domingo, 28 de junio de 2015

El Día que la Ley murió

El lanzamiento de Starlord no resultó ser tan exitoso como se había previsto por parte de los responsables de IPC Magazines, si bien algunos de los personajes que habían aparecido en la revista, fundamentalmente el Perro de Stroncio y los Ro-Busters, habían conseguido llamar la atención de un número bastante considerable de lectores. Precisamente por este motivo, en lugar de cancelar la nueva revista, la decisión editorial que se acabó adoptando consistió en fusionarla con el 2000AD, el cual mantuvo su numeración original, aunque pasando a denominarse 2000AD and Starlord a partir del Prog. 86. Con el fin de hacer de tal acontecimiento un suceso especial, otra de las decisiones que se adoptaron fue hacer que todas las historias que apareciesen en aquel número supusieran el comienzo de una nueva saga para todos los personajes que compartían aquel inicio en común: el Juez Dredd, el Perro de Stroncio, los dinosaurios de Flesh y los Ro-Busters.

En el caso concreto de Judge Dredd, el reinicio supuso el inmediato comienzo de El Día que la Ley Murió (Progs. 86-108), que venía así a sustituir sin solución de continuidad a la Tierra Maldita, que aparte de todos los problemas legales que había terminado arrastrando consigo, seguramente por esta razón vino a concluir de una forma tan abrupta.
De esta manera, durante los seis meses siguientes (de Octubre de 1978 a Marzo de 1979), los seguidores del 2000AD se encontraron en sus páginas con la primera macrosaga escrita íntegramente por John Wagner (en este caso, utilizando el seudónimo de John Howard) y que a lo largo de 23 episodios y un total de 129 páginas se encargó de llevar a los tebeos al Calígula retratado en la década de los años treinta por Robert Graves, convertido en aquel entonces en una estrella televisiva gracias a la adaptación de la magnífica Yo, Claudio que la BBC había exportado al resto del mundo apenas un par de años antes. De hecho, la primera recopilación que Titan realizó de esta saga en 1982, apareció en portada con el explícito título de Judge Caligula, recalcando así lo que resultaba obvio.
El título de la macrosaga ha planteado alguna que otra controversia acerca de su inspiración entre los aficionados a los que les gusta debatir estas cosas, controversia que resulta imposible de resolver toda vez que John Wagner (seguramente con buen criterio) nunca ha considerado oportuno pronunciarse sobre este tema en cuestión.

Hay varias especulaciones al respecto. Algunos entienden que el título fue tomado de The Day the Music Die, una estrofa que formaba parte de la letra del tema American Pie de Don McLean, que hacía referencia al famoso accidente de avión en el que fallecieron Buddy Holly y Ritchie Valens

Otros entienden que hace referencia a una historia aparecida en la revista satírica Mad Magazine titulada The Day that Perry Mason lost a Case, en la que un ciudadano llamado Anthony A. Aadvark era, por orden alfabético, el primero de los 70.000 testigos que Mason llamaba a declarar ante el Juez, dándose la curiosa circunstancia de que cuando el Juez Cal empieza a decretar ejecuciones en masa por orden alfabético en el Prog. 95, el primero de los ciudadanos de Mega-City al que le corresponde el dudoso honor de ser el primero en la lista, resulta ser Aaron A. Aadvark, ciudadano que por cierto se había cambiado el nombre para poder ser así el primero en aparecer en la guía videotelefónica de Mega-City.

Otra curiosidad sobre El Día que la Ley Murió, radica en el aspecto que acabó presentando el Juez Cal, personaje creado gráficamente por Brian Bolland. Pues bien, según Jack Adrián (seudónimo de Chris Lowder, uno de los guionistas que trabajaron en esos años para el 2000AD y que fue precisamente el autor de Soul Food, uno de los episodios de La Tierra Maldita que acabaron siendo censurados), Bolland se basó en el editor Pat Mills a la hora de crear gráficamente al personaje. Según AdrianMills era un fanático del control que quería estar al tanto absolutamente de todo, de manera que llamaba constantemente a Bolland apremiándole con el tema de las páginas que no entregaba a tiempo, lo que acabó hartando a Bolland, que a modo de pequeña venganza, acabó dibujando al Juez Cal con los mismos rasgos y corte de pelo que tenía Mills. Cuando éste se enteró de lo que sucedía, no se lo tomó nada bien e hizo que el resto de dibujantes que participaron en la saga cambiasen el aspecto de Cal. En todo caso, por lo que pueda valer, lo cierto es que según el propio Bolland, el guion especificaba que Cal debía parecerse al John Hurt de Yo, Claudio (donde interpretaba a Calígula), pero como en ese momento no tenía televisión y no había visto todavía la serie, lo que hizo fue tomar como referencia al actor, pero con el aspecto con el que aparecía en la película El Funcionario Desnudo (The Naked Civil Servant, 1975), de manera que cualquier parecido con Mills sería casual.

Sea como fuere, la saga comenzaba con tres episodios unitarios que funcionaban a modo de prólogo (Progs. 86, 87 y 88), espléndidamente dibujados por Brian Bolland el primero, el propio Bolland con Dave Gibbons el segundo, y Brendan McCarthy y Brett Ewins el tercero. En ellos se narraba como tras su triunfal regreso de Mega-City 2, Dredd era falsamente acusado de un asesinato que no había cometido y acababa siendo condenado a 20 años en Titán, igual que su hermano Rico. Aunque Dredd lograba demostrar su inocencia, el hecho de que el responsable tuviera acceso a su ADN suponía la implicación de alguien del propio Departamento de Justicia en la conspiración.
En este caso se trataba del Juez Cal, Juez Jefe Adjunto de Mega-City Uno (originalmente el cargo se llama Deputy Chief Judge), responsable de las SJS (Special Judicial Squad: una especie de Jueces de asuntos internos que aparecían por primera vez en la serie y cuyo uniforme era un trabajo de Bolland sobre el diseño original de Ezquerra) y segundo al mando después del Juez Jefe Clarence Goodman, cuyo nombre por cierto se revelaba por primera vez en esta historia, aunque anteriormente ya había aparecido varias veces en el tebeo.

Tras aquel prólogo, el Día que la Ley Murió continuaba ya con este mismo título original la trama recién iniciada, de la que gráficamente se encargaban Mike McMahon (1-3, 8-9 y 11-12), Brett Ewins y Brendan McCarthy (4-5 y 17) Brian Bolland y Garry Leach (6-7), el propio Bolland en solitario (10, 13-14), el propio Leach también en solitario (15) y Ron Smith (16, 18-20).

Sin más prolegómenos, Cal entraba directamente a saco a hacerse con el poder de la megaciudad. Al haber fracasado su intento de eliminar la amenaza que suponía Dredd de una manera más sutil, Cal decidía enviar entonces a varios miembros del SJS leales a su persona a asesinar al Juez Jefe Goodman, lo que efectivamente llevaban a cabo, al tiempo que enviaba un francotirador para acabar con Dredd, quien acababa malherido en un hospital.  El vacío de poder era aprovechado por Cal para proclamarse como nuevo Juez Jefe de Mega-City Uno de acuerdo con las leyes de la megaciudad, si bien la obtención del poder absoluto resultaba ser el detonante que desataba su incipiente locura.
En pleno delirio, Cal implantaba la pena de muerte para las transgresiones más mínimas, decretaba ejecuciones en masa por orden alfabético, ordenaba a los propios ciudadanos que construyesen un gigantesco Muro alrededor de la megaciudad para impedir que nadie saliese de ella, nombraba Juez al pez de colores que tenía de mascota, a partir de entonces el Juez Fish, al que además declaraba oficialmente como nuevo Juez Jefe Adjunto de Mega-City Uno (en referencia paródica a la Crónica del historiador romano Suetonio, según la cual Calígula había llegado a nombrar Cónsul de Roma a su propio caballo) y ridiculizaba a los Jueces que no cumplían lo que esperaba de ellos, obligándoles a ir desnudos o a vestir como niñas.

Bajo la ley del terror desatada por Cal, y sin que el resto de Jueces sorprendentemente hiciera nada para oponerse a tanta locura (a lo largo de la historia se descubriría que Cal había obtenido su obediencia ciega a través de un programa de sugestión posthipnótica que les implantaba subliminalmente mientras recibían sus informes diarios), tan sólo el Juez Giant y los tutores de la Academia encabezados por el Juez Griffin percibían la locura de lo que estaba sucediendo y lograban arrancar al malherido Dredd de las garras de Cal, instando a continuación la rebelión de los ciudadanos de Mega-City contra el megalómano que se había convertido en su nuevo Juez Jefe. Aquello obligaba a Cal a realizar un nuevo movimiento de fichas y poner en el tablero a los Kleggs, despiadados mercenarios extraterrestres de aspecto reptiliano que Cal mantenía ocultos en la órbita terrestre y cuya soldada les era pagada en carne, preferiblemente humana.
A modo de curiosidad, el nombre de los extraterrestres Kleggs, recuerda bastante a uno de los miembros del parlamento británico de aquella época, sir Walter Clegg, político conservador muy conocido en aquel entonces por ser un ferviente defensor de la restauración de la pena de muerte en Gran Bretaña, lo que seguramente a más de uno le debió sacar una sonrisa de la boca al ver a los Kleggs en acción.

La nueva macrosaga de Dredd servía también para presentar nuevos escenarios de interés, como la tumba del Juez Fargo (siendo ésta la primera vez que se tenía noticia de la existencia de tal personaje, aunque aún no se conocía demasiado sobre su importancia en el contexto de la historia), o como Sub-City (en inglés UnderCity, las ruinas de las antiguas ciudades de la costa este existentes en el subsuelo de la megaciudad y sobre las que ésta se había edificado), o el antiguo río Ohio (actualmente famoso por ser uno de los más polucionados de los Estados Unidos) que ahora discurría a través de Sub-City y que en el siglo XXII recibía el nombre de El Gran Maloliente (The Big Smelly) por parte de sus habitantes.
Del mismo modo, también era en esta saga donde los lectores se encontraban por primera vez con la figura del alcalde de Mega-City, en este caso el alcalde Grubb, representante civil de los habitantes de la megaciudad ante el Departamento de Justicia, y al que Cal enviaba directamente a los psicocubos por considerar que sus ideas eran las de un loco.

Igualmente, si la Tierra Maldita había incorporado a Tweak como elemento accesorio de gran importancia para el desenlace de la trama argumental, en este caso sería Fergee, uno de los grotescos habitantes de Sub-City, quien se revelaría como el héroe final de la historia, que concluía con el triunfo de Dredd y los suyos y el nombramiento del Juez Griffin como nuevo Juez Jefe de Mega-City 1, sustituyendo al asesinado Goodman y al fallecido Juez Jefe Cal.

Con todo, el fallecimiento del Juez Cal no supondría su total desaparición de la escena de Mega-City Uno en los años venideros. Sin ir más lejos, 16 años después de su muerte, la posibilidad de que salieran a la luz pública los Archivos secretos que Cal guardaba sobre otros Jueces, sería la causa de graves problemas para el Departamento de Justicia y especialmente para el Juez Dredd (Progs. 959-963). Incluso ya en un plano más físico, su versión procedente de otra dimensión alternativa volvería a aparecer en la serie de la mano de Garth Ennis, Carlos Ezquerra y Henry Flint, durante la saga Helter Skelter (Progs. 1250-1261), de nuevo con la intención de volver a poner de rodillas a la megaciudad.

Lo cierto es que el Día que la Ley Murió, aunque interesante por muchas circunstancias, personalmente nunca me ha acabado de parecer totalmente afortunada en su desarrollo. Al estar imbuida de la propia locura de Cal, la trama me resulta a veces demasiado delirante, imponiéndose la sátira y el absurdo de su demente reinado de terror a la tensión que para mi gusto debía destilar una saga de tal entidad. También es verdad que lo hilarante de muchas de sus situaciones hace que precisamente figure por ese motivo entre las mejor consideradas por los aficionados de Judge Dredd. De todas formas, la constante rotación de dibujantes cada seis páginas no favorecía demasiado la unidad visual de la historia que se estaba contando, sobre todo a los posteriores efectos recopilatorios.

En cualquier caso, tras aquellas dos sagas sucesivas que habían acabado extendiéndose durante un año entero de publicación, el resto del año 1979 vio como Wagner (usando tanto su propio nombre como sus diferentes seudónimos) se hacía de nuevo con el control de Dredd y volvía a restaurar la tradicional estructura de historias cortas o autoconclusivas, seguramente para que todo el mundo recuperase un poco el resuello tras doce meses de continuos cliffhangers una semana tras otra.

Con la confianza que proporcionaba el haber conseguido implantar la revista en un mercado dominado por los comic books norteamericanos, Wagner aprovecharía aquellas historias cortas para profundizar en el universo de los Jueces y empezar a introducir temas que afectarían al futuro de la serie, alguno de ellos incluso a muy largo plazo. Por ejemplo, en el Prog. 116 se presentaría a quien entonces era una niña, Vienna Dredd, hija de Rico y sobrina del propio Juez Dredd, quien 24 años después regresaría a la serie convertida ya en una mujer adulta. En los Progs. 122 a 125, Mega-City se enfrentaría a la mesiánica y ecológica amenaza del zumbado del Padre Tierra en una saga de cinco episodios espléndidamente dibujados por Brian Bolland y Ron Smith.

Igualmente, en los Progs. 128 y 129, los Jueces Soviets de Mega-Este 1 demostraban tener espías dentro de MC-1 y hallarse sumamente interesados en los secretos de defensa de los Jueces norteamericanos, lo que no auguraba nada bueno para el futuro de la megaciudad. Muerte de un Juez (Prog. 137) presentaba a la primera Juez femenina (la Juez Harkness) y se revelaba por primera vez que los Jueces no podían mantener relaciones sentimentales de ningún tipo, (una especie de régimen de celibato que entre los Jueces se conoce como relaciones no judiciales). Por último, en Juez Minty (Prog. 147) se contaba por primera vez la existencia de la Larga Marcha, un último destino pensado para que aquellos jueces veteranos que decidían no seguir patrullando la megaciudad hallasen un honorable final impartiendo justicia en la Tierra Maldita o en la sellada Sub-City.
 
Con esto se acababa el año 2101 y comenzaba el 2102 para los ciudadanos de Mega-City Uno, el año en que el Juez Muerte llegaría desde su oscura dimensión para imponer su peculiar visión de la justicia a todos los seres vivos que habitaban en la megaciudad, erigiéndose como el protagonista de una doble saga que significaría un antes y un después para el Juez Dredd y sobre todo para Brian Bolland. Y por si esto fuera poco, el Juez Feyy arrojaría además en su lecho de muerte una terrible profecía sobre el futuro de la ciudad que sucedería en el año 2120. Y un psíquico con una capacidad de acierto del 88.8% siempre es alguien a tener en cuenta.

Un año jodido para impartir justicia, en definitiva.

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