sábado, 5 de diciembre de 2015

Los epílogos a Necrópolis

Desde la perspectiva que suele proporcionar el paso del tiempo, yo diría que los primeros años de la década de los 90 vinieron muy marcados por el nacimiento del Judge Dredd Megazine, la nueva revista mensual dedicada exclusivamente al universo del Juez Dredd que debutaría en Octubre de 1990, el mismo mes en el que concluía Necrópolis, y a la que John Wagner se acabaría trasladando como editor y principal escritor a principios del año 1991. A su vez, la marcha de Wagner del 2000AD conllevaría la entrada de toda una serie de jóvenes guionistas, como Garth Ennis, Grant Morrison o Mark Millar, a los que el tiempo ha acabado convirtiendo en autores muy reconocibles para nosotros a través del mercado norteamericano. Alan Grant, por su parte, seguiría apareciendo tanto en el 2000AD como en el Megazine, al menos en un primer momento, al tiempo que comenzaba a disfrutar de un reconocible éxito en el mercado norteamericano con sus guiones para DC Comics, sobre todo con los escritos para Batman y para otro de los personajes fetiche de aquella época, el mercenario y cazador de recompensas alienígena conocido como Lobo, el último czarniano.
Toda vez que hay que comenzar por alguna parte, en lo que se refiere al 2000AD, las historias que vieron concluir el año 1990 estuvieron centradas en las secuelas que los Jueces Oscuros habían dejado a la megaciudad y en las consecuencias del regreso de Dredd y McGruder de la Tierra Maldita. Con el veterano Ron Smith regresando a los lápices, tras cuatro años de ausencia y en la que sería una de sus últimas apariciones en la serie, la primera de esas secuelas fue Teatro de Muerte (Progs. 700-701), dos episodios aparecidos a mediados de Octubre que comenzaban con Dredd haciéndose cargo de un posible avistamiento del Juez Muerte en el antiguo Teatro Holográfico de la megaciudad.

El avistamiento resultaba ser una bizarra grabación a base de hologramas destinada a inmortalizar las hazañas del Juez Muerte, recogiéndose en ese momento la muerte del Juez Silver a sus manos como parte del documental. Esta era la primera vez que se mostraba parte de lo sucedido, siendo Ennis y Ezquerra los que proporcionarían más detalles al año siguiente en El Regreso del Rey (Progs. 733-735).
 
Investigando lo que había detrás de aquella proyección continua ante un público inexistente, Dredd registraba el teatro y encontraba el cadáver destrozado del Juez Winstanley, el conservador del Museo Negro, el recinto oficial en el que se conservaban los trofeos más macabros de Mega-City Uno. Sus asesinos resultaban ser unos droides con el aspecto del Juez Muerte que se usaban en el lugar a modo de atracción y que ya habían aparecido en el caso Beecher. La conclusión que dejaba la historia es que no había rastro de Muerte por ninguna parte, si bien, ese mismo mes iba a comenzar su andadura el Judge Dredd Megazine, una de cuyas sagas de presentación era precisamente Young Death: Boyhood of a Superfiend, destinada a incidir directamente sobre aquella cuestión.

A continuación, tras su número de debut en Animal Man, y a punto de incorporarse a la serie como nuevo dibujante regular del que fue uno de los grandes tebeos de aquella época, otro viejo conocido que regresaría a casa dos años después de su última aparición en la serie fue Steve Dillon, en esta ocasión encargándose de llevar a cabo la parte gráfica de Pesadillas (Progs. 702-706), cinco episodios publicados de Octubre a Diciembre y que con un total de 30 páginas constituían el epílogo más evidente de Necrópolis.
 
El primer capítulo de la saga suponía un montón de información a digerir en tan sólo seis páginas. La historia comenzaba con un transporte oficial del Departamento de Justicia aterrizando en la Tierra Maldita. Acompañado de una escolta, el cadete Giant descendía del mismo en busca del joven Yassa Povey con la misión de llevarle hasta Mega-City Uno con el fin de implantarle unos ojos biónicos, cumpliendo así la promesa que Dredd había hecho a sus padres al final de The Dead Man (Progs. 650-662).

La acción se trasladaba a continuación a Mega-City Uno, donde Dredd recibía su tratamiento diario para paliar los daños causados por el ácido en su piel, sugerencia de McGruder a fin de no perjudicar más la moral pública con su aspecto. A pesar de que su cabeza no parecía estar en las mejores condiciones, como evidenciaba la perilla que había decidido no afeitarse y una extraña manera de referirse a sí misma siempre en plural, al modo de la Reina Victoria, McGruder había sido aceptada sin oposición por los Jueces Mayores (Senior Judges, es decir los que más tiempo llevan en activo) como nueva Juez Jefe de la megaciudad.

Al no dar abasto para tanto cadáver las Plantas de Reciclaje de Resyk, McGruder decidía enterrar a los millones de muertos en gigantescas fosas comunes fuera de los muros de la megaciudad. En aquel momento nadie se podía esperar que un año y medio después, aquellos enterramientos masivos se fuesen a convertir en otra de las mayores amenazas a nivel de destrucción masiva a las que ha tenido que hacer frente Mega-City Uno a lo largo de su historia, al desatarse a nivel planetario la Guerra Zombi que aquí tenéis publicada por Kraken en el Día del Juicio (Progs. 786-799 y Megs. 2.04-2.09).
Tras la elegía a los fallecidos, McGruder y Dredd analizaban el estado en que había quedado la ciudad, reconociendo Dredd que su decisión de emprender la Larga Marcha había sido un error que le había conducido a abandonar su puesto. Coincidiendo con su punto de vista, McGruder le informaba de una reunión de Jueces Mayores para decidir el camino a seguir tras todo lo sucedido y le solicitaba su asistencia a la misma.

En plena campaña publicitaria del Departamento de Justicia para intentar elevar la moral ciudadana, Yassa Povey era recibido como un héroe ante los medios de comunicación. La noticia de su llegada a MegaCity discurría en los noticiarios junto a las noticias que comentaban la proliferación de actividades criminales, enfermedades, restos de actividades caníbales, la llegada de ayuda de otras megaciudades, el aumento de manifestaciones demócratas, o la búsqueda del Juez Muerte y el aislamiento de sus compañeros en cámaras de contención.
 
El simbolismo que el joven Povey representaba para el Departamento motivaba que un par de criminales le secuestrasen y solicitasen un elevado rescate por su liberación. Dredd seguía el rastro de los secuestradores, siendo Anderson quien obtenía su paradero y le guiaba hasta su localización.

La historia concluía con la anunciada reunión de Jueces Mayores convocada por McGruder, donde la nueva Juez Jefe de Mega-City Uno volvía a asumir formalmente el cargo y suprimía la figura del Consejo de los Cinco, constituyéndose como única autoridad a partir de ese momento. A continuación, se abría a debate el camino a seguir para superar el caos que desbordaba la ciudad. El Juez Grice aparecía por primera vez en la serie liderando el sector de Jueces que propugnaban el uso de la fuerza para contener las crecientes protestas de los demócratas. Sin embargo, Dredd aparecía en ese momento y dejaba las cosas meridianamente claras a todos los asistentes: el gobierno del pueblo sin el pueblo era una dictadura. Le gustase o no le gustase al Departamento de Justicia, un referéndum iba a ser convocado a fin de que los ciudadanos se pronunciasen a favor o en contra de lo que el propio Dredd iba a ofrecerles: control firme, rígida disciplina y justicia instantánea.
Con Grice y parte de los Jueces Mayores mostrándose contrarios a la votación, el primer referéndum democrático, hito sin precedentes en la historia de Mega-City Uno, quedaba formalmente convocado para celebrarse en apenas un año. A cargo de John Wagner y de Garth Ennis respectivamente, The Devil You Know (Progs. 750-753) y Twilight´s Last Gleaming (Progs. 754-756), ambas recopiladas posteriormente bajo el título de Democracy Now!, serían las dos sagas encargadas de recoger el evento, conclusión de la trama argumental iniciada cuatro años atrás con Carta de un Demócrata.

Otra de las consecuencias que trajo consigo Necrópolis fue la fuga de los psicocubos del conocido y notorio asesino en serie menor de edad, PJ Maybe. Al igual que había sucedido con Liam Sharp en la primera trilogía del personaje, su regreso también iba a correr esta vez a cargo de un único dibujante, el galés Anthony Williams. Aunque habría que esperar dos años para su continuación, la primera de las dos sagas que en esta ocasión se le iban a dedicar al joven Maybe fue Wot I Did duRing Necroplis, by P.J. Maybe, aged 15 (Progs. 707-709), tres episodios que con un total de 18 páginas aparecieron como cierre del año y que volvían a situar a PJ Maybe en libertad.
La historia discurría en dos partes que se alternaban en la narración hasta confluir en un final común. Una de ellas estaba situada en el presente y aparecía protagonizada por Dredd, que investigaba una bunkerizada mansión situada en una zona residencial de Mega-City Uno propiedad de la multibillonaria familia Urchison. La otra, con la que comenzaba la historia, se situaba en el pasado reciente, durante los días de la Necrópolis, y en ella era el propio PJ Maybe quien narraba su fuga los psicocubos y lo que había sucedido a continuación.

A modo de diario, el joven psicópata contaba como durante los días más duros de la masacre había aprovechado el caos desatado por las ejecuciones en masa para evadirse del psicobloque en el que estaba encerrado, provocando además un incendio que borraba su rastro. Dirigiéndose al domicilio familiar, llegaba en el momento en que sus padres se quitaban la vida con unos pantalones envenenados (el no va más en la moda de los espías). Sin embargo, la fortuna le sonreía cuando una amiga de su madre, la multibillonaria Sra. Urchison, les invitaba a reunirse con ellos en su búnker privado para tratar de sobrevivir juntos a la masacre que se estaba produciendo. Sin contarle que sus padres se acababan de suicidar, PJ aceptaba la invitación y la Sra. Urchison enviaba a su hijo Diego Jr. para recogerles y llevarles hasta su fortificada mansión. 
Diego Urchison acababa siendo envenenado por el joven Maybe, quien a continuación se desplazaba hasta la mansión de los Urchison y les contaba a éstos que sus padres y su hijo habían resultado asesinados por Nausea y Phobia durante el trayecto, convenciendo a los abatidos progenitores para que se introdujeran en el búnker con urgencia dado que las Hermanas de la Muerte aún podían estar siguiéndole. En la que sería la primera de las geniales suplantaciones que llegaría a llevar a cabo en un futuro, PJ empezaba a desempeñar a ojos del abatido y multibillonario matrimonio el papel del hijo asesinado, utilizando para ello un carísimo aparato de cirugía estética que las mujeres con más pasta de Mega-City Uno tenían entre sus artilugios de cosmética, la máquina cambia-rostros, un cirujano plástico del siglo XXII, que junto a la ya conocida droga SLD-88, pasaría a formar parte desde ese momento del repertorio clásico de PJ Maybe.

Con el paso de los meses, la Sra. Urchison empezaba a intuir la verdad de lo que le había sucedido a su hijo, pero antes de que sus sospechas adquiriesen certeza, PJ decidía asesinarla en la piscina del búnker familiar simulando un desgraciado accidente. Ante el desastre que estaba teniendo lugar en el exterior y la perdida de toda su familia, el desafortunado padre perdía la cabeza y resultaba presa fácil para el astuto psicópata, que le conseguía convencer de que era su hijo. Y así se lo confirmaba a Dredd cuando éste lograba por fin atravesar las barreras del búnker y llegaba hasta los dos supervivientes. Con una nueva identidad y una inmensa fortuna de nuevo a su disposición, el joven criminal superdotado se hallaba otra vez en libertad, llevando además una vida de lujo sibarítico bajo el rostro y la identidad del joven Diego Urchison, situación con la que aquel arco argumental de la nueva saga de PJ Maybe llegaba a una primera conclusión.
Al mismo tiempo que John Wagner trataba con Dredd las consecuencias de Necrópolis, el año concluía para Cassandra Anderson con una de sus historias más reconocidas de aquella época, gracias sobre todo al extraordinario trabajo de Arthur Ranson, al que además el color le sentaba magníficamente bien. Situada cronológicamente entre el suicidio de la Juez Corey y el periodo inmediatamente anterior a Necrópolis (con lo que el Dredd que hacía un breve cameo junto a Silver al principio de la historia, evidentemente resultaba ser Kraken), Shamballa (Progs. 700-711) apareció publicada durante los meses de Octubre a Diciembre de 1990 a lo largo de 72 páginas, ocupándose de llevar a la Juez Psíquica hasta la cordillera del Himalaya en busca de la mítica ciudad interior de Shamballa, una de esas leyendas exotéricas tibetanas con las que se corrían (medio mundo) los nazis y que tanto le gustaban a Spielberg.
Aprovechando el vacío emocional sufrido por la telépata tras el suicidio de su mejor amiga, Alan Grant decidía seguir en Shamballa la estela marcada por Triada e introducía a Anderson en un tipo de historias claramente diferenciables de las que se veían en Dredd, abordando para ello un punto de vista bastante más reflexivo. La frase utilizada por Corey antes de quitarse la vida en Leviathan´s Farewell (“la gente con dones como los nuestros, no debería usarlos para hacer cosas tan feas”), tenía un marcado eco en la mente de Anderson a lo largo de la saga.
 
Otro elemento argumental a destacar era el escenario en el que se desarrollaba aquella nueva saga de Anderson y que propiciaba la colaboración entre Mega-Este Dos y Mega-City Uno en el problema común al que se enfrentaban: los Jueces de Mega-Este Dos habían repudiado a Orlok y sus seguidores, que ahora eran considerados como terroristas por sus antiguos aliados, una trama que se seguiría desarrollando en años posteriores y que no venía sino a evocar los aires de la Glasnost que Mikhail Gorbachov había traído al nuevo escenario geopolítico de la época.

La historia partía de la base de unos extraños fenómenos psíquicos paranormales que se habían comenzado a producir a nivel global y que tanto el Departamento de Eventos Forteanos de Mega-City Uno (los encargados de llevar los Expedientes-X, para entendernos) al mando del Juez Rickard, como su equivalente de Mega-Este Dos con la Juez Lychenko al frente, resultaban autorizados por ambas megaciudades para resolver la crisis mediante una actuación conjunta a la que también era asignada Cassandra Anderson como refuerzo junto con otro de los mejores telépatas de la Psikop, el Juez Mikhail Amisov. Ambos tenían en común el haber tenido una impresión psíquica de los seres que se hallaban detrás de lo que estaba sucediendo y del lugar en que se encontraban. Durante el trayecto de Mega-Este Dos al Tíbet, Lychenko y Rickard informaban a Anderson y Amisov de la mitológica leyenda que pesaba sobre la tierra subterránea de Agharti y la oculta ciudad de Shamballa, el lugar al que se dirigían.
 
El grupo lograba superar los obstáculos que surgían en su camino y llegaba finalmente a su destino, situado a más de cinco mil metros de altura en plena cordillera del Himalaya, donde encontraban la mítica ciudad en ruinas y aparentemente desierta. Pero sólo lo estaba en apariencia, puesto que nada más cruzar sus puertas se veían asediados por los Deros, los descendientes de sus antiguos habitantes. Desaparecidos sus opuestos, los Deros ahora eran libres para escapar por fin de sus grutas subterráneas y buscar su ancestral sueño de dominar el mundo exterior a través de una fuerza denominada Vril que era la herencia y legado de la ciudad mística.
Arrinconados por los Deros, Anderson y sus compañeros daban con una cripta en la que encontraban a un viejísimo anciano, moribundo y en trance, que resultaba ser el responsable de haberles contenido durante eones. Con Amisov mordido por uno de aquellos seres y comenzando a ceder a su influencia, Anderson entraba en contacto psíquico con el anciano, descubriendo que si le proporcionaba el sacrificio de una vida conseguiría renovar su esencia espiritual y podría seguir conteniendo a sus enemigos durante una nueva eternidad.

Anderson regresaba al mundo físico en el momento en que el infectado Amisov acababa con Rickard y Lychenko, no quedándole más opción que utilizar al desafortunado telépata de la Psikop como víctima del sacrificio que resultaba necesario para volver a contener una vez más la maldad de los Deros. La historia concluía con una introspectiva Anderson como única superviviente de la expedición a la ciudad oculta de Shamballa, planteándose la irrealidad de todo lo que acababa de suceder allí y recordando a la amiga desaparecida.
 
Tras su regreso del Himalaya, Cassandra Anderson se vería envuelta en Necrópolis, donde tendría que tratar con las Hermanas de la Muerte y la pérdida de otra compañera, Kit Agee, que personalmente siempre me ha parecido que no era sino una Juez Corey reciclada por Wagner ante la imposibilidad de usar a la fallecida Juez Psíquica. Sea como fuere, a partir de este momento Anderson entraría en una espiral de acontecimientos que le acabarían conduciendo a abandonar el Departamento de Justicia y a marcharse de Mega-City Uno, descubriendo además la amarga verdad detrás de su reclutamiento por los Jueces cuando aún era una niña.
Y con esto creo que podemos concluir, sino una época, por lo menos esta entrada. El comienzo de la publicación del Judge Dredd Megazine marcaría todo lo que sucedería a continuación, si bien donde se iba a producir un verdadero terremoto sería en el terreno puramente financiero o empresarial. La extraña muerte (y en circunstancias todavía más extrañas, es decir, en plenas Islas Canarias, a bordo de su yate, y muy presumiblemente con los servicios secretos del Mossad metidos hasta las cejas) del magnate Robert Maxwell a finales de 1991, produjo como una de sus muchas consecuencias la fragmentación en pedazos de su (hasta entonces) poderoso imperio editorial, en cuya división de publicaciones se encontraba precisamente Fleetway. Tras la lógica incertidumbre que se adueñó de toda la gente que de un modo u otro trabajaba para el grupo 2000AD, Fleetway acabaría convertida en una de las divisiones del grupo editorial danés Egmont, los propietarios de London Editions, quienes surgieron de aquella crisis como sus nuevos propietarios, pasando el nuevo grupo a denominarse Fleetway Editions.

Como se puede comprobar, los primeros años de la década de los noventa iban a resultar realmente movidos para el Juez Dredd. Si el Departamento de Justicia no nos mete antes en un psicocubo, en breve se volverá a impartir rigurosa y merecida Justicia a vuestras infractoras retinas.
 

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