Desde la perspectiva que
suele proporcionar el paso del tiempo, yo diría que los primeros años de la
década de los 90 vinieron muy marcados por el nacimiento del Judge Dredd
Megazine, la nueva revista mensual dedicada exclusivamente al universo del Juez
Dredd que debutaría en Octubre de 1990, el mismo mes en el que concluía
Necrópolis, y a la que John Wagner se acabaría trasladando como editor y
principal escritor a principios del año 1991. A su vez, la marcha de Wagner del
2000AD conllevaría la entrada de toda una serie de
jóvenes guionistas, como Garth Ennis, Grant Morrison o Mark Millar, a los que
el tiempo ha acabado convirtiendo en autores muy reconocibles para nosotros a
través del mercado norteamericano. Alan Grant, por su parte, seguiría
apareciendo tanto en el 2000AD como en el Megazine, al menos en un
primer momento, al tiempo que comenzaba a disfrutar de un reconocible éxito en
el mercado norteamericano con sus guiones para DC Comics, sobre todo con los
escritos para Batman y para otro de los personajes fetiche de aquella época, el
mercenario y cazador de recompensas alienígena conocido como Lobo, el último
czarniano.
Toda vez que hay que comenzar por alguna parte, en lo que se refiere al 2000AD, las historias que vieron concluir el año 1990 estuvieron
centradas en las secuelas que los Jueces Oscuros habían dejado a la megaciudad
y en las consecuencias del regreso de Dredd y McGruder de la Tierra Maldita.
Con el veterano Ron Smith regresando a los lápices, tras cuatro años de
ausencia y en la que sería una de sus últimas apariciones en la serie, la
primera de esas secuelas fue Teatro de Muerte (Progs. 700-701), dos episodios
aparecidos a mediados de Octubre que comenzaban con Dredd haciéndose cargo de
un posible avistamiento del Juez Muerte en el antiguo Teatro Holográfico de la megaciudad.
El avistamiento
resultaba ser una bizarra grabación a base de hologramas destinada a
inmortalizar las hazañas del Juez Muerte, recogiéndose en ese momento la muerte
del Juez Silver a sus manos como parte del documental. Esta era la primera vez
que se mostraba parte de lo sucedido, siendo Ennis y Ezquerra los que
proporcionarían más detalles al año siguiente en El Regreso del Rey (Progs. 733-735).
Investigando lo
que había detrás de aquella proyección continua ante un público inexistente,
Dredd registraba el teatro y encontraba el cadáver destrozado del Juez
Winstanley, el conservador del Museo Negro, el recinto oficial en el que se
conservaban los trofeos más macabros de Mega-City Uno. Sus asesinos resultaban
ser unos droides con el aspecto del Juez Muerte que se usaban en el lugar a
modo de atracción y que ya habían aparecido en el caso Beecher. La conclusión
que dejaba la historia es que no había rastro de Muerte por ninguna parte, si
bien, ese mismo mes iba a comenzar su andadura el Judge Dredd Megazine, una de
cuyas sagas de presentación era precisamente Young Death: Boyhood of a
Superfiend, destinada a incidir directamente sobre aquella cuestión.
A continuación,
tras su número de debut en Animal Man, y a punto de incorporarse a la serie
como nuevo dibujante regular del que fue uno de los grandes tebeos de aquella
época, otro viejo conocido que regresaría a casa dos años después de su última
aparición en la serie fue Steve Dillon, en esta ocasión encargándose de llevar
a cabo la parte gráfica de Pesadillas (Progs. 702-706), cinco episodios
publicados de Octubre a Diciembre y que con un total de 30 páginas constituían
el epílogo más evidente de Necrópolis.
El primer
capítulo de la saga suponía un montón de información a digerir en tan sólo seis
páginas. La historia comenzaba con un transporte oficial del Departamento de Justicia aterrizando
en la Tierra Maldita. Acompañado de una escolta, el cadete Giant descendía del
mismo en busca del joven Yassa Povey con la misión de llevarle hasta Mega-City Uno con el fin de implantarle unos ojos biónicos, cumpliendo así la promesa que Dredd había hecho a sus padres al final de The Dead Man (Progs. 650-662).
La acción se
trasladaba a continuación a Mega-City Uno, donde Dredd recibía su tratamiento
diario para paliar los daños causados por el ácido en su piel, sugerencia de
McGruder a fin de no perjudicar más la moral pública con su aspecto. A pesar de
que su cabeza no parecía estar en las mejores condiciones, como evidenciaba la
perilla que había decidido no afeitarse y una extraña manera de referirse a sí
misma siempre en plural, al modo de la Reina Victoria, McGruder había sido aceptada sin oposición por los
Jueces Mayores (Senior Judges, es decir los que más tiempo llevan en activo)
como nueva Juez Jefe de la megaciudad.
Al no dar abasto
para tanto cadáver las Plantas de Reciclaje de Resyk, McGruder decidía enterrar
a los millones de muertos en gigantescas fosas comunes fuera de los muros de la
megaciudad. En aquel momento nadie se podía esperar que un año y medio después,
aquellos enterramientos masivos se fuesen a convertir en otra de las mayores
amenazas a nivel de destrucción masiva a las que ha tenido que hacer frente Mega-City
Uno a lo largo de su historia, al desatarse a nivel planetario la Guerra Zombi
que aquí tenéis publicada por Kraken en el Día del Juicio (Progs. 786-799 y
Megs. 2.04-2.09).
Tras la elegía a
los fallecidos, McGruder y Dredd analizaban el estado en que había quedado la
ciudad, reconociendo Dredd que su decisión de emprender la Larga Marcha había
sido un error que le había conducido a abandonar su puesto. Coincidiendo con su
punto de vista, McGruder le informaba de una reunión de Jueces Mayores para
decidir el camino a seguir tras todo lo sucedido y le solicitaba su asistencia
a la misma.
En plena campaña
publicitaria del Departamento de Justicia para intentar elevar la moral
ciudadana, Yassa Povey era recibido como un héroe ante los medios de
comunicación. La noticia de su llegada a MegaCity discurría en los noticiarios
junto a las noticias que comentaban la proliferación de actividades criminales,
enfermedades, restos de actividades caníbales, la llegada de ayuda de otras
megaciudades, el aumento de manifestaciones demócratas, o la búsqueda del Juez
Muerte y el aislamiento de sus compañeros en cámaras de contención.
El
simbolismo que el joven Povey representaba para el Departamento motivaba que un par
de criminales le secuestrasen y solicitasen un elevado rescate por su
liberación. Dredd seguía el rastro de los secuestradores, siendo Anderson quien
obtenía su paradero y le guiaba hasta su localización.
La historia
concluía con la anunciada reunión de Jueces Mayores convocada por McGruder, donde la nueva Juez
Jefe de Mega-City Uno volvía a asumir formalmente el cargo y suprimía la figura
del Consejo de los Cinco, constituyéndose como única autoridad a partir de ese
momento. A continuación, se abría a debate el camino a seguir para superar el
caos que desbordaba la ciudad. El Juez Grice aparecía por primera vez en la
serie liderando el sector de Jueces que propugnaban el uso de la fuerza para
contener las crecientes protestas de los demócratas. Sin embargo, Dredd
aparecía en ese momento y dejaba las cosas meridianamente claras a todos los
asistentes: el gobierno del pueblo sin el pueblo era una dictadura. Le gustase
o no le gustase al Departamento de Justicia, un referéndum iba a ser convocado a fin de que
los ciudadanos se pronunciasen a favor o en contra de lo que el propio Dredd iba a ofrecerles: control firme, rígida disciplina y justicia instantánea.
Con Grice y parte
de los Jueces Mayores mostrándose contrarios a la votación, el primer
referéndum democrático, hito sin precedentes en la historia de Mega-City Uno,
quedaba formalmente convocado para celebrarse en apenas un año. A cargo de
John Wagner y de Garth Ennis respectivamente, The Devil You Know (Progs.
750-753) y Twilight´s Last Gleaming (Progs. 754-756), ambas recopiladas posteriormente
bajo el título de Democracy Now!, serían las dos sagas encargadas de recoger el
evento, conclusión de la trama argumental iniciada cuatro años atrás con Carta
de un Demócrata.
Otra de las
consecuencias que trajo consigo Necrópolis fue la fuga de los psicocubos del
conocido y notorio asesino en serie menor de edad, PJ Maybe. Al igual que había
sucedido con Liam Sharp en la primera trilogía del personaje, su regreso
también iba a correr esta vez a cargo de un único dibujante, el galés Anthony
Williams. Aunque habría que esperar dos años para su continuación, la primera
de las dos sagas que en esta ocasión se le iban a dedicar al joven Maybe fue
Wot I Did duRing Necroplis, by P.J. Maybe, aged 15 (Progs. 707-709), tres
episodios que con un total de 18 páginas aparecieron como cierre del año y que
volvían a situar a PJ Maybe en libertad.
La historia
discurría en dos partes que se alternaban en la narración hasta confluir en un
final común. Una de ellas estaba situada en el presente y aparecía protagonizada
por Dredd, que investigaba una bunkerizada mansión situada en una zona
residencial de Mega-City Uno propiedad de la multibillonaria familia Urchison.
La otra, con la que comenzaba la historia, se situaba en el pasado reciente,
durante los días de la Necrópolis, y en ella era el propio PJ Maybe quien narraba su
fuga los psicocubos y lo que había sucedido a continuación.
A modo de diario,
el joven psicópata contaba como durante los días más duros de la masacre había
aprovechado el caos desatado por las ejecuciones en masa para evadirse del
psicobloque en el que estaba encerrado, provocando además un incendio que
borraba su rastro. Dirigiéndose al domicilio familiar, llegaba en el momento en
que sus padres se quitaban la vida con unos pantalones envenenados (el no va
más en la moda de los espías). Sin embargo, la fortuna le sonreía cuando una
amiga de su madre, la multibillonaria Sra. Urchison, les invitaba a reunirse
con ellos en su búnker privado para tratar de sobrevivir juntos a la masacre
que se estaba produciendo. Sin contarle que sus padres se acababan de suicidar,
PJ aceptaba la invitación y la Sra. Urchison enviaba a su hijo Diego Jr. para
recogerles y llevarles hasta su fortificada mansión.
Diego Urchison
acababa siendo envenenado por el joven Maybe, quien a continuación se
desplazaba hasta la mansión de los Urchison y les contaba a éstos que sus
padres y su hijo habían resultado asesinados por Nausea y Phobia durante el
trayecto, convenciendo a los abatidos progenitores para que se introdujeran en
el búnker con urgencia dado que las Hermanas de la Muerte aún podían estar
siguiéndole. En la que sería la primera de las geniales suplantaciones que
llegaría a llevar a cabo en un futuro, PJ empezaba a desempeñar a ojos del
abatido y multibillonario matrimonio el papel del hijo asesinado, utilizando
para ello un carísimo aparato de cirugía estética que las mujeres con más pasta
de Mega-City Uno tenían entre sus artilugios de cosmética, la máquina
cambia-rostros, un cirujano plástico del siglo XXII, que junto a la ya conocida
droga SLD-88, pasaría a formar parte desde ese momento del repertorio clásico
de PJ Maybe.
Con el paso de
los meses, la Sra. Urchison empezaba a intuir la verdad de lo que le había
sucedido a su hijo, pero antes de que sus sospechas adquiriesen certeza, PJ
decidía asesinarla en la piscina del búnker familiar simulando un desgraciado accidente.
Ante el desastre que estaba teniendo lugar en el exterior y la perdida de toda
su familia, el desafortunado padre perdía la cabeza y resultaba presa fácil
para el astuto psicópata, que le conseguía convencer de que era su hijo. Y así
se lo confirmaba a Dredd cuando éste lograba por fin atravesar las barreras del
búnker y llegaba hasta los dos supervivientes. Con una nueva
identidad y una inmensa fortuna de nuevo a su disposición, el joven criminal
superdotado se hallaba otra vez en libertad, llevando además una vida de lujo
sibarítico bajo el rostro y la identidad del joven Diego Urchison, situación
con la que aquel arco argumental de la nueva saga de PJ Maybe llegaba a una
primera conclusión.
Al mismo tiempo
que John Wagner trataba con Dredd las consecuencias de Necrópolis, el año
concluía para Cassandra Anderson con una de sus historias más reconocidas de
aquella época, gracias sobre todo al extraordinario trabajo de Arthur Ranson,
al que además el color le sentaba magníficamente bien. Situada cronológicamente
entre el suicidio de la Juez Corey y el periodo inmediatamente anterior a
Necrópolis (con lo que el Dredd que hacía un breve cameo junto a Silver al
principio de la historia, evidentemente resultaba ser Kraken), Shamballa (Progs.
700-711) apareció publicada durante los meses de Octubre a Diciembre de 1990 a
lo largo de 72 páginas, ocupándose de llevar a la Juez Psíquica hasta la
cordillera del Himalaya en busca de la mítica ciudad interior de Shamballa, una
de esas leyendas exotéricas tibetanas con las que se corrían (medio mundo) los
nazis y que tanto le gustaban a Spielberg.
Aprovechando el
vacío emocional sufrido por la telépata tras el suicidio de su mejor amiga,
Alan Grant decidía seguir en Shamballa la estela marcada por Triada e
introducía a Anderson en un tipo de historias claramente diferenciables de las
que se veían en Dredd, abordando para ello un punto de vista bastante más
reflexivo. La frase utilizada por Corey antes de quitarse la vida en
Leviathan´s Farewell (“la gente con dones como los nuestros, no debería usarlos
para hacer cosas tan feas”), tenía un marcado eco en la mente de Anderson a lo
largo de la saga.
Otro elemento
argumental a destacar era el escenario en el que se desarrollaba aquella nueva
saga de Anderson y que propiciaba la colaboración entre Mega-Este Dos y Mega-City
Uno en el problema común al que se enfrentaban: los Jueces de Mega-Este Dos
habían repudiado a Orlok y sus seguidores, que ahora eran considerados como
terroristas por sus antiguos aliados, una trama que se seguiría desarrollando
en años posteriores y que no venía sino a evocar los aires de la Glasnost que
Mikhail Gorbachov había traído al nuevo escenario geopolítico de la época.
La historia
partía de la base de unos extraños fenómenos psíquicos paranormales que se habían comenzado a
producir a nivel global y que tanto el Departamento de Eventos Forteanos de Mega-City
Uno (los encargados de llevar los Expedientes-X, para entendernos) al mando del Juez
Rickard, como su equivalente de Mega-Este Dos con la Juez Lychenko al frente,
resultaban autorizados por ambas megaciudades para resolver la crisis mediante
una actuación conjunta a la que también era asignada Cassandra Anderson como refuerzo
junto con otro de los mejores telépatas de la Psikop, el Juez Mikhail Amisov.
Ambos tenían en común el haber tenido una impresión psíquica de los seres que
se hallaban detrás de lo que estaba sucediendo y del lugar en que se
encontraban. Durante el trayecto de Mega-Este Dos al Tíbet, Lychenko y Rickard
informaban a Anderson y Amisov de la mitológica leyenda que pesaba sobre la
tierra subterránea de Agharti y la oculta ciudad de Shamballa, el lugar al que
se dirigían.
El grupo lograba
superar los obstáculos que surgían en su camino y llegaba finalmente a su
destino, situado a más de cinco mil metros de altura en plena cordillera del
Himalaya, donde encontraban la mítica ciudad en ruinas y aparentemente
desierta. Pero sólo lo estaba en apariencia, puesto que nada más cruzar sus
puertas se veían asediados por los Deros, los descendientes de sus antiguos
habitantes. Desaparecidos sus opuestos, los Deros ahora eran libres para escapar por
fin de sus grutas subterráneas y buscar su ancestral sueño de dominar el mundo
exterior a través de una fuerza denominada Vril que era la herencia y legado de
la ciudad mística.
Arrinconados por
los Deros, Anderson y sus compañeros daban con una cripta en la que encontraban
a un viejísimo anciano, moribundo y en trance, que resultaba ser el responsable
de haberles contenido durante eones. Con Amisov mordido por uno de aquellos
seres y comenzando a ceder a su influencia, Anderson entraba en contacto
psíquico con el anciano, descubriendo que si le proporcionaba el sacrificio de una
vida conseguiría renovar su esencia espiritual y podría seguir conteniendo a
sus enemigos durante una nueva eternidad.
Anderson regresaba al mundo físico en
el momento en que el infectado Amisov acababa con Rickard y Lychenko, no
quedándole más opción que utilizar al desafortunado telépata de la Psikop como
víctima del sacrificio que resultaba necesario para volver a contener una vez más la maldad
de los Deros. La historia concluía con una introspectiva Anderson como única
superviviente de la expedición a la ciudad oculta de Shamballa, planteándose la irrealidad de todo lo que acababa de
suceder allí y recordando a la amiga desaparecida.
Tras su regreso
del Himalaya, Cassandra Anderson se vería envuelta en Necrópolis, donde tendría
que tratar con las Hermanas de la Muerte y la pérdida de otra compañera, Kit Agee,
que personalmente siempre me ha parecido que no era sino una Juez Corey
reciclada por Wagner ante la imposibilidad de usar a la fallecida Juez
Psíquica. Sea como fuere, a partir de este momento Anderson entraría en una
espiral de acontecimientos que le acabarían conduciendo a abandonar el
Departamento de Justicia y a marcharse de Mega-City Uno, descubriendo además la
amarga verdad detrás de su reclutamiento por los Jueces cuando aún era una
niña.
Y con esto creo
que podemos concluir, sino una época, por lo menos esta entrada. El comienzo de
la publicación del Judge Dredd Megazine marcaría todo lo que sucedería a
continuación, si bien donde se iba a producir un verdadero terremoto sería en el terreno puramente financiero o
empresarial. La extraña muerte (y en circunstancias todavía más extrañas, es
decir, en plenas Islas Canarias, a bordo de su yate, y muy presumiblemente con
los servicios secretos del Mossad metidos hasta las cejas) del magnate Robert Maxwell a finales de 1991, produjo como una de sus muchas consecuencias la
fragmentación en pedazos de su (hasta entonces) poderoso imperio editorial, en
cuya división de publicaciones se encontraba precisamente Fleetway. Tras la
lógica incertidumbre que se adueñó de toda la gente que de un modo u otro
trabajaba para el grupo 2000AD, Fleetway acabaría convertida en una de las
divisiones del grupo editorial danés Egmont, los propietarios de London
Editions, quienes surgieron de aquella crisis como sus nuevos propietarios,
pasando el nuevo grupo a denominarse Fleetway Editions.
Como se puede comprobar, los primeros años de la década de los noventa iban a resultar realmente movidos para el Juez Dredd. Si el Departamento de Justicia no nos mete antes en un psicocubo, en breve se volverá a impartir rigurosa y merecida Justicia a vuestras infractoras retinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario