A la vista de los 25 años ininterrumpidos que lleva publicándose el Judge Dredd Megazine, resulta
difícil explicar cómo el Juez Dredd no consiguió tener su propia revista
regular hasta finales de 1990. En mi opinión, los norteamericanos no hubieran
aguantado ni dos años a la hora de desplumar semejante pollo; de hecho, como
diría algún que otro barbudo de Northampton, seguramente nos hubieran vendido el pollo por
un lado y las plumas por otro.
Haciendo un poco
de historia, el Juez Dredd había hecho su debut en Marzo de 1977, dentro del
segundo número del 2000AD, convirtiéndose desde un primer momento en el claro
favorito de los lectores. A modo de número Annual, puede decirse que consiguió
su primera cabecera propia en 1980, manteniendo ese especial durante los años
siguientes y llegando incluso a obtener su propia tira diaria en los periódicos
británicos a través del Daily Star. En el año 1984, tras la buena acogida del
mercado americano a los comic-books de Eagle, IPC Magazines se planteó por
primera vez la posibilidad de sacar una segunda publicación regular, en
paralelo con el 2000AD y exclusivamente dedicada al universo del Juez Dredd, el
Judge Dredd Fortnightly. Los guiones previstos para el contenido de lo que iba
a ser aquella revista quincenal llegaron a ser escritos en su totalidad,
incluso fueron dibujados y rotulados en su mayor parte, pero el proyecto se
acabaría cancelando a última hora para gran decepción de todos los que
estuvieron implicados en él. En esta misma línea, a principios de 1988 apareció
otro número especial, el Judge Dredd Mega-Special, vendiendo unas cifras que
según uno de los antiguos editores del Megazine, David Bishop, ya quisieran hoy
llegar a alcanzar sus actuales propietarios de Rebellion.
Las ventas de
aquel número especial vinieron a demostrar que había una audiencia receptiva a
recibir más material de Dredd, pero IPC tampoco llegó a dar nunca ese paso
porque acabó vendiendo ese mismo año su división de comics a Maxwell Consumer
Magazines, incorporándose así el grupo 2000AD al sello Fleetway. Sin embargo,
aparte de remozar totalmente el aspecto visual del 2000AD, lo primero que hizo
Fleetway fue lanzar al mercado Crisis, una revista dirigida a ese sector “for
mature readers” que habían ido creando títulos como Watchmen o Dark Knight. A
pesar del buen arranque de sus primeros números, Crisis se encontró forcejeando
para sobrevivir a los pocos meses de su lanzamiento. La razón fundamental no
era otra que el continuo trasvase de autores al mercado norteamericano, que
además de pagarles puntualmente por su trabajo, les remuneraba con suculentos
royalties en función de las ventas obtenidas, haciéndose difícil competir con
los norteamericanos en esas condiciones.
En este ambiente
editorial, a finales del verano de 1989, uno de los hombres fuertes de Maxwell
en el grupo, Jon Davidge, fue nombrado director de publicaciones de Fleetway,
siendo entonces cuando por fin se decidió que había llegado la hora de publicar
un spin-off de Dredd. Según comentó el propio Davidge en su día, en el número
de aniversario del Megazine, el Juez del futuro era claramente el personaje más
fuerte del 2000AD, acaparando su audiencia mayoritaria. Si se cuidaban
económicamente los aspectos artísticos y creativos y se buscaba esa tendencia
“for mature readers” que tan buenas expectativas había llegado a despertar el
primer número de Crisis, la presunción de Davidge era que el personaje podía
soportar con éxito el peso de dos revistas regulares en el mercado, tal y como
hacían los personajes más importantes del mercado norteamericano.
El conocido Steve
MacManus fue el editor contratado para llevar a cabo el lanzamiento, si bien a
quien se consideró indispensable involucrar al frente del proyecto fue a John
Wagner, no ya sólo por ser uno de los creadores del personaje, sino por haber
estado escribiendo sus historias durante más de doce años. Nadie conocía al
personaje y al universo en el que se movía mejor que él. O lo que es lo mismo,
por decirlo de alguna manera, su presencia resultaba necesaria para dar
credibilidad a la nueva revista.
Tras aquella entrevista entre Jon Davidge y John Wagner de la que ya hablamos en otra entrada anterior y que concluyó con la permanencia de John Wagner en
la editorial y el reconocimiento a su favor de derechos y porcentajes de ventas
sobre el personaje (nada de propiedad, evidentemente), surgió finalmente el
Judge Dredd Megazine, con John Wagner y Alan Grant convenientemente remunerados
y desarrollando íntegramente su contenido como principales responsables de la
revista y editores consultores de la misma. En un primer momento sería Wagner
quien llevase todo el peso creativo a causa de un pequeño malentendido con Alan
Grant, pero todo se solucionó rápidamente, incorporándose éste de lleno a la
tarea de sacar a la calle el Judge Dredd Megazine, nombre con el que la nueva
antología de historias sería finalmente bautizada por MacManus.
Wagner sería el
encargado inicial de buscar escritores y dibujantes para el Megazine,
encontrándose tan incómodo con las labores de editor que en menos de un año
acabaría abandonando el puesto y dedicándose únicamente a lo que de verdad le
gustaba, que era escribir historias. En cualquier caso, incapaz de encontrar lo
que quería en otros escritores, sería el propio John Wagner quien acabaría
escribiendo tres de los seriales que aparecieron en el primer número del
Megazine y cuyo contenido se extendería a lo largo de los meses siguientes
dentro de la revista. Encuadrados dentro de lo que prometía el título del
Megazine, los tres pertenecían al Universo de Dredd, desarrollando con
excelentes resultados creativos diferentes situaciones y personajes que ya
habían aparecido anteriormente en el 2000AD; de hecho, junto con el Raptauro de
Alan Grant que apareció a partir del undécimo número de la revista, estas tres historias
inaugurales de Wagner son precisamente las que más me gustaría destacar de
aquella primera andadura del Megazine, que estuvo compuesta por veinte números
(Vol. 1).
Cam Kennedy sería el
encargado de dibujar la primera de ellas, Beyond Our Kenny (Megs. 1.01-1.03), una
historia de 27 páginas que apareció en los meses correspondientes de Octubre a
Diciembre de 1990, durante los tres primeros números del megazine. Su protagonismo
recaía nuevamente en el genial, estafado y finalmente encerrado artista de
trashzines conocido como Kenny Who?, el alter-ego en Mega-City Uno del
dibujante escocés Cam Kennedy que ya había aparecido tres años antes en El Arte
de Kenny Who? (Progs. 477-479), donde John Wagner y Alan Grant habían presentado una
satírica y particular versión de lo ocurrido al propio Cam Kennedy durante su
primera visita a las oficinas de DC Comics.
La primera página se dedicaba a
hacer un resumen de todo lo que había sucedido hasta entonces, contando como el ilusionado y
devoto artista que había llegado a Mega-City Uno, había acabado viendo como su
talento era imitado y despiadadamente robado por la editorial de trashzines Big1,
sustituyéndole por uno de los droides dibujantes que tenía en su plantilla y
que para mayor escarnio de su obra firmaba como Jimmy Who? El despedido y
frustrado Kenny acababa destrozando a hachazos al droide imitador y resultaba
condenado a cinco años en los cubos por causar daños a la propiedad y resistencia a la
ley.
Bajo estas
premisas, Más Allá de Nuestro Kenny suponía la secuela de aquella historia y
contaba como su esposa, la sra. Izzy Who? y sus dos hijos, los pequeños Kizzy y
Ken, llegaban a Mega-City Uno en busca de Kenny, enterándose entonces de lo
sucedido y visitando al frustrado artista en prisión.
Sin rebajar el tono de
sátira en ningún momento, los lectores eran testigos de las peripecias de la
totalidad de la familia Who?, de los criterios editoriales a la hora de pagar
derechos de autor, de la absurda capacidad que tienen los genios de sobreponer su
orgullo profesional a los dictados de la Ley de Mega-City Uno, y de cómo Dredd
podía aplicar justicia a unos delincuentes al mismo tiempo que revisaba
aquellas sentencias que consideraba injustas, aun cuando resultase a costa de
alguna que otra injusta pena de deportación.
Cómplice del argumento, Cam
Kennedy era el mejor dibujante posible para llevar a cabo lo que no dejaba de
ser una esperpéntica y ácida visión de aquella anécdota propia que había
inspirado la historia original, logrando además unos curiosos efectos con el
color al sustituir la mayoría de los negros con tonos densos de diferentes
colores.Con todo, la
gran historia de aquella primera andadura del Megazine iba a ser América de
John Wagner y Colin MacNeil (Megs. 1.01-1.07), consensuada rápidamente entre
los lectores como la historia más impactante de Dredd que se había publicado
hasta la fecha. Con un total de 62 páginas, América apareció dividida en siete
partes, publicadas de Octubre de 1990 a Abril de 1991. Su línea temporal se
desarrollaba a modo de flashback, de una manera diferente a la continuidad que
era habitual en las historias de Dredd, toda vez que se iniciaba dando un salto
atrás en el tiempo, comenzando en una época anterior en casi dos décadas a la
Guerra del Apocalipsis del 2104 y avanzando luego por diferentes momentos
temporales hasta llegar al presente en el año 2113.
El ilustrador elegido por el propio John Wagner para llevarla a cabo fue el joven escocés Colin MacNeil, un prometedor artista que había comenzado dibujando las historias de Slaine en el 2000AD, obteniendo apenas un año más tarde un merecido reconocimiento como responsable de continuar junto al propio Wagner la saga del rebelde surfista conocido como Chopper en Soul on Fire (Progs. 594-597) y la emocionante Song of the Surfer (Progs. 654-665). En este sentido, América supondría para MacNeil su consagración como uno de los artistas más importantes del 2000AD y del Megazine. Esta fue la portada encargada de presentar la primera recopilación de la saga en formato de novela gráfica, llevada a cabo directamente por Fleetway en 1991, apenas siete meses después de que hubiera concluido en el Megazine.
El ilustrador elegido por el propio John Wagner para llevarla a cabo fue el joven escocés Colin MacNeil, un prometedor artista que había comenzado dibujando las historias de Slaine en el 2000AD, obteniendo apenas un año más tarde un merecido reconocimiento como responsable de continuar junto al propio Wagner la saga del rebelde surfista conocido como Chopper en Soul on Fire (Progs. 594-597) y la emocionante Song of the Surfer (Progs. 654-665). En este sentido, América supondría para MacNeil su consagración como uno de los artistas más importantes del 2000AD y del Megazine. Esta fue la portada encargada de presentar la primera recopilación de la saga en formato de novela gráfica, llevada a cabo directamente por Fleetway en 1991, apenas siete meses después de que hubiera concluido en el Megazine.
El argumento de
América enlazaba con las historias que giraban en torno a la trama de la
Democracia y que tan buenos momentos le habían proporcionado a la serie. De
hecho, al igual que había ocurrido en Carta de un Demócrata, la historia no
aparecía contada desde el punto de vista de los Jueces, sino de los propios
ciudadanos que vivían en Mega-City Uno, lo que inevitablemente volvía a situar
a los Jueces como villanos de la historia.
A efectos de continuidad, la historia presentaba también por primera vez a la organización terrorista conocida como Total War, activistas demócratas dispuestos a restaurar la democracia en MegaCity a toda costa y a cualquier precio, incluido el derramamiento de sangre. Sin embargo, en el tono pesimista y oscuro que impregnaba la saga, los medios que utilizaba Total War impedían que los lectores empatizaran con su causa, tal y como podía suceder en la época más dura de los atentados del IRA, a los que de alguna manera Total War hacía referencia, pero sin que esa realidad te impidiese ver cómo había acabado el Sueño Americano y quienes lo defendían. Y es que a pesar de tener la excusa de una historia de amor como motor argumental de la trama, América en realidad iba de eso, de la muerte del Sueño Americano bajo las botas de los Jueces, tal y como venían a anunciar sus dos primeras páginas, las dos splashs iniciales que servían de prólogo a la saga.
A efectos de continuidad, la historia presentaba también por primera vez a la organización terrorista conocida como Total War, activistas demócratas dispuestos a restaurar la democracia en MegaCity a toda costa y a cualquier precio, incluido el derramamiento de sangre. Sin embargo, en el tono pesimista y oscuro que impregnaba la saga, los medios que utilizaba Total War impedían que los lectores empatizaran con su causa, tal y como podía suceder en la época más dura de los atentados del IRA, a los que de alguna manera Total War hacía referencia, pero sin que esa realidad te impidiese ver cómo había acabado el Sueño Americano y quienes lo defendían. Y es que a pesar de tener la excusa de una historia de amor como motor argumental de la trama, América en realidad iba de eso, de la muerte del Sueño Americano bajo las botas de los Jueces, tal y como venían a anunciar sus dos primeras páginas, las dos splashs iniciales que servían de prólogo a la saga.
La historia
comenzaba con el nacimiento en Mega-City Uno de América Jara, descendiente de
una familia de inmigrantes procedentes de las llanuras radioactivas de Puerto Rico
(evidentemente, la coincidencia del apellido del personaje con el del asesinado
y torturado cantautor chileno Víctor Jara, no puede considerarse como algo
casual, sino que parece explicar una parte del origen de América en la mente de
John Wagner), al que también asistía su pequeño vecino, el recién nacido
Bennett Beeny, conocido familiarmente como Benny. América y Benny habían sido
compañeros desde niños. Habían crecido juntos, desde el colegio al instituto,
desarrollando con los años una fuerte amistad que Benny siempre deseó en
secreto que fuese a más, pero teniendo pocas posibilidades de éxito al tratarse
de dos jóvenes muy diferentes: América era valiente, nacida con una fuerte
creencia en los valores de la democracia y nunca se echaba atrás por nada,
mientras que Benny era bastante cobardica, nacido con el miedo a los Jueces
metido en el cuerpo y dotado con un extraordinario talento para la comicidad.
A medida que
ambos jóvenes habían ido madurando, América había comenzado a relacionarse con
actividades políticas ilegales dirigidas a la restauración de la democracia,
actividades de las que Benny prefería no saber nada, observándose como de
manera paralela a la historia principal que tenía lugar entre ellos, siempre
surgía como ominoso trasfondo la sociedad creada por los Jueces, sin que su
presencia disminuyese en intensidad a medida que iba avanzando el relato.
Finalmente, tras graduarse en el instituto, Benny le había confesado a América
el amor que sentía por ella, siendo rechazado por la chavala, que lo quería de
verdad, pero no de la manera que pretendía Benny. Tras el rechazo, América se
había marchado a vivir a la zona de la Universidad, enrollándose con otro compañero
universitario que también estaba metido en las mismas actividades que ella,
mientras Benny se marchaba a Mega-City Dos y comenzaba una carrera como cómico
musical que le acabaría convirtiendo en una multimillonaria megaestrella del
espectáculo, aunque sin conseguir llegar a olvidar nunca el amor que sentía por
ella. A pesar de la separación, Benny la había buscado por todas partes tras el
desastre de la Guerra del Apocalipsis, dándola finalmente por perdida ante el
número de bajas causado por la Blockmania y la posterior destrucción nuclear
masiva de Mega-City Uno durante la guerra con los Soviets.
La historia volvía a
reanudarse varios años después, con la multimillonaria y solitaria estrella del
espectáculo caminando por los subniveles de peor fama de Mega-City Uno en busca de una
prostituta (slab-walkers, en el argot de MegaCity, algo así como “transeúntes
de los subniveles”) para que le hiciera un apaño, siendo entonces cuando se
encontraba cara a cara con América. Sin embargo, las cosas no resultaban ser lo
que parecían a primera vista, ya que a los pocos segundos, con América
intentando por todos los medios sacarle de allí, Benny se veía envuelto en
medio de un atentado de Total War contra unos Jueces que acudían a una llamada
anónima de la que América resultaba ser el cebo.
Lo peor era que
Benny había visto demasiado y podía identificar a los terroristas, siendo
también disparado a quemarropa por uno de los compañeros de América, a pesar de
los intentos de la joven por impedirlo. La multimillonaria estrella del
espectáculo lograba sobrevivir a duras penas del atentado, pero el disparo le
dejaba destrozada la garganta, lo que ponía fin para siempre a su carrera
musical, aun cuando los derechos de autor le bastasen para llevar una vida de
lujo sibarítico durante el resto de su existencia en una de las zonas
residenciales más elitistas de Mega-City Uno. En este punto era donde Dredd se
incorporaba de lleno a la trama, siendo el encargado de dirigir la
investigación sobre las acciones del nuevo grupo terrorista demócrata. A pesar
del pánico que sentía al ser interrogado por Dredd, Benny conseguía no desvelar
nada sobre América y sus compañeros, siendo considerado por los Jueces como una
víctima colateral del atentado.
Tras su salida
del hospital, Benny acababa recibiendo la inesperada visita de América en su
mansión para pedirle perdón por lo sucedido y agradecerle que no hubiera
informado de nada a los Jueces. El reencuentro servía para que Benny le confesase
que su amor por ella permanecía inalterable, mientras que América le contaba
como había participado en la gran Marcha Democrática del 2109 vista en
Revolución (Progs. 531-533), resultando asesinado en ella su compañero
sentimental por los Jueces que habían reventado la Marcha. Ella había sido
detenida y torturada, obligada por los Jueces a abortar al hijo que esperaba y
finalmente encerrada en los psicocubos. Tras ser puesta en libertad, América
había ingresado en Total War.
El reencuentro entre ambos había concluido con la primera vez que habían hecho el amor. Consumada su relación, América le preguntaba a la mañana siguiente si estaba dispuesto a involucrarse en su lucha y contribuir con fondos a la próxima operación de Total War, cuyo objetivo era volar por los aires la antigua Estatua de la Libertad, un gesto simbólico dirigido a concienciar al antiguo pueblo norteamericano sobre que lo ya no existía en Mega-City Uno. Tras asegurarle América que nadie saldría herido, Benny accedía a su petición, pero finalmente acababa reflexionando que no podía convertirse en instrumento de un acto terrorista y se echaba atrás, acudiendo entonces a Dredd e informándole de todo bajo la promesa de que América no resultaría herida durante la operación contra los terroristas.
La noche del atentado, los Jueces emboscaban al comando de Total War. Al verse rodeados, los terroristas intentaban rendirse, pero Dredd ordenaba abrir fuego a discreción sobre ellos, cayendo todos muertos excepto una malherida América, que finalmente resultaba abatida por uno de los Jueces que decidía ignorar la orden final de alto el fuego dada por Dredd. Benny, que había presenciado toda la operación, salía de su escondite y pedía a gritos ayuda médica para América, recriminando a Dredd la masacre que se acababa de llevar a cabo hasta que se daba cuenta de que eran sus propias manos las que se encontraban manchadas con la sangre de la persona amada.
El reencuentro entre ambos había concluido con la primera vez que habían hecho el amor. Consumada su relación, América le preguntaba a la mañana siguiente si estaba dispuesto a involucrarse en su lucha y contribuir con fondos a la próxima operación de Total War, cuyo objetivo era volar por los aires la antigua Estatua de la Libertad, un gesto simbólico dirigido a concienciar al antiguo pueblo norteamericano sobre que lo ya no existía en Mega-City Uno. Tras asegurarle América que nadie saldría herido, Benny accedía a su petición, pero finalmente acababa reflexionando que no podía convertirse en instrumento de un acto terrorista y se echaba atrás, acudiendo entonces a Dredd e informándole de todo bajo la promesa de que América no resultaría herida durante la operación contra los terroristas.
La noche del atentado, los Jueces emboscaban al comando de Total War. Al verse rodeados, los terroristas intentaban rendirse, pero Dredd ordenaba abrir fuego a discreción sobre ellos, cayendo todos muertos excepto una malherida América, que finalmente resultaba abatida por uno de los Jueces que decidía ignorar la orden final de alto el fuego dada por Dredd. Benny, que había presenciado toda la operación, salía de su escondite y pedía a gritos ayuda médica para América, recriminando a Dredd la masacre que se acababa de llevar a cabo hasta que se daba cuenta de que eran sus propias manos las que se encontraban manchadas con la sangre de la persona amada.
Desgraciadamente para el destrozado Benny, América se encontraba más allá de cualquier ayuda, hallándose en situación de muerte cerebral, aunque su cuerpo mantuviese activas sus funciones vitales. En un retorcido giro del destino, la triste historia de amor concluía con Benny incapaz de soportar su propia culpa y utilizando su inmensa fortuna para mantener viva a América de la única manera que le resultaba posible, es decir, trasplantando su propio cerebro al cuerpo de la fallecida terrorista, siendo esa la imagen que el espejo le devolvía, ya en el presente, antes de salir al escenario. En otra triste metáfora de lo que se había contado de manera paralela a la historia principal, América ya no existía, en su lugar sólo había un cascarón vacío ocupado por aquél que la había traicionado.
A pesar de
aquella descorazonadora conclusión, la historia tendría una interesante secuela
seis años más tarde, descubriéndose que Bennett Beeny había hecho algo más que
intercambiar sus cuerpos para mantener vivo el recuerdo de América y dar una
esperanza de futuro a su amor por ella. Pero aún no era el momento de avanzar
más en la trama, sino que habría que esperar al año 1996 para que el Vol. 3 del
Megazine publicase Fading of the Light (Megs. 3.20-3.25), la esperada
secuela de la historia original. Incluso continuando la trama de una manera
cada vez más consecuente, puesto que las historias de Dredd transcurren en
tiempo real, el paso del tiempo daría lugar a otra nueva secuela, dieciséis
años más tarde, Cadete (Megs. 250-252), conformando las tres historias una
trilogía denominada precisamente América y que no hace tanto volvió a ser
recopilada en un solo tomo de 140 páginas por Rebellion.
América es
considerada mayoritariamente como la gran historia de Dredd escrita por John
Wagner. El propio escritor ha contribuido al elogio considerándola su favorita;
y si alguien me preguntase a mí, pues evidentemente no soy muy imparcial, pero
ya puestos, no tendría ningún rubor en reconocerla como una de las dos o tres
historias que posiblemente más me gusten de Judge Dredd. Desde luego, una de
las que más ha influido en el tono de madurez del personaje a lo largo de los
años. No creo además que se pueda decir que envejezca en absoluto, ni
siquiera gráficamente, sino que más bien mantiene esa vigencia de las cosas que
aún están por venir. Y la verdad, teniendo la posibilidad de hacerlo, me parece
un verdadero despropósito que Kraken aún no haya publicado esta historia aquí y
siga permaneciendo inédita. Son cosas que no se entienden.
En cualquier caso, creo que de momento habrá que dejarlo aquí. La próxima vez que nos saquen a pasear fuera de los
psicocubos, intentaremos echar un vistazo a otros aspectos editoriales del Juez Dredd, antes de volver a insistir un poco más en esta primera trayectoria del Judge
Dredd Megazine.
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