lunes, 9 de noviembre de 2020

Los Archivos de Cal. Malos Amigos. Satán. El Acertijo Definitivo

El estreno de la película del Juez Dredd en el verano de 1995 motivó que todo el grupo editorial del 2000AD desarrollase en ese año una gran actividad promocional alrededor del personaje, intentando evidentemente aprovechar el fuerte tirón publicitario que acompañaba a la película desde Hollywood. Así, por ejemplo, The Best of 2000AD y The Complete Judge Dredd, los dos títulos mensuales que reeditaban material ya publicado, se reconvertirían en Classic 2000AD y Classic Judge Dredd, comenzando sus nuevas andaduras a partir de una nueva numeración. Igualmente, bajo el título Judge Dredd: Lawman of the Future, se procedió a lanzar una nueva cabecera dirigida al público más juvenil que acabaría permaneciendo casi dos años en el mercado, alcanzando una duración de 23 números. Del mismo modo, en lo que sería el movimiento editorial más trascendente de cara a los lectores habituales, el clásico Judge Dredd Megazine sería relanzado a través de un nuevo Número 1 en lo que acabaría siendo el Volumen 3 de su andadura editorial. Y con la vista puesta en el mercado norteamericano, Titan Books comenzó también la publicación de varios tomos recopilatorios en formato de novela gráfica que recogían de manera íntegra todas las grandes sagas del personaje que habían aparecido hasta entonces, siendo además la primera vez que esas sagas se publicaban en los Estados Unidos en su tamaño original y sin las alteraciones en las páginas que anteriormente habían tenido lugar para su adecuación al formato de comic-book.

También iba a haber importantes novedades en el 2000AD, siendo la más destacable el que comenzasen a aparecer dos episodios de Dredd en cada número a partir del Prog. 950, coincidiendo precisamente con el estreno de la película. Los meses previos a ese estreno ya habían estado viendo como algunos nombres de reconocido prestigio en el cómic británico volvían a aparecer de nuevo en los créditos del 2000AD como guionistas de las historias del Juez Dredd. Así, además del regreso del propio John Wagner, cuya reincorporación a la revista se acababa de producir unos meses antes, Grant Morrison (en colaboración con Mark Millar, que lo cierto es que entonces no era tan conocido como pueda serlo hoy en día) y Garth Ennis fueron los otros dos escritores que firmaron con Wagner las tres sagas que iban a aparecer durante los seis primeros meses del año, en lo que no dejaba de ser sino un reclamo con la vista puesta en el movimiento que se estaba produciendo alrededor del personaje. A pesar de cumplir su objetivo comercial sobre las ventas (y especialmente sobre los suscriptores) del 2000AD, el resultado de esas tres sagas acabaría siendo bastante desigual.

La primera de ellas en aparecer fue la firmada por John Wagner, haciéndolo bajo el cinematográfico título de El Exterminador (The Exterminator), una historia de nueve episodios y más de cincuenta páginas con el dibujante inglés John Burns (1-2) y el veterano artista español Emilio Frejo (3-9) a cargo del apartado gráfico que aparecería en los Progs. 919-927. Al parecer, en su origen era una historia para Terminator que Dark Horse le acabó rechazando a John Wagner. En este sentido, aunque la historia dejaba entrever algunas ideas tomadas del Alien de Ridley Scott, su argumento presentaba efectivamente al Juez Dredd en un papel muy similar al del Terminator cinematográfico, que era precisamente a lo que se refería el título de la saga, al tener que viajar en el tiempo y retroceder hasta la ciudad de Nueva York en el año 2001 con el fin de evitar que una plaga parasitaria alienígena, que se había originado en el pasado, destruyese a la humanidad en el futuro. Para ello, Dredd debía eliminar a todos los portadores originales del parasito: los pasajeros de la lanzadera espacial Pan-Astra, los primeros humanos en tener contacto con un ser extraterrestre, en este caso un ser extraterrestre muerto. La historia la verdad es que no estaba nada mal, con un Dredd en un papel un tanto dudoso que se justificaba con la necesidad de evitar una potencial amenaza de extinción y en que los portadores del parásito iban a morir de todos modos, aunque lo cierto es que dejaba bastante que desear en el apartado gráfico, presentando una estética y una puesta en escena que ya resultaba anticuada incluso en la época en que se publicó.

Con dibujos del artista inglés Mick Austin, la segunda de esas sagas que aparecerían en el 2000AD antes del estreno de la película fue
Cruzada (Crusade), una historia de diez episodios y un total de 60 páginas que era la última que quedaba por publicar de las tres que habían escrito conjuntamente los escoceses Grant Morrison y Mark Millar el año anterior, y que visto el resultado final, casi que podían habérsela ahorrado. Aparecida de finales de Febrero a finales de Abril en los Progs. 928 a 937, la historia presentaba al Juez Dredd dirigiéndose esta vez a la Antártida con la misión de localizar y llevar de regreso a Mega-City al Juez Eckhart, un científico de la Tek Division que había desaparecido quince años atrás en las profundidades del espacio sin haberse vuelto a saber de él. Ahora su nave había reaparecido tras estrellarse en el Polo Sur, captándose un mensaje de Eckhart antes de que se interrumpieran todas las comunicaciones en el que afirmaba haber contactado y comunicado con Dios, lo que causaba que las principales megaciudades del planeta acabasen enviando a sus representantes a la Antártida para hacerse con él y comprobar la veracidad del mensaje. Como nota de curiosidad, la saga presentaba por primera y única vez en la serie a los Jueces del Vaticano, los Inquisidores, unos fanáticos radicalizados que asesinaban de manera indiscriminada a quienes ellos consideraban como pecadores y que no han vuelto a ser utilizados por ningún otro escritor.

Coincidiendo su final con el estreno de la película, la tercera saga que aparecería durante estos meses previos a lo que se suponía que iba a ser un gran evento cinematográfico, fue la última historia que Garth Ennis había dejado escrita antes de abandonar la serie y que en su día no había podido ser publicada a causa del retraso acumulado por Nick Percival en la entrega de las 54 páginas en que se desarrollaba esa historia: El Beso de Buenas Noches (Goodnight Kiss), una saga de nueve episodios, aparecida en los Progs. 940 a 948, que Ennis había escrito dos años antes a modo de despedida de la serie y que suponía también el regreso del asesino Jonni Kiss, cuya trama había quedado inconclusa en los últimos números de Ennis que habían aparecido publicados. En realidad, el escritor norirlandés no regresaría de verdad para escribir una nueva saga del Juez Dredd hasta el año 2001, que sería cuando apareciese Helter Skelter (Progs. 1250-1261), la historia que, esta vez sí, significaría su adiós definitivo al personaje.

Ambientada argumentalmente en la Tierra Maldita, El Beso de Buenas Noches suponía en realidad la conclusión, no de una, sino de dos de las historias que Ennis había publicado durante su estancia en la serie: The Marshal (Progs. 800-803) y Enter Jonni Kiss (Prog. 830). En la primera de ellas, el último superviviente de un asentamiento perteneciente a la tribu de los Marshals, una hermandad de mutantes de la Tierra Maldita que perseguía a los forajidos siguiendo las enseñanzas aprendidas en unos viejos cómics del Llanero Solitario que tenían en su poder, aprovechaba los daños causados durante la Guerra del Día del Juicio (Progs. 786-799 y Megs. 2.04-2.09) para introducirse en Mega-City Uno con el objetivo de hacer justicia y acabar con la vida del responsable de la muerte de sus hermanos, el Juez Eckson, un genetista del Departamento de Justicia que había soltado en la zona de Clearwater Creek un virus genético experimental desarrollado en su día por el Juez Morton Judd (el responsable de la clonación de Joe y Rico Dredd), desconociendo que ése territorio era el que habitaban los Marshals y causando la muerte de todos ellos por envenenamiento masivo. Dredd acababa con la vida del cazador de forajidos mutante antes de que lograse su objetivo, pero éste le avisaba que aún quedaban con vida más hermanos suyos que no pararían hasta obtener venganza sobre el propio Dredd y la megaciudad. En la segunda de las historias, Jonni Kiss, un reputado e infalible asesino de Jueces procedente de EuroCity, había recibido el encargo de una de las familias mafiosas de Mega-City Uno de acabar con la vida del Juez Dredd a cambio de una importante suma de dinero, lo que significaba que Dredd se hallaba situado en el centro de una diana muy peligrosa sin saberlo.

Ahora, más de dos años después de aquellas historias que habían quedado sin conclusión, sus diferentes tramas venían a confluir en una sola cuando Jonni Kiss se adentraba en el interior de la Tierra Maldita y lograba obtener la ayuda de los Marshals para cumplir con el encargo que había recibido, circunstancia que en ese momento se veía posibilitada al encontrarse Dredd en una misión de patrulla en la Tierra Maldita con la novata Hoolihan como único apoyo. Aunque la historia había acabado archivada en espera del momento adecuado para su publicación a causa del retraso acumulado por el dibujante Nick Percival, la verdad es que el retraso esta vez resultó estar justificado, al menos a la vista del resultado final. 

A modo de anécdota sobre la diferencia de tiempo entre el momento en que fue dibujada la historia y en el que al final se acabó publicando, con el fin de mantener la coherencia temporal de los acontecimientos que habían tenido lugar en la serie desde que había comenzado a trabajar en ella, el propio Percival no tuvo más remedio que volver a redibujar el rostro de Hadrian Volt en todas las viñetas del episodio inicial con el que comenzaba la saga, puesto que inicialmente el personaje que aparecía era la Juez Jefe McGruder. Por otra parte, ésta era también la famosa historia en la que el Juez Dredd acababa siendo crucificado en la Tierra Maldita en lo que no dejaba de ser sino un claro y reconocido homenaje del propio Ennis al Conan de Robert E. Howard, un homenaje que de hecho llegaba incluso a presentar como tributo elementos muy reconocibles tomados de la misma escena que había sido llevada también al cómic por Roy Thomas y John Buscema para los comics Marvel en los años setenta, si bien en esta ocasión la forma en que Dredd salía de la comprometida situación en que se hallaba era bastante diferente, como por otra parte no podía ser de otra manera tratándose de una historia de Garth Ennis.

Coincidiendo con el estreno de la película en el mes de Julio, el 2000AD entraría de lleno en el proceso de renovación que se estaba produciendo en todas las cabeceras relacionadas con el personaje a partir del Prog. 950, con el que se añadirían ocho páginas más a la revista que serían utilizadas para añadir otra historia más del Juez Dredd, de manera que durante los tres meses siguientes acabarían apareciendo dos historias diferentes de Dredd en cada número del 2000AD. Casi todas ellas fueron de John Wagner, excepto dos que fueron escritas por Pat Mills, el escritor considerado como la otra piedra angular de la época clásica del 2000AD junto al propio John Wagner y Alan Grant. Mills no sólo había intervenido como editor en el proceso de creación de Dredd, sino que además en la película aparecían también dos personajes creados por él, que precisamente eran los protagonistas de esas dos historias. La mejor de las dos era Flashback 2099: El Regreso de Rico (Progs. 950-952), en la que Mills llevaba a cabo una versión extendida de su ya clásica historia El Regreso de Rico (Prog. 30) con la primera aparición de Rico Dredd, el hermano clónico del Juez Dredd y principal villano de la película. La otra era Hammerstein (Progs. 960-963), una historia en la que Dredd no aparecía por ninguna parte, pero que se justificaba como explicación a la inesperada aparición del famoso droide de guerra de los ABC Warriors en la película. En cualquier caso, eran las historias escritas por Wagner las que iban a empezar a mover las cosas de cara al futuro, especialmente dos de ellas: Malos Amigos (Bad Frendz) y Los Archivos de Cal (The Cal Files) en las que se presentarían a algunos de los personajes que se iban a encargar de impulsar las principales tramas argumentales sobre las que iba a girar la serie a lo largo de los años siguientes.

Aparecida a lo largo del mes de Septiembre y completando un total de 30 páginas, la primera de ellas, Malos Amigos (Progs. 955-959), era una saga de cinco episodios que se hallaban a cargo de Carlos Ezquerra y que suponían el ascenso al protagonismo en la serie del sindicato del crimen más importante de Mega-City Uno: los Frendz (término derivado del slang coloquial utilizado habitualmente en Mega-City y que se podría traducir al castellano como los “Amigoz”, al derivarse de la palabra inglesa “Friends”), así como de su líder, el magnate cyborg Nero Narcos, que era quien dirigía todas sus actividades criminales operando bajo la pantalla legal de una supuesta fundación benéfica de ayuda a los más necesitados que operaba legalmente con el nombre de Los Frendz (Amigoz) de Mega-City Uno.

Considerado como uno de los grandes benefactores y filántropos de la ciudad, el cuerpo de Narcos había sido hecho pedazos a causa de una bomba de fragmentación utilizada por sus rivales mafiosos. Lo único que se había podido salvar de él era su cerebro, que ahora se hallaba conectado a un tanque de supervivencia y a varios superordenadores desde los cuales dirigía todas las operaciones de la organización, utilizando de vez en cuando un cuerpo cibernético al que transfería su consciencia para satisfacer sus necesidades más humanas, fundamentalmente las sexuales. A modo de curiosidad, y a fin de comprobar cómo funcionaba John Wagner a la hora de planificar a largo plazo el futuro de la serie, Nero Narcos estaba destinado a ser el responsable de desencadenar la Segunda Guerra Robot en Mega-City Uno en el año 2121, cuatro años más tarde de esta primera aparición, lo que llevaría a cabo durante la saga El Escenario del Juicio Final (The Doomsday Scenario), el tercer y último crossover entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine que aparecería a mediados de 1999.

La aparición de los Frendz vino a suponer una importante innovación argumental para la serie, al presentar a un enemigo de carácter corporativo al que los Jueces se veían impotentes para detener de una manera directa, toda vez que cada vez que se conseguía acabar con una parte de la organización, surgía otra que ocupaba su lugar como si nada hubiera sucedido. Era necesario acabar con la mente que dirigía todo el sistema (en este caso más bien el cerebro) y la ocasión se presentaba cuando los Jueces detenían al contable de la organización, Mooney Winkle, durante una cena en uno de los clubes gastronómicos más elitistas de Mega-City Uno que tenía por objeto la degustación ilegal de especies en peligro de extinción.

Ante la posibilidad de que Winkle se fuera de la lengua y proporcionase pruebas a los Jueces que les permitieran llegar hasta él y desmantelar la organización, Nero Narcos decidía llamar a su mejor y más letal asesino, Vitus Dance, un mutante psíquico y piroquinético procedente de las Tierras Radioactivas de Ohio (las Radlands) más conocido como el Escorpión, que se introducía con total impunidad y sin mayores problemas no sólo en la propia megaciudad, sino incluso en la Central de Sector donde se estaba interrogando a Winkle, consiguiendo solucionar de raíz el problema que suponía el contable. Afortunadamente, Dredd conseguía percatarse de lo que estaba sucediendo cuando el letal asesino de los Frendz se hallaba a punto de abandonar el edificio, logrando arrestarle tras una difícil persecución que a punto estaba de acabar con su vida de no ser por la oportuna aparición de la Juez Castillo. A modo de continuará, el extremadamente peligroso Vitus Dance acababa encerrado en los Cubos en espera de su próxima aparición en la serie, que iba a tener lugar unos pocos años más tarde, durante el transcurso de la saga La Danza del Escorpión (Progs. 1125-1132), si bien ahora la situación quedaba en fase de espera al sumirse a sí mismo el asesino en una especie de trance psíquico que impedía a los Jueces arrancarle cualquier tipo de confesión contra los Frendz.

La segunda de esas historias fue Los Archivos de Cal (Progs. 959-963), otra saga de cinco episodios y 30 páginas cuyo apartado gráfico corría esta vez a cargo del veterano artista inglés John Burns, apareciendo publicada en el 2000AD durante la última semana de Septiembre y el mes de Octubre. A través de esta historia, John Wagner presentó por primera vez en la serie a la Juez Jura Edgar, un personaje que en poco tiempo se iba a convertir en uno de los adversarios más significativos que ha tenido el Juez Dredd a lo largo de su trayectoria. Manteniéndose siempre en la sombra, Edgar llevaba diecisiete años como directora de la PSU (Public Surveillance Unit, o lo que es lo mismo, la Unidad de Vigilancia Pública), la división de los Jueces encargada de vigilar a los ciudadanos, y que a partir de ahora compartía su sede central con el SJS (curiosamente la división de los Jueces que vigilaba a los propios Jueces) en el interior de la nueva Estatua del Juicio, recientemente reconstruida (Prog. 953) tras haber sido destruida dos años antes por los Jueces renegados de Titán durante el transcurso de la saga de Inferno (Progs. 842-853).

Como su propio nombre indicaba, la Juez Edgar estaba modelada a partir de la polémica figura de J. Edgar Hoover, el primer director del FBI, un personaje muy conocido y sobre todo temido en su día por ser poseedor de numerosos archivos secretos sobre la vida de los más importantes líderes políticos estadounidenses. Por otra parte, su representación gráfica como una mujer calva de edad avanzada que se veía obligada a utilizar una especie de silla de ruedas flotante, recordaba bastante a la del mutante Charles Xavier de los X-Men de Marvel, si bien parece ser que en realidad Edgar debió su inspiración gráfica a la figura de El Mekón, otro personaje también calvo e incapaz de caminar que utilizaba para moverse una especie de plataforma flotante y que es conocido en el mundo del cómic por ser el principal y más antiguo enemigo de Dan Dare, el famoso héroe espacial de los tebeos británicos.

A efectos argumentales, Los Archivos de Cal era un thriller de tipo detectivesco en el que Dredd recibía una petición de ayuda de la Juez Edgar para localizar una copia de los archivos secretos del difunto Juez Cal, una copia que había sido hecha sin autorización por uno de los Jueces que había participado en el traslado de las instalaciones de la PSU a la nueva Estatua del Juicio. El Juez que presuntamente había hecho la copia de esos archivos había sido hallado muerto en un basurero del Sector 111 sin que el disco con los datos robados se encontrase en su poder. La situación era muy grave, siendo prioritario dar con el disco desaparecido antes de que alguien se enterase de su existencia o de que su contenido cayese en malas manos; de hecho, el material de esos archivos era tan peligroso y de alto secreto que ni siquiera a Dredd se le permitía saber cuál era su contenido.

La historia no sólo servía para presentar por primera vez al personaje de la Juez Edgar y a la PSU, sino que suponía también el regreso del Juez Cal (Progs. 86-108) al papel del principal villano de la historia, aunque esta vez desempeñase ese papel desde la tumba, al tiempo que también sembraba las primeras semillas de la discordia entre Edgar y Dredd, un conflicto que estallaría de manera más abierta apenas un par de años más tarde en Sórdido (Meg. 3.40), la historia que supondría la siguiente aparición de Edgar en la serie. Por otra parte, como se descubría a medida que avanzaba la trama, ésta incidía en aspectos no conocidos de la vida del Juez Fargo, el denominado padre del Sistema Judicial y base del material genético del propio Juez Dredd, hasta el punto que de ser ciertos y darse a conocer al público esos archivos recopilados por Cal sobre la figura de Fargo, su contenido podía hacer tambalearse al propio Departamento de Justicia. Desde el punto de vista artístico, ésta fue posiblemente la mejor historia que John Burns llegó a dibujar del Juez Dredd, siendo necesario mencionar que tal y como el propio artista llegó a desvelar en una entrevista publicada años más tarde en el Megazine, a Burns no sólo no le iba nada la ciencia ficción, sino que el propio Dredd no era tampoco el personaje que precisamente más le gustaba dibujar, pasándolo realmente mal cada vez que tenía que dibujar los fondos y paisajes futuristas de Mega-City Uno, algo que intentaba evitar en la medida de lo posible siempre que pudiera hacerlo sin menoscabar el desarrollo de la historia que estaba encargado de narrar visualmente.

Al mismo tiempo, mientras esto sucedía en el 2000AD, el Judge Dredd Megazine presentaba una nueva saga de la Juez Anderson en la que el Juez Dredd actuaba también como coprotagonista junto a la telépata de la Psi Division. La historia tenía su origen en la amenaza que la Juez Anderson había presentido que se cernía sobre Mega-City Uno al final de Postcards from the Edge (Megs. 2.50-2.60) la saga de la Juez Psíquica que había sido publicada el año anterior. Como es sabido, esa amenaza consistía originalmente en el regreso de los Jueces Oscuros a Mega-City que iba a tener lugar en Morir de Risa, el anunciado crossover entre Batman y el Juez Dredd. Sin embargo, al acabar siendo pospuesta su fecha de publicación por los problemas que estaba planteando Glenn Fabry, a Alan Grant no le quedó otra que escribir una nueva historia que encajase argumentalmente con lo que se había publicado hasta entonces. De esta manera, apareciendo de manera quincenal durante los meses de Febrero a Octubre de 1995, lo que acabaría publicándose sería un nuevo Mega-Epic protagonizado por Anderson y Dredd, esta vez en la serie de la telépata y escrito por Alan Grant, que abarcaba un total de 15 episodios y 117 páginas en las que se contaba el regreso de Anderson a Mega-City Uno y su reincorporación al Departamento de Justicia. Su estructura de publicación se desarrollaba a través de un prólogo titulado Postal a mí misma (Meg. 2.73) y dos sagas sucesivas que iban inmediatamente a continuación: Algo Maligno (Megs. 2.74-2.80) y Satán (Megs. 3.01-3.07).

Con dibujos de Steve Sampson, Postal a mí misma (Postcard to Myself) era una historia de ocho páginas que servía de enlace entre la mencionada saga de Anderson que había aparecido el año anterior y la que comenzaba ahora, aunque en realidad era el último episodio que Alan Grant y Steve Sampson habían realizado para dicha saga, aunque se publicase ahora como introducción a la que comenzaba; de hecho, el propio dibujo que Sampson llevaba a cabo en ese prologo era una clara continuación del que se había visto en los episodios finales de Postcards from the Edge, de calidad bastante inferior al que el mismo artista desarrollaba con mucho más oficio en los episodios que ahora aparecerían publicados inmediatamente a continuación. Argumentalmente, esta introducción servía para mostrar el nuevo status en el que ahora se movía la Juez Psíquica. Dos años después de su deserción tras lo sucedido en Marte, la visión que Anderson había tenido en el planeta Tartini la había hecho volver de nuevo a Mega-City Uno. Su regreso había sido autorizado por el nuevo Juez Jefe Hadrian Volt en base a la importante consideración de que la ciudad no podía permitirse perder a su mejor telépata. Pero ese regreso no era incondicionado: su reincorporación al Departamento de Justicia quedaba sujeta a un status de prueba y supeditada a que la visión de Anderson sobre el peligro que corría la ciudad acabase teniendo una confirmación positiva.

Sobre la base argumental que situaba este prólogo, a continuación comenzaba lo que podía considerarse como la primera parte de la saga: Algo Maligno (Something Wicked), que discurría a lo largo de siete episodios (Megs. 2.74-2.80) a cargo de Steve Sampson (1-3) y Charles Gillespie (4-7). La historia aparecía ambientada a mediados del 2117, pudiendo situarse cronológicamente a efectos de la aparición que hacía Dredd en ella entre Malos Amigos y Los Archivos de Cal. En su nuevo status a prueba dentro del Departamento de Justicia, Anderson quedaba ahora bajo la supervisión del Juez Dredd, quien al final de ese periodo de prueba debía decidir si la telépata podía seguir siendo o no una Juez de Mega-City Uno. Y si alguien pensaba que la antigua amistad que había existido entre ambos podía jugar a favor de Anderson, nada más lejos de la realidad: Dredd consideraba que Anderson había dado la espalda a la ley y a la ciudad que había jurado proteger, no gozando ya de ninguna simpatía por su parte; de hecho, Dredd se encargaba de dejar bien claro a la telépata que no esperaba verla superar el periodo de prueba al que iba a ser sometida, sino que estaba convencido de que iba a fracasar y que nunca más volvería a ser una Juez de Mega-City Uno.

En este contexto argumental, la telépata recibía un flash psíquico durante su primera intervención en las calles que le indicaba que algo no marchaba bien. Siguiendo ese rastro, Anderson y Dredd llegaban hasta un asesino demente que resultaba estar poseído por unas extrañas voces de carácter demoniaco, siendo en ese momento cuando la Juez Psiquica percibía por primera vez que algo anormalmente maligno estaba sucediendo en la ciudad.

Los tres primeros episodios de la saga estaban dibujados por Steve Sampson, que lo cierto es que llevaba a cabo un buen trabajo, aunque su peculiar estilo de dibujo, especialmente respecto de los personajes femeninos, suscitase bastante polémica entre los lectores del magazine y los seguidores de Anderson, señalándose que estaba sexualizando claramente al personaje, algo que por otra parte era del todo cierto; de hecho, no había nada más que ver las dos primeras páginas con las que comenzaba la saga, escritas expresamente por Grant para que las dibujase Sampson, para apreciar esa circunstancia, una tendencia procedente del cómic norteamericano que estaba muy relacionada con el fenómeno de las Bad Girls que en esos años estaba teniendo un gran éxito comercial en el mercado estadounidense, el competidor más directo que tenían los cómics británicos en su propio país.

La investigación que llevaban a cabo Anderson y Dredd les conducía hasta el Proyecto nuTOPIA que había puesto en marcha el ciudadano Adam Cadman, uno de los hombres más ricos de Mega-City y cuyo gigantesco cartel publicitario había estado presidiendo la escena de todo lo que había sucedido hasta entonces. Autorizado por el Departamento de Justicia, Cadman había construido una nave espacial que estaba a pocas horas de despegar de la ciudad con intención de abandonar la Tierra y partir en busca de un nuevo mundo situado en el espacio llamado nuTOPIA, llevándose con él a otro millón de ciudadanos que se habían apuntado voluntariamente para colonizarlo. Cadman explicaba a los dos Jueces que un asteroide se dirigía hacia la Tierra y que estaba a punto de impactar en el planeta de manera inminente, noticia que le había sido revelada por su consejero personal, un exotérico gurú que respondía al nombre de Zoltan el Profeta y que acababa siendo detenido por Anderson y Dredd para ser interrogado en los cubos.

Durante su interrogatorio psíquico, Anderson descubría que Zoltan había puesto una bomba nuclear en la nave, pero el gurú resultaba estar poseído por una entidad maligna cuyo poder se salía de la escala, retrasando a los dos Jueces lo suficiente como para impedir que llegasen a tiempo de evitar que despegase la nave espacial de Cadman, quien ignoraba lo que estaba sucediendo. Toda la parte final de este primer capítulo de la saga aparecía dibujada por el irlandés Charles Gillespie, un joven artista que intentaba seguir a duras penas los pasos de Bisley y cuyo punto fuerte era el trabajo a color, aunque tenía también algunas páginas bastante buenas. Por otra parte, a modo de anécdota, es curioso observar como le gustaba a Alan Grant utilizar determinados nombres o conceptos para dar trasfondo a sus historias. En esta ocasión, el nombre de Adam Cadman, el guía espiritual que pretendía llevar a los colonos al nuevo mundo de nuTOPIA, estaba tomado del nombre del Hombre Primordial de la antigua Cábala hebrea (Adam Kadmon), cuya versión cristiana más conocida es el Adán terrenal, el Primer Hombre según el mito de la creación recogido en el Génesis del Antiguo Testamento.

El cliffhanger con el que terminaba el episodio en el que concluía esta primera parte de la saga fue planificado para crear una mayor expectación ante la situación que estaba a punto de producirse en breve. Y es que con la renumeración del Judge Dredd Megazine a partir de un nuevo Número 1 como consecuencia del estreno de la película del Juez Dredd, apenas quedaban tres números para cerrar el que en ese momento era el Volumen 2 del Megazine. Al tratarse la continuación de esta historia de una saga de siete episodios con Anderson y Dredd como protagonistas, no se iba a dejar que transcurriera entre medias el cambio de una numeración a otra (de hecho, todas las historias que se hallaban en curso concluyeron en el Meg. 2.83), así que se decidió parar en ese momento la saga y promocionar con su continuación el primer número de lo que iba a ser el Volumen 3 del Judge Dredd Megazine, siendo así como aparecería Satán (Megs. 3.01-3.07), una historia de 57 páginas a cargo de Alan Grant y excelentemente dibujada por Arthur Ranson con la que concluiría el arco argumental de la historia que había estado desarrollándose hasta entonces en los últimos números del Volumen 2 del Megazine y con la que se iba a inaugurar su Volumen 3.

Interesado en todo el material apocalíptico contenido en las profecías bíblicas sobre el Apocalipsis, Satán era la interpretación en clave de sci-fi que Alan Grant hacía de todas esas profecías que aparecían en el último libro del Nuevo Testamento, presentando esta vez como adversario de la megaciudad al mismísimo Satán, o al menos a un ser alienígena de enorme poder psióníco y capaz de existir en varios planos multidimensionales a la vez, que no sólo afirmaba serlo, sino que era capaz de hacer cambiar de opinión a cualquiera que se atreviese a ponerlo en duda. Argumentalmente, esta última parte de la saga comenzaba con la nave espacial de Cadman y sus seguidores explotando en el espacio a causa de la bomba nuclear que albergaba en su interior. Tal y como el centro de control del espaciopuerto de Mega-City informaba a Dredd y a Anderson, la consecuencia que producía esa explosión es que la onda expansiva resultante desviaba de su órbita al asteroide Icarus, que ahora resultaba estar en rumbo directo de colisión hacia la Tierra. Resulta también curiosa la elección que hacía Alan Grant del asteroide Icarus para dar cobertura argumental a esta última parte de la historia, ya no sólo por la alta significación mitológica e incluso astrológica del asteroide, sino porque a finales de los años sesenta se temía que precisamente Icarus pudiera chocar en algún momento contra la Tierra, motivando un gran gasto en el programa espacial de investigación de la NASA e inspirando a su vez varias películas, desde Meteoro en el año 1979 a otras del mismo género que luego vinieron después, como Armageddon en 1998 o Deep Impact, también en el mismo año.

Aunque Icarus impactaba en pleno centro de la Tierra Maldita, a dos mil kilómetros de distancia de Mega-City, la franja de destrucción que producía la onda de choque llegaba a alcanzar los límites de la megaciudad, haciendo que se desatara el caos y colapsaran varios edificios. Sin embargo, como Anderson informaba a Dredd, lo peor estaba por llegar, toda vez que del epicentro del impacto surgía un ser de proporciones gigantescas que había permanecido aprisionado hasta entonces en el asteroide y cuyo teatral y burlón discurso le identificaba a sí mismo como Satán, dispuesto a desatar el apocalipsis sobre la Tierra, un apocalipsis que precisamente tenía intención de comenzar por la megaciudad que lo había liberado de su prisión.

Como se iría averiguando a lo largo de la historia, los responsables de su encierro habían sido los Anunnaki, los extraterrestres que habían aparecido en El Fin de la Infancia (Megs. 2-27-2.34), relacionándose así ambas historias de una manera bastante curiosa, aunque ahora, treinta mil años después, era imposible saber cómo habían conseguido aprisionarle los poderosos alienígenas con los que Anderson se había topado en Marte. Por otra parte, es necesario destacar el elegante e impactante diseño gráfico que Arthur Ranson llevaba a cabo del conocido archidemonio de la antigua demonología cristiana, utilizando como referencia cromática un color blanco alabastro que otorgaba a su figura el aspecto de una escultura renacentista, pero a la que luego se le añadían unas alas de dragón y unos cuernos que se extendían alrededor de su cabeza, como formando una especie de corona, que evidenciaban a las claras su carácter maligno.

Como es lógico, el Juez Jefe Volt ordenaba el lanzamiento de varios misiles nucleares contra el gigantesco ser que acababa de aparecer en la Tierra Maldita, pero éste resultaba imposible de detener y encaminaba sus pasos a toda velocidad hacia Mega-City Uno. Ante la nueva amenaza de extinción a la que ahora se enfrentaba la megaciudad del futuro, la cuestión a debatir ya no era si el poderoso ser alienígena que se plantaba ante sus muros y exigía que le enviasen a su mejor campeón antes de arrasarla, era o no el archidemonio del que se hablaba en la mitología cristiana, sino si era posible de detener y cómo. Ante el fracaso de todos los medios que se utilizaban para acabar con él, Anderson y Dredd intentaban derrotarle a la desesperada, aceptando la Juez Psíquica el desafío planteado por el supuesto ser alienígena y tratando de vencerle en su propio juego, utilizando para ello la excusa de un duelo dialectico con el fin de intentar introducirse en su psique y descubrir un punto débil por el que se le pudiera destruir.

Aunque a Anderson casi le costaba la vida, conseguía su objetivo al forzar al ser a enfrentarse con sus propias contradicciones, logrando que se autodestruyera al ser incapaz de soportarlas, una solución un tanto metafísica que al menos servía para poner fin a un problema de difícil solución, como era el de encontrar un medio capaz de derrotar a un ser al que no le había hecho nada todo el arsenal atómico de la más poderosa megaciudad del siglo XXII. Por otra parte, a efectos argumentales, el desenlace más importante que tenía la saga era la total rehabilitación de Anderson a ojos de Dredd, demostrándole que no sólo se había equivocado al juzgarla, sino que seguía siendo uno de los principales activos con los que contaba Mega-City Uno para su protección.

Sin duda alguna, lo mejor de Satán era su apartado gráfico. Las páginas de Arthur Ranson eran realmente magníficas, dejando muy atrás el trabajo de Steve Sampson y Charles Gillespie, los artistas que habían iniciado el arco argumental que abarcaba la saga, y consagrándose a ojos de los aficionados, si es que no lo estaba ya, como el artista por excelencia de la Juez Anderson. El propio Alan Grant nunca ha escatimado elogios hacia la figura de Ranson, considerándole el mejor artista con el que ha llegado a trabajar a lo largo de su carrera y uno de los mejores narradores que existen en el negocio. Por otra parte, a modo también de curiosidad en torno a esta historia, el propio Arthur Ranson comenta en su página web que en un momento dado de la misma, existió la posibilidad de que Anderson aceptase la propuesta de Satán de convertirse en su heraldo a cambio de no arrasar el planeta, convirtiéndose así en una especie de Dark Silver Surfer, un reverso oscuro del personaje creado por Marvel en su relación con Galactus, lo que habría dado lugar a una nueva historia de la telépata muy diferente a todo lo que se había hecho hasta entonces con el personaje. No obstante, el propio Alan Grant desechó finalmente la idea y la saga acabó teniendo el final que hoy todos conocemos.

Además de la conclusión de esta saga con el regreso de la Juez Anderson a Mega-City Uno, la idea era también que una nueva historia del Juez Dredd a cargo de John Wagner inaugurase el Volumen 3 del Judge Dredd Megazine. Sin embargo, no pudo acabar siendo así debido al retraso que acabaría sufriendo el dibujante Trevor Hairsine a la hora de entregar las 54 páginas que conformaban esa nueva saga de Dredd con la que se tenía pensado comenzar la nueva andadura de la revista. De esta manera, Los Tres Amigos (The Three Amigos), una historia de seis episodios en la que el Juez Dredd formaba un inusual equipo con Angel Malamáquina y el Juez Muerte en el corazón de la Tierra Maldita, iba a comenzar su andadura en el segundo número del Vol. 3 del megazine en lugar de hacerlo en el primero tal y como estaba previsto, apareciendo así a lo largo de los meses de Agosto y Octubre como contenido principal de los Megs. 3.02-3.07. Siguiendo una vez más la estela que había dejado Mike McMahon a la hora de interpretar al personaje, el apartado artístico corría de nuevo a cargo de Trevor Hairsine, quien realizaba un trabajo muy meritorio que se veía además favorecido por el tamaño al que se reproducían las páginas del megazine.

Ambientada en las Tierras Radioactivas del norte de Texas, la historia tenía como base argumental la necesidad que tenían los Jueces de infiltrarse en el círculo íntimo del autonombrado presidente de los nuevos Estados Mutantes Unidos de América, Clinton Box (evidentemente, no hace falta decir quién era el presidente norteamericano en esta época y por dónde iban los tiros), el líder de los Pantalones Rojos, un ejército de mutantes armados hasta los dientes que se había hecho con el control de gran parte del territorio y que contaba en su poder con trescientas cabezas nucleares procedentes del antiguo arsenal atómico del que había sido el último presidente de los Estados Unidos, el delirante Robert L. Booth. Box estaba amenazando con ellas a Texas City y sólo era cuestión de tiempo que volviese también esas cabezas nucleares contra Mega-City Uno, siendo por tanto prioritario localizar el lugar donde se hallaban escondidas y destruirlo.

Dredd decidía que la manera más eficaz de infiltrarse en el círculo de Box era a través de un montaje, presentándose ante él y ofreciéndole sus servicios como mercenario con la excusa de haberse visto obligado a abandonar la ciudad a causa de una serie de graves problemas con la ley y con el resto de Jueces. Para poder hacer creíble el engaño, el Juez Dredd debía presentarse ante Clinton Box con dos amenazas lo suficientemente conocidas como para demostrar la imposibilidad de que se hubiesen unido a él sino hubiese cambiado de bando, siendo esas dos amenazas el Juez Muerte y Angel Malamáquina.

Utilizando el título de la conocida película de John Landis como guiño a los lectores sobre el trío protagonista, e inspirando en cierto modo el escenario a modo de western en el que se desarrollaba la historia, la improbable alianza encontraba su explicación en el acuerdo al que llegaba el Departamento de Justicia con Muerte y Malamáquina a cambio de su cooperación, un acuerdo que estaba claro que ni Muerte ni los Jueces pensaban cumplir, mientras que en el caso de Malamáquina lo que hiciera o dejase de hacer con ese acuerdo resultaba totalmente imprevisible. En el caso del Juez Muerte, si éste cumplía su parte del trato, el Departamento estaba dispuesto a liberar a los cuatro Jueces Oscuros y dejarles marchar a cualquier otra dimensión con la condición de no volver a pisar nunca más Mega-City. En el caso de Malamáquina, el Departamento estaba también dispuesto a liberar a los otros dos miembros de la familia Angel, Junior y Pá Angel, que recientemente habían sido encontrados con vida en el planeta Xanadú durante el transcurso de la historia El Despertar de los Ángeles (Prog. 958), con idéntica condición que la que se imponía a los Jueces Oscuros.

Lo cierto es que ninguno de estos dos movimientos argumentales acabaría convenciendo demasiado al propio John Wagner, que con el paso del tiempo se arrepentiría de haber traído de vuelta tanto a Junior como a Pá Angel, a quienes tras esta historia no volvería a utilizar. Igualmente, el camino que se había emprendido con el Juez Muerte a raíz de Juicio sobre Gotham, incorporando al personaje un claro tono de humor negro que se extendía también a su intervención en esta historia, con el paso del tiempo tampoco acabaría siendo considerado demasiado afortunado por el propio escritor, entendiendo que ese tono, a veces de pura comedia, actuaba cada vez más en detrimento del carácter terrorífico que debía ser consustancial a la amenaza que representaba el líder de los Jueces Oscuros.

El último paso que se llevaría a cabo a nivel editorial para aprovechar la estela promocional que iba dejando la película protagonizada por Sylvester Stallone, fue la publicación con DC Comics en el mes de Septiembre de un tercer crossover entre el Juez Dredd y Batman, quien por cierto también acababa de estrenar película en ese verano de 1995, justo un mes antes que la de Dredd: Batman Forever, la tercera entrega de la serie cinematográfica iniciada por Tim Burton. La película contaba con Edward Nygma, el Acertijo, como uno de los villanos que esta vez se enfrentaban al Hombre Murciélago, generando esa aparición en la película (y posiblemente su interpretación por el actor Jim Carrey, que había obtenido un gran éxito el año anterior con La Máscara) una popularidad en relación al personaje que derivaría en que fuese el elegido por DC Comics para aparecer como villano de este nuevo crossover entre Batman y Dredd: El Acertijo Definitivo (The Ultimate Riddle), una historia de 46 páginas escrita de nuevo por Alan Grant y John Wagner, cuyo apartado artístico iba a correr en un principio a cargo del británico Carl Critchlow, si bien como consecuencia de las premuras de tiempo que también afectaron a la producción de este tercer crossover entre ambos personajes, sólo llegó a tiempo de hacer las primeras 31 páginas de la historia, teniendo que acabar las quince restantes el irlandés Dermot Power, quien también se hacía cargo de la portada de la versión británica, mientras que la americana corría a cargo de Critchlow.

Tal y como se puede suponer, el origen editorial de este tercer crossover obedecía también a la no aparición a finales del año anterior de Morir de Risa, la secuela de Juicio sobre Gotham que se le había encargado al artista británico Glenn Fabry y que en ese momento llevaba ya tres años de retraso para un trabajo que en un principio debía haber durado ocho meses. En esta ocasión parece ser que Fabry había sufrido una caída en el tren en la que se había lesionado el brazo con el que trabajaba, algo que no está demasiado claro que fuese cierto dados los antecedentes y lo que acabaría sucediendo al final con esta historia. Sea como fuere, ambas editoriales no estaban dispuestas a desaprovechar la oportunidad comercial que suponía el estreno en ese verano de dos películas protagonizadas por ambos personajes, de manera que Steve McManus por parte de Fleetway Editions y Denny O´Neill por parte de DC Comics se pusieron de nuevo manos a la obra, encargando a Grant y a Wagner la elaboración de un guion que se iba a encargar de ilustrar Carl Critchlow y cuyas últimas páginas acabó terminando Dermot Power.

El Acertijo Definitivo fue con diferencia el crossover más flojo e intrascendente de los cuatro que tuvieron lugar entre Batman y el Juez Dredd. Aunque el dibujo no estaba nada mal, no bastaba para elevar el nivel de un guion que resultaba demasiado convencional. Con un cierto aire a las primeras Secret Wars de Marvel, la historia no estaba ambientada ni en Gotham City ni en Mega-City Uno, sino en un mundo alienígena al que Batman y Dredd se veían secuestrados y transportados por un supuesto emperador galáctico llamado Xero, junto a otros seis guerreros alienígenas y un anónimo ciudadano de Mega-City en calzoncillos al que Dredd estaba registrando en el momento en que había tenido lugar su desaparición.

A partir de aquí, la trama se desenvolvía como una especie de concurso o competición en la que Xero instaba a los participantes a cazar a uno de ellos, que resultaba ser Batman, devolviendo a su mundo de procedencia a aquél que lograse su cabeza. Lo único destacable a efectos de continuidad es que esta era la primera vez que Batman y Dredd colaboraban juntos desde el principio, a pesar de que tuvieran alguna que otra diferencia de pareceres a lo largo de la historia. Por otra parte, a modo de curiosidad, el crossover tenía esta vez alguna relación más que los anteriores con lo que sucedía en el Universo DC, toda vez que el Cetro que utilizaba el Acertijo como fuente de su poder era un objeto del futuro que tenía su origen en la Crisis Temporal que había tenido lugar en el evento Hora Cero, la polémica saga a cargo de Dan Jurgens que había involucrado a casi todas las series de DC Comics durante el año anterior.

El nuevo crossover entre Batman y Dredd era claramente un parche a la situación que se estaba produciendo con Glenn Fabry, y como era de prever, no tuvo una buena acogida entre los lectores, lo que motivó que ambas editoriales decidieran cortar por lo sano y no llevar a cabo ningún crossover más entre ambos personajes hasta que se pudiera publicar por fin Morir de Risa, para lo que habría que esperar todavía tres años más.

En todo caso, a pesar del fracaso de este tercer crossover entre Batman y Dredd y del retroceso en taquilla de las expectativas que se habían depositado sobre la película del Juez Dredd, el año 1995 iba a continuar su curso respecto a la historia en viñetas de Mega-City Uno, y lo iba a hacer a lo grande, presentando una de las mejores y más reconocidas macrosagas de Dredd: El Pozo (The Pit), una historia que tenía sus antecedentes en las páginas finales de Los Archivos de Cal, en donde el Juez Jefe Volt había solicitado a Dredd que se hiciese cargo de la jefatura de la Central del Sector 301 ante la muerte en extrañas circunstancias de la Juez Rohan, que hasta entonces había estado al frente del Sector. Con mejor o peor fortuna, esa será la macrosaga a la que nos referiremos en la próxima entrada.