En su introducción a los Archivos
Completos o Complete Case Files, John
Wagner viene a decir que con el Juez Dredd no vale una visión ideal en
términos de blanco o negro. Usando sus propias palabras, Dredd viene a ser un
héroe que sin embargo representa una tiranía fascista; un hombre con principios
de hierro y a la vez un inflexible adicto a las normas, un defensor del pueblo
y al mismo tiempo su peor pesadilla. Es capaz de actos de heroica valentía y
autosacrificio, pero también es capaz de aplicar la ley sin favoritismos ni
compasión, exactamente igual que lo haría una máquina sin alma.
Seguramente su origen clónico tenga
algo que ver con esta caracterización tan extrema, pues Dredd no es un hombre
normal, sino un producto de laboratorio creado por el Juez Morton Judd sobre la base del material genético del Juez Eustace Fargo, el considerado
padre del sistema judicial.
Haciendo un poco de historia, Joe Dredd se presentó por primera vez a los lectores el 5 de Marzo de 1977, en el Prog. 2 del 2000AD. Sus responsables fueron el inicial editor de la revista, Pat Mills, el guionista John Wagner, auténtico padre literario del personaje y artífice de su continuidad a lo largo de los más de treinta años que lleva escribiendo sobre él, y el dibujante español Carlos Ezquerra.
Haciendo un poco de historia, Joe Dredd se presentó por primera vez a los lectores el 5 de Marzo de 1977, en el Prog. 2 del 2000AD. Sus responsables fueron el inicial editor de la revista, Pat Mills, el guionista John Wagner, auténtico padre literario del personaje y artífice de su continuidad a lo largo de los más de treinta años que lleva escribiendo sobre él, y el dibujante español Carlos Ezquerra.
Cuenta John Wagner que la creación de Dredd debió buena parte de su inspiración
a la película Harry el Sucio, aunque con un
paso previo anterior por un personaje llamado Jack el Tuerto que había hecho
para Valiant. A mediados de los 70, Wagner recibió la oferta de Mills de crear
un personaje para una nueva revista semanal que iba a sacar IPC Magazines y que
finalmente se acabaría llamando 2000AD.
Tras volver a revisar la citada película, Wagner pensó en llevar más allá el
concepto que la misma planteaba a través de una visión futurista y
ultraviolenta de la ciudad de Nueva York, siendo Mills el responsable de dar
nombre al personaje y de situarlo en el futuro apocalíptico de Mega-City Uno, la megaciudad que Wagner
edificaría sobre las ruinas de la antigua costa este norteamericana y gobernada
por los Jueces como respuesta al caos producido por las guerras atómicas, unos
índices de paro totalmente desbordados por un desempleo universal y el
consiguiente aumento de una delincuencia y una violencia en las calles sin
precedentes.
Desde el punto de vista gráfico, Carlos Ezquerra sería el encargado por Mills para visualizar a Dredd (y por extensión, a todos los Jueces de Mega-City Uno). Curiosamente, este diseño debería también al cine la inspiración que luego se acabaría llevando al papel: en la época en que se hallaban metidos en el proceso de creación del personaje, Wagner se fijó en el cartel anunciador de una película que aquí se llamó La Carrera de la Muerte del Año 2000, el cual mostraba a un individuo en moto con un casco negro que dejaba ver muy poco de su rostro. Tras recortarlo del periódico, Wagner se lo envió a Ezquerra, quien al poco tiempo le devolvió el diseño del personaje que hoy conocemos, diseño que aunque alucinó completamente a Mills y posteriormente a los lectores, no convenció en un primer momento a Wagner, quien con algo más austero en mente, se quejó de que con tanto ornamento encima el personaje le parecía un puñetero conquistador español. Recordando aquellos comentarios iniciales, Wagner daría gracias años más tarde por haberse dedicado profesionalmente sólo a escribir.
Desde el punto de vista gráfico, Carlos Ezquerra sería el encargado por Mills para visualizar a Dredd (y por extensión, a todos los Jueces de Mega-City Uno). Curiosamente, este diseño debería también al cine la inspiración que luego se acabaría llevando al papel: en la época en que se hallaban metidos en el proceso de creación del personaje, Wagner se fijó en el cartel anunciador de una película que aquí se llamó La Carrera de la Muerte del Año 2000, el cual mostraba a un individuo en moto con un casco negro que dejaba ver muy poco de su rostro. Tras recortarlo del periódico, Wagner se lo envió a Ezquerra, quien al poco tiempo le devolvió el diseño del personaje que hoy conocemos, diseño que aunque alucinó completamente a Mills y posteriormente a los lectores, no convenció en un primer momento a Wagner, quien con algo más austero en mente, se quejó de que con tanto ornamento encima el personaje le parecía un puñetero conquistador español. Recordando aquellos comentarios iniciales, Wagner daría gracias años más tarde por haberse dedicado profesionalmente sólo a escribir.
El giro de tuerca más curioso de esta historia fue que ni Wagner
ni Ezquerra acabaron viendo publicada aquella primera historia de Dredd que
ambos habían llevado a cabo y que inicialmente estaba destinada a aparecer en
el Prog. 1 del 2000AD.
El motivo de esa desaparición fue que Wagner había abandonado durante la fase inicial de producción por cuestiones del escaso apoyo financiero que iba a tener la nueva revista. Al mismo tiempo, Mills no estaba demasiado convencido de aquella primera historia de Dredd ni de la visión que había retratado Ezquerra de Mega-City Uno, por lo que decidió volver a empezar de nuevo, pero ya sin tiempo material para que Ezquerra entregase a tiempo el primer número.
El resultado de toda esta intrahistoria fue que el Juez Dredd acabaría presentándose por primera vez a los lectores en
el Prog. 2 del 2000AD y no en el Prog. 1 como estaba previsto. La historia
inicial aparecería firmada por Peter Harris (aunque como ocurriría con todas
las posteriores había sido completamente reescrita por Pat Mills) y dibujada
por el entonces novel Mike McMahon,
cuyo estilo fue lo más similar a Ezquerra que Mills pudo encontrar a tiempo.
Como podéis suponer, el cabreo que se agarró Ezquerra al ver que la primera
historia publicada del personaje no era suya, fue la causa de su abandono
inicial, aunque tanto Wagner como él acabasen volviendo más tarde al redil.
Con el paso del tiempo, McMahon acabaría siendo el responsable de dotar de un mayor volumen a las hombreras y a las botas de Dredd, proporcionándole además su mandíbula de granito y la inolvidable mueca que ha venido a caracterizar al personaje, siendo la exigencia de producir seis páginas semanales la que acabase trayendo a bordo a otros dibujantes, entre los cuales Ian Gibson, Brian Bolland y Ron Smith resultarían también cruciales a la hora de producir y redefinir la interpretación visual de Dredd y de la propia Mega-City Uno.
Tras unos primerizos pasos en los que irían presentándose
secundarios y comenzando las grandes sagas épicas, Wagner fue relegando poco a
poco a Mills a un segundo plano y haciéndose con el control de su personaje,
interesándose entonces en asentar sus bases y empezar a presentar personajes de
mayor relevancia de cara al futuro de la serie.
Con el paso del tiempo, McMahon acabaría siendo el responsable de dotar de un mayor volumen a las hombreras y a las botas de Dredd, proporcionándole además su mandíbula de granito y la inolvidable mueca que ha venido a caracterizar al personaje, siendo la exigencia de producir seis páginas semanales la que acabase trayendo a bordo a otros dibujantes, entre los cuales Ian Gibson, Brian Bolland y Ron Smith resultarían también cruciales a la hora de producir y redefinir la interpretación visual de Dredd y de la propia Mega-City Uno.
No fueron éstos los únicos personajes en unirse
al panteón de Mega-City Uno durante aquellos años. Hubo bastantes más, desde el rebelde
surfista Marlon Shakespeare, más
conocido como Chopper, hasta el Juez Fargo, el denominado Padre de
la Justicia, cuyo material genético había servido como base para la clonación
de Joe y del primer Rico Dredd.
Igualmente, la figura del Juez Jefe de Mega-City fue asumiendo un mayor
protagonismo y relevancia en la serie. Además de Fargo, los Jueces Solomon, Goodman, Cal, Griffin, McGruder, Silver, Volt,
Hershey, Sinfield y Dan Francisco son quienes han desempeñado el cargo desde la
implantación del sistema judicial hasta el día de hoy, con decisiones y
políticas fundamentales para los posteriores argumentos construidos en torno a
la megaciudad.
Por otra parte, además de Anderson, otros importantes miembros del Departamento
de Justicia han ido apareciendo junto a Dredd en su inacabable misión de
defender y hacer respetar la ley: los
Jueces Giant (padre e hijo), el segundo Rico Dredd (clonado igualmente del
material genético del Juez Fargo) y las Jueces Hershey, DeMarco y Beeny,
son quienes, entre otros, han ido asumiendo una mayor relevancia según las
diferentes décadas en que han tenido mayor protagonismo.
Claro que no todos los Jueces de Mega-City han buscado siempre lo
mejor para la megaciudad. El loco y
delirante Juez Cal, Jefe del SJS, el Juez Morton Judd, responsable de la
clonación de Dredd y los Judda, o la Juez Jura Edgar, maestra de intrigas y
directora de la PSU, sirven de perfecto ejemplo en este sentido. Lo mismo
puede decirse del cuerpo de Jueces Robots denominado Mechanismo, respuesta cibernética a los transgresores de la ley que
en ocasiones ha llegado a resultar aún más peligrosa para Mega-City que los
propios delincuentes que motivaron su creación.
Aparte de las lógicas amenazas internas generadas por la propia dinámica del
tipo de poder detentado por los Jueces, los villanos y las amenazas del siglo
XXII tienen la entidad necesaria como para poder justificar el que sus
ciudadanos acojan de buen grado el mal menor que supone el sistema policial y
fascista representado por los Jueces en este universo de posguerra atómica.
Además del Juez Muerte y el resto de Jueces Oscuros, encaja en esta categoría Orlok el Asesino, el terrorista más despiadado y letal de Mega-Este 1 y responsable de desatar la Blockmanía que dejó indefensa a Mega-City Uno ante la posterior invasión del Bloque Soviet que le siguió a continuación. También puede incluirse en este apartado a los dos asesinos en serie más letales de Mega-City, el precoz P.J. Maybe, un genio de la química y la robótica cuya carrera hacia la cumbre empezó a los 12 años de edad, y la hipermaciza Oola Blint, una viuda negra conocida como el Ángel de la Misericordia por su desaforada afición a la eutanasia activa.
En un extremo menos sutil de entusiasmo por los asesinatos en masa, creo que merece mencionarse a Angel MalaMáquina y el resto de la familia Angel, la versión radioactiva de la América más delirante y profunda. Lo mismo puede decirse de la organización terrorista Total War, cuyos miembros buscan la implantación de la democracia en Mega-City Uno aunque para ello tengan que acabar con la vida de millones de ciudadanos detonando armas nucleares de manera indiscriminada. O las peligrosas mafias que gobiernan el submundo de la megaciudad, de las que el magnate cyborg Nero Narcos ha sido quien más cerca ha estado de derribar el sistema judicial con la intención de sustituirlo por su propia dictadura. Al mismo tiempo, argumentos construidos a largo plazo como la Marcha Democrática o los Prejuicios contra los Mutantes, desastres como la Guerra del Apocalipsis o el Día del Caos, la Tetralogía basada en las predicciones psíquicas del moribundo Juez Feyy en su lecho de muerte, las diferentes Guerras Robot, la Necrópolis o el Día del Juicio, se han acabado estableciendo como hitos fundamentales a lo largo de la historia de la megaciudad.
Ahora bien, para entender a Dredd es preciso situarlo en su contexto. Y para ello hay que situarle en el entorno creado a través del secundario más importante de la serie, la gigantesca y claustrofóbica Mega-City Uno, la megaciudad más importante del siglo XXII.
Además del Juez Muerte y el resto de Jueces Oscuros, encaja en esta categoría Orlok el Asesino, el terrorista más despiadado y letal de Mega-Este 1 y responsable de desatar la Blockmanía que dejó indefensa a Mega-City Uno ante la posterior invasión del Bloque Soviet que le siguió a continuación. También puede incluirse en este apartado a los dos asesinos en serie más letales de Mega-City, el precoz P.J. Maybe, un genio de la química y la robótica cuya carrera hacia la cumbre empezó a los 12 años de edad, y la hipermaciza Oola Blint, una viuda negra conocida como el Ángel de la Misericordia por su desaforada afición a la eutanasia activa.
En un extremo menos sutil de entusiasmo por los asesinatos en masa, creo que merece mencionarse a Angel MalaMáquina y el resto de la familia Angel, la versión radioactiva de la América más delirante y profunda. Lo mismo puede decirse de la organización terrorista Total War, cuyos miembros buscan la implantación de la democracia en Mega-City Uno aunque para ello tengan que acabar con la vida de millones de ciudadanos detonando armas nucleares de manera indiscriminada. O las peligrosas mafias que gobiernan el submundo de la megaciudad, de las que el magnate cyborg Nero Narcos ha sido quien más cerca ha estado de derribar el sistema judicial con la intención de sustituirlo por su propia dictadura. Al mismo tiempo, argumentos construidos a largo plazo como la Marcha Democrática o los Prejuicios contra los Mutantes, desastres como la Guerra del Apocalipsis o el Día del Caos, la Tetralogía basada en las predicciones psíquicas del moribundo Juez Feyy en su lecho de muerte, las diferentes Guerras Robot, la Necrópolis o el Día del Juicio, se han acabado estableciendo como hitos fundamentales a lo largo de la historia de la megaciudad.
Ahora bien, para entender a Dredd es preciso situarlo en su contexto. Y para ello hay que situarle en el entorno creado a través del secundario más importante de la serie, la gigantesca y claustrofóbica Mega-City Uno, la megaciudad más importante del siglo XXII.
Abarcando geográficamente la antigua Costa Este norteamericana y
empequeñeciendo los primitivos rascacielos sobre los que se construyó, sus millones de habitantes residen en
Bloques, mastodónticas megaedificaciones que se elevan hacia los cielos y en
los que pueden llegar a residir 50.000 personas de media. Generalmente
llevan el nombre de algún personaje, actor, músico o deportista que es bien
conocido por los lectores y la rivalidad entre ellos resulta tan extrema que a
veces ha llegado a desencadenar lo que se conoce como Guerras de Bloques, a las cuales los Jueces han de poner fin con
todos los medios a su alcance, pues centenares de miles de personas armadas
hasta los dientes y deseando matarse entre sí por cualquier tipo de disputa, o
por simple paranoia, suponen una amenaza necesaria de atajar antes de que su
locura se extienda a toda la ciudad.
Como es lógico, Mega-City Uno no es la única megaciudad del planeta. Dentro del antiguo territorio de los
antiguos Estados Unidos, se encuentran también Mega-City Dos, situada en lo que antes era la antigua Costa Oeste de
los USA, y Mega-City Tres, también
llamada Texas City y ubicada en lo
que antaño se conoció como el antiguo estado de Texas.
Igualmente, en el territorio de lo que en otra época se conoció como la Unión Soviética, se encuentran Mega-Este 1 y Mega-Este 2. En los restos de la vieja y devastada Europa subsisten Brit-Cit y Cal-Hab en el lugar que antes eran las Islas Británicas, Euro-City ocupando parte de lo que antes eran Francia y Alemania, y Ciudad España en el este de lo que en otro tiempo se conoció como la península ibérica. Otras megaciudades de importancia son Sino-City 1 y Sino-City 2 en el territorio de la antigua China, Hondo City en el territorio de las antiguas islas de Japón, Oz en lo que queda de Australia, o Ciudad Barranquilla en el sur del continente sudamericano.
Igualmente, en el territorio de lo que en otra época se conoció como la Unión Soviética, se encuentran Mega-Este 1 y Mega-Este 2. En los restos de la vieja y devastada Europa subsisten Brit-Cit y Cal-Hab en el lugar que antes eran las Islas Británicas, Euro-City ocupando parte de lo que antes eran Francia y Alemania, y Ciudad España en el este de lo que en otro tiempo se conoció como la península ibérica. Otras megaciudades de importancia son Sino-City 1 y Sino-City 2 en el territorio de la antigua China, Hondo City en el territorio de las antiguas islas de Japón, Oz en lo que queda de Australia, o Ciudad Barranquilla en el sur del continente sudamericano.
El entorno histórico de ficción en el que se desarrolla la serie
supone que en el año 2070 el mundo fue casi devastado por la gran guerra
atómica desatada por quien fuera el último presidente norteamericano, Robert L. Booth, quien a continuación
sería depuesto por los Jueces (una especie de fuerza policial con poderes
limitados que había sido recientemente creada) tras derrocar éstos la
constitución norteamericana y asumir el control de todas las instituciones de
gobierno.
Ante el desastre nuclear producido, la población mundial comenzó a aglomerarse en gigantescas y superpobladas megaciudades construidas para poder sobrevivir al derrumbamiento ecológico del planeta. Ante semejantes acumulaciones de seres humanos, los índices de corrupción y
criminalidad barrieron cualquier previsión previamente establecida y la
humanidad comenzó a caer de una manera vertiginosa en el caos más absoluto. El
pánico hizo presa en la población mundial, que como única esperanza volvió su
atención hacia el nuevo sistema adoptado por los norteamericanos, un sistema
que poco tenía que ver con cualquier principio democrático que hubiera regido
los Estados Unidos hasta entonces. Así surgió el Universo de los Jueces, facultados
por la propia situación creada para mantener la paz y aplicar la ley a toda
costa y a cualquier precio.
Como podéis suponer, todo este escenario argumental no fue construido por John Wagner de la noche a la mañana, sino a lo largo de muchas historias a las que se fue evolucionando y dando forma para poder hacer comprensible a un personaje y a una sociedad difícilmente asimilables por unos lectores nacidos en el estado del bienestar y concienciados ideológicamente en una democracia fuertemente implantada.
Con esto, creo que los que sepan poco o nada sobre el personaje pueden hacerse una cierta idea de por dónde van los tiros en el Universo del Juez Dredd. A partir de ahora, tiraremos de tebeos. Seguramente Stan Lee os diría algo así como “Bienvenidos al apocalíptico mundo del siglo XXII”. Pero como a estas alturas ya habréis descubierto, yo no soy Stan Lee.
Como podéis suponer, todo este escenario argumental no fue construido por John Wagner de la noche a la mañana, sino a lo largo de muchas historias a las que se fue evolucionando y dando forma para poder hacer comprensible a un personaje y a una sociedad difícilmente asimilables por unos lectores nacidos en el estado del bienestar y concienciados ideológicamente en una democracia fuertemente implantada.
Con esto, creo que los que sepan poco o nada sobre el personaje pueden hacerse una cierta idea de por dónde van los tiros en el Universo del Juez Dredd. A partir de ahora, tiraremos de tebeos. Seguramente Stan Lee os diría algo así como “Bienvenidos al apocalíptico mundo del siglo XXII”. Pero como a estas alturas ya habréis descubierto, yo no soy Stan Lee.
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