Junto a la doble saga de los
Jueces Oscuros, la Guerra del Apocalipsis es sin duda la otra gran historia de
los primeros años del Juez Dredd. Generalizando un poco, quizá sea aquí donde
mejor puede apreciarse una división entre americanos y británicos: los
americanos tiran más hacia los Jueces Oscuros de Bolland, mientras que los
británicos se decantan más por Ezquerra y la Guerra del Apocalipsis. Los
españoles no nos hemos pronunciado aún porque hasta hace apenas dos meses
carecíamos de criterios para hacerlo, toda vez que esta gran obra de Ezquerra todavía continuaba inédita en nuestro país a pesar de los más de 30 años
transcurridos desde su publicación. Una puta vergüenza que dice mucho de nosotros, del mundo
editorial español y de nuestro sentido de la cultura.
Lo primero que me parece necesario comentar es que ésta es una macrosaga con dos partes claramente diferenciadas: su prólogo, la Blockmanía, y la Guerra del Apocalipsis propiamente dicha.
Personalmente, yo siempre las he visto como una única saga, pero si tuviéramos que diferenciarlas, puesto que así lo suele hacer todo el mundo y parece ser lo mayoritariamente aceptado, la Blockmanía es para mi gusto una saga casi tan buena como la Guerra del Apocalipsis, pero eso sí, resulta mucho más corta (nueve episodios) y no es obra de un único autor gráfico, sino que se la repartieron entre Mike McMahon (1-2), Ron Smith (3-6), Steve Dillon (7-8) y Brian Bolland (9).
Lo primero que me parece necesario comentar es que ésta es una macrosaga con dos partes claramente diferenciadas: su prólogo, la Blockmanía, y la Guerra del Apocalipsis propiamente dicha.
Personalmente, yo siempre las he visto como una única saga, pero si tuviéramos que diferenciarlas, puesto que así lo suele hacer todo el mundo y parece ser lo mayoritariamente aceptado, la Blockmanía es para mi gusto una saga casi tan buena como la Guerra del Apocalipsis, pero eso sí, resulta mucho más corta (nueve episodios) y no es obra de un único autor gráfico, sino que se la repartieron entre Mike McMahon (1-2), Ron Smith (3-6), Steve Dillon (7-8) y Brian Bolland (9).
Al igual que la Guerra del
Apocalipsis, la Blockmanía iba a ser en principio obra de un solo dibujante,
en este caso Mike McMahon, pero éste sólo llegó a hacer sus dos primeros
episodios. El motivo fue el tabaco. A ver, no exactamente; es sólo una exageración
que me hace gracia. Digámoslo así: inicialmente
estaba previsto que los nueve episodios los dibujase él, pero en esa época McMahon
estaba empezando a emplear un estilo de dibujo muy definido, basado en
trabajados contrastes de blanco y negro, viéndose incapaz de asumir el
detallado dibujo que le requerían las multitudinarias escenas de batallas entre
bloques rivales. Y ello no sólo fue debido al tiempo que le empleaban tales
escenas, sino también a que en esa época estaba intentando dejar de fumar, de
ahí la coña del tabaco.
El caso fue que su contribución a la saga se limitó únicamente a esos dos magníficos primeros episodios, que además significarían su despedida de Judge Dredd. Para la posteridad queda la conversación mantenida por teléfono entre McMahon y Alan Grant, preguntándole el primero al segundo si todos los guiones iban a ser igual, con decenas de miles de personas luchando en las calles. Al responderle éste que sí, McMahon, que había tardado cuatro semanas en llevar a cabo el primer episodio de la saga, entendió que era el momento de un cambio de aires.
Y no sólo sería él quien se marchase, sino que el episodio final dibujado por Bolland supuso también su canto de cisne dentro de la serie, aunque en este caso fue atraído por otro tipo de cantos, de color verde y con el busto de George Washington al frente. In God We Trust, ya sabéis, que todos somos humanos y bailamos al son de la misma canción. En todo caso, Bolland regresaría al personaje unos pocos años más tarde, aunque fuese de manera indirecta para hacerse cargo de las fantásticas portadas que se marcó para la versión norteamericana publicada por Eagle. McMahon, aunque también haría algunas portadas para la serie de Eagle, no regresaría sin embargo hasta trece años más tarde, haciéndolo además de una manera más ocasional y anecdótica.
De esta manera, siguiendo a la presentación en sociedad del Hotdog Run (una de las pruebas a las que tenían que hacer frente los cadetes durante su duodécimo año en la Academia) en los Progs. 233 a 235, la Blockmanía vino a aparecer inmediatamente a continuación, con guión también de John Wagner y Alan Grant bajo el seudónimo de T.B. Grover y publicándose originalmente desde finales de Octubre de 1981
hasta finales de Diciembre de ese mismo año, abarcando los Progs. 236 a 244 y comprendiendo un total de 55 páginas.
A diferencia de lo que estamos acostumbrados los aficionados a los superhéroes norteamericanos, como es política editorial del 2000AD desde su fundación y que afortunadamente se mantiene hasta hoy, no hubo ningún tipo de información previa o de promoción propagandística sobre lo que los lectores se iban a encontrar en aquella saga, desconociendo incluso lo que iba a venir a continuación y las proporciones épicas que iban a alcanzar los acontecimientos que se estaban desarrollando. Más bien al contrario, lo fueron descubriendo a medida que fueron leyendo la historia, sin ningún aviso de cuál iba a ser su extensión ni del número de páginas que finalmente acabaría abarcando.
Las Guerras de Bloques no
eran nada nuevo en Mega-City. Dada la rivalidad y los piques existentes entre
los diferentes bloques, a mí siempre me han recordado los enfrentamientos entre
las hinchadas de hooligans de los equipos de fútbol británicos, una lacra de
origen fundamentalmente inglés que en aquella época asolaba los estadios
europeos y a la que finalmente se decidió poner coto en 1985 tras la desgracia
del Estadio de Heysel.
Haciendo esta comparativa, y dados los 60.000 residentes de media en cada Bloque de Mega-City Uno, una Guerra de Bloques resultaría algo similar al enfrentamiento entre dos estadios de fútbol llenos de hooligans, portando armas de fuego y decidiendo matarse entre sí. Si pensamos en las rivalidades que hoy existen entre determinados equipos de fútbol, y lo mucho que las aviva la prensa, observaréis que el concepto guarda una cierta verosimilitud que me parece estupendamente pensada. De ahí quizás lo creíble que resulte el que una idea tan bizarra pudiera ser factible en un futuro marcado por una vida sin incentivos y una superpoblación claustrofóbica.
Haciendo esta comparativa, y dados los 60.000 residentes de media en cada Bloque de Mega-City Uno, una Guerra de Bloques resultaría algo similar al enfrentamiento entre dos estadios de fútbol llenos de hooligans, portando armas de fuego y decidiendo matarse entre sí. Si pensamos en las rivalidades que hoy existen entre determinados equipos de fútbol, y lo mucho que las aviva la prensa, observaréis que el concepto guarda una cierta verosimilitud que me parece estupendamente pensada. De ahí quizás lo creíble que resulte el que una idea tan bizarra pudiera ser factible en un futuro marcado por una vida sin incentivos y una superpoblación claustrofóbica.
En cuanto a la trama, a ojos del que lo leía, todo comenzaba de una manera bastante inocente, con un helado cayendo desde el bloque Enid Blyton sobre la cabeza de una residente del bloque Dan Tanna. Al contar cada bloque de Mega-City con su propia brigada de defensa ciudadana (Citi-Def), tras una “reunión de vecinos”, los residentes del Dan Tanna decidían declarar la guerra al Enid Blyton y se entablaba una feroz batalla entre ambos, siendo entonces cuando los bloques Rikki Fulton, Henry Kissinger, Betty Crocker y Pancho Villa se unían a semejante batalla campal como aliados de uno u otro, excepto el bloque Pancho Villa, que lo que hacía era declarar la guerra a todos ellos indistintamente.
El procedimiento normal para
enfrentarse a una Guerra de Bloques, además del usual ejército motorizado de
Jueces, requería grandes cantidades de Gas Stumm y Espuma Anti-Revueltas (Riot Foam). Sin
embargo en esta ocasión, ante semejante situación de guerra total con seis Bloques
implicados y enfrentados entre sí (a razón de unas 60.000 personas de media en
cada bloque, más de 350.000 personas disparándose mutuamente entre ellas con
armas de fuego, suponía un conflicto bastante importante según los protocolos
de actuación de Mega-City Uno), los Jueces acudían en masa abriendo fuego de manera
indiscriminada sobre todos los contendientes.
Los Jueces lograban contener aquel
primer estallido de Blockmanía, pero lo peor llegaba cuando conflictos
similares empezaban a sucederse de manera inmediata en todos los sectores del
norte de la ciudad; incluso los Jueces de esos sectores comenzaban a tomar
partido por diferentes bloques, al tiempo que científicos residentes en el
elitista bloque Ricardo Montalbán empezaban a desarrollar armas químicas con
las que pretendían unirse a la Guerra de Bloques.
Ante la necesidad de detener
semejante situación de locura masiva, los Jueces decidían desplegar armamento
pesado, utilizando cañones sónicos y cordones eléctricos para hacer retroceder
a los contendientes. La situación empezaba a estar cada vez más fuera de
control. Y lo peor es que parecía continuar, extendiéndose hacia los sectores del
sur y del oeste de la ciudad, aunque los sectores central y del este aun
siguieran sin verse afectados.
Tras descubrir la Tek
Division que todos los afectados presentaban alteraciones en el hipotálamo del
cerebro, el Juez Jefe Griffin decidía poner a Dredd al mando de la situación
para llegar al fondo de lo que estaba sucediendo. Era entonces cuando una
videollamada llegaba al Departamento de Justicia procedente del bloque Frank
Zappa, intentando negociar un trato de inmunidad a cambio de proporcionar
información sobre lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, el anónimo informante
resultaba misteriosamente asesinado antes de poder terminar la llamada.
Justo en ese momento, Zinco cerraba aquí la serie. Una gran putada, como os podéis imaginar.
Afortunadamente, en aquella época algunos ya empezábamos a hacernos nuestros
viajecitos a Londres y a venirnos cargados de discos y de tebeos (que luego
había que amortizar, por supuesto). Los primeros paperbacks de Titan estaban
bien de precio, tenían un formato muy chulo y un montón de páginas para leer
durante el viaje. Siempre te acababas trayendo alguno, y en mi caso, así fue
cómo me leí el final de la Blockmanía y su inmediata continuación, la Guerra
del Apocalipsis.
El caso es que dirigiéndose
al bloque Frank Zappa, Dredd no llegaba a tiempo de capturar al misterioso asesino de
su informador, pero sí descubría indicios de que el contaminante externo se
encontraba en el agua que bebían todos los ciudadanos de Mega-City Uno, enviando
entonces una alerta a todas las Plantas de Reciclaje de agua.
El asesino, cuyo nombre se revelaría más tarde como Orlok, era detectado en una de ellas y los Jueces más próximos intentaban detenerle, sin éxito, al estar igual o incluso mejor entrenado que ellos en situaciones de combate. El Juez Giant moría crudamente a sus manos, siendo uno de los primeros personajes importantes de la serie en desaparecer de ella para siempre.
Orlok se disponía a desatar
masivamente el contaminante a través de la estación de control atmosférico de
Mega-City Uno, cuando por fin era detenido por Dredd, tras un violento enfrentamiento
cuerpo a cuerpo entre ambos que acababa con Dredd infectado de Blockmanía,
aunque inmediatamente después sería descontaminado gracias a un antídoto extraído
de la propia sangre de Orlok.
Pero el daño ya estaba hecho. Tres quintas partes de la ciudad luchaban de manera encarnizada e incontrolada entre sí. Orlok se revelaba como un Juez de Mega-Este 1, infiltrado en Mega-City con el objetivo de contaminar el suministro de agua mediante el agente Blockmanía, desarrollado como arma de destrucción masiva por los científicos de Mega-Este 1.
Y lo peor estaba aún por llegar, puesto que como revelaba el satisfecho Orlok bajo el interrogatorio al que era sometido, los Jueces de Mega-Este 1 se disponían a lanzar en ese mismo momento la segunda fase de la llamada Operación Apocalipsis: un ataque nuclear inminente y masivo contra la indefensa Mega-City Uno. Como se suele decir en estos casos, la Guerra del Apocalipsis estaba sobre sus cabezas y los Jueces aún no se habían dado cuenta de ello. La hora más oscura de Mega-City Uno acababa de iniciar su cuenta atrás.
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