A
diferencia de lo que viene sucediendo desde hace años en el cómic
norteamericano, los crossovers entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine nunca
han sido un fenómeno demasiado habitual en la trayectoria de ambas
publicaciones; de hecho, tan solo han existido tres a lo largo de la historia
de ambas revistas, y todos ellos tuvieron lugar durante la década de los
noventa, cuando este tipo de historias se encontraba en pleno apogeo. Como es
sabido, el primero que se presentó al público fue Judgement Day (El Día del
Juicio), el crossover a cargo de Garth Ennis que apareció en el verano de
1992. El segundo, dos años más tarde, sería Wilderlands (Las Tierras
Salvajes), que sería el primero que llevase a cabo John Wagner. Y
finalmente, el tercero y último en aparecer tendría lugar en el año 1999 e iba
a estar también a cargo de John Wagner: The
Doomsday Scenario (El Escenario del
Juicio Final), que es precisamente aquel del que nos toca hablar hoy, y que
como novedad iba a aparecer repartido en dos grandes bloques argumentales que
más tarde serían los mismos en que se acabaría dividiendo el crossover a los
posteriores efectos recopilatorios: Doomsday
for Dredd, comprendiendo los episodios aparecidos en el 2000AD, y Doomsday for Mega-City One, recogiendo
los que aparecieron en el Judge Dredd Megazine.

No es ningún secreto que a
John Wagner nunca le han gustado demasiado los crossovers como modo de contar
una historia. Sin embargo, aprovechando la circunstancia de que el editor David
Bishop se encontraba al frente tanto del 2000AD como del Megazine, y de que
John Wagner volvía a ser el único escritor a cargo de todas las historias del
Juez Dredd que aparecían en ambas revistas, se consideró desde la editorial que
aquél podía ser un buen momento para llevar a cabo un nuevo crossover entre el
2000AD y el Megazine, planteándose esta posibilidad a Dave Bishop, quien a su
vez se la acabaría presentando a John Wagner. Una vez que esa propuesta
editorial fue aceptada por Wagner, éste se puso de inmediato a
trabajar en lo que acabaría siendo The
Doomsday Scenario, el nuevo Mega-Epic que iba a protagonizar el Juez Dredd
y que además iba a servir de conclusión a las tramas más importantes que Wagner
había venido presentando en la serie durante los últimos años.

Partiendo de esta base, la gran particularidad del crossover iba a estar esta vez en su propia estructura. Después de que algunos lectores se hubiesen quejado en el pasado de tener que adquirir obligatoriamente tanto el 2000AD como el Megazine para poder seguir los dos crossovers que se habían publicado anteriormente, lo que John Wagner intentó en esta ocasión fue crear una historia que se pudiera disfrutar sin tener que seguir las dos revistas, de manera que la trama que se contenía en los números del 2000AD se pudiera leer de forma independiente de la que al mismo tiempo aparecía en el Megazine. Con ello se resolvían además los problemas que se habían producido en el pasado a la hora de mantener la coordinación entre dos cabeceras de diferente periodicidad, toda vez que el megazine aparecía una vez al mes, mientras que en ese mismo periodo de tiempo el 2000AD había podido llegar a aparecer hasta cuatro o incluso cinco veces.

Con
esta idea en mente, lo que hizo John Wagner fue desarrollar el crossover en
base a una doble estructura argumental, en el sentido de que los episodios del
2000AD se focalizasen en lo que le estaba sucediendo al Juez Dredd durante el
crossover (Doomsday for Dredd),
mientras que los del Megazine se centraban en los eventos que tenían lugar en
Mega-City Uno (Doomsday for Mega-City
One), pero sin que fuera imprescindible leerse las dos revistas para poder
seguir lo que estaba sucediendo en cada una de ellas, aunque lógicamente, para
aquellos que así lo deseasen, lo cierto es que también era posible hacer una lectura conjunta de
toda la saga siguiendo un orden que se deducía de los acontecimientos que iban
teniendo lugar dentro de la propia historia. En todo caso, según cuentan tanto
Wagner como Bishop, la programación del crossover en ambas revistas acabó
suponiendo una auténtica pesadilla, y mantener la continuidad interna de la
historia a través de las dos publicaciones, resultó ser un suplicio aún mayor,
razones por las que John Wagner acabó jurando que jamás volvería a hacer un
crossover, algo que por cierto ha venido a mantener hasta el día de hoy.
Con
estos antecedentes, The Doomsday
Scenario acabaría apareciendo publicado a lo largo de los ocho meses que
transcurrieron de Abril a Noviembre de 1999, siendo sin ninguna duda el
Mega-Epic más largo y más extenso que ha llegado a aparecer en toda la historia
del Juez Dredd, comprendiendo una extensión total de 279 páginas, de las cuales 159
de ellas se correspondían con los 24
episodios que aparecieron en el 2000AD (Progs. 1141 a 1164), mientras que las 120 páginas restantes se correspondían con los 8 episodios que se publicaron en el Megazine (Megs. 3.52 a 3.59). Todo ello sin contar las historias previas
directamente relacionadas con la macrosaga que le fueron abriendo camino, ni tampoco los epílogos que siguieron a su conclusión y que se ocuparon
de poner el punto final a la historia. En este sentido, The Doomsday Scenario acabó mostrando una estructura interna
bastante parecida a la que John Wagner ya había utilizado anteriormente en Necrópolis (Progs. 674-699), donde la saga principal también había venido
precedida por una serie de historias encargadas de establecer una trama que
luego desembocaba en lo que era la macrosaga, e igualmente, tal y como también
había sucedido en Necrópolis, su
conclusión iba a ser seguida por varios epílogos que actuaban como cierre de
aquellas cuestiones que habían quedado pendientes al final de la historia. Lo
más flojo de este Mega-Epic fue sin duda su apartado artístico. En este
sentido, la macrosaga llegó a contar hasta con nueve dibujantes diferentes,
echándose de menos una cierta unidad gráfica o cuanto menos un dibujante que
asumiese la dirección artística de la saga, aunque también es verdad que esa
elevada cantidad de artistas acababa resultando inevitable dado el número de
páginas y de episodios que conllevaba esta nueva historia de Dredd. En todo
caso, si atendemos al número de páginas realizadas por cada dibujante, los tres
artistas que más páginas firmaron en este crossover fueron Andrew Currie (60),
Cam Kennedy (42) y Colin Wilson (42), si bien éste último también se hizo cargo
de los tres epílogos que tuvo la macrosaga, con lo que su participación al
final acababa superando las 60 páginas.
A
la hora de plantearse la lectura de The
Doomsday Scenario, básicamente existen dos
maneras de abordar la misma. La más habitual consiste en leerse por separado
los dos grandes bloques argumentales de la historia tal y como luego han acabado
siendo recopilados, o lo que es lo mismo, los episodios del 2000AD por un lado
(Return of the Assassin, The Trial, Trial of Strenght, War
Games y Endgame), y los del
Judge Dredd Megazine por otro (The Narcos
Connection y Doomsday). Por el
contrario, la menos habitual consiste en cruzar la lectura de los episodios que
aparecieron en el 2000AD con los del Megazine de acuerdo con el orden en que se
iban produciendo los acontecimientos dentro de la narración. En este sentido,
tanto Wagner como Bishop eran perfectos conocedores de que lo más normal entre
los seguidores de Dredd era que la gran mayoría de ellos siguiese habitualmente
tanto el 2000AD como el Megazine, por lo que al final, independientemente de lo
que se anunciase editorialmente, también era posible seguir de esta forma la
historia que se contaba a través de este megacrossover.

Personalmente, suelo utilizar esta última, que es la que podéis seguir a continuación al
leer la sinopsis argumental del crossover, pero en cualquier caso, ninguna de
estas dos formas de abordar la lectura de este Mega-Epic de Dredd puede decirse
que sea totalmente perfecta. Las dos presentan inconvenientes debido a la
dificultad de abarcar la continuidad de la historia en los términos editoriales
en que se acabó planteando este crossover. Así, leyendo de manera separada los
episodios del 2000AD y los del Megazine, la sensación acababa resultando
bastante incompleta, existiendo situaciones que quedaban algo confusas si
no se estaba al tanto de lo que estaba sucediendo al mismo tiempo en la otra
revista, como ocurría por ejemplo con la repentina desaparición de Dredd de
Mega-City en la trama que se estaba desarrollando dentro del Megazine, una
desaparición que quedaba sin explicación si no te estabas leyendo al mismo
tiempo el 2000AD para enterarte de lo que había sucedido. Por otra parte,
haciendo una lectura cruzada de los episodios del 2000AD con los del Megazine también
había situaciones que se acababan viendo dos veces, como por ejemplo sucedía
con el final de Nero Narcos, que se veía tanto en el Megazine como en el
2000AD, si bien en el primero apenas contaba con una página de extensión,
mientras que en el segundo prácticamente comprendía la totalidad del episodio final
de la saga.
Desde
el punto de vista argumental, el crossover aparecía ambientado en el año 2121 y
tenía como principal antecedente la Guerra Robot desencadenada en el
año 2099 por el robot Call-Me-Kenneth (Progs.
10-17). La diferencia entre ambos acontecimientos radicaba en que esta vez
no había ningún robot con ganas de ganarse su libertad detrás del conflicto,
sino que quién se hallaba detrás de este nuevo alzamiento contra los Jueces era
un humano (o más bien lo que quedaba de él): Nero Narcos, el líder de los
Frendz, la organización criminal más poderosa y letal de la megaciudad del
futuro. Por otra parte, tal y como ya hemos visto en otras entradas, el
crossover no partía argumentalmente de cero, sino que John Wagner había ido
conduciendo a los personajes hacia la situación de la que ahora partía la
historia, que comenzaba con varios subargumentos en marcha, aunque el
foco se centrase principalmente en lo que iba a suceder a continuación de la
dimisión de la Juez DeMarco y en los movimientos en la sombra que estaba
llevando a cabo Nero Narcos, uno de cuyos puntos básicos, tal y como se había
visto en Worst of Frendz (Meg. 3.46) era la eliminación del Juez
Dredd.
Con
estos antecedentes, el crossover daba comienzo en las páginas del Judge Dredd
Megazine, en el primer episodio (Meg.
3.52) de los cuatro que comprendía La
Conexión Narcos (The Narcos
Connection), una historia de 60 páginas dibujada por el británico Andrew
Currie que era la que abría la macrosaga y que contaba a su vez con Steve
Tappin y Stephen Baskerville en las labores de entintado. Conocido
fundamentalmente por sus posteriores trabajos como entintador de Bryan Hitch en
títulos como los 4F, los Ultimates o Hawkman, Currie daba en estos años sus
primeros pasos como profesional, y la verdad es que no lo hacía mal, por mucho
que con el paso del tiempo se acabase decantando por entintar los lápices de
otros.
Apareciendo
de manera mensual de Abril a Julio de 1999, La Conexión Narcos se centraba en la que claramente era la
principal protagonista de este primer capítulo de la saga que se presentaba en
el Megazine, la ex Juez Galen DeMarco. Tras lo sucedido en La Danza del Escorpión (Progs.
1125-1132), DeMarco estaba tratando de ajustarse a su nueva vida fuera del Departamento
de Justicia cuando recibía la visita de Dredd en su apartamento. Ésta era la
primera vez que ambos se veían desde su dimisión, de manera que también era la
primera ocasión que tenía Dredd para hacerla saber que todo lo sucedido había
sido orquestado por Edgar y que ella había sido utilizada por la directora de
la PSU como un instrumento de venganza contra él.
Sintiéndose
de algún modo responsable por lo sucedido, Dredd le ofrecía la posibilidad de
trabajar como Investigadora Privada junto a un antiguo compañero suyo, el ex
Juez Lon Tirps, quien también había tenido que abandonar el Departamento a
causa de una relación no judicial. Tirps había preferido dejar de lado su placa
antes que renunciar a la mujer que ahora era su esposa, montando una Agencia de
Detectives con la que actuaba legalmente en Mega-City. Ahora el ex Juez se
encontraba hospitalizado a causa de un accidente y precisaba de ayuda para
llevar la agencia. Entendiendo Dredd que la tarea de Detective era un trabajo
para el que DeMarco estaba más que cualificada, decidía firmarle un permiso que
la autorizaba a llevar armas de fuego y le entregaba un arma registrada por si
decidía aceptar su oferta y ayudar a Tirps.
En
este primer capítulo de La Conexión
Narcos, Wagner se preocupaba de mostrarnos lo mucho que le estaba costando
a DeMarco adaptarse a su nuevo status como civil y moverse por las calles de
Mega-City sin la autoridad que antes la confería su placa. Sobrepasada por su
nueva situación, DeMarco acababa dejándose caer por un bar y bebía hasta
emborracharse. El problema era que lo hacía en el momento en que una Juez
entraba en el local y comenzaba a interrogar de manera excesivamente violenta a
uno de los presentes. Sin saber que se trataba en realidad de un montaje para
proteger a un informante del Departamento de Justicia, DeMarco decidía
intervenir y acababa siendo arrestada por obstrucción a la justicia.
Afortunadamente, la Juez con la que había tenido el incidente la reconocía y
llamaba a Dredd para que manejase la situación.
Tras
solucionarse el incidente con una amonestación, Dredd se hacía cargo de ella y
la llevaba a su casa para que durmiese la borrachera y no se metiese en más
líos (de nuevo, algo bastante inusual en Dredd). A la mañana siguiente, una
avergonzada Galen DeMarco se presentaba en el Hospital en que se encontraba el
ex Juez Tirps y aceptaba hacerse
cargo de su agencia mientras se recuperaba de sus heridas, siendo así como
DeMarco regresaba junto a la esposa de Tirps a la agencia para entrevistarse
con una posible cliente que les estaba esperando allí, sin saber que esa
entrevista iba a ser la conexión que metiese de lleno a DeMarco en todo lo que
estaban a punto de llevar a cabo los Frendz.
A
efectos de todo lo que iba a tener lugar a continuación, es necesario destacar
que en este primer episodio de La
Conexión Narcos era donde se hacía referencia por primera vez a que el
gobierno en el exilio de la antigua Mega-Este Uno estaba ofreciendo una
cuantiosa recompensa de diez millones de créditos por la cabeza del Juez Dredd,
acusándole del genocidio cometido sobre su ciudad a la conclusión de La Guerra del Apocalipsis. Todos los
noticiarios de Mega-City estaban haciéndose eco de la noticia, al tiempo que
planteaban la incógnita de saber de dónde habían sacado los Soviets semejante
cantidad de dinero. Por otra parte, también era aquí donde Wagner nos revelaba
que DeMarco tenía 27 años durante el transcurso de esta historia, circunstancia
que nos serviría para ir estableciendo su edad a partir de este momento al
transcurrir los cómics del Juez Dredd en tiempo real.
A
continuación, con el veterano Cam Kennedy haciéndose cargo del apartado
artístico, entraban en juego los cuatro primeros episodios (Progs. 1141-1144) de los siete con los
que contaba El Regreso del Asesino (Return of the Assassin), la saga con la
que a su vez comenzaba el crossover en las páginas del 2000AD. Aparecida de
Abril a Junio de 1999, lo primero que habría que destacar es que si el inicio
de la saga en el Megazine había tenido a la ex Juez Galen DeMarco como principal
protagonista, aquí ese papel lo iba a asumir el antiguo Juez de Mega-Este Uno
conocido como Orlok el Asesino, responsable de desatar el agente Blockmania sobre Mega-City Uno durante
los prolegómenos de La Guerra del
Apocalipsis (Progs. 236-270), y
posiblemente el otro gran archienemigo de Dredd después del Juez Muerte y el
resto de Jueces Oscuros.
Tras
su liberación de los Isocubos durante La
Hora del Lobo (Progs. 520-531) y
el posterior ataque terrorista contra la ciudad que había llevado a cabo en Triada (Progs. 635-644), ambas historias pertenecientes a la serie de la
Juez Anderson, Orlok se había vuelto a encontrar con la Juez Psíquica en Marte
en El Fin de la Infancia (Megs. 2.27-2.34), una historia en la
que ambos habían tenido que unir fuerzas para enfrentarse a los Annunaki e
impedir la extinción de toda la especie humana. En los momentos finales de
aquella historia, las mentes de Anderson y de Orlok se habían llegado a
fusionar en una sola, conociéndose el uno al otro como nadie jamás les había
llegado a conocer a cada uno de ellos. Su experiencia se había fortalecido
todavía más en Postales desde el Filo
(Megs. 2.50-2.60), separándose tras
esta historia en términos de una cierta amistad a pesar de seguir
reconociéndose mutuamente como enemigos. Ahora, esa incipiente amistad iba a
ser puesta a prueba durante esta nueva saga en la que sus caminos se volvían a
cruzar, aunque esta vez con Joe Dredd situado en medio de los dos. En
este inicio de la macrosaga en las páginas del 2000AD, la acción comenzaba en
un pequeño planeta fronterizo alejado del sistema solar, con Orlok ayudando a
unos pequeños granjeros alienígenas a trabajar sus tierras, algo que daba
muestra de lo mucho que había cambiado tras la experiencia vivida en Marte. La
llegada a la granja de unos cazarrecompensas junto con los fugitivos que
habían capturado, alteraba la rutina diaria de Orlok y sus amigos, siendo a
través de ellos por los que Orlok se enteraba de la recompensa de diez millones
de créditos que el exiliado gobierno de Mega-Este Uno estaba ofreciendo por la
cabeza de Dredd.
Cuando
los cazarrecompensas descubrían la identidad de Orlok y comprobaban que también
se ofrecía una importante recompensa por su cabeza, hacían lo posible por
ganársela, pero el antiguo Juez Soviet los eliminaba con las
manos desnudas y se hacía cargo de los presos que llevaban bajo su custodia con
la idea de obtener por ellos el dinero que necesitaba para poder viajar a la
Tierra e ir a por Dredd. Sus motivaciones no tenían nada que ver con el dinero,
sino con el odio que sentía y con la necesidad de ser él quien llevase a Dredd
ante la justicia para que pagase de una vez por todas por el genocidio cometido
al lanzar el ataque termonuclear que había puesto fin a la Guerra del Apocalipsis.
Mientras
esto sucedía, en Mega-City Uno las noticias sobre la recompensa que se ofrecía
por Dredd recorrían todos los medios de comunicación, atrayendo sobre él a una buena parte de los peores delincuentes de la ciudad. Era en este punto de la
historia donde la trama que se estaba contando en el Megazine tenía un primer
reflejo en las páginas del 2000AD, al llamarse a Dredd para que se hiciese
cargo de la bebida DeMarco, viéndose aquí también repetida la escena que tenía
lugar en el Megazine en la que Dredd recogía a DeMarco y la acompañaba hasta su
casa. En todo caso, a los efectos de lo que se estaba contando en el 2000AD, la
acción se trasladaba a continuación al espaciopuerto de Mega-City, donde un
disfrazado e irreconocible Orlok llegaba a la ciudad en una nave comercial
procedente del planeta Hestia y pasaba todos los controles de aduanas gracias a
la documentación falsa que había conseguido.
Su
llegada a la megaciudad era detectada psíquicamente por la Juez Anderson, que
era perfectamente consciente del motivo que impulsaba el regreso de Orlok.
Mientras la Juez Psíquica concertaba telepáticamente un encuentro con él para
intentar convencerle de que se marchase de la ciudad y no tener que verse
obligada a acabar con su vida, otro psíquico de la Psi División detectaba
también su presencia en Mega-City Uno y daba la voz de alarma, al tiempo que
desde el Departamento se intentaba localizar tanto a Anderson como a Dredd para
informarles de la aparición de Orlok, aunque sin saber que la Juez psíquica ya era
consciente de que estaba allí y de que se dirigía a un encuentro con él para intentar
solucionar el asunto de la manera más pacífica posible.
Aunque
Orlok era incapaz de causar daño a Anderson, el asesino no había cambiado tanto
como pensaba la telépata y su intención de hacer pagar a Dredd por el genocidio
cometido no admitía negociación alguna. A pesar de acudir a la reunión
completamente desarmado y de que Anderson no dejaba de apuntarle en ningún
momento con su arma, Orlok la tendía una trampa y conseguía capturarla.
Simulando ser un ciudadano que estaba siendo asaltado por una delincuente
disfrazada de Juez (lo que en la terminología de Mega-City se conoce como Jimp:
Juez Impostor), un Juez que estaba de patrulla se personaba en el lugar y
obligaba a la telépata a soltar su arma y a dejar de apuntar a Orlok, lo que
éste aprovechaba para acabar con el recién llegado y dejar inconsciente a
Anderson, a quien secuestraba para impedir que se entrometiese en lo que tenía
pensado llevar a cabo.
Al no responder Anderson a ninguna de las llamadas que
se le estaban haciendo para localizarla, era el propio Dredd quien se ponía al
frente del grupo que emprendía la búsqueda de la Juez Psi. Tras encontrar su
Lawmaster abandonada junto al cadáver del Juez asesinado por Orlok, Dredd no
tenía ninguna duda de que el terrorista había regresado a la ciudad y tenía a
Anderson en su poder.
Retomando
la antigua trama de los agentes durmientes de Mega-Este Uno que había sido
vista en La Hora del Lobo (Progs. 520-531), Orlok decidía activar
a uno de esos durmientes que aún no había sido detectado: el Dr. Noel
Christmas, un afamado psiquiatra que colaboraba habitualmente con los medios de
comunicación, pero que en realidad era un antiguo espía que los Soviets habían
conseguido infiltrar en la megaciudad veinte años atrás. A pesar de que
Christmas había reconstruido su vida y de que ahora era un ciudadano felizmente
casado y con una acomodada posición social, no le quedaba más remedio que
colaborar con Orlok para evitar que su pasado saliera a la luz, siendo así como
la drogada Anderson acaba escondida en el domicilio de Christmas mientras el
antiguo Juez Soviet continuaba con sus planes para que Dredd pagase por los
crímenes de los que le hacía responsable.
Y
al mismo tiempo que todo esto sucedía, un telépata de bajo nivel acudía al Juez
Shenker, el Jefe de la Psi Division, avisando de que había tenido una
alarmante visión en la que miles de robots armados tomaban las calles de
Mega-City Uno en lo que claramente parecía ser una Segunda Guerra Robot.
Desgraciadamente, ningún otro psíquico de la Psi Division llegaba a ver o presentir algo parecido, por lo que aquella solitaria voz de alarma no recibía
mucha más atención, quedando relegada a un segundo plano entre el resto de
visiones psíquicas que permanecían a la espera de ser confirmadas o
desestimadas por los psíquicos de mayor nivel.
La
acción se trasladaba a continuación a las páginas del Megazine, entrando en
juego los episodios segundo y tercero de La
Conexión Narcos (Megs. 3.53 y 3.54).
En concreto, siguiendo la trama procedente del anterior episodio aparecido en la revista, la cliente que aguardaba a DeMarco en la agencia de Tirps era la
ciudadana Carlotta Leeman, quien acudía a los detectives para encontrar a su
prometido, Garfield Brosius, el responsable de los envíos y entregas de
material realizadas por Microdot Corp, la empresa tecnológica que desarrollaba
los microprocesadores que Nero Narcos estaba manipulando en secreto, tal y como se había visto en Gun Play (Prog. 1122).
Al
parecer, Brosius llevaba días desaparecido y su prometida trataba de
encontrarle, o al menos eso era lo que decía, puesto que tan pronto como
DeMarco aceptaba el caso y comenzaba a buscarle, la supuesta prometida se
reunía con cuatro individuos fuera del edificio y les informaba de que Tirps
estaba hospitalizado y que era DeMarco quien llevaba el caso. Evidentemente, la
joven no sólo no era la prometida de Brosius sino que estaba claro que ni tan
siquiera le conocía y que había contratado a los detectives por encargo de los
individuos que la esperaban afuera. Mientras dos de ellos seguían a DeMarco,
los otros dos acompañaban a la supuesta prometida a su apartamento y la
retenían en él, deduciéndose por sus comentarios que eran miembros de los
Frendz.
En
un estilo que recordaba bastante a las historias propias del cine negro (al fin
y al cabo, no hay que olvidar que esto iba de gangsters), cuando DeMarco
llegaba al apartamento del desaparecido Garfield Brosius y accedía (ilegalmente) a su
interior, comenzaba a darse cuenta de que nada encajaba en la historia que le
habían contado. En principio, ya resultaba bastante extraño que Carlotta Leeman
desconociera tantas cosas de la persona con la que decía estar prometida, pero
lo que no encajaba en absoluto era que Brosius parecía ser decididamente gay, razón
por la que resultaba bastante dudoso que estuviese prometido con ella o con
cualquier otra mujer. Tras hablar con Melba Tirps y exponerle la situación,
ambas decidían poner el asunto en conocimiento de los Jueces, siendo DeMarco
quien optaba por acudir a Dredd para descubrir lo que estaba sucediendo con el
desaparecido encargado de envíos de Microdot Corp.
Al
hallarse estancada la búsqueda de Anderson y Orlok, Dredd accedía a investigar
lo que estaba sucediendo, siendo así como las cámaras de vigilancia de la PSU
acababan localizando a Brosius en un apartado club de la ciudad. Mientras Dredd
se dirigía al apartamento de la supuesta prometida para interrogarla y
averiguar las verdaderas razones por las que buscaba a Brosius, era DeMarco
quien acudía al club, encontrándose con que Brosius huía aterrorizado al hablar
con ella y enterarse de que le estaban buscando. De manera casi simultánea,
cuando los dos gangsters que estaban siguiendo a DeMarco descubrían a Brosius,
comenzaban a dispararle y emprendían su persecución, siendo todos ellos
perseguidos a su vez por DeMarco.

Al
mismo tiempo que DeMarco perseguía a Brosius y a los individuos que querían
acabar con él, Dredd llegaba al apartamento de la joven que decía ser su
prometida y se encontraba allí con los otros dos gangsters que la retenían,
quienes emboscaban a Dredd al darse cuenta de la oportunidad que se les
presentaba de ganarse los diez millones que los soviets ofrecían como
recompensa. Tras solucionar el problema del modo habitual y dejar meridianamente
claro a los dos gangsters que ese día no iban a cobrar ninguna recompensa, la
joven confesaba a Dredd que en realidad no conocía a Brosius de nada y que
aquellos individuos habían prometido pagarle una gran cantidad de dinero por
contratar a los detectives para que le buscasen. Al comprobar que los
individuos eran miembros de los Frendz, Dredd daba la voz de alarma y partía
hacia el club al que había ido DeMarco, aunque afortunadamente para Brosius,
ésta conseguía llegar a tiempo y acababa con los otros dos gangsters cuando estaban a
punto de ejecutarle.
Más
tarde, cuando Dredd y los Jueces que le acompañaban llegaban al lugar donde
DeMarco les esperaba con Brosius, éste les explicaba que era la persona
encargada de supervisar las entregas de los MC101, los microprocesadores que
utilizaban el 60% de los droides de Mega-City. Durante los últimos meses, antes
de enviar esos microprocesadores a sus respectivos destinos, los mismos
individuos que le habían estado persiguiendo habían amenazado con matarle si no
accedía a desviarlos previamente a un almacén del Sector 41 desde el que luego
volvían a partir hacia el destino que tenían establecido inicialmente. Brosius
desconocía qué era lo que sucedía cuando los microprocesadores llegaban a ese almacén,
pero calculaba que aproximadamente más de medio millón de unidades habían sido
desviadas en las últimas semanas a ese depósito de almacenamiento.
Al
intentar calcular el número de robots que podían haber sido manipulados por los
Frendz durante los últimos meses, Dredd comenzaba a darse cuenta de la magnitud
de lo que había estado sucediendo ante las mismas narices del Departamento de
Justicia sin que nadie se hubiera percatado de nada. Decidiendo que DeMarco se
había ganado el derecho a acompañarles, Dredd y el resto de Jueces se dirigían al almacén en cuestión para registrarlo y
comprobar lo que estaba sucediendo allí, sin saber que ese registro iba a ser
la chispa que iba a prender todo lo que estaba a punto de suceder. Con el
almacén totalmente vigilado a través de cámaras, Nero Narcos se daba cuenta de
que los Jueces lo habían descubierto y estaban a punto de entrar en él, motivo
por el que decidía poner sus planes en marcha sin más dilación, toda vez que el
éxito de lo que pretendía llevar a cabo dependía de la rapidez con la que todo se
ejecutase y de lo desprevenidos que pudiera coger a los Jueces.
Y
así era cómo empezaba la segunda guerra robot. Sustituyendo la cabeza humana
que utilizaba habitualmente por una nueva e intimidadora cabeza de guerra que
él mismo se colocaba sobre los hombros de su carísimo cuerpo artificial (en
realidad, como se iba a averiguar más tarde, el cerebro de Narcos se encontraba
alojado en su blindada cavidad pectoral), Narcos activaba el plan de guerra que
había estado preparando en secreto para apoderarse de Mega-City Uno y arrebatar su
control a los Jueces, un escenario definitivo al que él mismo había bautizado como El Escenario del Juicio Final.
Sin
necesidad de más subterfugios ni tapaderas, Narcos daba la orden de lanzar tres
de sus Assassinators para que acabasen con Dredd y el resto de Jueces que
acababan de entrar en el almacén. Al percatarse los Jueces que se habían
quedado en el exterior de la llegada de los robots, lo primero que hacían era
desenfundar sus nuevas Lawgivers MK II para abatirles antes de que tomasen
tierra. Sin embargo, para su sorpresa, lo que ocurría al apretar el gatillo es
que su mecanismo de autodestrucción se activaba y las Lawgivers les estallaban
en las manos, dejándoles desarmados y lisiados ante los droides que comenzaban
a descender y a disparar contra todo lo que se movía. Al ver lo que estaba
sucediendo en el exterior con las nuevas Lawgivers, Dredd empezaba a comprender
que las intenciones de Narcos no se limitaban únicamente a tener bajo su
control a la mayoría de los robots de Mega-City, sino que también había
manipulado las nuevas MK II que acababa de adquirir el Departamento para
reemplazar a las Lawgivers que se habían venido utilizando hasta entonces.
A
efectos de continuidad, es necesario destacar varias circunstancias que se
producían en este tercer episodio (Meg.
3.54) de La Conexión Narcos. En primer lugar, era aquí y no en el
2000AD donde se reunía por primera vez el Consejo de los Cinco para analizar
las diferentes situaciones que en ese momento se estaban produciendo en la
ciudad, especialmente la respuesta que había que dar al gobierno en el exilio
de la antigua Mega-Este Uno por haber puesto una recompensa sobre la cabeza de
un Juez de Mega-City, y de paso averiguar también de dónde habían sacado los
fondos para financiar semejante recompensa. Igualmente, también es necesario
destacar que la Juez Hershey era ahora la nueva Juez Jefe Adjunta de Mega-City
Uno tras la muerte de Herriman en Morir
de Risa, lo que la convertía en la segunda al mando después del Juez Jefe
Volt, siendo ese el motivo de que fuese ella quien presidiese la reunión del
Consejo.
Era
también en esta reunión donde el Juez Shenker informaba al resto de asistentes
sobre la predicción que había sido vista en las páginas del 2000AD en la que un
psíquico de tercer nivel había tenido una visión sobre lo que parecía ser una
segunda guerra robot. Sin embargo, el propio Shenker también apuntaba que lo
mejor era poner esa visión en cuarentena hasta recibir confirmación por parte
de otros psíquicos con mejores porcentajes de acierto, algo que se iba a acabar
evidenciando como un error fatal. Por último, una tercera cuestión que puede
servir de ayuda para quienes opten por leerse por separado los episodios del
Megazine y los del 2000AD, es que la misteriosa figura que aparecía de repente
moviéndose entre las sombras y asesinando a varios Jueces en el almacén, era
Orlok. La escena quedaba bastante confusa y sin demasiada explicación si no se
estaba al tanto de lo que estaba sucediendo en las páginas del 2000AD; de
hecho, éste iba a ser el motivo de que Dredd desapareciese de la historia en el
último episodio de La Conexión Narcos.
Volviendo
por tanto a las páginas del 2000AD para entender cómo Orlok había llegado hasta
ese almacén, la historia se cruzaba en este punto con los episodios 5 y 6 de El Regreso del Asesino (Progs. 1145 y 1146). Habiendo
transcurrido varios días sin tener noticias de Anderson o de Orlok, su búsqueda
se había ralentizado en espera de que se produjese alguna novedad que volviera
a situar a los Jueces tras su pista. Durante ese tiempo, Orlok había
permanecido escondido en el apartamento en el que Christmas vivía con su
esposa, quien por otro lado era totalmente ajena a que su marido fuese un
antiguo agente durmiente de Mega-Este Uno, mientras que Anderson permanecía
inconsciente en la habitación que ocupaba Orlok gracias a las drogas
inhibitorias que constantemente le administraba Christmas para impedir que se despertase.
A
través de sus antiguos contactos en el mercado negro, Christmas le había
conseguido a Orlok todo lo que éste le había solicitado, básicamente armas y
una pequeña aeronave capaz de salir de la ciudad y cruzar el Atlántico. Ahora,
dando comienzo a la última fase de su plan, Orlok trasladaba a la inconsciente
Anderson a la nave que le había conseguido Christmas y hacía que éste
sugestionase su mente para conseguir que la Juez Psíquica les situase
telepáticamente el paradero de Dredd, quien en ese momento se encontraba con
DeMarco y el resto de Jueces a las puertas del almacén del Sector 41 en el que
estaban a punto de entrar. Tras localizar a Dredd y ordenar a Christmas que
volviese a sumir a Anderson en un profundo sueño, Orlok asesinaba al antiguo
durmiente a fin de no dejar cabos sueltos (antes había hecho lo mismo con su
esposa sin que Christmas se enterase) y partía con la inconsciente Anderson
hacia el almacén en que se encontraba su objetivo, que obviamente era Dredd.
Con
el almacén totalmente rodeado por los Jueces, la mejor manera de acercarse a Dredd
era haciéndose pasar por uno de ellos, siendo por tanto la figura de Orlok la
que se veía en sombras en el Meg. 3.54
mientras asesinaba a uno de los hombres de Dredd con la intención de apoderarse
de su uniforme y pasar inadvertido entre los demás Jueces que allí se
encontraban. Sin embargo, para sorpresa de Orlok, el caos más total y absoluto
se desataba cuando los tres Assassinators desplegados por Nero Narcos en las páginas del Megazine aterrizaban en el exterior del almacén y comenzaban a abrir fuego, al tiempo
que las Lawgivers de los Jueces empezaban a estallar cuando éstos trataban de
disparar para defenderse del ataque de los robots. Siendo evidente que un nuevo
y desconocido jugador había entrado en escena, Orlok decidía aprovechar la
oportunidad que se le presentaba y optaba por ir directamente a por Dredd antes
de que alguien que no fuera él acabase con su vida y le arrebatase su objetivo.
A
efectos argumentales, en esta parte de la historia se hacía evidente el interés
que Orlok mostraba en todo momento por Anderson, reconociéndole a Christmas que
su preocupación por la Juez Psíquica era el único punto débil del que todavía
no había podido desprenderse como consecuencia de la extraña relación que les
había unido en Marte. Por otra parte, por mucho que editorialmente se dijera
que las historias que aparecían en el 2000AD y en el Megazine podían leerse por
separado, lo cierto es que la repentina llegada de los robots al almacén que
ahora tenía lugar en las páginas del 2000AD, resultaba difícil de interpretar
si no se estaba al tanto de lo que sucedía al mismo tiempo en el Megazine, toda
vez que era allí dónde se veía cómo Nero Narcos enviaba a los Assassinators con
el objetivo de eliminar a Dredd y sus hombres.
A pesar de todo, tampoco
puede decirse que el cruzar los episodios de una y otra revista no presentase
algún que otro problema si era así cómo se abordaba la lectura de The Doomsday Scenario. Sin ir más
lejos, eso es precisamente lo que sucedía con el último episodio de La Conexión Narcos (Meg. 3.55) y el último episodio de El Regreso del Asesino (Prog. 1147), en el que el encaje
cronológico de este último sólo podía tener lugar entre medias del episodio que
tenía lugar en el Meg. 3.55.
Teniendo este pequeño inconveniente en cuenta, este último episodio de La Conexión Narcos comenzaba con la
llegada de Nero Narcos y las dos espectaculares ciudadanas que siempre le
acompañaban a todas partes a uno de los bunkers secretos que el propio Narcos
había hecho construir en diferentes zonas de la ciudad, a fin de dirigir desde
allí su asalto al poder durante las primeras fases del plan que acababa de
poner en marcha.
Era en este punto de la
historia donde Wagner revelaba cómo Narcos había conseguido llegar a la
situación en que ahora se encontraba respecto de los Jueces. A fin de cubrir
cualquier posible eventualidad que pudiera dar al traste con sus planes, Narcos
llevaba meses estudiando y analizando todos los escenarios a los que podía
enfrentarse gracias a un complejo sistema de ordenadores y simuladores tácticos
cuya finalidad era tener en cuenta todos y cada uno de los posibles elementos
que el Departamento de Justicia podía arrojar contra él en una situación de
guerra, siendo uno de esos escenarios el que mayores posibilidades de éxito
presentaba. A este escenario definitivo lo había bautizado como El Escenario del Juicio Final, el
nombre que daba título a la saga.

Tras llevar a cabo miles de
simulaciones, Narcos había ido perfilando su plan maestro, un plan brutalmente
sencillo basado en los mismos parámetros que había llevado a cabo el robot
Call-Me-Kenneth durante la Primera Guerra Robot del año 2099: un asalto extraordinariamente
rápido, inesperado y masivo sobre todos y cada uno de los enclaves básicos que
sostenían la maquinaria del Departamento de Justicia. A través de las
diferentes simulaciones que había llevado a cabo, sus ordenadores habían
llegado a pronosticar un porcentaje de éxito que en esos momentos alcanzaba el
85% en sus peores expectativas. Desgraciadamente, sus preparativos se habían
quedado cortos en unas seis semanas de tiempo al haber localizado Dredd el
almacén que estaba utilizando para alterar la programación de la mayoría de los
robots de Mega-City, pero esperaba que ese porcentaje del 85% con el que
contaba fuese más que suficiente para hacerse con el control de la ciudad y
arrebatárselo a los Jueces.

El planteamiento de Wagner en este punto era muy bueno. En cuestión de minutos, decenas de miles de robots de todo tipo
comenzaban a levantarse contra los Jueces por toda la ciudad, que se convertía
de repente en una carnicería cuando Narcos activaba la señal que hacía que las
nuevas Lawgivers estallasen en las manos de los Jueces al tratar éstos de hacer
frente a los robots, de manera que centenares de Jueces fallecían o quedaban
lisiados antes de que ni tan siquiera pudieran darse cuenta de lo que estaba
sucediendo. Al mismo tiempo, Narcos activaba miles de droides de clase
assassinator que comenzaban a aparecer y a desplegarse por toda la ciudad. Su
principal objetivo eran las diferentes Centrales de cada Sector y muy
especialmente sus armerías, a fin de que los Jueces no pudieran sustituir sus
saboteadas Lawgivers por otro tipo de armas. Sorprendidos, con su armamento
saboteado, y con la mitad de sus fuerzas heridas o lisiadas en apenas cuestión
de minutos, los Jueces se desorganizaban y comenzaban a ser presa fácil para
las hordas de robots controlados por Narcos que salían de todas partes.

Con
la ciudad convertida en una zona de guerra en apenas cuestión de minutos, no
puede decirse que las cosas marchasen mucho mejor en el almacén del Sector 41
en el que el grupo de Dredd y DeMarco se enfrentaba a los tres Assassinators
que Narcos había enviado contra ellos. Tan sólo uno de los Jueces no había
reemplazado todavía su Lawgiver por el nuevo modelo reglamentario aprobado por el Departamento de Justicia, consiguiendo
abatir con ella a uno de los robots antes de caer acribillado por los otros
dos, que de inmediato empezaban a disparar sus misiles contra la posición en la
que se habían refugiado Dredd y su grupo. La explosión de uno de los misiles
alcanzaba a DeMarco y la dejaba inconsciente, mientras Dredd y el resto de
Jueces preparaban toda la munición explosiva de la que disponían para tender
una trampa a los dos robots que quedaban. La explosión resultante conseguía
acabar con uno de ellos, pero ya no les quedaba nada más con lo que hacer
frente al último droide de guerra que Narcos había enviado al almacén.
Era
en esta parte del enfrentamiento que se contaba en el Meg. 3.55 donde debía intercalarse la lectura del Prog. 1147 con el que concluía El Regreso del Asesino, toda vez que tras
producirse la explosión en el almacén, Dredd desaparecía de las páginas del
Megazine, a las que ya no iba a regresar hasta el final de la saga. Así,
mientras Dredd pedía refuerzos y le respondían que el Juez Jefe Volt había
declarado un Código Rojo en toda la ciudad y que era imposible enviar refuerzos
ante lo que estaba sucediendo en todas partes, eran Orlok y otro de los Jueces
supervivientes los que abrían fuego con las Lawmasters contra los droides enviados por Narcos. Aunque su compañero acababa cayendo derribado por los
disparos de los robots, Orlok conseguía eliminar al último droide que quedaba
con el fusil de plasma que le había proporcionado el fallecido Dr. Christmas.
Los desarmados Jueces que componían el grupo de Dredd se volvían para agradecer
su salvación al recién llegado, cuando se daban cuenta de que éste no era
ningún compañero suyo, sino que se trataba de Orlok, que automáticamente
ordenaba a Dredd esposarse con las manos a la espalda para después asesinar a
sangre fría al resto de Jueces que habían sobrevivido al ataque de los droides
de Narcos.

Obligando
a Dredd a subir a la aeronave en la que se encontraba la inconsciente Anderson,
Orlok le informaba de que se disponían a abandonar Mega-City Uno y que ponían
rumbo al otro lado del Atlántico, dirigiéndose al Nuevo Kremlin que los
supervivientes de Mega-Este Uno habían fundado en el archipiélago artificial
conocido como el Estado Libre del Mediterráneo. Allí, ante los ojos de todo el
planeta, iba a ser juzgado por genocidio por el gobierno en el exilio de la
ciudad que el propio Dredd había vaporizado de la existencia al final de La Guerra del Apocalipsis, siendo de
esta manera como concluía El Regreso del
Asesino en las páginas del 2000AD.

Volviendo
de nuevo al Megazine, La Conexión Narcos
también llegaba a su fin en las últimas cinco páginas del Meg. 3.55. En ellas, la conmocionada DeMarco recobraba el
conocimiento tras haber sido alcanzada por la onda expansiva del misil que casi
había acabado con su vida, encontrándose con que era la única persona que quedaba viva en el almacén. Rodeada por los cadáveres de los Jueces que habían
caído enfrentándose a los droides enviados por Narcos y sin rastro de Dredd por
ninguna parte, DeMarco desconocía el tiempo que había permanecido inconsciente
y lo que había sucedido desde entonces, pero empezaba a temerse lo peor al
comprobar que no se veía a nadie en las proximidades del almacén a pesar de la
masacre que había tenido lugar en su interior, no siendo normal que los Jueces
no estuviesen en ese momento barriendo la zona a fin de intentar averiguar lo
que había sucedido allí.Cogiendo
una de las Lawmasters que había en el exterior del almacén, DeMarco empezaba a
recorrer las solitarias calles en dirección al Palacio de Justicia cuando por
fin conseguía localizar a otra persona con vida, en este caso un Juez que trataba
de huir de un robot que estaba a punto de acabar con él. Tras destruir al robot
con el armamento de la Lawmaster, DeMarco descubría que el Juez al que había
salvado la vida era ni más ni menos que Roffman, su antiguo subordinado, siendo
éste quien le informaba de que el Palacio de Justicia estaba a punto de caer en
manos de los robots de Narcos, si es que no lo había hecho ya, y de que en esos
momentos los robots estaban por toda la ciudad, asesinando a todos los Jueces
con los que se encontraban, siendo con estas palabras de Roffman con las que
concluía La Conexión Narcos y con
ello el primer acto de la macrosaga.

El
asalto de Nero Narcos a la ciudad continuaba en el primer episodio (Meg. 3.56) de los cuatro que comprendía
la siguiente saga que aparecía en el Judge Dredd Megazine y que iba a ser la
encargada de conducir al crossover hasta su conclusión en las páginas de la
revista: El Juicio Final (Doomsday), otra historia de 60 páginas
(Megs. 3.56-3.59), aparecida de
Agosto a Noviembre de 1999, cuya primera mitad estaba firmada esta vez por el
artista neozelandés Colin Wilson (el mismo que tras la salida de Giraud se
había hecho cargo de los guiones de Charlier en La Juventud de Blueberry), mientras que la segunda corría a cargo
del británico Mike Collins.
Si
el primer acto del crossover se había desarrollado íntegramente en Mega-City,
este segundo acto de la macrosaga presentaba lo que ya era un conflicto en dos
frentes y en dos tramas claramente diferenciadas. Por un lado, la trama que
afectaba a DeMarco y a la guerra que se estaba sosteniendo en la ciudad entre
Nero Narcos y el Departamento de Justicia, trama que a partir de este momento
discurría en las páginas del Megazine (Doomsday
for Mega-City One), y por otro, la situación en que se hallaban Dredd y
Anderson, prisioneros de los soviets a medio mundo de distancia, y que era la
parte de la historia que continuaba en las páginas del 2000AD (Doomsday for Dredd).
En
el Megazine, el primer episodio de la nueva saga (Meg. 3.56) comenzaba mostrando cómo los Assassinators de Nero
Narcos lanzaban su ofensiva final contra el Palacio de Justicia, que en ese
momento estaba siendo evacuado por los Jueces. Con los droides de Narcos
asesinando Jueces por toda la ciudad y tomando los edificios clave del
Departamento de Justicia, el personaje que empezaba a tener cierta relevancia
de cara a lo que iba a ser el final de la saga era la Juez Hershey. En su papel
de Juez Jefe Adjunta, era ella quien se encargaba de cubrir la retirada
mientras el Juez Jefe Volt y el resto de mandos se dirigían a un enorme bunker
subterráneo preparado para situaciones como la que se encontraban.
Volt
era incapaz de entender cómo un simple gángster había sido capaz de organizar un
golpe de semejante envergadura sin que nadie se hubiera dado cuenta de nada.
Como respuesta a su pregunta, casi todos los Jefes de las diferentes divisiones
entendían que la PSU y la Psi Division eran los principales responsables de
aquella falta de información que habían sufrido, siendo especialmente grave lo de la PSU, ya que
al menos un psíquico de tercer nivel había llegado a avisar de lo que se les
venía encima.
Sea
como fuere, los Jueces estaban perdiendo la guerra. El ataque de Narcos y la
vertiginosa rapidez con que lo estaba llevando a cabo les había cogido
totalmente por sorpresa. En apenas unas horas las fuerzas del Departamento de
Justicia habían sido diezmadas y más de un tercio de los Jueces se encontraban
lisiados o muertos al haberles estallado en las manos la que hasta ese momento
había sido su principal arma operativa: las nuevas Lawgivers Mark II. Ante el
rápido avance de los robots, los enfrentamientos habían quedado limitados a
pequeñas bolsas de resistencia en determinadas zonas de la ciudad. Narcos había
tomado además las instalaciones de la PSU, capturando a la Juez Edgar y
utilizando sus cámaras y su infraestructura para monitorizar todo lo que
sucedía en las calles, información de la que además privaba a los Jueces,
obligándoles a combatir prácticamente a ciegas.
Con
todo, su golpe maestro había sido hacerse en primer lugar con el satélite que
controlaba todo el arsenal nuclear de Mega-City Uno, advirtiendo al resto de
megaciudades del planeta que cualquier intento de acudir en su ayuda sería
respondido con un ataque nuclear directo contra quienes contraviniesen esa
advertencia. Narcos había decretado además el toque de queda en toda la ciudad,
advirtiendo a los ciudadanos que permanecieran en sus domicilios hasta nueva
orden y dejando claro que cualquier ciudadano que ocultase a un Juez sería
ejecutado con el resto de su familia. Por el contrario, aquéllos que
denunciasen a un Juez o facilitasen su captura, obtendrían una sustanciosa
recompensa.
Examinada
la situación en que se encontraba Mega-City, Wagner volvía de nuevo su atención
hacia DeMarco y Roffman. A medida que pasaban las horas, DeMarco apenas podía
mantenerse en pie a causa de la conmoción causada por la explosión en el
almacén, mientras que Roffman era de poca ayuda; de hecho, todavía se hallaba
en posesión de su Lawgiver MK I, pero no había sido capaz de efectuar ni un
solo disparo con ella. Ambos vagaban en busca de refugio cuando se encontraban
con un Juez herido, el Juez White, que había perdido una de sus manos al
estallarle su Lawgiver mientras se enfrentaba a los droides de Narcos. Tras ver
el estado en que se encontraba DeMarco y la inutilidad de Roffman, White les
conducía hasta un apartamento que utilizaban para esconderse. Al ver las
noticias en el televisor, era cuando DeMarco se enteraba de que Dredd aún
seguía con vida, aunque apresado a medio mundo de distancia y a punto de ser
juzgado por genocidio, información que nos llevaba a lo que estaba sucediendo
en las páginas del 2000AD.
En
concreto, era durante las tres primeras semanas de Junio cuando aparecía El Juicio (The Trial), una historia de 30 páginas que se dividía tan sólo en
tres episodios (Progs. 1148 a 1150)
debido a que el último de ellos tenía una extensión del triple de páginas de lo
habitual. Aparte del Juicio al que se hacía referencia, Wagner utilizaba esta
parte de la saga para profundizar en el personaje de Orlok, centrándose sobre todo en mostrar cuáles eran sus principales impulsos y motivaciones.
Por otra parte, en lo relativo al apartado gráfico, Simon Davis, artista que en
aquella época se encargaba de las historias protagonizadas por Finnigan
Sinister y Ray Dexter en el 2000AD, era quien se encargaba de continuar la saga
en el punto en que la había dejado Cam Kennedy. Conocido hoy en día por su faceta de pintor y retratista, e influenciado en estos primeros años de su carrera por artistas como Dave McKean o Bill Sienkiewicz lo que más llamaba la atención de este trabajo de Davis era que sólo se encargaba del trabajo a lápiz y tinta, dejando el color en manos de Charlie Adlard. En cualquier caso, el resultado
final no estaba nada mal, por mucho que su estilo no tuviese absolutamente nada
que ver con lo que Kennedy había hecho anteriormente en El Regreso del Asesino.

Aprovechando
el caos que se había desatado en la ciudad para salir de ella sin llamar la
atención, Orlok había cruzado el Atlántico en la pequeña aeronave que le había
conseguido el fallecido Dr. Christmas, llegando con sus prisioneros hasta el
Estado Libre del Mediterráneo. Presentado gráficamente como un reflejo
decadente y futurista de la ciudad de Venecia, el Estado Libre del Mediterráneo
no era sino una enorme ciudad flotante formada por una gran amalgama de
embarcaciones atracadas de forma permanente en medio del Mediterráneo. Sobre
ellas se habían erigido construcciones y edificaciones, estableciendo allí su
refugio todo tipo de pueblos desposeídos o de grupos disidentes que se habían
visto obligados a abandonar sus hogares a causa de los estragos causados por la
polución o las guerras globales. En su interior era donde los supervivientes de
la antigua Mega-Este Uno (es decir, aquellos que no se encontraban en la ciudad
en el momento en que había sido vaporizada de la existencia) habían erigido el
Nuevo Kremlin, en el que ahora se encontraba ubicado el gobierno en el exilio
de la ciudad. Al igual que la antigua Mega-Este Uno, la ciudad flotante estaba
regida por un Direktorado, un consejo de cinco miembros a cuyo frente se
encontraba la Direktora Natalie Kazan, nieta como su apellido indicaba del antiguo
Mariscal de Guerra de los Soviets ejecutado por Dredd al final de La Guerra del Apocalipsis.
Wagner
comenzaba esta parte de la historia poniendo en situación a los tres personajes
principales que la protagonizaban: Dredd, Orlok y Anderson. Una vez llegaban a
su destino, Orlok reanimaba a Anderson y la ponía al día de todo lo que estaba ocurriendo
en Mega-City Uno, informándola de que ahora se encontraban en el Estado Libre
del Mediterráneo. Era libre de regresar a su ciudad si así quería hacerlo,
aunque no se lo aconsejaba dado lo que estaba sucediendo en ella, siendo esas
las primeras noticias que tenía Anderson sobre la desesperada situación que se
estaba viviendo en Mega-City. No obstante, al ver la paliza de bienvenida que
le estaban propinando a Dredd los guardias del Nuevo Kremlin que les habían
recibido al aterrizar, la telépata decidía que era mejor quedarse a su lado
para ayudarle a salir con vida de allí.
Tras
ser conducidos a presencia del Direktorado, Dredd era informado por Kazan de
que su juicio tendría lugar al día siguiente e iba a ser retransmitido por
todas las televisiones del planeta a fin de que pudiera ser visto en todo el mundo.
A Anderson se le permitía permanecer en libertad para que hiciese constar que
todo se llevaba a cabo conforme a las leyes internacionales, pero advirtiéndola
de que cualquier intento de ayudar al prisionero a fugarse sería castigado con
la pena de muerte. Aunque Dredd respondía que todo aquello era una farsa y que
carecían de jurisdicción sobre él, Anderson comprendía mejor que él la
situación en que se encontraban e intentaba contemporizar, haciendo ver a los
soviets que alguien debía actuar en defensa de Dredd si no querían que todo
aquello resultase una pantomima. Admitiendo las palabras de Anderson, Kazan señalaba
al propio Orlok como abogado defensor de Dredd.
Después
de que los guardias se llevasen a los dos Jueces de Mega-City, Orlok les preguntaba a los miembros del Direktorado si ese nombramiento
como defensor de Dredd era su recompensa por traérselo para que le pudieran
juzgar por sus crímenes. La respuesta de Kazan era contundente: si habían
ofrecido diez millones de créditos por su cabeza, no era precisamente para que
les llevasen a Dredd hasta allí y les pusieran en el trance de tener que
juzgarlo. Ante semejante respuesta, Orlok les preguntaba directamente por la
procedencia del dinero de la recompensa, respondiéndole Kazan que ellos también
tenían “amigos” y que esos “amigos” eran quienes les habían prestado el dinero,
siendo así como Orlok comprendía que el dinero procedía de los Frendz (los
“Amigos”) y que era Nero Narcos quien les estaba utilizando para que pareciese
que eran los soviets, y no él, quienes estaban detrás de todo. Asqueado de que
los actuales dirigentes de su ciudad hubiesen caído tan bajo como para hacer
negocios con gentuza como Narcos, Orlok abandonaba la sala sin saber muy bien
qué hacer, siendo entonces cuando era abordado por Anderson, que le desafiaba a
que defendiese a Dredd y estuviese a la altura de las circunstancias.
Tras
comenzar el Juicio a la mañana siguiente, cuando le llegaba a Orlok el turno de
preguntar a Dredd, éste reiteraba su negativa a participar en aquella farsa. Al
negarse a responder, Orlok decidía dar por finalizada su defensa, siendo
entonces cuando Anderson denunciaba lo irregular que era todo aquello y
solicitaba ser ella misma quien defendiese a Dredd, petición que acababa siendo autorizada
por Kazan a fin de dar una cierta impresión de imparcialidad de cara a los
medios de comunicación. Anderson llamaba entonces al propio Orlok como testigo
de la defensa y le preguntaba por su propia actuación durante la Guerra del
Apocalipsis. Respondiendo con sinceridad a Anderson, Orlok reconocía que había
sido Mega-Este Uno quien había iniciado la Guerra, primero enviándole a él a
lanzar un primer ataque contra Mega-City mediante el agente contaminante
C-402, más conocido como Blockmania, y después lanzando un ataque nuclear
directo contra la propia ciudad. A preguntas de Anderson, también se veía obligado
a reconocer que si alguien hubiera desatado un ataque semejante contra
Mega-Este Uno, él habría hecho exactamente lo mismo que hizo Dredd.
La
declaración de Orlok resultaba tan clara como contundente, de manera que al
tribunal no le quedaba más remedio que retirarse a reflexionar sobre el
veredicto para poder justificarlo. La inesperada sinceridad del antiguo Juez de
Mega-Este Uno, retransmitida en directo a todo el planeta, ponía en un
verdadero compromiso a los soviets. De cara a la opinión pública, ya no era
factible ejecutar a Dredd en base a un veredicto de culpabilidad sin perder con
ello su credibilidad ante el resto del mundo. Ante el dilema al que ahora se
enfrentaban, finalmente se decidía ejecutar a Dredd de manera encubierta, es
decir, declarándole inocente, pero teniendo preparado un hombre de paja para
que acabase con él a la salida del juicio, simulando ser un ciudadano
descontento que no había encajado bien el veredicto de inocencia.
Al
enterarse del subterfugio al que se iba a recurrir para acabar con Dredd, Orlok
acusaba a Kazan de cobardía y exigía a los miembros del Direktorado que dictasen sentencia de
inmediato, ya fuera condenando a Dredd o dejándole en libertad, pero haciéndolo
en base a lo que considerasen justo y no pensando en lo que fuese mejor para su
imagen. Cansados de la actitud y de los problemas que les estaba causando
Orlok, Kazan le declaraba persona non grata y le expulsaba del Nuevo Kremlin,
pero el antiguo Juez de Mega-Este Uno les respondía considerándoles inadecuados
para el mando y exigiéndoles que pusiesen de nuevo a Dredd bajo su custodia. Al
negarse a hacerlo, Orlok ejecutaba sin contemplaciones a Kazan y a los demás
miembros del Direktorado, dirigiéndose a continuación hacia la celda de Dredd
para ajustar cuentas con él de una vez por todas. Lógicamente, al haberse
cargado a todos los miembros del Direktorado, las fuerzas del Nuevo Kremlin le
declaraban fuera de la ley y emprendían su persecución como traidor.
Mientras
tanto, con la absoluta certeza de que fuese cual fuese el veredicto, Dredd era
hombre muerto si no escapaban de allí, Anderson decidía que era el momento de
jugárselo todo a una carta e intentar la fuga. Actuando con rapidez, la
telépata tomaba el control de las mentes de los guardias que custodiaban la
celda y hacía que uno de ellos les abriese la puerta. Una vez en libertad y con
las armas de los dos guardias en su poder, Anderson insistía en hacerse con una
aeronave y escapar de allí lo antes posible, pero el problema era que Dredd no
estaba por la labor. Desconociendo lo que estaba sucediendo en Mega-City Uno,
Dredd dejaba meridianamente claro a Anderson que no se iba a marchar de allí
sin Orlok, o al menos sin juzgarle allí mismo por el asesinato de todos los
Jueces que había matado al capturarle, siendo entonces cuando sus caminos se
cruzaban con el de Orlok mientras éste se dirigía a la celda en la que se
encontraban.
En
cualquier caso, Dredd y Orlok no tenían mucho tiempo para resolver sus
diferencias debido a la lluvia de disparos con que les recibían los
perseguidores de Orlok. Ante la situación a la que se enfrentaban, Anderson les
indicaba a ambos la conveniencia de acordar una tregua hasta que lograsen salir
de allí. Mientras huían a través de los niveles inferiores de la gigantesca
embarcación sobre la que estaba construido el Nuevo Kremlin, Dredd se fijaba en
los tanques de propano que servían de combustible a la nave y disparaba contra
ellos antes de que Orlok pudiera impedírselo. La explosión resultante abría una
enorme vía de agua en el casco de la nave, viéndose tanto ellos como sus
perseguidores arrastrados al exterior por la succión del agua. Al ascender de
nuevo a la superficie, descubrían que los daños causados por la explosión eran
mucho mayores de lo que creían; de hecho, la nave se estaba yendo a pique, y
con ella, todo lo que se había construido sobre la misma, incluido el Nuevo
Kremlin.
Cegado
por la ira al ver todo lo que quedaba de su antigua ciudad destruido de nuevo
por Dredd, Orlok daba por finalizada la tregua y decidía acabar con su enemigo
de una vez por todas. Toda vez que Dredd también estaba deseando ajustar
cuentas con Orlok, el enfrentamiento entre ambos daba paso a la siguiente saga
que aparecía en las páginas del 2000AD: Trial
of Strength (Prueba de Fuerza),
una historia de 12 páginas que continuaba directamente de la anterior y que
aparecía publicada en los Progs. 1151 y
1152. Con dibujos de Neil Googe, la historia básicamente consistía en Dredd
y Orlok dándose de hostias por todo el embarcadero mientras Anderson trataba de
convencerles para que lo dejasen y se marchasen de allí cuanto antes, y
mientras el Nuevo Kremlin se hundía inexorablemente en las profundidades del
Mediterráneo.
El
enfrentamiento entre ellos terminaba cuando Dredd levantaba en vilo a Orlok y
lo estrellaba contra el suelo de madera del embarcadero, haciéndole caer al mar.
Una vez en el agua, Orlok se veía rodeado por varios de sus compatriotas que
trataban de escapar del hundimiento del Nuevo Kremlin y que le acusaban de ser
un traidor, mientras Dredd y Anderson hacían frente a los guardias que trataban
de arrestarles. Tras deshacerse del policía más cercano, Dredd entraba por fin
en razón y decidía hacer caso a Anderson. Entendiendo que no podían seguir más
tiempo en aquel lugar, Dredd secuestraba a punta de pistola a una de las
aeronaves de la prensa internacional y partían en ella hacia Brit-Cit, siendo
ese el momento en el que Anderson decidía poner al día a Dredd sobre todo lo
que estaba sucediendo en Mega-City; de hecho, tal y como estaban las cosas, la
telépata ni siquiera estaba segura de que aún tuvieran una ciudad a la que
regresar.
Por su parte, Orlok también
había conseguido desembarazarse de sus perseguidores y observaba desde el agua
como se alejaba la nave en que los dos Jueces de Mega-City partían en dirección
a Brit-Cit, siendo de este modo como concluía su participación en el crossover.
Considerado a partir de este momento como un terrorista y un traidor por sus
propios compatriotas, su siguiente aparición en la serie tendría lugar tres años
más tarde, con la aparición de la isla flotante conocida como la Ciudad del
Pecado frente a las costas de Mega-City Uno (Progs. 1289-1299) aunque esta vez Orlok no iba a salir tan bien
parado de su encuentro con Dredd como lo hacía ahora.
Volviendo de nuevo a las
páginas del Judge Dredd Megazine, la
trama relativa a lo que estaba sucediendo mientras tanto en Mega-City Uno
continuaba en los episodios segundo y tercero de Doomsday que aparecían en los números del Megazine correspondientes
a los meses de Septiembre y Octubre de 1999 (Megs. 3.57 y 3.58), el primero de ellos todavía a cargo de Colin
Wilson, mientras que el segundo ya aparecía firmado por el británico Mike
Collins.
El episodio contenido en el Meg. 3.57 daba comienzo en el apartamento
en el que se habían refugiado DeMarco, Roffman y el herido White. DeMarco aún
se hallaba bajo los efectos de la explosión que la había alcanzado el día
anterior, pero lo peor era que el muñón de la mano de White se había infectado
y éste ni siquiera era capaz de tenerse en pie a causa de la fiebre. Roffman
por su parte no hacía nada salvo estar pendiente del televisor y de las
noticias que estaban dando sobre el Juicio de Dredd y la búsqueda que los
droides de Narcos estaban llevando a cabo casa por casa para localizar a los
Jueces que se ocultaban y a los ciudadanos que les estuviesen dando refugio.
La situación empeoraba cuando
DeMarco divisaba a una veintena de robots entrando en el bloque en el que se
encontraban, viéndose obligados a huir de allí antes de que los droides les
localizasen. Al descender a los niveles inferiores para buscar un vehículo con
el que emprender la huida, eran sorprendidos por uno de los assassinators de
Narcos. Afortunadamente, DeMarco conseguía arrancar uno de los vehículos
estacionados en el parking y se llevaba por delante al droide que les
amenazaba, ante la inutilidad de Roffman, que ni siquiera sabía cómo utilizar
su arma.
Desgraciadamente, el resto de assassinators los localizaba y emprendían su persecución. Al ser Roffman
incapaz de responder a los disparos que efectuaban los robots (en realidad, no
sabía cómo quitarle el seguro a su Lawgiver y por eso no era capaz de disparar
con ella), DeMarco no tenía más remedio que aterrizar en las calles de
Mega-City para evitar que los derribasen. Una vez en tierra, Roffman emprendía
la huida mientras DeMarco trataba de seguirle llevando al herido White a
cuestas. Cuando todo parecía perdido, un escuadrón de Jueces aparecía detrás
del edificio frente al que habían aterrizado y abatía a los droides que les
tenían acorralados. Al mando de los Jueces se hallaba un antiguo compañero de
DeMarco, el Juez Guthrie, quien ya había aparecido anteriormente en historias
como El Pozo (Progs. 970-999) o Desaparecido
(Progs. 1078-1083).
Ante lo precario de la
situación, Guthrie les urgía a que salieran rápidamente de allí, dirigiéndose
todos a través de las cloacas hacia el bunker subterráneo que el Departamento
de Justicia estaba utilizando como cuartel general. Como Guthrie le informaba a
DeMarco, los Jueces se habían reagrupado allí para poder llevar a cabo una
guerra de guerrillas contra Nero Narcos, al ser éste el medio más eficaz de
enfrentarse a un enemigo capaz de reemplazar cada una de las bajas que sufría
con dos nuevos droides salidos de las interminables cadenas de producción que
Narcos tenía ocultas en algún lugar que no habían sido capaces de localizar todavía.
El tercer episodio de Doomsday (Meg. 3.58) se centraba en
presentar una panorámica general de lo que estaba sucediendo mientras tanto en
la ciudad. Así, tras dejar al grupo de DeMarco y Guthrie de camino al bunker
desde el que el Departamento de Justicia estaba dirigiendo sus operaciones,
Wagner mostraba a los lectores la situación que se estaba viviendo en Mega-City
a través de cuatro secuencias cortas protagonizadas por algunos ciudadanos y
varios personajes secundarios de la serie.
El Juez Jefe Hadrian Volt era
el protagonista de la primera de ellas, la cual tenía lugar al mismo tiempo que
llegaban las primeras noticias sobre el hundimiento del Nuevo Kremlin y la
posterior huida de Dredd y Anderson en dirección a Brit-Cit. A pesar de que
apenas duraba un par de páginas, lo cierto es que esta secuencia iba a acabar
teniendo una gran importancia a la conclusión de la saga. En ella, Volt
reflexionaba sobre su propia actuación personal en todo lo que estaba
sucediendo. Para Volt, el que semejante cataclismo hubiese ocurrido bajo su
mandato, y sin que nadie de su administración se hubiese dado cuenta de lo que
estaba sucediendo ante sus mismas narices, suponía un evidente fracaso personal
en lo que debería haber sido el punto culminante de su carrera. A la luz de lo
sucedido, sólo cabían dos caminos honorables: la Larga Marcha o la Última Bala.
Pero antes de tomar uno de ellos debía ver cómo llegaba a su conclusión la
guerra contra Nero Narcos, sea cual fuere esa conclusión.
Los anónimos ciudadanos de
Mega-City Uno eran los protagonistas de la segunda de estas secuencias que
aparecían en el Meg. 3.58. Así, mientras
algunos de esos ciudadanos contribuían a su manera a la resistencia contra
Narcos (por ejemplo, efectuando saqueos indiscriminados bajo el reivindicativo
argumento de que únicamente aceptaban órdenes de los Jueces y no de los
robots), otros, como los que formaban la Brigada de Defensa Ciudadana del
Bloque Ian Beale, daban rienda suelta a sus deseos de acción emboscando a los
Assassinators que patrullaban la ciudad. Así, por ejemplo, podíamos ver como a
sus 84 años de edad, la anciana Sra. Elsie todavía estaba en condiciones de
manejar un fusil de plasma (aunque con alguna ayuda de sus amables vecinos a la
hora de sujetar y apuntar su arma para no acabar disparándose ella misma) antes
de que todos ellos fueran barridos de la azotea en que se hallaban por uno de
los droides de Narcos que en ese momento pasaba por allí. Mucho más reprobable era la
conducta del matrimonio formado por Homer y Oola Blint, esta última conocida
también como el Ángel de la Misericordia. A iniciativa de Oola, los Blint decidían
aprovechar la escasez de alimentos para relacionarse con algunos de sus
vecinos, llevándoles un poco de sopa como gesto de buena vecindad. No obstante,
como suele ocurrir en estos casos con los asesinos en serie, lo malo venía
después de abrirles la puerta. Otros viejos conocidos, como el Obispo Desmond
Snodgrass, cabeza visible de una de las confesiones religiosas más populares de
los programas de telerrealidad de Mega-City Uno, intentaba convencer a Spot (su
perro invisible, al que sólo podías ver y oír si tenías la suficiente fe en él)
de que se sentase a su lado, algo que el animal no parecía tener muchas ganas
de hacer, si es que realmente existía, circunstancia que algunos escépticos no
dejaban de poner en duda. A su llegada al nuevo cuartel
general del Departamento de Justicia, DeMarco, Roffman y White eran trasladados
al centro médico para ser atendidos de sus heridas, siendo allí donde DeMarco
se enteraba de que el Nuevo Kremlin había acabado en el fondo del Mediterráneo
y de que Dredd se encontraba de camino a Brit-Cit. Mientras DeMarco era enviada
unas horas a una máquina de curación rápida, Volt reunía al Consejo y le
informaba de que los satélites de Brit-Cit habían localizado por fin la
procedencia de los robots que Narcos estaba desplegando sobre la ciudad: cuatro
aerotransportes situados en la Tierra Maldita, cada uno de ellos capaz de
albergar doce mil droides, cuya función era reemplazar a los que iban cayendo
en combate.
Desgraciadamente, como el Juez Jefe Volt señalaba a Hershey, los británicos no iban a ayudarles mientras todo el arsenal
nuclear de Mega-City Uno se hallase en poder de Nero Narcos, siendo por tanto
cosa suya la eliminación de esos transportes. Tras esta afirmación de Volt, las
tres últimas páginas del episodio suponían una especie de resumen de lo que
estaba sucediendo mientras tanto en las páginas del 2000AD a fin de que los
lectores del Megazine no se perdieran respecto a lo que estaba pasando al mismo
tiempo en la revista semanal, en la que Dredd y Anderson se disponían a devolver
el golpe a Narcos.
Regresando así a las páginas
del 2000AD, los Progs. 1153 a 1159
presentaban Juegos de Guerra (War Games), una historia de 43 páginas
que aparecía dividida en 7 episodios y que se publicaba de Julio a Septiembre
de 1999. La historia tenía a su favor que contenía varios de los momentos clave
en la resolución final del crossover, pero también tenía su mayor hándicap en
que esta vez eran hasta cinco artistas diferentes los que se encargaban del
apartado gráfico, por mucho que algunos de ellos fuesen nombres muy destacados.
En concreto, los 7 episodios aparecían firmados por Neil Googe (1), Mike
McMahon (2), Charlie Adlard (3), Andy Clarke y Stephen Baskerville (4 y 5) y
Colin Wilson (6 y 7).
Argumentalmente, esta parte
final de la macrosaga comenzaba en la aeronave que trasladaba a Dredd y Anderson
desde el Nuevo Kremlin hasta Brit-Cit. Durante el trayecto, la telépata se
había encargado de poner al día a Dredd sobre todo lo que estaba sucediendo en
Mega-City. Si bien las informaciones eran todavía algo confusas, parecía
evidente que Narcos se había hecho en pocos días con el control de la ciudad,
aun cuando ese control no debía ser total, puesto que de ser así, habría
exhibido a los principales dirigentes del Departamento de Justicia ante los
medios.
A su llegada a Brit-Cit, los
dos Jueces de Mega-City eran recibidos por el Juez Jefe de la megaciudad
británica en una recepción que era retransmitida por todos los medios de
comunicación. A pesar de la situación, su petición de ayuda era rechazada por
los británicos, aunque ambos eran bien recibidos y se les autorizaba a
permanecer en la ciudad sin restricciones de ningún tipo. Sin embargo, apenas
desaparecían de escena los medios de comunicación, un Juez que respondía al
nombre de Pink se identificaba ante ellos como su enlace oficial y les
informaba de que todo lo que había sucedido ante los medios era una
escenificación dirigida a Nero Narcos. En realidad, las órdenes del Juez Jefe
era prestarles toda la ayuda que necesitasen. Lo único con lo que no podían
contar era con un ataque directo contra las fuerzas de Narcos, ya que
con el arsenal nuclear de Mega-City Uno bajo su control, ellos tenían mucho más
que perder que él.
El segundo episodio de War Games era el que firmaba Mike
McMahon, quien dieciocho años después volvía a dibujar una historia del Juez
Dredd para el 2000AD, aunque también es cierto que unos años antes, e
igualmente de manera bastante excepcional, ya había realizado otra historia para
el Judge Dredd Megazine, en este caso Howler,
que había aparecido en los Megs.
2.53-2.56. Evidentemente, McMahon ya no era en esta época el dibujante que
había sido veinte años atrás, pero siempre resultaba agradable volver a ver por
la serie a una de las leyendas vivas del personaje.
Continuando el episodio anterior, el Juez Pink llevaba a Dredd y a Anderson junto a un pequeño grupo de Jueces de Mega-City que se encontraba en Brit-Cit cumpliendo funciones de apoyo en el momento de desatarse el conflicto: los Jueces Falk, Suarez, Bluet, Jovenal, Tiger y Sikh. Con ellos también se encontraba un viejo conocido de Dredd: el Juez Stark, un antiguo cadete de intercambio de Brit-Cit que unos años antes había formado parte de La Partida de Caza que DeMarco y él habían dirigido en la Tierra Maldita (Progs. 1033 a 1049). Reunidos en una sala que los británicos habían preparado al efecto, Pink les informaba de la existencia de los cuatro aerotransportes con más de doce mil assassinators cada uno que Narcos tenía estacionados en la Tierra Maldita y que eran los que le estaban proporcionando su mayor ventaja táctica frente a los Jueces, asegurándole un suministro constante y casi inagotable de robots.
Mostrándoles en las pantallas
la ubicación de los cuatro aerotransportes, Pink les enseñaba a continuación
las fotografías tomadas por los satélites. En ellas se veía al único ser humano
que habían podido descubrir junto a los transportes: un gángster muy peligroso llamado Bullet Sluggs, el único superviviente junto con el propio Narcos del
atentado en el que Sluggs había perdido media cara y en el que lo único que se
había podido salvar de Narcos había sido su cerebro. Stark era el primero en
proponer una idea válida: reprogramar todos los robots de uno de los
transportes y lanzarlos contra los que Narcos tenía desplegados en la ciudad a
fin de que se eliminasen mutuamente. El único problema era encontrar un técnico
capaz de hackear la programación de los robots y sustraerlos del control de
Narcos. Para resolverlo, Pink hacía llamar a uno de sus especialistas en
robótica, el Juez Rutherford, quien veía todo factible. Su teoría era que
Narcos probablemente estaba controlando los robots a través de algún tipo de
frecuencia a distancia. Para averiguar cuál era esa frecuencia y piratearla,
era necesario acceder al transporte principal y cambiar esa señal por otra
establecida por ellos que les permitiese acceder a los droides que Narcos tenía
en la nave y alterar su programación.
El plan resultaba aprobado
por Dredd, que de inmediato solicitaba que Rutherford fuese asignado al
comando. Esa misma noche, una nave del Departamento de Justicia de Brit-Cit
cruzaba el Atlántico en secreto y se adentraba en el interior de la Tierra
Maldita, tomando tierra a diez kilómetros de distancia del punto en que se
hallaban estacionados los transportes de Narcos, hacia los que más tarde se desplazaba
el comando utilizando dos pequeños deslizadores aéreos. Sin embargo, uno de los
assassinators desplegados por la zona localizaba su rastro de calor y comenzaba
a seguirlo.
Refugiándose en unas ruinas
próximas a su objetivo, los Jueces emboscaban al robot y acababan con él tan
pronto como tomaba tierra, pero la explosión resultante llamaba la atención del
resto de robots hacia su posición. Afortunadamente, la nave de Brit-Cit decidía
salirse de su papel de no intervención y abría fuego sobre los primeros
assassinators que llegaban a la zona, atrayendo la atención de todos los robots
hacia ella antes de desaparecer de allí a toda velocidad, de manera que el
comando lograba pasar inadvertido y el incidente acababa siendo tomado por los
hombres de Narcos como una de las típicas incursiones que solían llevar a cabo
los diferentes grupos de saqueadores que poblaban la Tierra Maldita.
Estableciendo su base en las
ruinas, ahora le tocaba a Anderson llevar a cabo la parte del plan que le
correspondía a ella y apoderarse de la mente de Bullet Sluggs, el hombre de
confianza de Narcos. Sin embargo, al proyectar su mente sobre la del gángster,
la telépata se daba cuenta de dos cosas que no habían tenido en cuenta. La
primera era que Sluggs no estaba sólo en el aerotransporte, sino que había dos
individuos más con él: el capitán de la nave y su ayudante, un tipo llamado Mosely.
La segunda era que el gángster no era nada receptivo a los intentos de Anderson
de penetrar en su mente, aunque descubría que el tal Mosely sí que lo era.
Ante esta situación, Anderson
optaba por improvisar e introducir en la mente de Mosely la idea de dar un paseo
y estirar un poco las piernas, lo que llevaba a éste a emprender una larga
caminata en dirección a las ruinas en que se encontraban los Jueces de Mega-City, aunque sin
explicarse muy bien por qué lo hacía. Además, para extrañeza de Sluggs y del
capitán de la nave, Mosely se llevaba con él varias de las tarjetas de
reconocimiento que usaban para ser identificados por los robots que custodiaban
la nave y pasar entre ellos sin que abriesen fuego. De este modo, al llegar a
las ruinas, Mosely era capturado por los Jueces e interrogado por Anderson
sobre todos los datos y circunstancias de la nave.
La idea del comando liderado
por Dredd del que también formaba parte Anderson como telépata, recordaba
muchísimo al otro comando que Dredd había dirigido veinte años atrás y que se
había encargado de poner fin a La Guerra
del Apocalipsis, si bien en esta ocasión, a diferencia de la anterior, muy
pocos de sus integrantes iban a salir con vida de la misión que tenían entre
manos. En todo caso, los Jueces conseguían pasar entre los numerosos robots que custodiaban la nave sin que
ninguno disparase contra ellos gracias a las tarjetas de reconocimiento que
había cogido Mosely. Desafortunadamente, Sluggs y el capitán del transporte se
daban cuenta de lo que estaba pasando al ver a su compañero rodeado de Jueces y
dirigiéndose hacia ellos. Ordenando a los assassinators que abriesen fuego de
inmediato, a continuación se entablaba una batalla a las puertas del transporte
en la que caían Sluggs, Mosely y la mitad del grupo de Dredd. Los
supervivientes conseguían introducirse en la nave, aunque sin poder acceder a
su puente de mando, desde donde el capitán intentaba comunicar con Narcos para
informarle de lo que estaba sucediendo.
Siguiendo las órdenes de
Dredd, la aeronave de Brit-Cit salvaba la situación bloqueando todas las
señales que emitía el aerotransporte, de manera que Narcos continuaba sin saber
lo que estaba sucediendo, aunque el problema era que los Jueces seguían sin
poder acceder al puente de mando. Introduciéndose en la mente del capitán del
transporte, Anderson le conminaba a entregar la nave si no quería que ésta
fuese destruida por las naves que supuestamente le rodeaban, solicitando de la
nave de Brit-Cit que hiciese varios disparos de advertencia contra el aerotransporte.
Al percibir los disparos y creer que las amenazas de Anderson eran ciertas, el
gángster decidía rendirse y desconectaba el ordenador central que gobernaba la
nave, siendo entonces cuando Rutherford entraba en juego y hackeaba todos sus
sistemas operativos, haciéndose con el control de la nave y de los miles de
robots que transportaba.
Con el aerotransporte y los
assassinators en su poder, Dredd le indicaba a Pink que si querían acabar con
Narcos, nunca se les iba a presentar una oportunidad mejor de hacerlo. Llegados
a ese punto, era necesario que Brit-Cit se involucrase abiertamente y acabase
con los tres aerotransportes que aún se hallaban bajo el control de Narcos,
privándole de todos los droides que tenía en reserva antes de que se diese
cuenta de lo que estaba sucediendo. Al mismo tiempo, también era necesario que
los británicos se pusiesen en contacto con Mega-City Uno para coordinar un
ataque en dos frentes contra Narcos: desde dentro de la ciudad con los Jueces
que formaban la resistencia y desde fuera con los assassinators que le habían
arrebatado a Narcos.
Aceptando los británicos
correr el riesgo, los tres aerotransportes y todos los droides que almacenaban
resultaban vaporizados de la existencia en lo que eran apenas unos pocos instantes, mientras que los
assassinators de la nave tomada por Dredd despegaban en dirección a Mega-City
para enfrentarse a los droides controlados por Narcos. Al mismo tiempo, el Juez
Jefe Volt daba la orden de abandonar el bunker y salir a las calles con todo lo
que tenían para enfrentarse a las tropas de Narcos, quedando así todo dispuesto
para lo que iba a ser la definitiva conclusión del crossover en las calles de
Mega-City Uno.
El final de la macrosaga se
desarrollaba en paralelo en el cuarto y último episodio de Doomsday (Meg. 3.59) y
en la saga con la que el 2000AD ponía también el punto final al crossover: El Final del Juego (Endgame), una historia de 30 páginas
dibujada por Charlie Adlard que aparecía durante los meses de Septiembre y
Octubre en los Progs. 1160 a 1164.
En realidad, salvo en sus
últimas páginas, que era donde se recogía la definitiva conclusión del
crossover, el episodio final del Megazine resultaba un tanto anecdótico y
redundante, puesto que básicamente lo que hacía era o bien resumir los
acontecimientos que estaban teniendo lugar al mismo tiempo en el 2000AD, o bien
referirse a situaciones de escasa relevancia que tampoco es que aportasen
mucho a la historia. Así, por ejemplo, las cinco primeras páginas del Meg. 3.59, presentaban una escena
onírica entre Dredd y DeMarco mientras ésta se hallaba en la máquina de sueño, que carecía de mayor trascendencia argumental y
que resultaba claramente simétrica con otra escena onírica de carácter similar
con la que había dado comienzo el crossover en el Meg. 3.52. Por otra parte, era también en estas primeras páginas
del Meg. 3.59 donde se veía con más
detalle cómo la aeronave de Brit-Cit que apoyaba al comando de Dredd destruía a
los otros tres aerotransportes que Nero Narcos tenía estacionados en la Tierra
Maldita, y con ellos la amenaza de los 36.000 robots que Narcos aún mantenía en
la reserva.
En todo caso, era en los tres
primeros episodios de Endgame (Progs. 1160 a 1162) donde los
acontecimientos se precipitaban hacia la definitiva conclusión de la macrosaga.
En el primero de ellos era dónde se nos mostraban por primera vez los
pensamientos de Nero Narcos sobre todo lo que estaba sucediendo. Lo que había
comenzado como un ejercicio puramente intelectual, un simple juego, se había
acabado convirtiendo en un absorbente desafío cuyo objetivo no era otro que
hacerse con el poder absoluto de la ciudad. Lo que más le mortificaba era que
ahora que prácticamente lo había conseguido, no sabía muy bien qué hacer con él;
de hecho, si tenía que ser sincero consigo mismo, aquello no le estaba
proporcionando ninguna satisfacción. Antes de la guerra que él mismo había comenzado,
su vida era bastante confortable: los Jueces a un lado y él al otro, todo
perfectamente claro y sin matices. Ahora, por el contrario, su vida se había
convertido en un dolor de cabeza constante intentando mantener el control de una
ciudad que cada vez se le iba más de las manos.
También era aquí donde se
descubría que Narcos había logrado capturar con vida a la Juez Edgar al tomar
las instalaciones de la PSU al comienzo de la saga. De hecho, intentaba convencerla para que se uniese
a sus filas, cuando le llegaban las primeras noticias sobre la repentina
aparición de miles de assassinators que estaban atravesando las defensas del Muro Oeste y abriendo fuego contra sus propios robots. Atónito por lo que estaba
escuchando, su sorpresa aumentaba cuando le comunicaban que los robots que
estaban penetrando en la ciudad no respondían a las órdenes que se les estaban
dando para que se retirasen y volviesen a los transportes. Y al mismo tiempo
que esto sucedía, también se le informaba que otros varios miles de robots más estaban
asaltando el satélite orbital que controlaba el arsenal nuclear de Mega-City.
Afortunadamente, el tiempo que Narcos dedicaba a decidirse sobre si
desencadenaba o no un holocausto nuclear se le acababa echando encima y los
Jueces conseguían recuperar el control del satélite y de su arsenal antes de
que Narcos pudiese tomar cualquier decisión al respecto.
Sin refuerzos y bajo el
ataque de los assassinators reprogramados por Dredd, las fuerzas de Narcos
comenzaban a notar por fin el enorme número de bajas que estaban sufriendo, al
tiempo que la contraofensiva de los Jueces, liderados por Hershey, que era
quien había asumido el mando de las fuerzas del Departamento de Justicia sobre
el terreno, empezaba a cambiar las tornas de manera significativa. Así, en
cuestión de minutos, los ordenadores de Narcos le informaban de que los Jueces
habían recuperado el Palacio de Justicia y estaban asaltando en ese
momento las instalaciones de la PSU, siendo ahora sus probabilidades de derrota
del 87.5% y subiendo cada vez más.
Sin apenas creerse lo que
estaba sucediendo, Narcos obtenía todas las respuestas que necesitaba cuando
las cámaras de la PSU identificaban a Dredd y a sus compañeros sobrevolando la
ciudad en los deslizadores que les habían traído desde la Tierra Maldita. A
pesar de que Narcos enviaba a varios de los droides de los que aún disponía a
acabar con ellos, Dredd y los suyos lograban evitar sus ataques y decidían ir a
por el propio Narcos para poner fin a todo aquello.
Aunque Anderson no podía
localizarle debido a la armadura que recubría su cerebro, sí lograba encontrar
a Edgar, averiguando que se hallaba prisionera de Narcos en el mismo lugar en
que se encontraba el líder de los Frendz. Al mismo tiempo, Stark les indicaba
que tenía al Juez Jefe Volt en línea, siendo así como Dredd se enteraba de que
DeMarco aún seguía con vida e informaba a Volt de que Anderson estaba cerca de
localizar el paradero de Narcos. Mientras tanto, comprendiendo que había
llegado su final, el derrotado líder de los Frendz informaba a su robosirviente
Mansell de que se disponía a salir al exterior para poner fin a su vida de una
manera acorde con lo que había estado a punto de conseguir, ordenándole al
mismo tiempo que acabase con la vida de Edgar. Lamentablemente, Mansell
demostraba ser un robot sin ninguna ética profesional y cambiaba de bando tan
pronto como Narcos se marchaba, liberando a Edgar y ofreciéndola un móvil para que comunicase su paradero y el de Narcos a los Jueces.
Mientras en el Megazine se
atendía a diferentes situaciones que estaban teniendo lugar en otros tantos
puntos de la ciudad, como por ejemplo el protagonismo que los Jueces Hershey y
Guthrie estaban teniendo en la reconquista de Mega-City, la despedida de Narcos
de sus dos amantes, o el modo en que Oola y Homer Blint eliminaban a dos de sus
vecinos con el fin de hacerles pasar por ellos y simular que se habían
suicidado, los dos últimos episodios de Endgame
(Progs. 1163 y 1164) eran los que se
encargaban de llevar la historia hacia su conclusión.
Tanto el comando de Dredd
como los refuerzos enviados por Volt convergían en el lugar en el que Nero
Narcos tenía instalada la Sala de Guerra desde la que había estado dirigiéndolo
todo. Allí encontraban a las dos amantes de Narcos y a la Juez Edgar, pero ni
rastro de Narcos. Tras intercambiarse los saludos de rigor entre Dredd y Edgar
(al ver cómo se saludaban, Anderson no podía evitar comentar que aquella era la
mayor muestra de falta de sinceridad entre dos personas que había presenciado
en su vida), uno de los Jueces les avisaba de que habían localizado a Narcos
caminando solo por las calles de Mega-City.
El encuentro final entre
Dredd y Narcos se saldaba con Narcos alardeando de lo cerca que había estado de
conseguirlo y con Dredd respondiéndole que le daba igual lo que pensase la
basura a la que detenía, sentenciándole a continuación a muerte y ordenando al
resto de Jueces que abriesen fuego contra él. Con estas palabras de Dredd, más
de una veintena de disparos de toda clase de armas de fuego convergían hacia
Nero Narcos, volatilizándole de la existencia y dejando únicamente un cráter en
el lugar en el que antes se había encontrado el cabecilla de los Frendz.
Tras la sumaria ejecución de
Narcos con la que terminaba la macrosaga en las páginas del 2000AD, su
definitiva conclusión se trasladaba ahora a las últimas páginas del Meg. 3.59. En concreto, tras hacerse
eco del final de Narcos mediante un breve resumen de lo sucedido en el Prog. 1164, las páginas finales del Meg. 3.59 mostraban a Dredd acudiendo
al bunker en el que se encontraba Volt para entrevistarse con él y tratar sobre
todo lo que había sucedido. En su camino hacia el despacho de Volt, Dredd se
encontraba con DeMarco a la entrada de la sala médica. Independientemente de lo
que hubiese sucedido entre ellos, DeMarco había demostrado su capacidad en
múltiples ocasiones, y también había sido ella quien había sacado a la luz los
planes de Narcos antes de que éste se hallase totalmente preparado para ponerlos en marcha.
Al entender que en la
situación en que se hallaban no podían prescindir de ninguno de sus Jueces, y
menos aún de los mejores, Dredd invitaba a DeMarco a reincorporarse de nuevo al
Departamento de Justicia, pero ésta decidía rechazar la oferta, entendiendo que
el celibato que se les imponía a los Jueces era algo con lo que no podía volver
a convivir. Al reiterarle Dredd que no podía haber nada entre ellos e intentar
hacerla ver que la atracción que sentía por él era una especie de fijación con
la figura paterna que él representaba para ella, DeMarco se sentía insultada y
mandaba a Dredd a tomar viento, siendo entonces cuando su conversación se veía
interrumpida por el sonido de un disparo procedente del despacho de Volt. Al
entrar en la oficina del Juez Jefe para averiguar lo que había sucedido, ambos descubrían
que Volt se había volado la cabeza de un tiro, siendo así como concluía el
crossover en las páginas del Megazine.
Con las muertes de Nero
Narcos en el 2000AD y del Juez Jefe Hadrian Volt en el Judge Dredd Megazine,
concluía el Mega-Epic más largo y más extenso que ha existido en toda la
historia editorial del Juez Dredd. En todo caso, el contundente final que
dejaba el crossover, con el suicidio del Juez Jefe en primer plano, ponía de
manifiesto una serie de consecuencias que era necesario tratar antes de volver
al día a día de la megaciudad. De acuerdo con esas necesidades argumentales, tres
iban a ser los principales epílogos con los que John Wagner acompañaría la
conclusión de The Doomsday Scenario
tanto en el 2000AD como en el Megazine, siendo el artista neozelandés Colin
Wilson quien se iba a encargar de ellos.
El primero de esos epílogos
fue El Rostro de Volt (Volt Face) un episodio corto de apenas seis
páginas que aparecía publicado a finales de Octubre en el Prog. 1167 y que transcurría apenas unos días después del suicidio
de Volt. La narración iba alternando el pasado con el presente a fin de
explicar cómo se habían ido desarrollando los acontecimientos desde que Dredd y
DeMarco habían oído el disparo del arma de Volt y se habían encontrado con el
cadáver de éste en su despacho. Pues bien, cómo averiguábamos ahora, los medios
de comunicación de Mega-City Uno se estaban haciendo eco de la muerte del Juez Volt,
si bien la versión oficial que se estaba dando de ese fallecimiento no tenía
nada que ver con lo que en realidad había sucedido.
Así descubríamos cómo Dredd
había hecho llamar a la Juez Hershey tras encontrar el cadáver de Volt, al ser
a ella a quien ahora le correspondía asumir el mando en su condición de Juez
Jefe Adjunta. A la luz de todo lo que había sucedido, Dredd le hacía ver a
Hershey que lo que en ese momento más necesitaban eran héroes, no suicidas, de
manera que lo más conveniente para todos era encubrir el suicidio de Volt y
hacerlo pasar por una muerte heroica que sirviese de inspiración a los
ciudadanos, siendo así cómo se ponía a trabajar a los mejores especialistas del
Departamento en manipulación de imágenes a fin de editar los videos de que
disponían y crear una falsa realidad en la que Volt se enfrentaba valientemente
a varios robots y caía ante ellos en medio de un heroico discurso que en
realidad había sido fabricado por los Jueces para su consumo por parte de los ciudadanos.
La historia presentaba tres
circunstancias dignas de mención. La primera de ellas era que este montaje presagiaba un
recurso argumental que John Wagner volvería a utilizar siete años más tarde en Orígenes (Progs. 1505-1535) para encubrir el suicidio del Juez Fargo, el
denominado padre del Sistema Judicial, presentando en su lugar otra muerte
heroica que en realidad nunca había existido.
La segunda era que Hershey
informaba a Dredd de que todos los demás miembros del Consejo de los Cinco la estaban
presionando para que diera un paso al frente y ocupase permanentemente el
puesto de Juez Jefe, algo que iba a ser tratado más en profundidad en el último
de los epílogos que ahora iban a aparecer en relación con esta macrosaga. Finalmente, la última
circunstancia a destacar era que DeMarco no era en absoluto partidaria de llevar a cabo semejante engaño, mostrándose decepcionada con Dredd y con el Departamento de
Justicia por encubrir lo sucedido y manipular a los ciudadanos de esa manera.
En todo caso, como Dredd le indicaba a Hershey, puede que DeMarco ya no
quisiera volver a ser Juez, pero era consciente de cómo funcionaban las cosas y
guardaría silencio sobre lo que verdaderamente había sucedido en el despacho de
Volt.
En relación con DeMarco, lo
cierto es que ésta iba a ser la última vez que John Wagner la utilizase como
personaje en cualquiera de sus historias, sin que hasta la fecha haya vuelto a aparecer en
ninguna otra historia del Juez Dredd escrita por él. Aunque Wagner no se ha
llegado a pronunciar nunca sobre este tema, se ha llegado a apuntar (y parece ser que con bastante fundamento) que originalmente Wagner tenía previsto matar a
DeMarco durante el transcurso de The
Doomsday Scenario, pero el personaje había tenido tanto éxito entre los
aficionados que fue la propia editorial quien se lo impidió, no siendo tal
circunstancia del agrado del escritor. Sea como fuere, esto no quiere decir que
DeMarco desapareciese sin más del universo en viñetas de Mega-City Uno. Muy al
contrario, a lo largo de los años siguientes, DeMarco iba a obtener su propia
serie dentro del Megazine (DeMarco P.I.),
apareciendo también de manera regular como invitada en The Simping Detective, otra serie del Megazine protagonizada en
este caso por Jack Point, un Juez de la Undercover Division asignado al Sector
13 bajo la tapadera de ser también un detective privado. En cualquier caso,
Dredd sí que iba a aparecer en ambas series y volvería a relacionarse en ellas
con DeMarco, pero nunca con John Wagner al frente del guion.
Con el trastorno por estrés
postraumático como telón de fondo argumental, el segundo epílogo a The Doomsday Scenario fue Cortocircuito (Short Circuit) una historia de 9 páginas publicada en Enero del año
2000 dentro del Megazine (Meg. 3.61)
que sin embargo nunca se ha llegado a incluir en ninguna de las recopilaciones
que ha tenido la macrosaga, posiblemente por no aumentar todavía más el número
de páginas con que ya contaba la misma. En esta ocasión el afectado era el Juez
White, quien ya había aparecido en la saga principal acompañando a DeMarco y a
Roffman cuando los tres trataban de eludir a los robots de Narcos durante la
fase más dura de la guerra (Megs. 3.56 y
3.57).
Al igual que otros cinco mil
Jueces que también habían conseguido salvar la vida tras estallarles sus
Lawgivers en las manos y enfrentarse a los robots durante las primeras horas
del conflicto, White había tenido que volver a salir a las calles de inmediato
ante la enorme cantidad de bajas sufridas y la necesidad de restablecer la
normalidad. Tras haberle sido implantada una articulación mecánica en lugar de
la mano amputada, White se encontraba patrullando las calles cuando comenzaba a sufrir alucinaciones y a ver robots donde lo único que había eran ciudadanos
normales y corrientes, abriendo fuego contra ellos en pleno ataque psicótico.
Ante la masacre que estaba causando, Dredd era el Juez que se hallaba más
próximo al lugar de los hechos, siendo él quien acudía a detenerle.
El último de esta serie de epílogos
con los que se vino a echar el cierre definitivo a la macrosaga fue El Legado de Cal (The Cal Legacy), una historia de 12 páginas que iba a aparecer
durante las dos primeras semanas del mes de Febrero del año 2000 en los Progs. 1178 y 1179. A efectos de
continuidad, destacar que iba a ser precisamente en esta historia donde la Juez
Hershey acababa siendo nombrada nueva Juez Jefe de Mega-City Uno, sucediendo en el
puesto al fallecido Hadrian Volt. Con una trayectoria al frente del
Departamento de Justicia dividida en dos mandatos, Hershey ha acabado siendo la
tercera Juez Jefe que más tiempo ha llegado a permanecer en el cargo después de
Fargo y Goodman, comprendiendo un total de 16 años en el mismo y siendo también
la Juez más joven en desempeñarlo. En concreto, Wagner indicaba en esta
historia que Hershey tenía 38 años en el momento de ser nombrada Juez
Jefe de Mega-City Uno.
Argumentalmente, El Legado de Cal venía a ser una
secuela más o menos directa de Los
Archivos de Cal (Progs. 959-963),
una historia que se había publicado cuatro años antes y que había supuesto el
origen de la enemistad entre el Juez Dredd y la Juez Edgar. Tal y como ya vimos
en su momento, la historia trataba sobre unos comprometedores archivos que el
difunto Juez Cal (Progs. 86-108)
había ido recopilando sobre varios Jueces del Departamento y que le habían sido
robados a la Juez Edgar, siendo Dredd quien los había recuperado y devuelto a
la directora de la PSU, aunque no sin antes entregar una copia de los mismos al
Juez Jefe Volt para evitar que Edgar pudiera intentar aprovecharse de su
contenido en beneficio propio. Por otra parte, El Legado de Cal también funcionaba como una continuación directa de La Danza del Escorpión (Progs. 1125-1132), resolviéndose ahora las cuestiones que habían quedado pendientes al final de aquella historia.
Sobre esta base argumental,
la historia daba comienzo apenas un par de meses después del final de la guerra
y de la muerte de Nero Narcos. Tras una breve campaña en la que prácticamente
había barrido a su único oponente, la Juez Hershey era nombrada Juez Jefe
de Mega-City Uno. Dados los fallos cometidos por la Psi Division, lo primero
que hacía era obligar a Shenker a dimitir del Consejo a fin de que pudiera
centrarse única y exclusivamente en la Psi Division, manteniendo no obstante su
posición al frente de la misma (al fin y al cabo, además de ser un psíquico, también era un personaje de Alan
Grant).
Nada más terminar la reunión,
otro de los miembros del Consejo, el Juez Niles, el Jefe del SJS, hacía un
aparte con Hershey y la informaba de la existencia de los Archivos de Cal y de que ahora se encontraban en su poder tras
habérselos entregado el difunto Volt, así como también en poder de Edgar, que
era quien poseía los archivos originales. Habiendo sido advertida por Dredd del
peligro que representaba Edgar, Hershey estaba convencida de que la directora
de la PSU los había estado utilizando para mantener su posición en el
Departamento y chantajear a cualquiera que pretendiera enfrentarse a ella.
Con la idea de depurar el
Departamento de Justicia de todo el lastre que había posibilitado que Narcos
hubiese estado a punto de acabar con ellos, Hershey se enfrentaba directamente
a Edgar, responsabilizándola de los fallos cometidos por la PSU y
destituyéndola de su puesto por no haber hecho nada para detener a todos
aquellos Jueces que aparecían en Los
Archivos de Cal, presumiblemente para así poder chantajearlos y hacer que
se plegasen a sus deseos. Edgar lo negaba todo y alegaba ante el Consejo que no
había hecho nada porque entendía que todo lo que había en esos archivos era
falso y no conducía a ninguna parte.
Sus argumentos eran buenos,
pero a pesar de todo Hershey la apartaba de sus funciones y hacía que el SJS
comenzase a detener a todos los altos cargos del departamento que aparecían en
esos archivos, al tiempo que Niles
pasaba a hacerse cargo de la PSU y el Juez Buell, junto con su mano derecha, la
Juez García, pasaban a hacerse cargo del SJS como nuevo Jefe de División y Jefa
Adjunta del mismo. Tanto Buell como García habían venido saliendo regularmente
en la serie desde su primera aparición formando parte del elenco de
protagonistas de El Pozo (Progs. 970-999).
Ambos habían sido buenos compañeros de DeMarco y se habían salvado varias veces la vida unos a otros, de manera que lo primero que hacían Buell y García era ir a ver al Juez Muncie y pasarle la
correspondiente factura por lo que había hecho con DeMarco (Progs. 1125-1132). Muncie iba a acabar
dirigiendo el tráfico en Nuke Alley, pero no antes de que García se encargase
de enseñarle algunos pequeños trucos de la lucha cuerpo a cuerpo en el
gimnasio, confesando Muncie durante el “entrenamiento” que todo lo ocurrido con
DeMarco había sido instigado por Edgar.
En todo caso, las alegaciones
de Edgar en su defensa seguían siendo convincentes. Su juicio se celebraba ante
el Consejo de los Cinco, formado además de por Hershey y Niles, por los otros
dos miembros habituales del mismo, los Jueces Ramos y McTighe, éste último como
Jefe de la Tek Division. A ellos se les unía también el Juez Dredd, que se
incorporaba temporalmente al Consejo para suplir la baja de Shenker y hacer las
veces del quinto miembro que era necesario para su funcionamiento.
Aunque los cinco tenían claro
que Edgar había utilizado los archivos para chantajear a todos los Jueces que
aparecían en ellos y fortalecer su base de poder, sus alegaciones resultaban en todo caso creíbles y no había pruebas evidentes de que hubiera efectuado ningún chantaje,
por lo que no había base suficiente para su culpabilidad, declarándosela
inocente. Sin embargo, por si alguien tenía dudas sobre cómo iba a manejar
Hershey las cosas a partir de ahora, la nueva Juez Jefe hacía uso de su
prerrogativa para efectuar traslados de personal y asignaba a Edgar a un nuevo
puesto, en este caso como alcaide en una de las colonias penales de Mega-City
situadas en la Tierra Maldita, en concreto a la Granja de Trabajo Nº 17
(situada literalmente en el culo del mundo), siendo en ella donde Edgar
terminaba la historia, y con ella, su carrera en el Departamento de Justicia.
En lo que se refiere al recibimiento
de esta macrosaga entre los aficionados, no puede decirse que The Doomsday Scenario obtuviese muy
buenas críticas durante los años que siguieron a su publicación, aunque tampoco
es que esas críticas hayan sido nunca especialmente negativas. A mi juicio, es posible que éste sea uno de los Mega-Epics más infravalorados en la historia del Juez Dredd. A
pesar de su extensión (básicamente, eran dos macrosagas en una), al final era una historia tremendamente dinámica, con muchos personajes implicados en todo
lo que sucedía, y que como siempre acaba sucediendo con todas las historias
escritas por John Wagner, resultaba además muy entretenida de leer. Suponía
también el punto y final a todos los argumentos que Wagner había venido
presentando en la serie durante los últimos años, y los dejaba todos
perfectamente cerrados, permitiéndole volver a empezar de cero una vez
concluida la macrosaga. En este sentido, quizás su mayor inconveniente haya
radicado precisamente en el hecho de tener que estar al tanto de lo que había estado
sucediendo hasta entonces a fin de poder contextualizar adecuadamente las
situaciones que luego se acababan produciendo a lo largo de la saga.
Por otra parte, la lectura
aislada de las historias del Megazine (Doomsday
for Mega-City One) por un lado, y del 2000AD (Doomsday for Dredd) por otro, es decir, de la manera en que finalmente ha acabado siendo recopilada esta saga, tampoco me parece que fuese un
experimento que saliese demasiado bien. Había situaciones en el Megazine que no
se acababan de entender muy bien sin saber lo que estaba pasando al mismo
tiempo en el 2000AD, y exactamente lo mismo sucedía a la inversa. Desde mi
punto de vista, creo que fue un error de concepto nacido de las quejas de algunos
aficionados por tener que leerse obligatoriamente las dos revistas en los otros
dos crossovers que habían aparecido hasta entonces. Supongo que por ese motivo,
siempre que me he leído esta saga he preferido alternar simultáneamente los
episodios del 2000AD y los del Megazine, pero no deja de ser verdad que éste es
un criterio puramente personal y que la saga siempre ha sido recopilada en los
dos grandes bloques argumentales que ya conocéis, aunque sinceramente creo que
su lectura es mucho más disfrutable cruzando los episodios de ambas revistas de
la manera que acabamos de ver.
A efectos recopilatorios, The Doomsday Scenario ha sido
publicada hasta en tres ocasiones diferentes en formato de novela gráfica. La
primera de ellas fue la edición en dos volúmenes (uno con los episodios del
2000AD y otro con los del Megazine) que Hamlyn publicó en el año 2001, siendo
esta edición la primera en recoger la denominación tradicional con la que las
dos sagas que conforman el crossover son más conocidas hoy en día: Doomsday for Dredd (Return of the Assassin, The Trial, Trial of Strenght, War Games
y Endgame) y Doomsday for Mega-City One (The
Narcos Connection y Doomsday).
Las portadas de ambos volúmenes de Hamlyn formaban una ilustración completa,
tal y como podéis ver a continuación. El único epílogo que se recogía en
esta edición era Volt Face (Prog. 1167), la historia en que se
fabricaba el montaje sobre la muerte de Volt, y que curiosamente aparecía
además en el volumen que recopilaba las historias del Megazine (Doomsday for Mega-City One).
La segunda recopilación,
bastante más reciente, ha aparecido también en dos volúmenes de la Mega-Collection
de Novelas Gráficas publicadas por Hachette en los años 2016 y 2017. En esta
reedición de Hachette, el volumen correspondiente a Doomsday for Mega-City One contiene las dos historias del Megazine
relativas a esta saga y varios de los prólogos a la misma (Bad Frendz, Worst of Frendz,
Gun Play, The Scorpion Dance y The
Contract), mientras que el volumen correspondiente a Doomsday for Dredd contenía todas las historias aparecidas en el
2000AD y otro de esos prólogos, Beyond the Call of Duty.
Desgraciadamente, en esta edición de Hachette no se recogía ninguno de los
epílogos a la saga. Finalmente, también en el año 2017, dentro de los Complete Case Files publicados por
Rebellion, el CCF # 30 ha sido el
que ha venido a recoger toda la saga principal en un solo volumen, recogiéndose
sus prólogos a lo largo de los cuatro volúmenes anteriores (CCF # 26-29) y sus tres epílogos en el CCF # 31.
En cualquier caso, una vez
finalizado el crossover, el cambio de siglo iba a traer importantes novedades
no sólo para el Juez Dredd, sino también para la propia editorial: Rebellion,
una de las compañías británicas más importantes en el terreno de los
videojuegos, estaba a punto de hacerse con el grupo editorial 2000AD, tras su compra a los editores daneses del grupo Egmont, que desde hacía casi una
década eran los propietarios de Fleetway. Con el viejo nombre de la editorial
pasando a ser historia, Rebellion se iba a convertir a partir del año 2000 en
el editor y único propietario del grupo 2000AD, situación empresarial que ha
llegado hasta la actualidad.
Y en lo que se refiere a los
tebeos, lo primero que nos iba a traer el cambio de siglo era un nuevo clon de
la estirpe de Fargo: el segundo Rico Dredd, creado por los genetistas del
Departamento de Justicia para el día en que se haga necesario reemplazar al
viejo Joe Dredd. Además de esta nueva incorporación a la serie, PJ Maybe, el
asesino en serie más peligroso y letal en la historia de Mega-City Uno estaba también a
punto de perder su corazón (literalmente) y de protagonizar su segunda y
espectacular fuga de los psicocubos. Y por si fuera poco, Armon Gill, un
antiguo militar perteneciente a los Cuerpos Espaciales, iba a hacer su aparición en la serie para encargarse de aquellos asuntos en los que la
nueva Juez Jefe no debía ensuciarse las manos, o al menos, eso era lo que él
creía. Si conseguimos sobrevivir hasta entonces, de todo ello será de lo que
hablemos la próxima vez que nos fuguemos de los psicocubos y nos podamos
permitir el lujo de volver a aplicar la ley a vuestras infractoras retinas.
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