El cambio de distribuidora que los nuevos propietarios daneses de Fleetway habían llevado a cabo a principios de 1993 no le había sentado nada bien ni al 2000AD ni al Judge Dredd Megazine, perdiéndose de la noche a la mañana casi veinte mil lectores según cuenta Alan McKenzie, editor del 2000AD en el momento en que ese cambio de distribuidora tuvo lugar. Y por si esto no fuera suficiente, para el Judge Dredd Megazine las cosas todavía iban a empeorar un poco más.
Coincidiendo más o menos en
el tiempo con la crisis generalizada que afectó al cómic norteamericano en la
década de los noventa, el Megazine
también se iba a ver envuelto durante la segunda mitad de 1995 en la mayor
crisis de ventas que había llegado a sufrir en los seis años de existencia que
llevaba hasta entonces, comprobándose con ello que el relanzamiento que había tenido
lugar mediante la presentación de un tercer Volumen y un nuevo Número 1 de la
revista, no había acabado siendo lo que se dice una buena idea. A pesar de las
buenas perspectivas que se tenían con el estreno cinematográfico de la película
protagonizada por Stallone, el resultado de la nueva numeración fue una pérdida
de lectores bastante considerable en relación con los que venían siguiendo el
anterior volumen del Megazine, lo que conllevó que a principios de 1996 no
hubiese más remedio que abandonar la periodicidad quincenal que acompañaba a la
revista desde el comienzo de su andadura y sustituirla por una nueva cadencia
mensual que al menos le permitiera mantenerse en el mercado.
Buscando un impulso comercial
que permitiese cambiar esa tendencia negativa en las ventas, John Tomlinson,
editor en ese momento del Megazine,
fue quien tuvo la idea de llevar a cabo una secuela de América (Megs. 1.01-1.07), la historia con la que había debutado la
revista y que más éxito y reconocimiento había obtenido hasta entonces entre
los seguidores del Juez Dredd. Como autores de la saga original, el propio
Tomlinson sería también quien se encargarse de convencer a John Wagner y Colin
MacNeil para que se hiciesen cargo del proyecto de llevar a cabo esa secuela,
siendo de este modo cómo los Megs. 3.20
a 3.25 acabaron presentando El
Desvanecimiento de la Luz (Fading of
the Light), una historia de 48 páginas de extensión que apareció en el
Megazine de Agosto de 1996 a Enero de 1997 y en la que se volvía a retomar la
trama de Bennett Beeny y América Jara seis años después del punto en el que la
había dejado la historia original. Curiosamente, John Tomlinson no sabía que
estaba a punto de ser despedido del Megazine
y de ser reemplazado por David Bishop, en ese momento editor también del 2000AD, pero lo cierto es que fue
Tomlinson quien puso en marcha todo el proceso editorial que condujo a la
aparición de esta primera secuela de América,
aunque luego acabase siendo Bishop quien se llevase el mérito de figurar en los
créditos de la historia.
Al igual que América, El Desvanecimiento de la Luz se enmarcaba argumentalmente dentro de
la trama relacionada con la Democracia que se había constituido como uno de los
temas recurrentes de la serie desde que había hecho su primera aparición de la
mano de John Wagner y Alan Grant en Carta
de un Demócrata (Prog. 460),
desarrollándose a continuación en varias historias más que habían dado lugar
también a situaciones de gran importancia dentro de la serie.
Según el contexto histórico
de ficción en el que tenían lugar las historias del Juez Dredd, la democracia
había llegado a su fin en los antiguos Estados Unidos con el auge de
las megaciudades en el año 2071, tras una vigencia que había durado casi tres siglos.
Decepcionados por el legado que había dejado la democracia (un planeta
devastado por la guerra nuclear desatada por el que había sido el último
presidente estadounidense, el delirante y absurdo Robert L. Booth), los ciudadanos
norteamericanos acabaron abrazando el nuevo orden mundial proclamado por los
Jueces en el que los principios democráticos ya no iban a tener más cabida. Sin
embargo, en los últimos tiempos, desastres igualmente devastadores como el demencial
gobierno del Juez Cal (Progs. 86-108),
o una nueva guerra atómica en el año 2104 con el antiguo bloque soviético (Progs. 245-270), habían hecho que
algunos ciudadanos volviesen a poner de nuevo sus miras en la democracia como
forma de gobierno.
En este contexto argumental,
el 13 de Marzo del año 2108, un pequeño grupo de cuatro activistas liderados
por la ciudadana Hester Hyman, iban a cambiar de la noche a la mañana la lucha
por la democracia en Mega-City Uno. Como se había visto en Carta de un Demócrata (Prog.
460), Hester y su grupo habían irrumpido armados en los Estudios del Canal
48 durante su programa de mayor audiencia, demandando una Carta Democrática
basada en una serie de principios y derechos básicos que proclamaban en
directo, aunque a punta de pistola. Lógicamente, los Jueces habían acabado
entrando por la fuerza para liberar a los rehenes y habían acabado acribillando
a los activistas, que lo que en realidad buscaban era convertirse en mártires
para su causa y llamar la atención de los ciudadanos sobre sus ideas y sobre lo
que estaba ocurriendo. Cómo iban a descubrir los Jueces a través de las
posteriores investigaciones, Hester era una ciudadana completamente normal, sin
antecedentes de ningún tipo, que sólo buscaba un futuro con esperanza para sus
hijos.
A pesar de que su argumento transcurre a lo largo de al menos tres décadas, es en este punto de la historia donde debe situarse cronológicamente América (Megs. 1.01-1.07), cuya trama argumental principal y su posterior desenlace se situaban en algún punto indeterminado entre el final de Necrópolis en el 2112 y el Referéndum que iba a tener lugar en el 2113. En todo caso, las dos siguientes historias que prácticamente parecían dar por concluido el ciclo argumental sobre la Democracia, iban a ser El Diablo que Conoces (Progs. 750-753) y El Último Resplandor del Crepúsculo (Progs. 754-756).
Sin embargo, no todos los demócratas acabaron aceptando el resultado del referéndum del 2113. Convencidos de que los resultados de la votación habían sido amañados y manipulados por parte de los Jueces, un número indeterminado de activistas por la democracia se acabaron integrando en los movimientos radicales que habían comenzado a aparecer tras lo ocurrido en la Marcha Democrática del 2109, convirtiéndose finalmente en terroristas cuyo objetivo iba a ser traer de nuevo la democracia a Mega-City Uno a cualquier precio y sin importar el coste en vidas humanas.
El grupo que
iba a demostrar ser algo más que una simple banda de delincuentes (“perps” –perpetradores–
en el argot policial utilizado por los Jueces de Mega-City) y tener una
organización mucho mejor estructurada que cualquier otro movimiento similar fue
Total War, la organización terrorista
a la que había pertenecido América Jara y cuya primera aparición había tenido
lugar en América, la saga original
de la que El Desvanecimiento de la Luz
se presentaba ahora como secuela. En este sentido, aunque John Wagner nunca se
ha llegado a pronunciar sobre cuáles fueron las ideas que pasaron por su mente a
la hora de abordar la creación de un grupo terrorista como Total War, parece
obvio que su guerra contra los Jueces guardaba bastantes paralelismos con los
difíciles momentos por los que tuvo que atravesar la sociedad británica en la
década de los noventa, cuando se vio obligada a afrontar la existencia de
diversos grupos paramilitares que actuaban en nombre del IRA y que defendían la
lucha armada y el derramamiento de sangre como medio para conseguir la
reunificación política de toda la isla de Irlanda.
Desde el punto de vista artístico, aun cuando lo que todos los seguidores de América estaban esperando de Colin MacNeil era una continuidad gráfica entre la historia original y la secuela que se había anunciado, lo cierto es que finalmente El Desvanecimiento de la Luz no acabó presentando el mismo estilo de dibujo pintado a color que MacNeil había llevado a cabo tanto en América como en el resto de trabajos que había realizado hasta ese momento. Muy al contrario, de manera bastante sorprendente e inesperada, lo que MacNeil acabó presentando a los lectores fue un trabajo mucho más convencional en el que únicamente se encargaba del dibujo a lápiz y a tinta, mientras que el coloreado posterior no tenía nada que ver con óleos, acrílicas y similares, sino que era realizado digitalmente por Alan Craddock, lo que acabó decepcionando a todos aquellos aficionados que precisamente habían encumbrado a MacNeil por el nivel artístico exhibido en la historia original y en los trabajos que le habían seguido a continuación.
Como el propio artista
escocés reconocería años más tarde en una larga entrevista publicada en las
páginas del Judge Dredd Megazine, MacNeil no estaba atravesando
en aquel entonces por un buen momento, hallándose en plena crisis creativa y
resultándole imposible superar toda la presión que en ese momento acabó
recayendo sobre él. Para hacerse una idea de lo que le sucedió, él mismo vino a
indicar en esa entrevista que América
le había llevado muchísimo tiempo de trabajo, dedicándole casi 15 horas diarias
durante los siete días de la semana hasta que por fin consiguió terminarla,
siendo ese mismo ritmo de trabajo el que de una manera u otra había acabado
trasplantando a todos los trabajos posteriores que se le habían ido encargando.
De este modo, en los casi seis años que habían transcurrido desde la
publicación de América, apenas se
había tomado una semana de vacaciones, siendo en esa situación de total
agotamiento cuando había aceptado el encargo de llevar a cabo El Desvanecimiento de la Luz, que en un
primer momento iba a ser también un trabajo totalmente pintado a color,
exactamente igual que lo había sido América.
Sin embargo, al llegar el momento de ponerse a trabajar en la secuela, MacNeil consiguió hacer la primera página de la historia, algunos paneles de lo que iban a ser las páginas segunda y tercera, e incluso llegó a terminar también la cuarta. Pero a partir de ahí se quedó totalmente bloqueado y ya no pudo continuar. Al verse incapaz de hacer frente al elaborado trabajo a color que conllevaba una historia de estas dimensiones, decidió volver a empezar de cero, pero esta vez llevando a cabo un dibujo más sencillo a lápiz y a tinta que al menos le permitiese entregar en las fechas previstas. De esta manera, el coloreado final de El Desvanecimiento de la Luz acabaría siendo obra de Alan Craddock, llevando a cabo un trabajo que por cierto no le llegó a gustar absolutamente nada a MacNeil, quien después de entregar esta historia se iba a tomar un periodo de descanso de casi tres años, regresando a principios del año 2000 con unas páginas en el 2000AD para Missionary Man en las que ya reaparecería con el que es su estilo de dibujo actual y por el que es conocido hoy día. En todo caso, a modo de curiosidad y para que os hagáis una idea de por dónde iban a ir los tiros, abajo tenéis la segunda página de El Desvanecimiento de la Luz tal y como finalmente apareció publicada, mientras que sobre estas líneas tenéis lo que iba a ser esa misma página en un primer momento. En ella se pueden ver las viñetas superiores realizadas con ese dibujo totalmente pintado a color que nunca llegó a ver la luz, así como la distribución que MacNeil tenía pensada para la parte inferior de la página, coincidente con la que finalmente acabó apareciendo, resultando en todo caso bastante apreciables las diferencias entre lo que inicialmente estaba pensado hacer y lo que al final apareció publicado.
En cuanto a la historia en
sí, ambientada a finales del año 2119, El
Desvanecimiento de la Luz se situaba argumentalmente seis años después del
sorprendente final de América en el
que el multimillonario artista Bennett Beeny había trasplantado su cerebro al
cuerpo de la fallecida terrorista América Jara, su amiga de la infancia y al
mismo tiempo el gran amor de su vida. En este sentido, la primera gran
diferencia con la historia original radicaba en que el aspecto físico de Beeny
ya no era aquel con el que nos habíamos familiarizado en la historia anterior,
sino que ahora era a América a quien veíamos en todo momento, aunque siendo
conscientes de que no se trataba de ella, sino de Beeny ocupando su cuerpo. Por
otra parte, a diferencia de la historia original que abarcaba diferentes
momentos a lo largo del tiempo, aquí toda la historia discurría de manera
lineal, comprendiendo un único lapso de tiempo en el que transcurría toda la
narración.
A efectos introductorios, la historia comenzaba poniendo al día a los lectores sobre todo lo que había ocurrido desde la conclusión de la historia original. Así, lo primero que descubríamos era que el cuerpo de América estaba rechazando el cerebro de Beeny, lo que suponía que a éste le quedaba muy poco tiempo de vida, apenas unos meses. No obstante, de cara al futuro de la serie, mucha más trascendencia tenía el averiguar que Beeny había inseminado artificialmente a América mientras ésta se encontraba en coma y antes de que trasplantasen su cerebro al cuerpo de su amiga fallecida, dando lugar el posterior embarazo al nacimiento de la pequeña Ami (diminutivo de América), una niña de apenas seis años sobre la que ahora giraba el mundo de Beeny y que de algún modo justificaba argumentalmente lo que éste había hecho para mantener con vida el cuerpo de América.
Partiendo de esta base, la
trama se iniciaba en la consulta del neurólogo al que Beeny había acudido. El
médico no podía hacer otra cosa más que informar al desafortunado artista del
escaso tiempo de vida que le quedaba. De hecho, su consejo era que acudiera a
un conocido Euthanasium de la ciudad llamado El Desvanecimiento de la Luz (de ahí el título que recibía la
historia, aunque como luego veremos, su significado era un poco más amplio)
para que pudiera poner fin a su vida de una manera bastante más serena que la
que le esperaba, cuando comenzasen a agravarse las pérdidas de control, las
convulsiones y los espasmos musculares que Beeny ya había comenzado a
experimentar como consecuencia del rechazo de su cerebro por parte del cuerpo
de América.
Con la perspectiva de una
muerte segura en el horizonte, y además en un plazo relativamente corto de
tiempo, Total War volvía a aparecer de nuevo en la vida de Bennett Beeny,
aunque esta vez asumiendo claramente su papel como villanos de la historia,
algo que no había estado tan claro en la historia original, donde ese papel
había estado compartido con los propios Jueces. En esta ocasión, era un famoso
crítico musical llamado Victor Portnoy quien se presentaba de manera imprevista
en la residencia de Beeny y le contaba que se había enterado de su situación
actual por medios que no venían al caso. Lo sorprendente era que además le revelaba
que no sólo había llegado a conocer a América, sino que había sido su amigo y
que al igual que ella también era miembro de Total War.
Portnoy despreciaba a Beeny por lo que había hecho al traicionar a América y propiciar su muerte. Sin embargo, ahora le ofrecía la oportunidad de redimirse si aceptaba la oferta que los terroristas estaban a punto de proponerle. Portnoy y sus compañeros habían arreglado las cosas para que a Beeny se le otorgase ese año uno de los prestigiosos premios Arnie (el equivalente a los Oscar en Mega-City Uno, un evidente guiño cómico a la más que conocida figura de Arnold Schwarzenegger, la gran estrella de Hollywood en el momento de publicarse esta historia), al haber sido incorporado uno de sus temas musicales a la banda sonora de una de las películas de más éxito de ese año. En todo caso, ante lo irreversible de su enfermedad, lo que los terroristas pretendían de Beeny era que éste llevase a cabo un atentado suicida durante la ceremonia de la entrega de los premios, haciendo detonar un potente explosivo en el momento de subir a recoger el suyo. Para ello apelaban a su sentimiento de culpa, señalando que ese atentado era algo que Beeny le debía a la propia América por haberla traicionado y haber causado su muerte. Sin embargo, antes de que Beeny pudiese rechazar la propuesta de Portnoy, la tensión acumulada por el diagnóstico recibido y la oferta que le acababan de hacer, hacía que sufriese un fuerte cuadro de convulsiones y se desplomase al suelo, teniendo que ser trasladado urgentemente a un hospital por el fiel Robert, el droide que hacía las veces de mayordomo.
Sin embargo, en un primer giro argumental, no eran sólo los terroristas de Total War los que tenían a Beeny en su punto de mira, sino que como se descubría a continuación, los Jueces también estaban vigilando la residencia de Beeny a causa de su vinculación con América Jara y lo sucedido seis años atrás. Así, la inesperada aparición de Victor Portnoy en el domicilio de Beeny levantaba de inmediato las sospechas del Juez Dredd, optando por poner a Beeny bajo seguimiento antes de descartar cualquier posible colaboración con grupos terroristas. La situación se complicaba cuando Beeny se despertaba confuso y desorientado en las inmediaciones del hospital al que había sido trasladado por Robert. Sin ser consciente de lo que hacía a causa de su enfermedad, Beeny se había levantado de su cama y se había marchado del hospital en plena noche, comenzando a vagar por las calles en el cuerpo de una mujer atractiva y con una bata de hospital como única vestimenta, convirtiéndose así en un blanco fácil para los tres individuos con los que se topaba y que comenzaban a violarle.
Lo lamentable era que el Juez al que Dredd había encomendado la vigilancia de Beeny pasaba de intervenir hasta que le parecía oportuno hacerlo. Aunque más tarde Dredd obligaba al Juez a entregar su placa por no haber hecho nada para impedir que se cometiera un delito ante sus mismas narices, su despreciable actitud era la gota que colmaba el vaso de la rabia y la indignación que sentía Beeny, que finalmente acababa llamando a Portnoy para aceptar su oferta.
A pesar de todo, Beeny no podía dejar de dar vueltas en su cabeza al atentado que se había comprometido a llevar a cabo. En realidad, tal y como se indicaba en el promocional que acompañaba a la historia, el dilema que John Wagner le estaba haciendo plantearse al personaje era precisamente el eje sobre el que giraba esta secuela de América, es decir, si Beeny debía intentar redimirse a los ojos de la mujer a la que había amado, y a la que había traicionado, llevando a cabo el atentado suicida que le estaba proponiendo Total War, o si por el contrario debía volver a denunciar a los terroristas a fin de salvar vidas inocentes. La cuestión se complicaba todavía más si pensaba en el futuro que le aguardaba a su hija, a la que todavía no le había dicho nada sobre el escaso tiempo que le quedaba de vida y a la que iba a dejar sola. Así, esa misma noche, acudiendo con la pequeña Ami a depositar unas flores en el lugar en que había fallecido su madre, Beeny decidía revelarle por fin su estado de salud a la niña, que como ya había observado Dredd, demostraba tener una madurez impropia para su edad.
Estas páginas con el regreso
de Beeny al escenario más simbólico de la historia original, fueron seguramente
las mejores que MacNeil llevó a cabo para esta nueva historia que constituía su
secuela. El hecho de que Beeny llevase además el cuerpo de América, le dio
margen a MacNeil para volver a situar su imagen en ese icónico escenario en el
que se había producido su muerte, aunque en el fondo la Estatua de la Libertad
ya hubiese desaparecido y aquella no fuese en realidad América Jara. Por otra
parte, el que la pequeña Ami acompañase a su padre (aunque en el cuerpo de su
madre) en aquella especie de despedida, no sólo añadía carga emocional a la
escena, sino que estaba anunciando un relevo que aún tardaríamos unos cuantos
años más en apreciar en todo su significado.
En todo caso, por mucho que
supiéramos desde el principio de la historia que Beeny estaba destinado a no salir
vivo de ella, la cuestión era cómo iba a tener lugar esa despedida final del
personaje. Así, ante la certeza de que Dredd empezaba a sospechar lo que estaba
sucediendo, y pensando sobre todo en su hija, Beeny decidía finalmente no
llevar a cabo el atentado suicida que se había comprometido a realizar,
entrando la trama en lo que iba a ser su desenlace final. Estaba a punto de
ponerlo todo en conocimiento de los Jueces cuando Portnoy le dejaba claro que
ya no había marcha atrás: miembros de la organización habían secuestrado a su
hija a la salida del colegio y estaban dispuestos a matarla si Beeny no llevaba
a cabo el atentado tal y como estaba previsto. Por el contrario, si lo hacía,
la niña viviría y ellos se encargarían de que nunca estuviese sola y de que
fuese convenientemente educada para que algún día pudiese tomar el relevo de su
madre en la guerra sin cuartel que ésta había sostenido contra los Jueces,
promesa que hacía que Beeny se pusiese todavía más enfermo de lo que ya estaba.
El desenlace tenía lugar en la noche de la ceremonia de los Arnie. En medio de la gala, la tensión nerviosa hacía que a Beeny le volviese a dar otro ataque en el momento en que le tocaba subir a recoger su premio, quedando totalmente incapacitado en el suelo a pesar de los esfuerzos que hacía para tratar de ponerse en pie y levantarse. Infiltrados entre los camareros, los terroristas decidían poner en marcha un plan alternativo al ver que Beeny no iba a poder llevar a cabo el atentado y comenzaban a disparar de manera indiscriminada contra todos los asistentes. Sin embargo, lo que los terroristas desconocían es que Beeny finalmente había decidido ponerlo todo en conocimiento de los Jueces para que éstos pudieran salvar a su hija, siendo en ese momento cuando todo un escuadrón liderado por Dredd aparecía de repente en la ceremonia y rodeaba a los terroristas, acribillándolos sin más contemplaciones. Portnoy había sido arrestado previamente en el más absoluto de los secretos, y con algo de ayuda por parte de Dredd, había acabado revelando la localización del piso franco en el que se encontraba retenida la pequeña Ami, quien acababa siendo rescatada en el mismo momento en que los terroristas caían acribillados.
La historia concluía unos
días más tarde, en el momento en que Beeny, en silla de ruedas y ya
prácticamente sin ser capaz de articular palabra alguna, acudía a las instalaciones de
El Desvanecimiento de la Luz para
poner fin a su vida por medio de una inyección letal. La única compañía que
tenía en esos últimos momentos de su vida resultaba ser la del fiel Robert, el
droide que había sido su mayordomo y su único amigo, una dura perspectiva sobre
la realidad de las relaciones humanas en el siglo XXII. La despedida de su hija
la llevaba a cabo a través de una emotiva carta en la que Beeny instaba a la
pequeña a creer en sí misma y a ser la persona que trajese algún día una luz de
esperanza a la ciudad, toda vez que en un inesperado giro argumental final,
Beeny había decidido ingresar a Ami en la Academia de la Ley para que el día de
mañana se convirtiese en una Juez de Mega-City Uno.
A sabiendas de que la pequeña Ami se había convertido en una especie de símbolo para los terroristas por tratarse de la hija de quién era, la única manera que Beeny había encontrado de mantenerla a salvo de la gente de Total War era entregándosela a los Jueces a fin de que éstos la protegiesen como a uno de los suyos. Por mucho que a Beeny le partiese el corazón el tener que entregar a su pequeña a un sistema policial y fascista por el que no sentía ninguna simpatía, peor era que cayese en manos de unos terroristas sin escrúpulos que la acabasen convirtiendo en una asesina de masas. La moraleja final, si es que se le podía llamar así, es que la falta de lucidez y coordinación que Beeny sufría a esas alturas de su enfermedad, hacía que tuviese que ser Robert quien se encargase de escribir la emotiva carta de despedida que los instructores de la Academia le entregaban a la pequeña Ami al comunicarle el fallecimiento de su padre, una carta que con el paso del tiempo se iba a acabar convirtiendo en la principal inspiración de América Beeny para su formación como persona y como Juez, aunque sin llegar nunca a enterarse de que en realidad no la había escrito su padre, sino el robot que había sido su único amigo. De esta manera, en lo que era un final que quedaba claramente abierto, la luz de Bennett Beeny se desvanecía, al tiempo que la luz de la pequeña América Beeny comenzaba a encenderse, concluyendo la historia con una panorámica de la pequeña cadete de apenas seis años, totalmente rapada y en formación militar, haciendo instrucción junto al resto de cadetes de la Academia en espera de lo que la deparase el futuro, un futuro que a pesar de todo ahora parecía un poco más esperanzador.
A pesar de que la historia
estaba bastante bien, la crítica no ha sido demasiado benévola con El Desvanecimiento de la Luz, algo con
lo que personalmente no tengo más remedio que discrepar. Aunque es bastante
evidente que la historia se situaba en un escalón inferior a América, lo cierto es que resultaba ser
una historia más introspectiva que la original y su trasfondo podía llegar a
ser en algunos momentos tan duro y conmovedor como el de su predecesora; de
hecho, a pesar de las críticas que también se le hicieron sobre que los Jueces
resultaban mucho mejor tratados en esta secuela que en la historia original, no
tengo la impresión de que eso fuese realmente así, sobre todo si atendemos a lo
que pasaba en las inmediaciones del hospital cuando Beeny resultaba agredido
sexualmente ante las mismas narices de un Juez que prefería hacer la vista
gorda. Desde mi punto de vista, fueron sobre todo las expectativas que su
apartado artístico había levantado entre los aficionados las que no se acabaron
ni mucho menos cumpliendo, y eso, en un mundillo en el que las comparaciones
suelen ser inevitables, prácticamente la acabó condenando a un segundo plano de
aceptación por debajo de la propia América.
En cualquier caso, aunque la historia de la distópica pareja formada por Bennett Beeny y América Jara finalizaba aquí, la verdad es que todo lo que se había contado distaba mucho de haber terminado, si bien, al transcurrir los cómics del Juez Dredd en tiempo real, habría que esperar toda una década para encontrarnos con la siguiente vuelta de tuerca a la historia que se nos acababa de contar y que, la ya no tan pequeña, Ami Beeny regresase de nuevo al universo en viñetas de Mega-City Uno, primero como Cadete y luego como Juez, convirtiéndose en uno de los secundarios más importantes de la serie y dando paso además a toda una serie de historias continuadoras de lo que se había narrado en América y en El Desvanecimiento de la Luz, tales como Cadete (Megs. 250-252), Judgement Call (Meg. 300), Terror Rising (Megs. 365-367), o más recientemente The Víctims of Bennett Beeny (Megs. 424-426), todas ellas siempre de la mano de John Wagner y Colin MacNeil, y siempre dentro de las páginas del Judge Dredd Megazine.
Casi lo mismo podría decirse también de la organización terrorista Total War, cuya amenaza se iba a consolidar a partir de El Desvanecimiento de la Luz como otro de los grandes villanos de la serie, continuando su sangrienta trayectoria a favor de la democracia a través de sagas tales como Terror (Progs. 1392-1399), Total War (Progs. 1408-1419) o Después de las Bombas (Progs. 1420-1422), aparte de aparecer también en varias de las historias derivadas de América y de El Desvanecimiento de la Luz que acabamos de mencionar anteriormente. Precisamente en este sentido, a efectos de continuidad, la importancia que al final ha acabado teniendo El Desvanecimiento de la Luz, no ha sido tanto como secuela o segunda parte de América, que es evidente que lo era, sino como punto de partida de todas esas otras historias que han venido después y que se han venido a unir al ciclo de América, consagrando a la Juez Ami Beeny como uno de los personajes más interesantes de la serie, para muchos la gran esperanza para que la Democracia pueda regresar algún día a Mega-City Uno sin necesidad de más violencia ni derramamiento de sangre.
En lo que se refiere a las diferentes recopilaciones en que ha aparecido recogida la historia, El Desvanecimiento de la Luz ha sido reeditada hasta en tres ocasiones diferentes y siempre al lado de América, si bien es necesario matizar que no todas las reediciones de América han comprendido también El Desvanecimiento de la Luz. Así, tras la primera edición en formato de novela gráfica que Fleetway había sacado al mercado en 1991 de la historia original, la segunda edición que Titán llevó a cabo de América, ya a principios del año 2000, fue la primera que incluyó también El Desvanecimiento de la Luz, recogiéndose ambas historias bajo el título The Complete America.
En 2008 fue esta vez
Rebellion quien volvió a reeditar América,
de nuevo recogiendo El Desvanecimiento
de la Luz e incluyendo además por primera vez Cadete, la siguiente historia que venía a continuar el ciclo. A
principios de 2015, Hachette volvió una vez más a reeditar América dentro del primer volumen de la MegaCollection de Novelas
Gráficas dedicadas al Juez Dredd y su universo, presentando también El Desvanecimiento de la Luz y Cadete,
e incluyendo además por primera vez Judgement
Call, la siguiente historia en continuar la saga. Extrañamente, ni América ni ninguna de sus secuelas fueron incluidas en su día en los Archivos Completos del Juez Dredd que Rebellion está
sacando al mercado, publicándose de manera independiente las tres primeras
historias de la saga dentro de la citada novela gráfica de 2008 a la que antes hemos aludido.
Formando parte de una
colección de novelas gráficas pensada fundamentalmente para el público
norteamericano, la última reedición de América
que Rebellion ha sacado al mercado tuvo lugar durante el pasado año
2020, llevando por título The Essential
America. De todo el conjunto de historias comprendidas dentro de la saga de
América, la única que se recogía en
el citado volumen era la propia América,
que en esta ocasión resultaba acompañada por las demás historias relacionadas
con la trama de la Democracia que habían aparecido anteriormente, es decir, Carta de un Demócrata, Revolución y el díptico formado por El Diablo que Conoces y El Último Resplandor del Crepúsculo,
incluyéndose además Polítics (Prog. 656), una historia corta de Alan
Grant y Jeff Anderson que básicamente servía para completar paginación y que
guardaba una cierta relación temática con el resto de historias que se recogían
en ese volumen. Destacar también que en esta edición fueron recoloreadas por
parte del veterano John Higgins las dos historias que habían sido en su día
dibujadas por él mismo y que originalmente habían aparecido en blanco y negro (Carta de un Demócrata y Revolución), evidentemente con el fin
de que las mismas fuesen mejor aceptadas por el público estadounidense al que
ahora iban dirigidas.
Esta última reedición de América aparecida en el 2020 es precisamente la que se va a publicar en estos próximos días en nuestro país por parte de Dolmen Editorial. Se mire por donde se mire, la publicación de América constituye una muy buena noticia para los aficionados españoles del Juez Dredd, toda vez que después de casi 35 años de permanecer inédita en nuestro país, por fin vamos a poder ver en castellano una historia que ha resultado fundamental para los mitos relacionados con el personaje, máxime si además va acompañada de otras cuatro de las grandes historias de Dredd que además resultan básicas para entender el contexto argumental en el que se mueve la propia América. Ahora bien, situándonos en la zona de grises, el hecho de publicarse precisamente esta edición y no ninguna de las anteriores, implica que ahora mismo existen muchas posibilidades de que ya nunca lleguemos a ver publicadas por aquí tanto El Desvanecimiento de la Luz como el resto de historias que han acabado conformando la saga desarrollada a lo largo de más de treinta años por John Wagner y Colin MacNeil, lo que en el fondo no deja de ser también una verdadera lástima.
Sea como fuere, volviendo de nuevo al Megazine, una vez concluida la esperada secuela de América, la revista vino a continuar su nueva andadura mensual con un par de historias que no puede decirse que contribuyeran demasiado a aumentar el interés de la revista. La primera de ellas fue Fetiche (Fetish) una historia de John Smith y del artista nigeriano Ajibayo Akinsiku, conocido artísticamente como Siku, que apareció en los Megs. 3.26 a 3.30 y en la que Dredd tenía que viajar al continente africano para resolver una serie de asesinatos sobrenaturales que se estaban produciendo en Mega-City, apareciendo en ella como invitados la Juez Karyn de la Psi Division y el investigador de lo sobrenatural Devlin Waugh, un vampiro gay que en esa época trabajaba ocasionalmente para el Vaticano y que había conseguido una cierta notoriedad en las páginas del Megazine. La otra historia fue Guerreros (Warriors), una historia de Robbie Morrison que apareció en los Megs. 3.31 a 3.33 y en la que la Juez Hershey resultaba herida durante el secuestro de un transporte de armas decomisadas que finalmente acababan en Hondo City, siendo allí donde tenía que viajar Dredd para recuperarlas y donde esta vez contaba con la colaboración de la Juez Inspectora Inaba (Meg. 3.21). Lo cierto es que ambas historias cumplían una función un tanto transitoria, por decirlo así, puesto que en realidad David Bishop ya había conseguido convencer a John Wagner para que se volviera a encargar de las historias del Juez Dredd que aparecían en el Megazine, que es exactamente lo que vino a suceder una vez que concluyó la historia de Morrison.
De esta manera, a partir de
la segunda mitad de 1997, John Wagner iba a volver a ser el único escritor que
durante los años siguientes se encargase de todas las historias de Dredd que
aparecerían tanto en el 2000AD como en el Judge Dredd Megazine. No obstante,
antes de que esto se acabase llevando a efecto, una nueva macrosaga del Juez
Dredd a cargo del propio John Wagner estaba a punto de comenzar su andadura
en las páginas del 2000AD. Como a estas alturas ya sabéis, esa macrosaga no era
otra que La Partida de Caza (The Hunting Party), una historia de más
de veinte episodios que presentaba como principal aliciente un nuevo regreso
del Juez Dredd al radioactivo escenario de la Tierra Maldita acompañado en esta
ocasión de un grupo de cadetes y con una misión muy concreta. A ella nos
referiremos en la próxima entrada.
Pensaba que este blog estaba ya desaparecido, grata sorpresa que ha surgido hoy en mi lector de feeds :) welcome back.
ResponderEliminarEso mismo que tú piensas es lo que pensaría cualquier persona normal. En realidad lo único que ocurre es que tiene un ritmo ligeramente escandaloso, consecuencia directa de que sus responsables son personas poco fiables y nada recomendables. Vamos, que depende de si consiguen fugarse de los psicocubos, o no.
EliminarBuenas tardes Taneleer Tivan, me alegro de verte de vuelta en este blog. Te conocí hace ya años por tus posts en el foro de Universo Marvel 3.0. Llevaba tiempo entonces buscando información sobre el juez Dredd, del que tenía un grato recuerdo de chaval, cuando leí alguna aventura en la editorial Zinco. Hablabas con detalle de grandes sagas que aquí no conocíamos y buceé también en webs inglesas para informarme. Se abrió ante mí un mundo y empecé a coger los tpb de lo que parecían las mejores sagas de Dredd. ¿Con cuál empecé? ¡¡Con América!! Fue una lectura fabulosa y ahora estoy feliz de que más gente la pueda disfrutar en español. Yo también la compraré aunque ayer le eché de momento un vistazo en una librería y descubrí que justamente la historia principal no ocupaba un ancho de la página como podría, vamos, que me parece que han dejado demasiado borde en blanco los de Dolmen, pero bueno. Solo espero que la editorial nos traiga otras sagas increíbles como The pit, Tour of duty, Day of chaos, Necrópolis, Orígenes, Insurrection, Titan, La guerra del apocalipsis, y otras tantas, para poder leerlas en español (las tengo todas en inglés, algunas sin leer aún, como Titan). Espero que la gente lo apoye. En fin, solo quería darte las gracias por compartir todos tus conocimientos sobre este maravilloso personaje creado por esos genios llamados John Wagner y nuestro querido pero tristemente desaparecido Carlos Ezquerra. Por cierto, sigo un poco por la red de la actualidad de Dredd en 2000 ad, semanalmente, je, je. En enero sale un tpb, "A better world", que obtuvo muy buenas críticas, con guión de Rob Williams. Ah, y pude saludar personalmente a Wagner hace dos veranos en Avilés y al preguntarle sobre ello, me dijo que tenía planes futuros para cierto personaje derivados de la saga de América, supongo que sabes a cuál me refiero, je, je. Le pregunté concretamente si no tenía planes de convertirlo en algún momento en Juez Jefe. Se rió y dijo "Maybe"...XDDD. En todo caso ahora está en una nueva saga de Mechanismo (ya salió la primera parte y está escribiendo la segunda), pero ojalá vuelva con más historias relacionadas de "ese personaje". Hala, termino, perdona el rollo, je, je. Saludos, creep!! XDDD
ResponderEliminarAh, y una cosa más. Una pena que el tomo de Dolmen no incluya las dos principales secuelas de America, este Fading the light y Cadet. Ojalá las veamos también aquí en algún momento.
EliminarMuy buenas, ciudadano. Como ya te imaginas, te acaban de caer veinte años en los Cubos. Diez por frecuentar lecturas perniciosas y otros diez por reincidencia. Venga, ahora en serio: Muchas gracias por tus palabras, y ya que estamos te felicito por tu buen gusto Yo también guardo muy buenos recuerdos tanto del Foro como de la gente que estabais allí. Me lo pasé muy bien.
EliminarEn cuanto a Dolmen, vamos a ver qué tal les funciona América. Viendo la publicación de Shamballa y de la propia América, la impresión que da es que lo que están haciendo es seguir la línea de los Judge Dredd Essentials que está publicando Rebellion. Si esto es efectivamente así, pues parece que sí, que por fin, en algún momento futuro, vamos a ver publicados en nuestro país todos esos mega-epics tan alucinantes que comentas; de hecho, Necrópolis y Tour of Duty ya han salido en la línea essential y The Pit o Day of Chaos van a salir también con total seguridad. Las otras tres que de momento Rebellion ha publicado en la línea (la Guerra del Apocalipsis, Orígenes y El Día del Juicio) es cierto que ya han sido publicadas por Kraken, pero en su famoso formato de llavero, así que lo suyo sería que Dolmen las volviera a publicar en un tamaño más reconocible, y supongo que con el tiempo, eso es lo que harán. Insurrection y Titán yo diría que lo tienen un más complicado al no ser sagas tan clásicas como las anteriores. De Rob Williams, si no la has leído, échale un vistazo a The Small House cuando te apetezca y te venga bien.
Y me imagino quién es el personaje al que te refieres del que hablaste con Wagner. Creo que efectivamente es un personaje creado para ocupar el puesto de Juez Jefe algún día. Pero ya veremos. Después de “la muerte” de Hershey (ya me entiendes), creo que el cargo está un poco vacío. Logan no me parece que tenga ni la mitad del carisma que tenía Hershey. El problema que yo veo es que el personaje al que te refieres es un personaje manejado esencialmente por Wagner, y éste últimamente no parece que se prodigue demasiado. Y desde luego, lo de dejar que la manejen otros autores que no sean él, ni de coña.
Y que Grud y Jovis te oigan en cuanto a lo de Fading of the Light y Cadet. A mí también me parece una pena que no se incluyan en este tomo. De todas formas, míralo desde el lado positivo. Las otras cuatro historias que aparecen en el tomo de Dolmen están entre las muy (pero que muy) mejores historias de Dredd. Si Dolmen no va a publicar los Archivos Completos, no se me ocurre otra forma de que se hubiesen podido publicar aquí, y también hubiera sido una verdadera pena que hubieran seguido inéditas otros cuarenta años. Así de cabeza, creo que la única de ellas que se ha publicado es Carta de un demócrata en los Archivos de Kraken. Vale que lo ideal hubiera sido que hubieran publicado todas esas historias de las que estamos hablando junto con las que van a publicar, pero como dice un amigo mío: “¿Qué quieres? Esto no es Spiderman”.
Buenas de nuevo!!
ResponderEliminarDe acuerdo en todo lo que dices. Como comentas, también creo que Dolmen parece que va a tirar de los Essentials que están sacando en Inglaterra (salvo la tierra maldita, que supongo que usarán alguno de los volúmenes sin censura que han salido en los últimos años). A mí me gustaría que tirasen también de otros tpb o de la Judge Dredd Mega Collection para publicar distintas sagas, pero bueno, iremos viendo poco a poco jeje.
Lo de ese personaje, pues, efectivamente Wagner se prodiga ya poco y no sé si le dará algún impulso a la posible trama que comentamos en un futuro cercano.
Y hasta donde sé, otros autores como Rob Williams o Michael Carrol, que se ocupan bastante de Dredd desde hace años, se ve que no pueden usar el personaje , al menos a sus anchas , como dices. Por cierto , tengo The small house, aunque aún sin leer, je je. La pila de comics de nuevo ya sabes XDD
Y estoy de acuerdo también en que las historias sobre la "democracia" incluidas en el nuevo tomo de Dolmen son geniales. Yo las leí creo recordar en el tomo Democracy Now (o Total war, quizás), de la Judge Dredd Mega Collection, buenísimo. Todo lo que rodea a las historias del movimiento Total war...bufff geniales.
En fin, disfrutaré en español de lo que Dolmen tenga a bien traernos, y si es alguna maravilla dibujada por Colin MacNeil, como Insurrection, sería un sueño, ja ja. Es increíble como el estilo cada vez más económico en trazos y hasta punto caricaturesco de este dibujante me tiene ganado, con sus manchas de negro también. Sus viñetas con rascacielos de Mega City uno con Hoovers (se llaman así?) sobrevolando el cielo me flipan.
Un saludo del creep Jorge desde un psicocubo asturiano!!!