sábado, 5 de septiembre de 2015

Cuatro Jueces Oscuros. El Surfista de Medianoche

A través de la novela gráfica Judge Death publicada por Titan, la saga de los Jueces Oscuros era de largo el recopilatorio más vendido de Judge Dredd en 1985. Pues bien, con el serial de Judge Anderson en mente, Steve McManus pensó hacer del regreso de los Jueces Oscuros un acontecimiento especial con el objetivo de promocionar el lanzamiento de una nueva revista de periodicidad quincenal y de nombre Judge Dredd Fortnightly, revista que iba a estar centrada únicamente en el universo de Dredd, es decir, lo mismo que unos años más tarde acabaría siendo el Judge Dredd Megazine. En aquella época, sin embargo, el proyecto se consideró aún demasiado prematuro por parte de IPC y acabó siendo aparcado.
 
En el momento en que se decidió su cancelación, John Wagner y Alan Grant tenían ya preparados los guiones de las historias que iban a aparecer en aquella nueva revista quincenal, entre ellos el de la historia que acabaría siendo denominada Cuatro Jueces Oscuros. Al cancelarse el proyecto, la historia acabó apareciendo directamente en las páginas del 2000AD. El resultado fue que la tradicional saga veraniega del 2000AD de aquel año 1985 no estuvo protagonizada por el Juez Dredd, sino por la Juez Anderson, apareciendo en solitario por primera vez bajo su propia cabecera de Anderson Psi Division y trayendo además consigo el regreso de los Jueces Oscuros a Mega-City Uno.
Como sus propios protagonistas indicaban, Four Dark Judges era claramente una secuela de Judge Death Lives, aunque con la ausencia de Dredd. O por ser más precisos, Dredd sí que aparecía en la historia, pero lo hacía de una manera puramente testimonial para que su presencia no menoscabase el protagonismo de la Juez Psíquica.

La saga se publicó durante los meses de Mayo a Julio, comprendiendo los doce episodios que aparecieron en los Progs. 416 a 427 y abarcando 62 páginas. Personalmente, no sabría contar las veces que me han preguntado si se ha llegado a publicar aquí. Teóricamente, en su momento, hubiera debido publicarla Zinco, no MC, puesto que se corresponde con la época en que la Serie Eagle aparecía en los USA. Pero Zinco cerró Judge Dredd en su nº 16, así que ni siquiera llegó a hacer una edición del 2000AD Monthly, que fue donde apareció.
Como se puede deducir a simple vista, la idea era seguir la estela gráfica marcada por Brian Bolland en Judge Death y Judge Death Lives. Con esa intención en mente, el dibujante elegido fue Brett Ewins, quien intentó darle a la historia el mismo estilo claro y detallado que había llevado a cabo Bolland, una tarea que en sí misma era prácticamente imposible, puesto que en esta ocasión se trataba de más de diez episodios, y además no eran quincenales como inicialmente estaba previsto, sino semanales. Como el propio Ewins comentó en el Megazine un poco antes de su fallecimiento, llegó un momento en que se vio sobrepasado por el detalle de los montones y montones de líneas que le requería tomar como modelo a Bolland, llegando al punto de caer casi enfermo a causa del agotamiento.
 
A pesar de todo, Brett Ewins (1-7) logró completar los siete primeros episodios de la saga. A partir del octavo fue reemplazado por Cliff Robinson (8-10 y 12), ya en aquel entonces un más que reconocible seguidor de Bolland y que hoy en día puede ser considerado como su discípulo más aventajado (exagerada lentitud incluida). Robinson llevó a cabo el resto de los episodios de la saga, excepto el penúltimo, que tuvo que correr a cargo del propio director artístico del 2000AD, Robin Smith (11), ante la imposibilidad que también supuso para el joven Robinson el poder cumplir puntualmente la cadencia semanal.
Situada a mediados del año 2107, la historia comenzaba con Anderson despertando de una pesadilla en la que aparecía el Juez Muerte advirtiéndola de su regreso. Dudando sobre si aquel sueño era algún residuo psíquico que aún persistía en su subconsciente, Anderson comenzaba su turno siendo requerida para incorporarse a la investigación de un secuestro infantil. Uno de los secuestradores había acabado muerto y las habilidades psíquicas de Anderson eran necesarias para indagar en la mente del fallecido.

El rastro conducía a los Jueces hasta los sótanos del bloque Wilson Tucker, donde los secuestradores acababan siendo eliminados y se recuperaba al pequeño. Sin embargo, durante los momentos finales del secuestro, Anderson volvía a divisar al espíritu de Muerte. Y esta vez no se trataba de ningún sueño. Decidiendo seguir a la fantasmal aparición hasta los subsótanos del bloque, el espectro se plantaba ante ella y le hacía presenciar el asesinato de un ciudadano que aseguraba haber llevado a cabo ya, desvaneciéndose a continuación ante sus ojos.
 
Reconociendo a la víctima como uno de los vid-jockeys más populares de la megaciudad, Anderson decidía investigar lo que estaba sucediendo. Tras comprobar que la estrella efectivamente acababa de morir, el examen de la telépata confirmaba la intervención del Juez Muerte en el asesinato, lo que le llevaba a utilizar sin autorización el aparato de salto interdimensional confiscado a los Jueces Oscuros cuatro años atrás y regresar a Deadworld para averiguar lo que estaba ocurriendo.
 
Todo resultaba ser una trampa. De los restos de sus cadáveres surgían los espíritus de los Jueces Oscuros y poseían a Anderson, llevándola a la cripta en la que yacían las momias de los fallecidos Jueces de Deadworld y obligándole a utilizarlas para proporcionarles una nueva forma física. Dándola por muerta, los resucitados Jueces Oscuros utilizaban a continuación sus propios dispositivos interdimensionales para regresar a Mega-City Uno con el objetivo de completar la tarea interrumpida cuatro años atrás.
Su regreso tenía lugar en el bloque Ronald Reagan. El pánico y el número de cadáveres que dejaban a su paso, alertaban a los Jueces de lo que estaba sucediendo. Intentando averiguar cómo habían vuelto a la vida, McGruder descubría que Anderson había sido grabada haciéndose con el dispositivo de salto. Todo ello al tiempo que la telépata se recobraba en Deadworld y conseguía regresar a la megaciudad. Anonadada por su torpeza y apartada por McGruder del servicio activo, Anderson era la primera en culparse de lo que estaba sucediendo al ver los reportajes de la masacre que los Jueces Oscuros estaban llevando a cabo en ese momento en el Zoom, el transporte público equivalente al Metro de Mega-City Uno.
Mientras el Juez Omar y la Psi Division intentaban predecir el lugar de la siguiente aparición de los Cuatro Jueces Oscuros, Anderson daba con una posible manera de detenerles: los dispositivos de salto que los Jueces de Mega-City Uno habían intentado reproducir en los laboratorios de la Tek División habían resultado fallidos, por lo que una buena opción era arrojárselos encima y atraparles en su campo de acción, destruyendo al mismo tiempo su mecanismo de regreso. De ese modo, los Jueces Oscuros quedarían retenidos en la dimensión a la que fueran a parar, sin posibilidad de salir de ella.
 
Su teoría iba a ser puesta a prueba de inmediato, puesto que los Cuatro Jueces Oscuros aparecían de repente en los mismísimos dormitorios de los Jueces situados en el Palacio de Justicia, donde Anderson se hallaba confinada y donde centenares de Jueces cumplían su periodo obligatorio de seis horas de sueño natural a la semana. A través del vínculo psíquico que compartía con Muerte (Prog. 151), Anderson detectaba su presencia de inmediato.
Enfrentándose a ellos en solitario, lograba contenerles el tiempo suficiente como para que los Jueces llegasen y se abalanzasen sobre ellos, obligándoles a desaparecer. Su teoría resultaba ser además correcta al conseguir atrapar al Juez Miedo en un limbo interdimensional sin posibilidad de regreso. Reconociendo el mérito de su intervención, McGruder concedía a la Juez Psíquica una nueva oportunidad. A pesar de su responsabilidad en lo que estaba sucediendo, Anderson seguía siendo la mejor opción del Departamento de Justicia para enfrentarse a los Jueces Oscuros.
Finalmente, un miembro de la Psi Division conseguía obtener una premonición sobre una hora y un lugar concretos en el que se materializarían los Jueces Oscuros. Aunque McGruder decidía poner a Dredd al mando, Anderson lograba convencerla para que la situase a ella al frente de la operación.
El enfrentamiento final entre la Juez Anderson y los Jueces Oscuros tenía lugar en los famosos hiperalmacenes Mosgrove & Thung, donde Muerte, Fuego y Mortis aparecían a la hora vaticinada. Siguiendo las instrucciones de Anderson, los disparos de los Jueces convergían sobre los aparatos de teletransportación de los tres Jueces Oscuros, utilizando a continuación el mismo método utilizado con Miedo y acabando todos ellos en el mismo limbo interdimensional en que había quedado atrapado su compañero. A modo de epílogo, Omar informaba a McGruder que el vínculo psíquico que Anderson compartía con Muerte la había hecho susceptible a su influencia, por lo que la Juez Psíquica no podía considerarse responsable de sus actos. Con ello, Anderson resultaba absuelta y regresaba de nuevo al servicio activo.
La conclusión más importante que dejaba la historia era que los Jueces Oscuros no estaban muertos como había parecido suceder en Judge Death Lives. De hecho, era más que dudoso que se les pudiera destruir de algún modo. Esta vez habían quedado atrapados en un limbo interdimensional, con lo que su eventual regreso era ya una posibilidad que los Jueces nunca podrían descartar en un futuro. Aunque entonces no lo sabían, ese futuro tendría lugar en el 2112 mediante la espectacular Necrópolis, la saga definitiva de los Jueces Oscuros en la que se presentarían Nausea y Phobia y en la que los seis espectros conseguirían hacerse con el control total y absoluto de la megaciudad.
Mientras tanto, en lo que al Juez Dredd se refiere, el que la gran saga veraniega del 2000AD de aquel año estuviese protagonizada por la Juez Anderson, no quiere decir que el viejo Joe tuviera durante esos meses un papel secundario en la revista. Muy al contrario, coincidiendo con los episodios finales de la saga de los Jueces Oscuros, los Progs. 424 a 429 presentaron desde la última semana de Junio a principios del mes de Agosto una genial historia de 43 páginas titulada Midnight Surfer, el Surfista de Medianoche, la segunda historia protagonizada por el carismático Chopper.
 
Con una más que clara inspiración en el Silver Surfer de la Marvel y con antecedentes en un humorístico anuncio que aparecía en las tiras diarias de Dredd que Wagner y Grant realizaban en aquella época para el Daily Star, los seis episodios de Midnight Surfer traían consigo el regreso del joven Marlon Shakespeare tras los tres años que había pasado encerrado en los cubos a causa de lo sucedido en Unamerican Graffiti (Progs. 206-207), presentando además en sus páginas la séptima edición del SuperSurf, la megaespectacular competición clandestina anual a nivel mundial que en ese año 2107 tocaba celebrar en Mega-City Uno.

 
En la mejor tradición de los deportes extremos que causaban furor entre los ciudadanos del siglo XXII y que acababan con muchos de sus participantes (y otros tantos de sus espectadores) haciendo cola en las salas de autopsia, el SuperSurf 7 consistía en una carrera con tablas de energía voladoras a través de la megaciudad de turno en la que ese año se citaban sus participantes en el más completo secreto. Lógicamente no era una carrera normal, sino que su recorrido, en parte preestablecido y en parte opcional, incluía picados sobre edificios, ascensiones de 90º para no chocar contra los bloques, giros imposibles a lo largo de objetivos móviles, complicados y retorcidos zigzags entre megaedificios contiguos, etc.
Como espectáculo glorificado por los espectadores a nivel mundial, tan pronto como los medios de comunicación tenían conocimiento de que el Campeonato Mundial de SuperSurf estaba teniendo lugar, se interrumpía lo que en ese momento se estuviese emitiendo y comenzaba su retransmisión y seguimiento informativo en directo, que era presenciado por millones de espectadores desde sus propios bloques o a través de las diferentes televisiones de Mega-City Uno que informaban en directo del evento.
 
El escocés Cam Kennedy era el encargado de dibujar la historia, que comenzaba con los Jueces buscando a un desconocido surfista que por las noches volaba demasiado bajo y a gran velocidad sobre los edificios de Mega-City Uno, un individuo con el rostro cubierto y que era conocido popularmente como el Surfista de Medianoche.
El desconocido infractor de la ley resultaba ser efectivamente Marlon Shakespeare, el grafitero (ilegal) al que los aficionados conocían como Chopper y que ahora prestaba servicio social en un centro de rehabilitación enseñando a otros juves a usar sus tablas de energía a fin de practicar (legalmente) el aereosurf. Buscando información sobre el surfista que surcaba los cielos nocturnos de MegaCity, Dredd se encargaba de la investigación y acababa averiguando que se trataba de Chopper y que éste se estaba entrenando para el inminente SuperSurf 7, el (ilegal) Campeonato Mundial que se estaba rumoreando que ese año iba a tener lugar en Mega-City Uno.
 
Cuando Chopper descubría las cámaras espía que los Jueces habían situado sobre él para que les condujese hasta el resto de participantes, el chaval era incapaz de rendirse sin tratar de demostrarse a sí mismo y al resto del mundo de lo que era capaz de hacer con una tabla de surf.
Eludiendo la vigilancia de los Jueces, Chopper conseguía reunirse con el resto de los participantes, entre los que se encontraban leyendas vivas del surf como Dak Goodvibes, Johnny Cuba o el vigente campeón del anterior SuperSurf 6, Yogi Yakamoto.
 
Tras ser informados del recorrido, la carrera daba comienzo esa misma noche. Mientras la voz se corría a lo largo de Mega-City Uno y los ciudadanos se agolpaban en sus ventanas para presenciarla en directo, los Jueces intentaban detenerla cuando uno de los participantes se estrellaba contra un transporte de combustible y provocaba una monumental explosión. Ante el desorden y el caos generalizado, Dredd daba la orden de detener a los participantes por cualquier medio, incluso abriendo fuego contra ellos, con lo que la carrera aumentaba en peligrosidad para mayor delirio de sus espectadores.
Muchos de los participantes acababan detenidos mientras otros perdían la vida a causa de los Jueces y las propias dificultades del recorrido. Sin embargo, en una impresionante exhibición de surf, Chopper lograba situarse en la recta final en un apasionante codo a codo con el campeón Yakamoto. La meta estaba situada al final del túnel Manfred Fox, al que había que atravesar en sentido contrario a los vehículos que en ese momento circulaban a través de él. Yakamoto chocaba contra uno de los vehículos que lo cruzaban y estaba a punto de ser arrollado cuando Chopper se desentendía del resultado de la carrera y arriesgaba su vida para recogerle y salvarle de ser atropellado.
Ante el furor de los ciudadanos de Mega-City Uno que aclamaban el gesto de su campeón, Chopper cruzaba la línea de meta con su moribundo rival en brazos. Antes de fallecer, el propio Yakamoto reconocía a Chopper como el mejor surfista que había visto en su vida.

Sin oponer resistencia, convertido en una leyenda de la megaciudad aclamada a nivel mundial, la historia concluía con el arresto de Chopper, siendo vitoreado a su paso por miles de ciudadanos mientras Dredd le conducía de nuevo a los cubos para hacer frente esta vez a una condena de diez años por los cargos acumulados en su contra, un final que resultaba tan impactante y emocionante como la propia carrera que había tenido lugar.
 
Obviamente, semejante final dejaba claro que Chopper estaba destinado a regresar más pronto o más tarde a la serie, algo que tendría lugar dos años después en otra de las mejores y más memorables sagas de Dredd, Oz, esta vez con el SuperSurf 10 en escena.

Y otra cosa que quedaba clara era que los Jueces eran unos fascistas de cojones y sus métodos resultaban más que discutibles, algo que ya era conocido, pero en lo que cada vez se empezaba a hacer mayor hincapié en la serie. O lo que es lo mismo, cada vez quedaba menos para que los demócratas empezasen a defender sus ideas al más puro estilo del siglo XXII.
 

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