Los Jueces Soviets de
Mega-Este Uno habían aparecido varias veces en la serie. Su primera aparición
había tenido lugar en los Progs. 50 y 51, durante las Primeras Olimpiadas
Lunares, y desde entonces habían vuelto a aparecer en los Progs. 128-129
(descubriéndose que se hallaban sumamente interesados en los secretos militares
de Mega-City Uno), y más recientemente en los Progs. 197-200, revelándose como la mente
maestra detrás del ataque nuclear que el Capitán Skank había desencadenado
contra Mega-City Uno y obligando a los Jueces a tomar duras represalias contra ellos.
Los Jueces de Mega-Este Uno eran los herederos de la antigua Unión Soviética,
el enemigo contra el que había tenido lugar la gran Guerra Atómica
desencadenada por el presidente Booth en el año 2070. Desde su conclusión, la
situación entre Mega-City Uno y Mega-Este Uno podía calificarse como de una
auténtica Guerra Fría, es decir, exactamente la misma situación en que el mundo
real se encontraba en 1982.
La Guerra del Apocalipsis se
publicó durante los primeros seis meses de 1982, de principios de Enero a
finales de Junio de ese año, abarcando los Progs. 245 a 270 y comprendiendo un
total de 153 págs. En total, más de 200 págs. si se sumaban las de la
Blockmanía, lo que supone una de las sagas de mayor extensión en la historia de
Judge Dredd.
Su fundamento es evidente.
Aunque hoy se pueda ver como algo lejano, en aquellos años la posibilidad de
una guerra nuclear era algo con lo que había que convivir de manera más o menos
cotidiana, dependiendo bastante del humor con que yanquis y soviéticos se
despertasen cada mañana, aun cuando también es evidente que la situación no era
tan tensa como había llegado a ser veinte años atrás. En cualquier caso, la
idea de una destrucción nuclear masiva a manos de las dos principales
superpotencias del planeta, ni era ficción, ni era descabellada.
Argumentalmente, John Wagner y
Alan Grant habían llegado a tener un grave problema con la extensión de Mega-City:
resultaba demasiado grande. Otros escritores y artistas habían llegado a
extender sus fronteras hasta Florida al sur, hasta la frontera con Canadá al
norte, y no muy lejos de las Rocosas al oeste. Utilizando sus propias palabras,
Mega-City Uno ya no era un concepto real y manejable. Se hacía necesario
reducirla drásticamente de tamaño. Y la idea de cómo hacerlo fue tan simple
como brutal: un ataque nuclear por parte de su contrapartida soviética,
Mega-Este Uno.
Desde el punto de vista
gráfico, la Guerra del Apocalipsis vino a significar además el retorno de
Carlos Ezquerra al personaje que había creado. Desde su marcha en 1978,
Ezquerra se había centrado básicamente en otra de sus creaciones, Johnny Alpha,
el Perro de Stroncio, al que había llevado desde su primera aparición en la
revista hermana Starlord hasta su posterior trasvase al 2000AD, convirtiéndose
en el otro personaje estrella de la revista.
Tras la anunciada marcha de
Bolland y McMahon, Judge Dredd iba a necesitar un nuevo artista principal para
llevar el peso gráfico y narrativo del nuevo Mega-Epic que iba a tener lugar,
y Ezquerra desempeñó esa función a las mil maravillas. Para el artista
aragonés regresar a su personaje era algo perfectamente natural, si bien puso una especie de condición para llevar a cabo ese regreso: hacerse cargo de la totalidad de
la saga, ser el único responsable de su narración visual, sin intervención de
otros dibujantes, superando con semejante petición cualquier expectativa inicial que
se hubiera planteado en un principio. Por poner un ejemplo sencillo de ver,
ningún dibujante había sido capaz hasta entonces de hacerse cargo de manera
íntegra de una saga de tal envergadura en cuanto a su extensión en número de
páginas, haciéndose inevitable el turno rotatorio de dibujantes para poder
llevar a cabo cualquier saga de más de dos meses de duración.
Es cierto que el guión de
Wagner y Grant era cojonudo, pero Ezquerra rompió todos los moldes establecidos
al hacerse cargo de la totalidad de los 25 episodios de la saga, un logro
profesional más que considerable dada la periodicidad semanal de la revista
(seis páginas por semana durante seis meses seguidos; la única vez que hubo que
acudir a una reedición para cubrir un hueco fue en el Prog. 268).
El mérito es
aún más loable por cuanto que en ningún momento hubo un descenso de calidad en
su dibujo y la narración resultaba absolutamente compacta, algo que se apreciaba
con contundencia al leer la saga una vez recopilada en su conjunto. Ezquerra
mantuvo en todo momento el nivel que él mismo se había fijado desde el
principio, lo que me parece además extremadamente complicado de conseguir dada
la magnitud de la historia que había que contar. Un verdadero alarde en
definitiva, que se ganó el reconocimiento de crítica, compañeros y público. Con
todo, Ezquerra nunca dejó de evolucionar en su trabajo, así que su mejor y más
personal estilo, al menos para mí, aún estaba por venir con la llegada del
color. Su propio color, claro.
En lo que se refiere a la
historia, ambientada argumentalmente a principios del año 2104, la Guerra del
Apocalipsis comenzaba exactamente allí donde lo había dejado la Blockmanía, es
decir, con los Jueces dándose cuenta de que Mega-Este Uno se hallaba detrás de
lo que estaba sucediendo y con los misiles nucleares enemigos a punto de
dirigirse hacia la desprevenida Mega-City Uno, en lo que era la segunda fase de
la Operación Apocalipsis diseñada por los Jueces del Este.
Sin solución de continuidad,
la acción comenzaba directamente con una reunión del Diktatorato que regía a
los Jueces Soviets. Tras haber sido informados del éxito de la misión de Orlok
y de la captura de éste, el Juez Supremo Josef Bulgarin ordenaba el comienzo de
la siguiente fase de lo que ahora se revelaba como un plan perfectamente
elaborado. Automáticamente sus satélites iniciaban un ataque total contra los
satélites de Mega-City Uno y una primera oleada de misiles nucleares despegaban
de sus silos en dirección a la megaciudad norteamericana. Al mismo tiempo, los
Strato V de los soviets caían sobre los desprevenidos Skunks de MC-1 que
defendían las aguas territoriales del polucionado Atlántico Negro.
Con la mayor parte de la
población de Mega-City destrozándose aún entre sí a causa de la Blockmanía y con un
tercio de los Jueces fuera de control por el mismo motivo, las defensas
antiaéreas del Muro Atlántico y los Vehículos-H (denominados H-Wagons en el original, no son ningún vehículo específico de los Jueces, sino una denominación genérica que éstos utilizan para todo tipo de naves del Departamento de Justicia capaces de volar) que se desplegaban para
reforzarlas aguantaban el primer envite, aunque algunos misiles aislados
conseguían traspasar la barrera defensiva borrando de la existencia sectores
enteros de Mega-City Uno.
Sin embargo, los soviets
tenían claro el tema: su segunda oleada nuclear tenía como objetivo provocar un
Tsunami que esta vez arrasaba el Muro Atlántico, y con él, la mayor parte del
Sector Este de la ciudad. Desaparecida su mejor baza defensiva, Mega-City
quedaba ahora a merced del siguiente ataque de los Soviets, al tiempo que
Mega-City Dos y Texas City decidían no tomar postura a fin de no extender el
conflicto y tener tiempo para poder preparar sus defensas ante posibles
alianzas de los soviets.
La fortaleza volante en que
viajaban Dredd y el Juez Jefe Griffin resultaba abatida por la onda expansiva, aunque Dredd
conseguía llevar al herido Griffin hasta el Palacio de Justicia para que fuese
atendido. Con el resto de miembros del Consejo muertos o desaparecidos, Dredd
asumía el mando de las fuerzas de Mega-City Uno. Bulgarin les exigía su
rendición, advirtiéndoles ante la negativa de Dredd que una tercera oleada
nuclear se dirigía hacia ellos. Esta vez sin ninguna posibilidad defensiva,
todo el Sector Sur de la megaciudad desaparecía para siempre de la faz de la
Tierra, convirtiéndose a partir de entonces en un desierto radioactivo.
Asumiendo la solución final
de aniquilación mutua, Dredd respondía lanzando los TAD (Artefactos de
Destrucción Total) contra su contrapartida del Este. Casi 100 TADs eran
lanzados desde sus silos en la Tierra Maldita, pero los Jueces Soviets
demostraban tener un as en la manga, empleando toda su capacidad energética en
formar un campo de fuerza sobre ME-1 que enviaba los misiles nucleares de MC-1
a otra dimensión, donde un planeta entero resultaba destruido a causa de su impacto.
En respuesta al intento de contraataque, daba comienzo la tercera fase de la
Operación Apocalipsis: la total invasión y ocupación de Mega-City Uno por las
tropas al mando del villano que a partir de ese momento prestaba su rostro a la
historia, el Mariscal de Guerra Kazan, el brazo ejecutor de los Jueces Soviets.
Dredd ordenaba una retirada
estratégica de los Jueces, evacuando el Palacio de Justicia y trasladando al
herido Griffin a un lugar seguro en la órbita espacial, dando inicio a
continuación una desesperada táctica de guerra de guerrillas para tratar de
mantener el control de las calles. Su primer golpe consistía en sabotear su
propia estación de control atmosférico, produciéndose entonces intensas nevadas
sobre la megaciudad a las que podían seguir tanto lluvias torrenciales como un
calor abrasador. Con más dificultades de las previstas, Kazan ordenaba liberar
el antídoto de la Blockmanía sobre los ciudadanos de Mega-City, puesto que su
extrema belicosidad también contribuía a frenar su avance.
La mejor baza de los Jueces
resultaba ser su armamento: los experimentales Fusiles Stub demostraban ser un
arma letal y devastadora, si bien su uso conllevaba un elevado riesgo para su
portador cuando se sobrecalentaban. Al mismo tiempo estallaban las luchas
internas entre los Jueces del Este, entiendo que intentando evocar el modo en que
Josef Stalin había alcanzado el poder en la antigua Unión Soviética,
deshaciéndose tanto de sus aliados como de sus opositores durante los primeros
años de la revolución. Kazan procedía sin embargo de una manera bastante más
rápida y directa a eliminar a Bulgarin y a los demás miembros del
Diktatorato, haciéndose de ese modo con el mando y el control total de las
fuerzas de los Jueces Soviets.
Sin embargo, no todo eran
buenas noticias para los Jueces. Kazan conseguía capturar a Griffin en la
órbita terrestre y sometía al Juez Jefe de Mega-City a un lavado de cerebro
mediante psico-cirugía, convirtiéndole en una marioneta que proclamaba ante las
cámaras la conveniencia de rendirse al avance de los invasores. Utilizando la
Tumba de Fargo (aparecida en el Prog. 107, durante la conclusión de El Día que
la Ley Murió), Dredd se infiltraba en el Palacio de Justicia y se veía forzado
a ejecutar a su propio superior durante el transcurso de la entrevista,
escapando con vida gracias a una bala trucada que le permitía simular su propio
suicidio.
Ante el éxodo masivo de
ciudadanos y con los Jueces cada vez más arrinconados, Dredd concebía un plan
desesperado. Liderando un comando suicida del que también formaban parte
Anderson y Hershey, su objetivo era posibilitar que dos Jueces de la Tek
Division saboteasen los propios códigos de lanzamiento de los Soviets y
utilizar sus propios misiles nucleares contra ellos. Aprovechando un huracán
que en ese momento se abatía sobre Mega-City Uno, el comando se hacía con un
Strato V de los soviets y ponía rumbo al mayor silo nuclear de Mega-Este Uno.
Tras infiltrarse en el silo y
obtener Anderson los códigos de lanzamiento, Dredd ordenaba sin ningún tipo de
remordimiento lanzar sus propios misiles contra la sorprendida Mega-Este Uno,
que pasaba así a desaparecer de la faz de la Tierra dejando en su lugar un
gigantesco cráter radioactivo como única prueba de su existencia. Más de 800
millones de seres humanos resultaban vaporizados como retribución a los actos
llevados a cabo contra Mega-City Uno, una decisión que suscitó gran polémica
entre los lectores del 2000AD sobre si lo que Dredd acababa de llevar a cabo
era un asesinato en masa o un acto de autodefensa. En cualquier caso, lo que sí
quedaba claro es que los Jueces de Mega-City Uno eran gente de pocas bromas.
El definitivo golpe asestado
propiciaba una ofensiva de los Jueces de Mega-City contra los incrédulos y
desmoralizados Jueces del Este. La Juez McGruder, única superviviente del
Consejo de los Cinco, era quien lideraba el avance de la resistencia que
obligaba a retroceder a los soviets. Al mismo tiempo, Kazan era
responsabilizado por sus propios hombres del desastre sucedido y dejado a
merced de Dredd para que éste procediera a su ejecución.
Como final de la Guerra del
Apocalipsis, el ejército invasor se rendía incondicionalmente y encaminaba sus
pasos hacia la ciudad hermana de Mega-Este Dos buscando refugio en ella,
mientras McGruder acababa jurando el cargo como nueva Juez Jefe de Mega-City
Uno y comenzaba la ardua tarea de reconstruir la megaciudad. Con más de 400
millones de ciudadanos muertos y con casi la mitad de MC-1 destruida, Wagner,
Grant y Ezquerra habían creado un nuevo escenario para los aficionados de Judge
Dredd a través una historia de proporciones épicas y sin precedentes en la
historia de la serie. El telón de fondo de una ciudad con sectores enteros en
ruinas y amplias zonas deshabitadas y contaminadas por los elevados índices de
radiactividad, sería una presencia constante durante los años siguientes de la
serie.
En este derruido ambiente de
posguerra atómica sería en el que Wagner, Grant y Ezquerra propiciarían la
segunda parte de la tetralogía basada en la profecía del Juez Feyy, Angeles del
Destino (Progs. 281-288), que venía a suponer el regreso de los Angel y del
pequeño mutante Owen Krysler, quien durante los dos años transcurridos desde su
anterior aparición se había convertido en un psíquico de enorme poder, capaz de
influir en las mentes ajenas sin importar la distancia que le separase de su
objetivo.
Con las correspondientes
dosis de humor negro que acompañaban las apariciones de los Angel, la historia
comenzaba con Krysler propiciando la fuga de Fink de los psicocubos de
Mega-City y resucitando a continuación al difunto Malamáquina mediante el
Elixir de la Reencarnación que le había proporcionado el robótico Grunwalder.
El resentido Krysler buscaba venganza contra Dredd por haberle dejado abandonado en Xanadú y no permitirle completar su destino como gobernante de Mega-City, decidiendo utilizar a los dos supervivientes de la Banda de los Angel como peones para conseguir su objetivo de acuerdo con una visión que había tenido.
La verdad es que los Angel, descerebrados, ignorantes y cabrones como ellos solos, eran demasiado buenos villanos como para dejar que se esfumasen sin más. Wagner estaba profundamente arrepentido de haber acabado con todos ellos, así que aprovechó la primera excusa que tuvo para traer de vuelta al más gañán y exitoso de todo el clan, Angel Malamáquina, convirtiéndole en uno de los villanos más recurrentes y carismáticos de la serie. Desde luego, el preferido de Bisley.
Con ayuda de la Psi Division,
Dredd confirmaba sus sospechas de que Owen Krysler estaba detrás de la
resurrección de Malamáquina y la fuga de Fink. Tras poner al tanto a McGruder
de lo que estaba sucediendo, ésta autorizaba el envío a Xanadu de una nave que
ejecutaba a Krysler mediante el expeditivo procedimiento de un par de misiles
bien dirigidos. Por su parte, Fink y Malamáquina acababan en los cubos tras
fracasar la emboscada que le habían tendido a Dredd. Con Krysler fallecido, la
profecía de Feyy parecía quedar vacía de contenido; pero no iba a ser así: uno
de los secundarios de la saga, Grunwalder, el robótico gobernante de Xanadu, se
había guardado un as en la manga, como habría de descubrirse un par de años más
tarde en Ciudad de los Condenados, la saga en la que por fin se revelaría la
verdad detrás de la profecía de Feyy.
Con historias como el Último Invasor (Progs. 298-299), cuyo argumento recordaba la historia de los soldados japoneses que se habían quedado aislados en algunas islas del Pacífico desconociendo que la guerra había terminado, se darían los últimos coletazos a la amenaza que los Jueces Soviets habían llegado a suponer para la megaciudad. En medio de este nuevo escenario de ruinas y de posguerra se ponía el cierre a una época y daba comienzo otra; una época que iba a traer consigo hombres lobo procedentes de Sub-City sueltos por las calles de MC-1, Centrales de Sector encantadas, algún que otro futuro lleno de vampiros creados por un mutante muy cabrón, el inevitable regreso de los Jueces Oscuros, y, sobre todo, la posibilidad de disfrutar como cabras del apasionante, y por supuesto, ilegal, Supersurf 7.
You´re the Next, Punks!!
Una gran saga de repercusiones epicas sin duda. Aunque sigo sin entender porque el Soviet ataca Megacity1 en vez de Mega2 o Texas (más que nada por la proximidad)
ResponderEliminarSeguramente para que todo funcionase mejor. La historia no dejaba de estar argumentalmente basada en la Guerra Fría que existía entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en el año en que se publicó por primera vez (1982), y al ser MegaCity 1 y MegaEste 1 las principales ciudades de sus respectivos bloques, podía entenderse que eran las que mejor representaban a esos dos bloques de la Guerra Fría que existían en 1982.
ResponderEliminarDe todas formas, si te fijas en el mapa del siglo XXII (cortesía del Departamento de Justicia de MC1) que hay en la entrada correspondiente a la saga de El Día del Juicio, lo cierto es que MegaCity 1 está prácticamente a la misma distancia de MegaEste 1 que MegaCity 2 (sino más cerca) y desde luego les pillaba bastante más cerca que Texas City. Vamos, que no están tan próximas como realmente lo puedan estar la costa oeste de los USA y el extremo más oriental de Siberia, si es que es a eso a lo que te referías.