comandaba a un grupo de soldados perdidos tras las líneas japonesas durante la II Guerra Mundial, intentando sobrevivir todos ellos en las peligrosas junglas de Birmania. En ambos casos se trataba de un grupo de individuos en un entorno hostil con un líder muy duro tirando de los demás hacia delante, si bien la acción se desarrollaba ahora en un planeta alienígena, siendo Dredd la figura brutal que asumía el mando. El propio Wagner explicaba algunos años más tarde que se trataba de un buen concepto que él creía que todavía podía llevarse un poco más allá, sin necesidad de reciclarlo, pero sí usando algunas de las ideas y aproximaciones a los personajes que había planteado en aquel entonces.

Sin duda alguna, el mayor problema que presentaba esta parte del crossover se encontraba en el apartado de la coordinación. El cambio de dibujantes entre los episodios de Ezquerra y los de Hairsine al principio del crossover no estaba bien resuelto desde el punto de vista narrativo, de manera que algunas escenas y argumentos se repetían de manera innecesaria en ambas revistas, siendo a partir del décimo capítulo, cuando el reducido grupo de Castillo partía en busca de la estación científica abandonada y las tramas de Dredd y Castillo seguían líneas argumentales independientes, cuando la coordinación entre el 2000AD y el Megazine comenzó a funcionar mucho mejor. Por otra parte, el episodio en que Mick Austin sustituía a Ezquerra en el 2000AD era otro desastre de coordinación entre los dibujantes que Wagner tuvo que resolver a base de diálogos y elipsis argumentales para que se pudiera entender lo que había sucedido.

Tras el rescate de los escasos supervivientes y la retirada de todos los cargos contra Dredd, la historia concluía de nuevo en Mega-City Uno con varios epílogos en los que se venían a atar todos los cabos sueltos que quedaban para cerrar la saga. El primero de ellos aparecía en el 2000AD y era el que podía considerarse como el epílogo más directo del crossover: Parting Shots (expresión que se podría traducir como Últimos Pronunciamientos), un único episodio de cinco páginas a cargo de Carlos Ezquerra que aparecía en el Prog. 915 y en el que McGruder decretaba la cancelación definitiva del Programa Mechanismo a causa de lo sucedido en Hestia (aunque es necesario matizar que los Jueces Robots no desaparecerían del todo de la serie, sino que quedarían aparcados para situaciones de emergencia que efectivamente se producirían en el futuro) y presentaba oficialmente su dimisión, convocando por primera vez unas elecciones entre los propios Jueces de Mega-City para que éstos decidieran quien iba a ser el nuevo Juez Jefe de la megaciudad.

Tras el anuncio, McGruder comunicaba también su decisión a los medios de comunicación, señalando su intención de escribir un libro y de comenzar una gira de conferencias centrada en sus experiencias como Juez Jefe de Mega-City, algo que no hace falta mencionar que es lo que había hecho también Margaret Thatcher un par de años antes tras anunciar su retirada oficial de la vida política.

Siguiendo la mecánica de alternancia de los episodios entre ambas revistas, el segundo de los epílogos tenía lugar a la semana siguiente en el Meg. 2.68 con Adiós al Jefe (Farewell to the Chief), el último episodio perteneciente al arco argumental de Wilderlands que aparecería en el Megazine y que por cierto sería el único en no ser incluido dentro de la primera recopilación de la saga que se llevaría a cabo en el año 2001. Dibujado por el novel Cyril Julien, el episodio de tan sólo nueve páginas se centraba de nuevo en la figura de la Juez Castillo, la principal protagonista de los capítulos pertenecientes a la saga que habían aparecido en el Megazine. Finalizando con este episodio la trama de la joven Juez, Castillo abandonaba el puesto de asistente de McGruder y decidía volver a patrullar de nuevo las calles de Mega-City Uno. Aunque algunos Jueces no estaban muy seguros de su valía, su contundente actuación y el apoyo que le prestaba el propio Dredd en esa primera intervención en las calles, disipaban todas las dudas sobre ella que existían entre sus compañeros. Echando un vistazo al futuro, ésta no sería tampoco la última aparición de Castillo en la serie, sino que volvería a reaparecer al año siguiente en una de las macrosagas más recordadas y reconocidas por todos los seguidores del Juez Dredd: El Pozo (The Pit).

El último epílogo que suponía la definitiva conclusión de la saga tenía lugar en los tres siguientes episodios del 2000AD que se publicaban a lo largo de ese mes de Diciembre en los Progs. 916 a 918, los dos primeros bajo el título de Los Candidatos (The Candidates) y el tercero con el título de El Día de la Votación (Voting Day). El primero de los episodios estaba otra vez a cargo de Mick Austin, que volvía a reemplazar con pobres resultados a Ezquerra, posiblemente para que éste pudiera entregar a tiempo los dos últimos episodios de la saga. Argumentalmente, se revelaban los cuatro candidatos que se presentaban a la votación: los Jueces Barbara Hershey, Paul Herriman, Ferd Plaski y Hadrian Volt. Sin embargo, como se descubría al inicio de este último epílogo de Wilderlands, alguien estaba muy interesado en que el Juez Dredd presentase también su candidatura al cargo y se convirtiese en el nuevo Juez Jefe de Mega-City, enviándole pruebas que comprometían la idoneidad de Plaski para el puesto, al haber tenido años atrás una hija fruto de un enlace no judicial con una civil.

Con Plaski fuera de la carrera, el anónimo informador de Dredd se ofrecía a quitarle de en medio al resto de candidatos si aceptaba presentar su candidatura. De esta manera, por primera vez en la historia de la serie, el Juez Dredd decidía presentarse también al cargo de Juez Jefe de Mega-City Uno, aunque en realidad fuese con el fin de atrapar al anónimo informante que pretendía alterar ilegalmente el resultado de la votación.

Solucionado el problema con el color, los dos últimos episodios en los que de nuevo entraba Ezquerra estaban realmente bien, en la línea del espléndido trabajo que iba a desarrollar gráfica y narrativamente en los años que iban a venir a continuación, para muchos aficionados sus mejores años en la serie. Con el resultado de las elecciones como telón de fondo, la historia discurría con la investigación que Dredd llevaba a cabo y con la trampa que le tendía al misterioso informador, quien resultaba ser un Juez del SJS que creía que Dredd era lo que necesitaba la ciudad, concluyendo finalmente con el resultado de la votación, que sorprendentemente proclamaba que Hadrian Volt era el nuevo Juez Jefe de Mega-City Uno con una amplia diferencia de votos sobre el resto de candidatos; de hecho, como se revelaba al final de la historia, el propio Dredd había votado también por Volt, antiguo Jefe del Sector 53 que en dos años había conseguido reducir de manera notable el índice de criminalidad de uno de los sectores más conflictivos de la ciudad.
Con este resultado, Hadrian Volt se presentaba a los lectores del 2000AD como el sexto Juez Jefe de Mega-City Uno que aparecía en la serie, tras los dos periodos de McGruder (2104-2109 y 2112-2116) y los periodos de Silver (2109-2112), Griffin (2101-2104), Cal (2101-2101) y Goodman (2058-2101). Sólo otros dos Jueces más habían desempeñado el cargo antes que ellos sin llegar a aparecer cronológicamente en la serie, aunque sí siendo mencionados varias veces dentro de su continuidad: los Jueces Fargo (2031-2051) y Solomon (2051-2058), el primero de ellos el denominado padre del sistema judicial y base del material genético del Juez Dredd. Por otra parte, representando a los Jueces más jóvenes que patrullaban las calles y partidaria de algunas reformas que los más veteranos consideraban demasiado liberales, también es necesario mencionar que ésta era la primera vez que la Juez Hershey se presentaba oficialmente a un cargo que en el futuro iba a llegar a ocupar hasta en dos ocasiones, al igual que McGruder, aunque ahora se limitaba a formar parte de nuevo del restituido Consejo de los Cinco que Volt volvía a instaurar tras jurar el cargo.

Comprendiendo finalmente un total de 31 episodios y 218 páginas distribuidas entre el 2000AD y el Megazine, Wilderlands había acabado siendo una macrosaga de gran importancia para el contexto argumental de la serie, que era lo que se había prometido editorialmente, aunque no puede decirse que hoy en día esté considerada como una de las grandes sagas del personaje. A pesar de todo, tampoco sería justo considerarla como una macrosaga fallida, especialmente si se tiene en cuenta lo bien que manejaba Wagner en ella a dos personajes tan suyos como Dredd y McGruder. Los inconvenientes de coordinación en la parte central del crossover y el problema del color que presentaban algunas de las páginas de Ezquerra, es cierto que debilitaban las expectativas que había despertado la saga, pero no es menos cierto que servía para cerrar de una manera convincente todas las tramas que Wagner había estado desarrollando durante los dos últimos años en las páginas del Megazine, añadiendo además nuevas dimensiones al universo de Dredd y explorando diferentes situaciones que se podían considerar como grises desde un punto de vista ético, sobre todo en cuanto al comportamiento y al código de conducta de Dredd y a su relación con McGruder. De todas formas, a la hora de hacer cualquier valoración de la saga, tampoco puede ignorarse que John Wagner nunca ha sido demasiado partidario de hacer este tipo de crossovers, considerando que muchas veces fuerzan la historia hacia caminos por los que el escritor realmente no quiere llevarla. En este sentido, Wagner no perfeccionaría la técnica a la hora de escribir este tipo de historias hasta el tercer y último crossover que aparecería entre ambas revistas: El Escenario del Juicio Final (The Doomsday Scenario), la gran macrosaga de Dredd que tendría lugar en el año 1999.

Mientras todo esto tenía lugar en Mega-City Uno, la exjuez Cassandra Anderson se dedicaba a vagabundear por el espacio exterior en una nueva saga de 11 episodios escrita por Alan Grant (Megs. 2.50-2.60), cuyo título era el mismo que el de la conocida novela de la actriz Carrie Fisher llevada al cine en 1990 por el director Mike Nichols: Postales desde el Filo (Postcards from the Edge). La saga, que transcurría de manera paralela en el tiempo a Wilderlands, constaba de 86 páginas y consistía en una colección de historias cortas de ciencia ficción a cargo de cinco artistas diferentes, para los que Grant escribía específicamente el segmento de la historia que les tocaba dibujar a cada uno, un experimento que como reconoció el propio Alan Grant, no llegó a gustar absolutamente nada a los lectores. Los artistas invitados eran los jóvenes debutantes Steve Sampson (1, 10-11), Tony Luke (2, 8) y Charles Gillespie (3, 9), el veterano Arthur Ranson (4) y el ilustrador asturiano Juan Jesús García (5-7) firmando como Xuasus, un seudónimo difícil de pillar para los británicos al desconocer que el sonido de la J en bable se escribe y se pronuncia como X.

La historia tenía su interés a efectos de continuidad, pero resultaba demasiado floja en todos los demás sentidos. Aunque el guión de Grant estaba ambientado en el viaje que la telépata había emprendido al espacio exterior, en realidad trataba sobre el viaje interior que Anderson llevaba a cabo como consecuencia de la crisis de identidad que estaba sufriendo, presentando una gran cantidad de monólogos que a veces resultaban excesivamente pretenciosos y faltos de alguna sustancia. En el apartado artístico, aun cuando el episodio dibujado por Ranson era magnífico (una especie de leyenda sobre el origen de la nebulosa Cabeza de Caballo que Anderson escuchaba contar a uno de sus compañeros de viaje), los episodios dibujados por Steve Sampson y Tony Luke resultaban excesivamente psicodélicos, por llamarlos de alguna manera, puesto que en realidad son difíciles de describir. En el caso de Luke, su estilo se basaba en la manipulación de fotografías a través de programas de ordenador con escaso protagonismo del dibujo en sí. Sampson, por el contrario, también trabajaba a partir de referencias fotográficas, pero a diferencia de Luke había mucho más trabajo de dibujante en sus páginas, destacando la utilización de campos de color muy densos y una forma muy particular de dibujar el cabello de sus protagonistas femeninas, a las que sabía dotar además de una sensualidad que le llevaría a ser muy bien acogido por los lectores de la época. El trabajo de Sampson en estas primeras historias resultaba en todo caso manifiestamente mejorable, pero también es cierto que con el paso del tiempo acabaría mejorando mucho como artista, especialmente cuando decidió abandonar la utilización de modelos fotográficos como base de su estilo de dibujo. Además, también es justo reconocer que su trabajo tuvo siempre un cierto toque de sofisticación que igualmente iría mejorando de manera notable con la práctica.

Desde el punto de vista argumental, la saga estaba contada a modo de cartas que Anderson enviaba a algunos de sus antiguos compañeros de Mega-City (la que le enviaba a Dredd en el primer episodio tenía su gracia, especialmente porque cómo Anderson le decía al final, sabía de antemano que éste iba a romperla sin ni siquiera llegar a leerla), siendo el arco de tres episodios dibujado por Xuasus el que presentaba un mayor interés, toda vez que significaba el reencuentro de Anderson y Orlok tras lo sucedido en El Fin de la Infancia (Megs. 2.27-2.34). Cómo se descubría en la historia, que básicamente consistía en una crítica nada velada a las matanzas étnicas que los serbios estaban llevando a cabo en Bosnia durante la Guerra de los Balcanes, no sólo había sido Anderson la que había resultado profundamente afectada por la experiencia sufrida con los Anunnaki, sino que Orlok también detestaba ahora toda su vida anterior y había emprendido una guerra a muerte de un solo hombre en el planeta Zerbia, luchando a favor de quienes habían sido segregados por sus impurezas genéticas frente a sus opresores fascistas. En todo caso, el lazo psíquico que Anderson y Orlok compartían después de su experiencia en Marte les unía ahora de una manera muy especial que iba a tener sus consecuencias en el futuro, durante otra de las grandes macrosagas de Dredd en la que ambos aparecerían también como coprotagonistas, la anteriormente mencionada El Escenario del Juicio Final.

Con todo, lo más significativo desde el punto de vista editorial ocurría en el episodio final de la saga, en el que Anderson tenía una visión propiciada por la última bruja viva del planeta Tartini, quien por cierto, dibujada por Steve Sampson, mucho aspecto de bruja no tenía. En esa visión, un águila similar a la que los Jueces de Mega-City llevaban como ornamento en las hombreras, y que no dejaba de ser el emblema más representativo de la ciudad, era atacada en pleno vuelo por una especie de pterodáctilo que se asemejaba al que el Juez Muerte presentaba también en su uniforme, siendo un gigantesco murciélago el que acudía en su auxilio y le ayudaba a salir con vida de la difícil situación. Comprendiendo, al igual que todos los lectores, lo que aquella visión venía a significar, Anderson daba por finalizada su odisea espacial y decidía regresar lo antes posible a Mega-City Uno para intentar salvar miles de vidas, el propósito que al final daba sentido a su existencia.

Teniendo en cuenta que el año anterior había sido anunciada para finales de ese año la publicación de Morir de Risa, la esperada secuela de Juicio sobre Gotham que había quedado aplazada, Alan Grant decidió cortar la saga espacial de Anderson en ese punto para no contradecir a efectos de continuidad la aparición que la Juez Psíquica hacía en ese anunciado crossover entre Batman y el Juez Dredd, de ahí la visión que tenía Anderson y lo que simbolizaban el águila, el murciélago y el pterodáctilo del Juez Muerte, en claro anuncio de lo que supuestamente iba a tener lugar en unos meses. Sin embargo, para gran sorpresa de todos los implicados, Alan Grant incluido, ese supuestamente inminente crossover que iba a ser publicado en las navidades de ese mismo año, aún tardaría cinco años más en ver la luz. Con el consiguiente cabreo de Alan Grant por tener que haber cortado la saga de Anderson a causa de un crossover que no iba a aparecer, al escritor no le quedaría más remedio que justificar de otra manera el regreso de la telépata a Mega-City Uno y a afrontar de otro modo su reencuentro, o mejor dicho su desencuentro, con el Juez Dredd, lo que llevaría a cabo a través de tres sagas sucesivas que se acabarían presentando al año siguiente en las páginas del Megazine, con el mismísimo diablo, o al menos un alienígena que afirmaba serlo, amenazando a toda la megaciudad.

Una vez finalizada la trama de Wilderlands y la odisea espacial de Anderson, el año 1995 iba a traer por fin consigo la primera película que Hollywood le iba a dedicar al Juez Dredd, con una gran estrella como Sylvester Stallone en el papel protagonista. Como es sabido, la película acabaría suponiendo una decepción entre los seguidores más fieles del personaje, y además, por si fuera poco, la crítica la acabó destrozando; pero sin embargo, siendo prácticos, lo cierto es que la película y la promoción que hubo a su alrededor no le vinieron nada mal ni a la popularidad del Juez Dredd ni a la del 2000AD, llamando la atención sobre el personaje de muchos jóvenes aficionados al cómic que antes de que se estrenase ni tan siquiera conocían su existencia. Y además, como iremos viendo, lo iba a hacer justo en el arranque de lo que a lo largo de los años siguientes acabaría siendo una de las mejores épocas en la historia editorial del Juez Dredd, con lo que no todo acabaría saliendo tan mal como pareció en un primer momento, al menos para el mundo de los tebeos.