sábado, 30 de enero de 2016

El último resplandor de la Democracia

A medida que el año 1990 fue llegando a su final, John Wagner decidió dar un paso atrás como escritor regular del Juez Dredd en el 2000AD. Básicamente, el motivo fue más un exceso de trabajo que otra cosa. La propuesta de poner en marcha el Judge Dredd Megazine le atraía creativa y económicamente, no podía desdoblarse (escribió tres de los seriales que inauguraron el Megazine) y llevaba muchos años escribiendo semanalmente a Dredd. Por recomendación del propio Wagner, el joven norirlandés Garth Ennis sería el escritor contratado por el editor Richard Burton para su reemplazo.
Ennis era uno de los jóvenes guionistas que habían surgido de Crisis, debutando en el 2000AD con la comedia futurista de viajes en el tiempo Time Flies (Progs. 700-711), en la que un piloto de la II Guerra Mundial era contratado por una agencia del futuro para rescatar a Hermann Goering de unos piratas temporales. Así, con apenas 20 años y en el mismo número en que concluía Time Flies, Ennis debutaba en Judge Dredd con Death Aid (Progs. 711-715 y 719-720). De todas formas, hay que precisar que John Wagner no abandonó el 2000AD de una manera total y absoluta para dedicarse al Megazine, o al menos no lo haría en un primer momento. Aparte de seguir apareciendo historias suyas a modo de fill-ins durante todo el primer año de Ennis en la serie, su presencia no dejó de intuirse entre bastidores en varias de las historias de este primer periodo.

Argumentalmente, tras la conclusión de Necrópolis no iba a haber grandes sagas de Dredd en el 2000AD durante el siguiente año y medio de la serie. La más extensa sería precisamente la primera saga de Ennis, Death Aid, cuyo título podría traducirse como Ayuda a Morir. Con un total de 42 páginas y dibujos de Ezquerra, Death Aid apareció de Enero a Marzo de 1991, conformando un total de siete episodios en los que Ennis aprovechó para atar uno de los viejos cabos que aún quedaban sueltos de la época de Wagner y Grant, el del Club de los Cazadores (Progs 407-411), un club clandestino de psicópatas que de manera ocasional celebraba cada cierto tiempo partidas de caza con los ciudadanos de Mega-City Uno como presas.
 
Durante su último año en el 2000AD, John Wagner había estado manejando la serie como si se tratase de un gran serial continuado. Ennis abordaría su primera saga de Dredd con este mismo criterio, presentando de esta manera una historia continuista con los subargumentos que Wagner había dejado en marcha y haciendo que la transición en los guiones resultase bastante suave, impresión que se veía gráficamente reforzada por la presencia artística de Carlos Ezquerra. La saga aparecía ambientada en el nuevo escenario surgido tras la conclusión de Necrópolis y transcurría durante la noche de Año Nuevo del 1 de Enero del año 2113. Para festejar la señalada fecha, el presidente del Club de los Cazadores, el acaudalado ciudadano Elmort Devries, organizaba una cacería benéfica entre los miembros del club bajo el nombre de Ayuda a Morir, en la que el ganador (el que más puntos obtuviese en base al número de ciudadanos asesinados, permitiéndose que aquel de los participantes que matase a otro, sumase a su cuenta los puntos que el otro llevaba) destinaba lo que ganaba a los huérfanos de las víctimas de la Necrópolis, comenzando así una cadena de asesinatos que obligaba a los Jueces a intervenir.
A efectos de continuidad, Death Aid mostraba como McGruder había consolidado su posición al frente del Departamento de Justicia, aunque su manera de hablar y su personalidad resultasen un tanto erráticas a consecuencia de la edad y el tiempo pasado en la Tierra Maldita, evidenciándolo la perilla que se había dejado y la manera en que utilizaba el plural al referirse a sí misma, como si hubiera dos personas en su cabeza o se tratase de la mismísima Reina Victoria. Otra circunstancia destacable era la reaparición de Blondel Dupre, la líder de los demócratas aparecida en Revolución y Tale of a Dead Man, que era entrevistada en los medios de comunicación mientras éstos seguían las noticias de lo que estaba sucediendo en las calles. Dupre pedía el voto contra los Jueces en el inminente referéndum que se había convocado para restaurar la democracia en Mega-City Uno, recordando así su existencia y preparando un terreno muy incierto sobre si al final ese referéndum se iba a celebrar o no, y en caso de celebración, cuál sería su resultado.
 
Otra de las notas curiosas sobre Death Aid fue que durante los Progs. 716 a 718 la saga se vería interrumpida por problemas con las fechas de entrega, apareciendo en su lugar tres fill-ins de seis páginas cada uno, escritos por John Wagner, que utilizaban la denominación común de Death Aid Interludes. No hace falta decir que uno de ellos fue precisamente el que en su día sirvió de inspiración para darle un título a este mundialmente aclamado y afamado blog, La Placa Rifa (Prog. 718), que en el argot de las calles de MegaCity, tal y como recordaréis los que en su día visteis los álbumes del Cimoc Extra Color publicados por Norma, viene a significar que La Placa Manda.
Con dibujos de Cam Kennedy, la historia trataba sobre el enfrentamiento territorial entre dos bandas grafiteras rivales de los bloques latinos Rudi Valee y Jason King. La rivalidad se llevaba a los muros de las calles y provocaba la correspondiente pelea que era terminada por Dredd a golpe de moto y porra, decidiendo dejar al final su propio grafiti en el muro para dejar claro a las bandas quién mandaba en las calles. La Placa era el término slang con el que los grafiteros latinos se referían a los Jueces y el Rifa suponía una deformación del tiempo verbal Rules que se suele utilizar en estos casos. Así que, por si había alguna duda, ya sabéis quien manda en MegaCity: La Placa Rifa.

La siguiente historia escrita por Ennis sería la Isla Esmeralda (Progs. 727-732), una saga de 36 páginas, aparecida durante Abril y Mayo de 1991, en la que Ennis contaría con el trabajo de Steve Dillon a los lápices, siendo ésta la primera vez que ambos autores iban a unir sus fuerzas y resultando de aquella colaboración un equipo artístico que con el tiempo acabaría obteniendo un merecido reconocimiento a través de títulos como Hellblazer, Predicador o The Punisher.
En esta ocasión, la historia tenía ya mucho más de Ennis que de Wagner y resultaba ser una satírica visión futurista de los más conocidos estereotipos de la vida irlandesa, escritos en este caso por un irlandés, aunque del norte. Argumentalmente, la trama comenzaba cuando el embajador de la Isla Esmeralda era objeto de un atentado usando un arma característica del lugar, una pistola que disparaba patatas, munición utilizada en la isla a causa de la escasez de medios económicos para comprar otro tipo de proyectiles. Revisando sus cámaras, los Jueces descubrían que un asesino de Mega-City Uno, Bonny Staples, había intervenido en el atentado y colaboraba con unos terroristas locales, los Hijos de Erín. McGruder encargaba la investigación a Dredd y lo enviaba a la Isla Esmeralda a detener a Staples.
En cumplimiento de la misión encomendada, Dredd cruzaba el Atlántico y llegaba a Murphyville, el principal asentamiento de la Isla Esmeralda. La antigua Irlanda había sufrido graves daños medioambientales durante la gran Guerra Atómica desatada por el último presidente norteamericano Robert L. Booth, siendo parcialmente restaurada en el año 2095 gracias al capital de las grandes corporaciones de Brit-Cit, quienes la habían convertido en un Parque Temático, con el entretenimiento turístico como principal industria y con una milicia de Jueces locales cuya Central de Justicia estaba situada en Murphyville.

Su enlace en la investigación resultaba ser el Juez-Sargento Charlie Joyce, un individuo simpático y genuinamente irlandés que prefería tomarse las cosas con calma y consumir una jarra de Guinness antes que dedicarse a la cuestión de perseguir delincuentes. Con Staples incitando a los Hijos de Erín a desatar una ola de atentados con artefactos explosivos en los puntos más relevantes y emblemáticos de Murphyville, los Jueces de la Isla Esmeralda resultaban afortunados de poder recurrir a Dredd para solucionar el tema, aunque la industria turística del lugar no saliese demasiado bien parada.

Utilizando la misma técnica de pintura a base de acrílicas que había utilizado en Necrópolis, Ezquerra volvería a obtener un resultado brillante y continuista de la saga original con otra de sus secuelas, El Regreso del Rey (Progs. 733-735), posiblemente una de las historias más satisfactorias de la etapa de Ennis al frente de la serie junto con el Último Resplandor del Crepúsculo y la macrosaga el Día del Juicio.

Echando la vista atrás, durante los capítulos 11 y 12 de Necrópolis había tenido lugar una elipsis argumental en la que no se había podido tener acceso a algunos de los momentos más cruciales de la macrosaga tras la caída de la megaciudad en poder de los Jueces Oscuros, narrándose en aquel entonces esos acontecimientos a modo pasado mediante cuadros de texto. Ahora, sin embargo, los seguidores de la saga iban a tener un detalle bastante más pormenorizado de lo que había sucedido dentro de los muros de Mega-City Uno desde su caída hasta la llegada de Dredd y McGruder. Y lo iban a tener, contado además desde el punto de vista de alguien que involuntariamente había sido testigo de todo lo sucedido, el antiguo Juez Jefe de Mega-City Uno, Thomas Silver.
Publicada a lo largo del mes de Junio de 1991 y con un total de 18 páginas, The Return of the King, comenzaba con un cadáver andante surgiendo de las fosas comunes de la Necrópolis. Los macabros restos de lo que antes había sido un ser humano se introducían en la megaciudad y llegaban hasta el Palacio de Justicia, introduciéndose en las habitaciones privadas de la Juez McGruder. Despertada por su visitante, la sorprendida Juez Jefe de Mega-City Uno descubría que quien se hallaba ante ella reclamando su derecho legal a ocupar el cargo, era el decrépito y deteriorado cadáver viviente del Juez Silver. Dredd y Hershey eran llamados con urgencia a las habitaciones de McGruder, celebrándose allí una reunión de alto nivel donde el atormentado cadáver exponía su historia y argumentaba su derecho a volver a ocupar su antiguo puesto.

Era entonces cuando se contaba lo que había sucedido en Mega-City Uno durante el transcurso de la Necrópolis, descubriéndose que Hershey y el resto de Jueces habían caído bajo el influjo psíquico de Nausea y Phobia, pero Silver había conseguido escapar a su control, intentando quitarse la vida mediante un disparo en la cabeza, tal y como había hecho su mano derecha, el Juez Odell. Sin embargo, Odell había sido más afortunado al optar por meterse el cañón de la pistola en la boca, mientras que a Silver le había fallado el pulso, siendo capturado con vida y llevado a presencia de los Jueces Oscuros, quienes le habían convertido en un no-muerto y le habían permitido vivir a su lado como su débil e indefensa mascota, asistiendo como horrorizado testigo a las masacres que habían tenido lugar.

Buscando ahora el perdón a sus pecados, Silver argumentaba que él nunca había dimitido del cargo, mientras que McGruder sí que había renunciado al puesto y emprendido la Larga Marcha, sometiendo su petición al juicio de Dredd para que emitiera su veredicto. Tras examinar las alegaciones de Silver, Dredd reconocía que legalmente tenía razón y que legítimamente seguía siendo Juez Jefe de Mega-City Uno, pero también le consideraba culpable de ineptitud y deserción del cargo, al haber puesto en marcha los acontecimientos que condujeron al desastre y ocultarse más tarde para no ser descubierto tras la conclusión de la Necrópolis. En consecuencia, Silver resultaba condenado a 20 años de trabajos forzados en la colonia penal de Titán por abandono y negligencia del deber, si bien la sentencia le era conmutada por la pena de muerte en atención a sus cadavéricas circunstancias, lo que Dredd procedía a llevar a cabo de manera inmediata. Como McGruder le comentaba a Hershey a la conclusión de la historia, lo único que Silver había hecho bien en todo aquel asunto, era confiar al final en el buen juicio de Dredd.
El final del verano traería consigo Muzak Killer (Progs. 746-748), la primera parte de una saga que tendría su continuación un par de años después en Muzak Killer Live! (Progs. 837-839). Para entender un poco la rayadura de Ennis en esta saga, hay que situar antes lo que es la música muzak, término que inicialmente comenzó a utilizarse para referirse a la música ambiental de fondo que se escuchaba en almacenes comerciales, ascensores, llamadas telefónicas en espera, etc, y que a principios de los 80 acabó refiriéndose despectivamente a los grupos o solistas cuya música se consideraba desprovista de cualquier interés o mérito artístico. Vamos a obviar nombres, pero hubo reinonas del pop de la época que no salieron muy bien paradas de aquella saga de Ennis.
Con dibujos del irlandés Dermot Power, Muzak Killer contaba como Dredd era encargado de llevar ante la justicia a Marty Zpok, un asesino en serie que tenía como blanco de su ira a las estrellas del pop de Mega-City Uno. Con millones de ciudadanos desempleados convertidos en consumidores de entretenimiento basura, los gustos musicales del público seguían idénticos parámetros, mostrando su preferencia por la música sintetizada y anodina conocida como Muzak, a la que Zpok declaraba la guerra dispuesto a acabar con semejante aberración en nombre de la verdadera música, los sonidos guitarreros clásicos de los setenta y los ochenta. Como nota de interés, Muzak Killer iba a traer también consigo el regreso a la serie de la Juez Dekker, a quien ya se había visto anteriormente en los Progs. 370-373 como cadete que recibía la aprobación final de Dredd antes de convertirse en Juez, y que con esta historia se integraba en el repertorio de secundarios utilizados por Ennis.

Con todo, la gran saga del año fue la que supuso la conclusión final de la trama de la Democracia, el principal argumento sobre el que había girado la serie a lo largo de los últimos cinco años. The Devil you Know (Progs. 750-753) y Twilight´s Last Gleaming (Progs. 754-756), aparecidas de Septiembre a Noviembre de 1991 y recopiladas al año siguiente en un único tomo bajo el título común de Democracy Now!, fueron las dos últimas partes destinadas a poner un punto y final a la trama argumental que se había iniciado en el Prog. 460 con Carta de un Demócrata.

El Diablo que Conoces constaba de 24 páginas y aparecía escrita por John Wagner, en la que iba a ser su última aparición en el 2000AD durante bastante tiempo. El dibujo era de Jeff Anderson, que hizo lo que pudo para adaptarse a la importancia del evento, aunque desgraciadamente no fue lo suficiente. La historia aparecía situada a apenas tres semanas de la celebración del referéndum democrático, con serias discrepancias dentro del Departamento de Justicia en torno a esa celebración, siendo Dredd la única base firme sobre la que se asentaba su admisión entre los Jueces. Con los medios cada vez más encima del histórico acontecimiento que suponía el primer referéndum en la historia de Mega-City Uno, Dredd estaba convencido de que lo iban a ganar los Jueces. 
Sin embargo, ante el convencimiento de que los Jueces lo iban a perder y Mega-City Uno iba a quedar sumida en el caos, el Juez Grice, líder del sector duro del Departamento de Justicia, organizaba una conspiración para acabar con la vida de Dredd y anular la convocatoria. El problema radicaba en que Grice no era consciente de con quién se la estaba jugando, fracasando en su intento de asesinato y recibiendo la paliza de su vida a manos de Dredd antes de ser enviado a cumplir 20 años de trabajos forzados en Titán. Grice y el resto de conspiradores acabarían regresando a la serie dos años más tarde, de la mano esta vez de Grant Morrison, aunque ya habrá otro momento para hablar de ello.
Con dibujos del inglés John Burns, el Último Resplandor del Crepúsculo, supondría la definitiva conclusión de la saga. Su responsable era Garth Ennis, aunque la mano de John Wagner era una constante que se dejaba sentir a lo largo de las 18 páginas en que se desarrollaba la historia. Su comienzo tenía lugar el día señalado para el referéndum, el 1 de Noviembre del año 2113, con la detención de los últimos seguidores de la conspiración de Grice, entre los que se encontraba alguien que había sido de la confianza de Dredd hasta entonces, la Juez Degaulle, personaje secundario que ya había aparecido otras veces en la serie (Progs. 293 y 513). Tras los lógicos preliminares argumentales, dirigidos a incrementar la incertidumbre del evento, el resultado final de la votación, contra todo pronóstico, resultaba ser a favor de los Jueces.
 
La abstención y los votos nulos habían sido una constante entre los votantes, más preocupados de ver sus programas de televisión favoritos que de lo que se estaba dilucidando para el futuro de Mega-City Uno. A pesar de todo, los Jueces habían acabado arrasando en la votación, algo que los demócratas no creían en un principio que fuera verdad, organizando una nueva marcha contra los Jueces a la que Dredd acababa poniendo fin a las puertas del Palacio de Justicia, aunque esta vez sin derramamiento de sangre. De esta manera, la reflexión final que dejaba la historia era que el último resplandor de la democracia se había extinguido en Mega-City Uno porque así lo habían querido (o consentido) la mayoría de sus ciudadanos, una triste realidad que venía a demostrar que en el siglo XXII la democracia era sólo un sueño del pasado al que muchos ciudadanos ya no prestaban atención, sólo aquellos que aún creían en ella, en concreto, como señalaba el resultado del referéndum, el 9% de ellos.
Y mientras el Juez Dredd cerraba un importante círculo argumental, la Juez Anderson se preparaba para iniciar otro, tanto dentro como fuera de las viñetas. Tras su aparición en Death Aid y su recuperación de las heridas sufridas durante la Necrópolis, Alan Grant y David Roach comenzaron el año presentando la primera parte de Engramas (Progs. 712-717), uno de los casos que iban a resultar más traumáticos para Anderson y cuya primera entrega discurrió de Enero a Febrero de 1991, a lo largo de 32 páginas. Su título hacía referencia a la repentina activación de redes neuronales que padecía la Juez Psíquica y que iba a despertar toda una serie de recuerdos de su pasado que los Jueces habían intentado mantener ocultos en su mente.
 
La historia comenzaba cuando Cassandra Anderson era enviada a la Tierra Maldita a capturar a una piroquinética fugada de los Isocubos. Tras enfrentarse con ella, la telépata de la Psi-División era testigo de una ceremonia ritual de unos mutantes que envolvía a un misterioso bebé recién nacido, no recordando a partir de entonces mucho más de lo que había sucedido.
 
A su regreso a Mega-City Uno, Anderson comenzaba a sufrir graves alucinaciones que le obligaban a atacar a quien se encontrase a su alrededor, creyendo ver a un individuo de aspecto extraño que parecía ser una especie de manifestación sensorial. La sonda psíquica ordenada por el Juez Shenker para descubrir lo que le estaba sucediendo resultaba fallida, revelando la existencia de profundos bloqueos mentales en la mente de Anderson, quien acababa la primera parte de Engramas totalmente ida de la cabeza y encerrada en un Cubo con una camisa de fuerza para impedir que se dañase a sí misma o dañase a otros.
El año concluyó con la segunda parte de Engramas (Progs. 758-763), otra historia de 30 páginas que tenía lugar nueve meses después de la conclusión de la primera parte de la saga. La Juez Psíquica continuaba encubada, pero su mente comprendía lo que le estaba sucediendo y buscaba en sus recuerdos psíquicos la causa de lo que estaba mal en su cabeza. Superando los bloqueos impuestos por los Jueces, Anderson descubría que había matado a su padre a la edad de tres años con la primera manifestación de sus poderes psíquicos. El padre había resultado ser un verdadero hijo de puta que abusaba de ella, siendo ese trauma infantil el que ahora cobraba cuerpo y trataba de salir de su encierro.
Enfrentándose a sus propios miedos, Anderson ponía orden en su mente y recobraba la cordura, partiendo finalmente a la Tierra Maldita para averiguar quién había activado el Engrama que había roto el bloqueo psíquico impuesto por los Jueces en su niñez. La conclusión de la historia revelaba un esperanzador final, puesto que el responsable era el pequeño mutante recién nacido, cuyos dones psíquicos, decidía Anderson, no debían quedar en manos de los Jueces, lo que en cierto modo suponía una reflexión de su propia existencia.
 
Engramas sería la última saga que escribiría Alan Grant para el 2000AD hasta mediados del año 1997. Su deteriorada relación con los editores Richard Burton y Alan McKenzie no se vio precisamente favorecida por el hecho de que Engramas acabase apareciendo en blanco y negro y no a color. Como consecuencia de aquel desencuentro, todas las historias de la Juez Anderson que aparecerían a lo largo de los siete años siguientes iban a acabar viendo la luz en el Judge Dredd Megazine y no en el 2000AD.
 
En cualquier caso, la conclusión de la saga devolvía a Anderson al status activo del que había estado alejada durante casi todo el último año, lo que editorialmente venía a obedecer además a un importante motivo comercial previsto para ese mismo mes de Diciembre de 1991, puesto que la presencia de Anderson había sido negociada dentro del contrato que había tenido lugar entre Fleetway y DC Comics para llevar a cabo un crossover intercompañías muy especial, un crossover que no creo que haga falta nombrar y del que inevitablemente habrá que hablar en la próxima entrada.
 

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