domingo, 2 de marzo de 2025

El Camino al Escenario del Juicio Final. La Danza del Escorpión

Aproximadamente hacia mediados de 1998, la doble circunstancia de que David Bishop fuese al mismo tiempo el editor tanto del 2000AD como del Judge Dredd Megazine, y de que John Wagner fuese el escritor que tenía a su cargo todas las historias del Juez Dredd que estaban apareciendo en ambas revistas, iba a ser determinante para que los responsables del área comercial de Fleetway (en este caso, los propietarios daneses del grupo Egmont) le planteasen a Bishop la conveniencia de llevar a cabo un nuevo crossover entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine con la más que evidente finalidad de incrementar las ventas de ambas revistas, especialmente las del Megazine, que durante estos años finales de la década de los noventa eran las que más estaba costando sacar adelante.

Una vez que esa propuesta de los responsables comerciales de Fleetway acabó siendo aceptada por John Wagner (bastante a regañadientes, todo hay que decirlo, puesto que Wagner nunca ha sido excesivamente aficionado a este tipo de crossovers que discurrían entre diferentes publicaciones), todo este movimiento editorial se acabaría concretando en una nueva macrosaga que iba a comenzar a publicarse al año siguiente y que recibiría el título de El Escenario del Juicio Final (The Doomsday Scenario), el tercer y último crossover que iba a tener lugar entre el Judge Dredd Megazine y el 2000AD tras la aparición de El Día del Juicio en 1992 y de Wilderlands en 1994, los dos que se habían publicado hasta entonces.

Aunque ya habrá otro momento más oportuno para hablar de las particularidades que acabarían incidiendo sobre este nuevo Mega-Epic de Dredd, lo cierto es que John Wagner optó por no partir de cero a la hora de su elaboración, sino que además de las nuevas historias que desde ese momento irían abriendo camino hacia esa macrosaga que ya empezaba a vislumbrarse en el horizonte, decidió incorporar también a la misma las diferentes tramas que en ese momento tenía abiertas dentro de la serie, evidentemente con la idea de que unas y otras fuesen confluyendo en la dirección en que quería llevar el crossover, una dirección que no era otra que el asalto al poder que pretendía llevar a cabo Nero Narcos, el líder de los Frendz, con el fin de acabar con los Jueces y derrocar al Departamento de Justicia. De esta manera, El Escenario del Juicio Final acabaría siendo precedido por toda una serie de historias preparatorias que irían apareciendo tanto en el 2000AD como en el Megazine, y en las que poco a poco se iría revelando el plan orquestado por Narcos para eliminar a los Jueces y arrebatarles el gobierno de la ciudad.

Con dibujos muy poco afortunados del británico Steve Tappin, la primera de esas historias aparecería en el mes de Octubre dentro del Judge Dredd Megazine e iba a llevar por título Worst of Frendz (El Peor de los Amigos), una historia corta de apenas 10 páginas que aparecía en el Meg. 3.46 y que como su título indicaba estaba centrada en el líder de los Frendz, Nero Narcos, evidentemente el más malo de todos ellos, tal y como se le describía en el título que prestaba nombre a la historia.

Echando la vista atrás a fin de dar un poco de contexto a la situación que se planteaba a través de esta historia, los Frendz habían hecho su primera aparición en la serie en los Progs. 955-959, dentro de la historia titulada Malos Amigos (Bad Frendz), presentándose ante los ciudadanos de Mega-City como una fundación benéfica dedicada a fines caritativos que recibía el eufemístico nombre de “Los Amigos de Mega-City Uno” (Frendz of Mega-City One), una fundación que no era sino la tapadera legal bajo la que se movía la peligrosa organización criminal dirigida por Nero Narcos, quien de cara al exterior actuaba como el presidente de esa fundación.

Tal y como se nos había contado en dicha historia, el cuerpo de Narcos había sido hecho pedazos años atrás por una bomba de fragmentación que le había puesto uno de sus rivales mafiosos, de manera que lo único que había quedado de él era su cerebro, el cual se hallaba conectado desde entonces a un tanque de supervivencia y a varios superordenadores desde los que movía y controlaba todos los hilos de la organización.

Contada por primera vez desde el punto de vista del propio Nero Narcos, El Peor de los Amigos comenzaba presentando lo que era el nuevo cuerpo artificial que acababa de adquirir el Señor del Crimen de Mega-City Uno, una maravilla de la tecnología valorada en varios millones de créditos a la que Narcos había decidido trasplantar su cerebro y que incluso poseía sensibilidad en la piel, cabello vivo y un milagroso pene artificial (diseñado por el afamado ingeniero cibernético Pissari de Milán, el maestro de los receptores neuronales) hecho de plástico expansible que era capaz además de proporcionar placeres indescriptibles a las mujeres, tal y como en ese momento evidenciaban las dos exuberantes féminas que formaban parte del séquito habitual de Narcos y que ahora compartían las hazañas sexuales de éste en su piscina antigravitatoria privada. El hecho de volver a tener un cuerpo sensible y de poder moverse por sí mismo de manera independiente había estimulado las ambiciones de Narcos, quien empezaba a pensar cada vez más a lo grande, algo bastante lógico cuando dejas de ser un cerebro inmóvil metido en un tanque de supervivencia.

En un pequeño paréntesis de su reciente y aparentemente inagotable actividad sexual, Narcos salía de la piscina y activaba una señal, acudiendo a continuación a sus pantallas de control para observar una zona concreta de Mega-City en la que unos pocos robots, apenas seis unidades que iban desde simples droides de servicio a robots de la construcción (todos ellos evidentemente controlados por Narcos), comenzaban a matar a todos los Jueces y civiles que se iban cruzando en su camino y a los que pillaban por sorpresa.

Bajo la atenta mirada de Narcos, las fuerzas del Departamento de Justicia reaccionaban a los atentados y un destacamento de Jueces liderado por el propio Dredd se personaba rápidamente en el lugar en el que se estaban produciendo los hechos, siendo Dredd quien de manera expeditiva ponía fin a la revuelta utilizando el apoyo de un vehículo aéreo y un tanque manta que se habían unido al destacamento que hacía frente a los robots.

Ante lo extraño del ataque, los Jueces comprobaban posteriormente, a través de los números de serie de los robots, que todos ellos procedían de un mismo robo que se había perpetrado anteriormente en un almacén de la ciudad, no encontrando ningún rastro ni ninguna pista que revelase quién había sido su autor ni quien los había reprogramado para llevar a cabo el atentado, por lo que la investigación del extraño incidente no tenía posibilidades de llegar a ninguna parte.

Una vez concluido el incidente, en la lujosa residencia de Narcos, éste reflexionaba sobre el resultado de lo que ahora se revelaba como un test de prueba: los seis robots que habían participado en su pequeño experimento habían causado once bajas entre los Jueces, unos números que Narcos consideraba bastante satisfactorios, si bien había dos cosas que era necesario mejorar de cara al todavía desconocido objetivo que tenía en mente: en primer lugar, el vehículo aéreo y el tanque manta habían llegado con demasiada rapidez al lugar de los hechos, y en segundo lugar y principalmente, que el Juez Dredd evidenciaba ser una clara amenaza para sus planes, resultando imprescindible su previa eliminación si se quería garantizar el éxito del ambicioso plan que Narcos pretendía poner en funcionamiento.

Antes de volver a la piscina con sus dos acompañantes femeninas y de dar así por finalizado el episodio, las reflexiones de Narcos nos proporcionaban importantes pistas sobre el contenido de ese misterioso plan que no se llegaba a manifestar, toda vez que sus pensamientos incidían sobre lo mucho que había estudiado la rebelión de los robots que Call-Me-Kenneth había liderado en el año 2099 (Progs. 10-17) y lo cerca que éste había estado de acabar con los Jueces de una manera total y definitiva.

Desde el punto de vista de Narcos, la irracional actitud de Call-Me-Kenneth había sido determinante en el fracaso de su improvisada guerra contra Mega-City Uno. Ahora bien, si ese liderazgo lo hubiera ostentado alguien que hubiese actuado de un modo más racional y con un plan previamente establecido, posiblemente todo hubiera terminado de una manera muy distinta, siendo con esta reflexión final de Narcos con la que concluía Worst of Frendz, dejando las espadas en todo lo alto para lo que parecía deducirse de estas reflexiones y del pequeño experimento que había llevado a cabo, que no era otra cosa que una Segunda Guerra Robot desatada esta vez por el líder del cártel criminal más peligroso y sin escrúpulos de Mega-City Uno.

Con estos antecedentes, la segunda de estas historias dispuestas por Wagner para conducir a los lectores hacia esa nueva macrosaga que iba a tener lugar al año siguiente sería Gun Play (Juego de Armas), una historia corta de apenas seis páginas de extensión que aparecería durante la primera semana del mes de Diciembre en el Prog, 1122, y que presentaba dibujos del artista italiano Paolo Parente, otro dibujante que tampoco se puede decir que despertase muchas pasiones. Su contenido venía a ser complementario al de Worst of Frendz. En concreto, si en El Peor de los Amigos se nos proporcionaban las primeras pistas sobre el plan que Nero Narcos tenía en mente para derrocar al gobierno de los Jueces, Juego de Armas se encargaba de revelar otra nueva faceta de ese misterioso plan destinado a poner a los Jueces de Mega-City contra las cuerdas.

Partiendo de esta base, Juego de Armas era una historia que tenía a su vez un antecedente más o menos directo en Virtual Soldier (Progs. 1117 y 1118), otra historia anterior a cargo de Rafa Garrés en la que se habían apreciado por primera vez los problemas de seguridad que afectaban a General Arms, la empresa encargada de fabricar el armamento utilizado por los Jueces, en concreto, tal y como se nos contaba ahora, el nuevo modelo Mark II de Legislador (Lawgiver) que los Jueces estaban probando con intención de incorporarlo a su armamento estándar sustituyendo a los tradicionales modelos Mark I que hasta ese momento habían venido apareciendo en la serie. Pues bien, tal y como descubríamos ahora, el nuevo modelo MK II había sido desarrollado por General Arms utilizando microprocesadores fabricados por otra corporación tecnológica, Microdot Corp, circunstancia que, tal y como íbamos a ver en esta historia, iba a tener bastante más importancia de la que parecía.

Sobre esta premisa argumental, Juego de Armas se desarrollaba en dos escenarios muy diferentes. El primero, el que abría la historia, se encontraba en una de las salas de prueba del Palacio de Justicia, donde era el propio Juez Dredd quien se encargaba de probar la efectividad de ese nuevo modelo de Legislador desarrollado por General Arms ante una nutrida concurrencia de Jueces que habían acudido a presenciar el test que se le estaba realizando a la nueva Lawgiver. Por el contrario, el segundo escenario se trasladaba a un lugar mucho más lúgubre y menos concurrido que el anterior, en concreto a un oscuro callejón de Mega-City Uno en el que el Juez Auger, uno de los Jueces que habían sido designados para probar la efectividad del nuevo modelo de Lawgiver sobre el terreno, atendía la llamada de una misteriosa anciana que lo que en realidad hacía era conducirle a una trampa, viéndose de repente atrapado en el interior de un solitario y apartado almacén completamente sellado y aislado del exterior.

Mientras Dredd probaba con éxito las múltiples capacidades que ofrecía el nuevo modelo de Legislador, que además de las habituales, incluía varios sensores de movimiento y un pulso de energía capaz de incapacitar a varios hombres sin necesidad de utilizar fuerza letal (tal y como comprobaban de primera mano varios ciudadanos comprometidos que amablemente se habían ofrecido voluntarios para colaborar con el Departamento y encajar los disparos del arma), la situación del Juez Auger se veía notablemente comprometida cuando descubría que se encontraba frente a un pequeño individuo que aparecía escoltado a su vez por dos guardaespaldas. El individuo se identificaba como Willis Shane, oficial de desarrollo tecnológico de Microdot Corp, y aunque Auger era incapaz de saberlo, lo que todavía empeoraba más su situación es que todo lo que estaba sucediendo en el almacén estaba siendo monitorizado desde su mansión por el propio Nero Narcos, que se revelaba así como el verdadero responsable de la trampa en que había caído Auger.

Al ser advertido por Shane de que iba a ser disparado con un arma convencional, Auger trataba de adelantarse e intentaba efectuar varios disparos con su Mark II contra los tres individuos que tenía ante él, siendo entonces cuando descubría que el nuevo Legislador había dejado de funcionar y no era capaz de efectuar ni un solo disparo. Tras recibir en pleno estómago el disparo que le había sido anunciado, Auger volvía a intentar abrir fuego contra sus enemigos, pero esta vez el MK II le estallaba en la mano, siéndole arrancada de cuajo debido a la inesperada explosión del arma. Antes de que el sorprendido y mutilado Juez pudiera reaccionar, uno de los guardaespaldas que acompañaban a Shane se situaba a su lado y le asesinaba de un disparo en la cabeza.

Como el propio ingeniero le explicaba a continuación a Narcos, una vez que se activaba una primera señal codificada, el Mark II quedaba completamente inoperativo, siendo incapaz de efectuar ni un solo disparo. Del mismo modo, el envío de una otra señal distinta a la anterior activaba el mecanismo de autodestrucción del arma mientras ésta era empuñada por su portador. El mecanismo de destrucción insertado en los Mark II resultaba virtualmente indetectable, ya que para localizarlo había que saber antes lo que se estaba buscando, y aun así, se hallaba camuflado como una función más del sistema de reparación por control remoto, lo que dificultaba todavía más su identificación. A cambio de sus inestimables servicios, Shane dejaba de trabajar para Microdot y aceptaba una oferta de trabajo de seis millones de créditos anuales en Antartic Digital, una empresa propiedad de los Frendz con base en la Antártida, a donde Shane debía trasladarse de inmediato para desaparecer durante un tiempo de la circulación.

Al mismo tiempo, en el Palacio de Justicia, una vez finalizado el test de prueba de los nuevos Legisladores MK II con el visto bueno de Dredd, los responsables del Departamento decidían que el nuevo modelo dejase de ser experimental y comenzase a sustituir de inmediato a los antiguos modelos MK I, haciéndolo de una manera progresiva hasta completar su reemplazo, dados los razonables descuentos por unidad que General Arms le estaba ofreciendo en ese momento al Departamento de Justicia. De esta manera, el nuevo Legislador MK II pasaba con éxito los dos test de prueba que le habían sido efectuados en esta historia, es decir, el test oficial efectuado por Dredd, y el extraoficial efectuado en secreto por Nero Narcos, no augurando este último nada bueno para los Jueces de Mega-City.

Con esta nueva historia, los lectores accedían de primera mano a dos de los aspectos básicos del plan que Nero Narcos estaba poniendo en marcha, un plan que por un lado implicaba la utilización de robots contra los Jueces de Mega-City (Worst of Frendz), y por otro la inutilización de su armamento primario de respuesta habitual (Gun Play). El único cabo que de momento le seguía quedando suelto a Nero Narcos era el relativo a la eliminación del Juez Dredd, aunque tal y como se iba a ver más adelante, Narcos también estaba empezando a desarrollar planes al respecto.

Sin solución de continuidad, durante ese mismo mes de Diciembre los Progs. 1123 y 1124 presentaron El Ángel de la Navidad (Christmas Angel) una historia navideña de 16 páginas a cargo de John Wagner y de Jason Brashill que esta vez no guardaba relación alguna con los planes que Nero Narcos tenía en mente para Mega-City Uno, pero en la que sí que aparecían un par de personajes a los que también volveríamos a ver de nuevo durante el transcurso de El Escenario del Juicio Final y que no eran otros que el matrimonio formado por Homer y Oola Blint, esta última mayormente conocida como el Ángel de la Misericordia, la asesina en serie más buscada de Mega-City Uno.

El Ángel de la Navidad suponía otra buena muestra del irreverente humor negro que acompañaba habitualmente a los guiones que John Wagner solía escribir en clave de comedia, si bien aderezado además en esta ocasión por un espléndido dibujo por parte de Jason Brashill, una de las indiscutibles estrellas del 2000AD durante estos años. A efectos argumentales, la historia comenzaba la Víspera de Navidad (Christmas Eve, es decir, lo que nosotros celebramos como la Nochebuena), cuando el Juez Dredd perseguía a un ladrón de bolsos disfrazado de Santa Claus que intentaba darse a la fuga después de robarle el bolso a una anciana en el centro comercial situado en el bloque Jack Kevorkian. El delincuente en cuestión trataba de escapar escondiéndose en un apartamento que en ese momento parecía hallarse vacío, siendo detenido por Dredd cuando intentaba introducirse en él.

La cuestión era que el apartamento no estaba tan vacío como aparentaba, sino que sus propietarios se encontraban muertos, tendidos apaciblemente sobre el suelo y sosteniendo una flor negra en su regazo, señal inequívoca de que ambos habían sido víctimas de El Ángel de la Misericordia, la famosa asesina en serie conocida también en los medios como la Mujer de Negro o la Asesina de la Eutanasia. Al comprobar que los cuerpos se hallaban todavía calientes, Dredd daba la voz de alarma y un ejército de Jueces se personaba de inmediato en el Jack Kevorkian, sellando completamente el edificio y comenzando a registrar todos y cada uno de los apartamentos en busca de la peligrosa asesina en serie.

Mientras tanto, totalmente ajenos a lo que se estaba organizando a su alrededor, Oola y Homer, disfrazados uno como Santa Claus y la otra como uno de sus alegres y joviales renos (evidentemente con el fin de pasar lo más inadvertidos que fuese posible, toda vez que los adultos disfrazados son una de las tradiciones navideñas más populares de Mega-City), llamaban en ese momento a la puerta de otro de los vecinos del bloque, un anónimo ciudadano llamado Myron que les abría y les dejaba pasar, convirtiéndose en su siguiente víctima tan pronto como Oola se ponía su indumentaria de trabajo habitual y le aplicaba la dosis correspondiente de gas somnífero. Sin embargo, en un inesperado giro de los acontecimientos, lo que ninguno de los dos sabía era que Myron organizaba esa noche una multitudinaria Fiesta de Navidad en su casa y se hallaba esperando a más de una veintena de personas en el momento en que Oola y Homer habían aparecido delante de su puerta; de hecho, al verles disfrazados, el desafortunado Myron les había dejado pasar pensando que eran los primeros invitados en llegar a la fiesta.

Los acontecimientos se precipitaban cuando Homer tropezaba casualmente con una de las invitaciones que Myron tenía en su casa y se daban cuenta de que un montón de personas estaban a punto de presentarse allí en cualquier momento, decidiendo poner pies en polvorosa antes de que empezasen a llegar los invitados de Myron. Desafortunadamente, ya era demasiado tarde. Como mandan los cánones de toda buena comedia, varios de los invitados se congregaban en ese mismo instante ante la puerta del apartamento de Myron, llamando a voces al difunto para que les abriese y comenzase la fiesta. Ante el escándalo que se estaba montando, Oola y Homer no tenían más remedio que dejarles pasar y hacer las veces de anfitriones alegando una inoportuna indisposición de Myron, siendo entonces cuando la optimista Oola decidía que la única manera de salir de semejante atolladero era improvisar y cargarse a todos los invitados de Myron (más de veinte personas) de la manera más discreta posible.

De esta forma, mientras el aterrorizado Homer, todavía disfrazado de Santa Claus, iba haciendo pasar a los invitados de uno en uno a la habitación de Myron bajo el pretexto de que éste se encontraba enfermo y quería saludarles, Oola los aguardaba en el interior de la habitación y se los iba cargando de manera discreta y silenciosa a medida que éstos iban entrando en ella. Todo ello al mismo tiempo que los Jueces seguían localizando víctimas en los otros pisos por los que previamente habían pasado Oola y Homer, y de que en la tumultuosa fiesta de Myron, los cadáveres empezasen a amontonarse en la habitación del anfitrión al mismo ritmo que la fiesta iba entrando en un descontrol generalizado y los invitados llevaban un colocón cada vez mayor.

Sin embargo, en otro nuevo giro de los acontecimientos, la situación se complicaba todavía más para el Ángel de la Misericordia y su aterrorizado ayudante cuando los asistentes a la fiesta (evidentemente, aquellos que todavía no habían pasado a “saludar” a Myron) descubrían que el bloque se hallaba completamente rodeado por los Jueces, circunstancia que evidenciaba que algo muy importante debía estar sucediendo en el interior del edificio para que tuviese lugar semejante movilización. Al darse cuenta de que los Jueces habían detectado su presencia y les estaban buscando a ellos, la única solución que se les ocurría a Oola y a Homer era ponerse a rezar a Grud y a todos los santos de los que tenían noticia para que sucediese algún milagro y se librasen de una más que segura detención con pena de muerte incluida.

A pesar de lo desesperado de la situación en que se encontraban Oola y Homer, lo cierto es que ésta no dejaba de ser una historia de Navidad, y por tanto, era imposible que faltase el habitual milagro navideño que suele acompañar a todas aquellas buenas historias de Navidad que se precien de serlo. Consecuentemente, al llamar los Jueces a la puerta del fallecido Myron y encontrarse con aquel pedazo de fiestón en su momento más álgido, decidían que no merecía la pena detenerse mucho tiempo allí y que lo más oportuno era continuar el registro por los otros apartamentos del bloque. Al fin y al cabo, resultaba un poco absurdo pensar que el Ángel de la Misericordia se encontrase allí de fiesta en lugar de estar intentando huir del edificio.

Horas más tarde, después de que la búsqueda del Ángel de la Misericordia por todo el bloque hubiese resultado infructuosa, los Jueces levantaban el bloqueo del Jack Kevorkian y volvían a permitir la libre entrada y salida del edificio, circunstancia que aprovechaban Oola y Homer para largarse de allí a toda velocidad y regresar al bloque en el que ambos residían desde su primera aparición en Ciudad Loca (Progs. 1050-1052), el bloque Norman P. O´Connor. A la mañana siguiente, cuando Dredd era informado de que se habían encontrado más de una veintena de cadáveres en el apartamento de Myron con toda la pinta de haber sido víctimas del Ángel de la Misericordia, ya era demasiado tarde para hacer nada salvo buscar al responsable de que aquel apartamento no hubiese sido registrado a fondo y meterle un puro del tamaño de Australia.

A modo de conclusión, la peculiar historia navideña llegaba a su fin a la mañana siguiente en el apartamento de los Blint, en el momento en que Oola y Homer intercambiaban sus regalos de Navidad: una jeringuilla de oro para Oola por parte de Homer y un negro traje de enterrador para Homer por parte de su querida esposa, evidentemente con el fin de que hiciese juego con el que ella misma utilizaba para difundir su particular visión de la eutanasia activa entre los desafortunados ciudadanos de Mega-City que se topaban con ella. Con esta conclusión, los dos personajes quedaban emplazados para la que sería su siguiente aparición en la serie y que iba a tener lugar durante el transcurso de la inminente macrosaga que se avecinaba en apenas unos meses.

Siguiendo el orden de los acontecimientos que se estaban produciendo en Mega-City Uno, el camino que conducía hacia el nuevo Mega-Epic de Dredd retomaba su andadura esta vez en las páginas del 2000AD, y lo hacía a través de otra de las historias de mayor relevancia argumental que llegaron a aparecer durante este periodo: La Danza del Escorpión (The Scorpion Dance), una saga de ocho episodios de duración y 48 páginas de extensión que aparecía pintada directamente a color por el veterano John Burns y que de alguna manera era la que hacía las veces de prólogo a lo que en apenas unos meses iba a ser el comienzo de El Escenario del Juicio Final. Todo ello sin perjuicio de mantener también su carácter de secuela, o incluso de continuación directa, de algunas de las historias más relevantes que habían venido apareciendo durante los últimos tres años tanto en el 2000AD como en el Megazine.

Aparecida en los Progs. 1125 a 1132, desde finales de Diciembre de 1998 a mediados de Febrero de 1999, La Danza del Escorpión suponía en primer lugar la continuación directa de la trama procedente de Beyond the Call of Duty (Progs. 1101 a 1110) que había girado en torno a la Juez DeMarco y en la que se había presentado al Juez Roffman, personajes ambos que iban a tener también su cuota de protagonismo en la inminente macrosaga que estaba a punto de comenzar. En segundo lugar, a modo de revancha, La Danza del Escorpión suponía también el siguiente paso en la guerra fría que se había declarado en Sleaze (Meg. 3.40) entre el Juez Dredd y la Juez Edgar, quien en esta historia iba a dejar bastante claro que se trataba además de una muy mala enemiga a la que convenía no quitar nunca la vista de encima. Y por último, La Danza del Escorpión era también la secuela de Bad Frendz (Progs. 955-959), historia que había aparecido tres años antes y que había supuesto la presentación en sociedad de Nero Narcos, el líder de los Frendz, y de un asesino independiente contratado por la organización: Vitus Dance (El Baile de San Vito), un mutante de la Tierra Maldita extremadamente peligroso y dotado de múltiples capacidades psíquicas, que era conocido por el sobrenombre de El Escorpión.

Dentro de este contexto argumental, la historia daba comienzo en las instalaciones de la PSU (Unidad de Vigilancia Pública), situadas desde su reconstrucción en el interior de la Estatua del Juicio (Prog. 953). Su directora, la Juez Jura Edgar, personaje sobre el que John Wagner iba a hacer descansar esta vez una gran parte del protagonismo de la historia, había hecho llamar a su despacho al Juez Roffman, quien se hallaba pendiente de una evaluación psicológica en la que todo apuntaba a que iba a ser expulsado del cuerpo por haber herido a otro compañero con su arma reglamentaria, algo que había sucedido en Beyond the Call of Duty (Progs. 1101 a 1110). Buscando ajustar cuentas con Dredd por lo sucedido a su vez en Sleaze (Meg. 3.40), Edgar interrogaba a Roffman sobre la denuncia que éste había interpuesto contra la Jefa de Sector DeMarco. En concreto Edgar estaba especialmente interesada en averiguar todo lo que Roffman supiese sobre la relación entre Dredd y DeMarco, y sobre lo ocurrido la noche en que la actual Jefa del Sector 303 había resultado herida.

Tal y como se había visto en aquella historia, Roffman afirmaba haber estado en posesión de un video en el que aparecía la Juez DeMarco besándose con un civil y que esa grabación había sido destruida por Dredd cuando él se la había entregado como prueba de que la Jefa de Sector estaba manteniendo una relación no judicial, información que confirmaba las sospechas de Edgar de que había algo que no estaba del todo claro en la relación de Dredd y DeMarco, siendo necesario profundizar más para saber lo que pasaba entre ellos. En todo caso, a pesar de ser evidente que Roffman era un paranoico con serias dificultades para percibir la realidad, Edgar entendía que las especiales aptitudes de aquel individuo a la hora de descubrir los secretos de la gente podían serle de gran utilidad a la PSU, decidiendo ofrecerle la limpieza total de su expediente y un puesto como técnico de vigilancia si pasaba a trabajar para ella, siendo así como Roffman entraba a formar parte de la División dirigida por Edgar.

Recordando de algún modo la danza de la que hablaba el título de la historia, no terminaban ahí los movimientos que Edgar estaba realizando alrededor de Dredd. Aprovechando que el Juez Niles, miembro del Consejo de los Cinco y Jefe de División del SJS (la División de Asuntos Internos encargada de investigar a los propios Jueces) se hallaba de viaje oficial en Marte, la directora de la PSU decidía ponerse en contacto con su segundo al mando, el Juez Muncie, tentándole con un asunto de gran envergadura en el que estaba envuelta una Jefa de Sector, en este caso la Juez DeMarco, y posiblemente también el mismísimo Juez Dredd.

A fin de hacer buenos los movimientos de Edgar, Wagner nos presentaba en el Juez Muncie a un individuo ambicioso y fácil de manipular que sin pensárselo dos veces empezaba a poner en marcha toda la maquinaria del SJS en busca de ese gran asunto que le estaba proporcionando la directora de la PSU, siendo así como empezaba a interrogar a todos los que habían tenido algún tipo de relación común con Dredd y DeMarco, desde los cadetes que habían formado parte de La Partida de Caza que ambos habían dirigido en los Progs. 1033-1049, hasta el personal de servicio de los Sectores 301 y 303 que habían coincidido con ellos en los últimos tiempos, entre los que se encontraba el Juez Hubble, el asistente personal de DeMarco.

Ajeno a todos los movimientos que se estaban produciendo a sus espaldas, Dredd se hallaba envuelto en uno de los incidentes habituales propios del día a día de Mega-City, cuando era abordado por el Juez Renga, uno de los antiguos cadetes que un par de años antes habían formado parte con él y con DeMarco de La Partida de Caza. Convertido ya en un Juez y agradeciéndole lo que Dredd había hecho por él durante aquella saga, Renga le advertía de que el SJS le había estado interrogando durante varias horas sobre todo lo que había sucedido entre Dredd y DeMarco en el Hotdog Run del que todos ellos habían formado parte. Aunque apenas había podido decirles nada, Renga entendía que Dredd debía estar muy atento a lo que estaba sucediendo y vigilar bien su espalda. El encuentro entre ambos concluía apresuradamente cuando Dredd recibía el aviso de que Vitus Dance, el asesino psíquico que habían contratado los Frendz en Bad Frendz (Progs. 955-959), acababa de fugarse del Isobloque 19 y se hallaba en paradero desconocido.

Como John Wagner se ocupaba de poner de manifiesto en esta nueva aparición del Escorpión en la serie, su fuga suponía una buena muestra de lo extremadamente peligroso que podía llegar a resultar Vitus Dance, puesto que no se había fugado de los psicocubos, sino del furgón que trasladaba su cadáver a Resyk. Simulando un cuadro de convulsiones, el letal asesino contratado por los Frendz había hecho que su corazón se detuviese totalmente durante más de dos horas, fingiendo ser víctima de un paro cardiaco del que aparentemente no se le había conseguido recuperar ni utilizando las palas de desfibrilación, que habían llegado a descargarle miles de voltios en el corazón. Entendiendo los médicos que había fallecido, se le estaba trasladando a Resyk a fin de reciclar sus restos cuando el peligroso mutante había hecho que su corazón volviera a ponerse en marcha y había asesinado a todos los ocupantes del furgón médico, ignorándose su paradero desde entonces.

Al mismo tiempo que Dredd y los demás Jueces comenzaban la búsqueda del Escorpión, un rápido cambio de escenario nos mostraba que el peligroso Vitus Dance había secuestrado a la ciudadana Impala Kimple y a su amante, el ciudadano Bryce Overton, abordando su vehículo en plena calle y sometiéndoles a su voluntad gracias a sus extraños poderes de control mental y manipulación psíquica. A continuación, había hecho que Impala le llevase hasta el apartamento en el que convivía con su verdadero esposo, el ciudadano Gig Kimple, el cual alucinaba al encontrarse allí de repente con su esposa, con otra persona que decía ser su amante, y con un completo desconocido que no le hacía el menor caso y que se movía por su casa como le daba la gana en busca de ropa.

En todo caso, su sorpresa no iba a durar mucho al caer también bajo el control psíquico del Escorpión, quien por primera vez en la historia evidenciaba no encontrarse en sus cabales cuando afirmaba ser un dios y exigía que sus tres rehenes se postrasen ante él y le adorasen, acabando a continuación con sus vidas.

Mientras permanecía a la espera de cualquier noticia sobre la búsqueda del mutante, Dredd seguía atendiendo los diferentes asuntos del día a día con los que se iba topando, siendo así como participaba en una redada en un local en el que se organizaban peleas ilegales de escorpiones radioactivos (como las peleas de gallos, pero utilizando escorpiones procedentes de la Tierra Maldita, unos bichos sumamente venenosos y de un tamaño considerable) en las que se apostaba ilegalmente sobre el resultado de las peleas. En este punto de la historia era donde John Wagner nos revelaba por primera vez en qué consistía la famosa Danza del Escorpión a la que aludía el título de la saga, y que no era sino una pelea a muerte entre dos escorpiones en la que ambos contendientes se agarraban con sus pinzas y empezaban a moverse de un lado a otro hasta que uno de ellos conseguía atrapar a su adversario y lo devoraba.

Al mismo tiempo que tenía lugar la redada, en otra parte de la ciudad, Vitus Dance acudía a un mercadillo callejero y hacía uso de sus habilidades psíquicas para que una de las vendedoras le regalase un par de escorpiones que el asesino utilizaba a continuación para recargar sus extraordinarios poderes psíquicos. Tal y como ahora se descubría, cuando los escorpiones le picaban y le inoculaban su veneno, en lugar de fallecer en el acto, como hubiera sido lo normal, sus ya amplias facultades psíquicas se amplificaban todavía más.

Más tarde, tras descubrirse los cadáveres de los Kimple y encontrar el ADN y las huellas del Escorpión en su apartamento, los Jueces comenzaban a rastrear el vehículo de Impala y descubrían que Vitus Dance lo había utilizado para dirigirse al mercadillo en el que había conseguido los dos escorpiones radioactivos, pero eso era lo único que conseguían averiguar, puesto que su rastro se perdía de nuevo tras haberse hecho con los escorpiones. Ante la falta de resultados, Dredd decidía poner bajo vigilancia a Nero Narcos, esperando que el Escorpión se pusiera en algún momento en contacto con su jefe, ya fuera para que le proporcionase un lugar seguro en el que ocultarse o bien para facilitarle la huida de la ciudad. Sin embargo, Narcos era lo suficientemente hábil como para burlar la vigilancia de los Jueces sin mayores problemas, citándose con Vitus Dance en un reservado gimnasio de los bajos fondos de la ciudad.

A estas alturas de la historia, estaba ya bastante claro que La Danza del Escorpión se hallaba dividida en lo que ahora eran dos tramas argumentales perfectamente diferenciadas que discurrían en paralelo la una de la otra. En un primer plano aparecía la trama puramente policial que incidía sobre la fuga del Escorpión de los psicocubos y la necesidad de detenerle dado el creciente número de cadáveres que estaba dejando a su paso. Y por otro lado, la que realmente parecía que iba a tener consecuencias que podían llegar a ser imprevisibles para la serie, era la trama relativa al cerco que Edgar estaba montando alrededor de Dredd y DeMarco y de la que ninguno de los dos tenía conocimiento hasta ese momento al encontrarse Dredd inmerso en la búsqueda de Vitus Dance.

De este modo, centrándose de nuevo la historia en las intrigas que estaba llevando a cabo la Juez Edgar, Muncie la informaba en este punto de que los resultados de su investigación sobre la posible relación no judicial entre Dredd y DeMarco no estaban siendo los esperados. No obstante, aunque no habían conseguido obtener nada ni de los cadetes del Hotdog Run ni del personal de los Sectores 301 y 303 el interrogatorio que acababa de llevar a cabo sobre el Juez Hubble, el veterano asistente de DeMarco en el Sector 303, sí podía considerarse más positivo que el resto y dar pie a una nueva vía de investigación.

Bajo la influencia de las drogas psicoactivas que utilizaban habitualmente los Jueces de asuntos internos, Hubble había confesado que nunca había llegado a ser testigo de ninguna conducta entre ambos que pudiera calificarse de inapropiada, pero sí le había llamado mucho la atención la manera en que Dredd se había marchado del despacho de DeMarco la noche en que había presentado su dimisión, así como la actitud ausente que había mostrado la Jefa de Sector tras la marcha de Dredd y lo extraño que le había parecido la posterior decisión de DeMarco de emprender sola y sin ningún tipo de apoyo la investigación en que había resultado herida.

A pesar de que Muncie no estaba muy por la labor de continuar con una investigación de ese nivel en base a lo que no dejaban de ser más que simples conjeturas, Edgar no estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad que se le presentaba y volvía a manipular al ambicioso Juez de asuntos internos para que se la jugase y sometiese a DeMarco a un profundo interrogatorio, siendo así como el SJS acababa personándose en el despacho de la todavía convaleciente Jefa del Sector 303 y se la llevaban a la Central para que Muncie la pudiese interrogar a fondo sobre lo ocurrido la noche en que había resultado herida.

Al mismo tiempo que seguía avanzando la trama que Edgar estaba protagonizando entre las sombras, la reunión entre Nero Narcos y Vitus Dance no marchaba tal y como había previsto el líder de los Frendz. Si bien Narcos había acudido al encuentro con un maletín lleno de dinero con el que pensaba agradecerle los servicios prestados y proponerle un nuevo encargo (del que no se decía mucho más, pero del que íbamos a tener más noticias en apenas unos meses), enseguida se daba cuenta de que al Escorpión se le había ido totalmente la pinza (nunca mejor dicho) durante su estancia en los psicocubos y ya no le era de ninguna utilidad. Invadido por un fervor religioso de tono apocalíptico, el resucitado Vitus Dance afirmaba ahora ser hijo de Grud y hermano de Jovis, demostrando su supuesta divinidad a Narcos caminando sobre las aguas de la piscina (evidentemente gracias a sus habilidades telequinéticas) y exigiéndole que le adorase como la deidad en que se había convertido.

Al percibir lo que Vitus Dance estaba intentando hacer en su mente y comprobar en primera persona el inmenso poder psíquico del que estaba haciendo gala el mutante (amplificado además por el veneno de los dos escorpiones radioactivos que se estaba metiendo directamente en vena), el líder de los Frendz decidía seguirle la corriente para que creyese que le apoyaba en sus delirios, pero tan pronto como salía del gimnasio, eliminaba al único testigo que les había visto juntos y hacía que una llamada anónima le revelase su paradero a los Jueces a fin de librarse de él lo antes posible.

De esta manera, justo en el momento en que el asistente de DeMarco se ponía en contacto con Dredd y le ponía al día de la situación a la que estaba a punto de hacer frente la todavía convaleciente Jefa de Sector, que obviamente no se hallaba en las mejores condiciones para aguantar las drogas y métodos de interrogatorio utilizados por el SJS, la idea inicial de Dredd de presentarse en la sede de los Jueces de asuntos internos y averiguar lo que estaba sucediendo, quedaba necesariamente aparcada al recibirse la llamada anónima de los Frendz que les informaba del paradero del Escorpión, teniendo que ponerse de inmediato en marcha para detenerlo.

Con el gimnasio completamente rodeado por los Jueces, un destacamento a las órdenes de Dredd se introducía en su interior y localizaba a Vitus Dance tranquilamente sentado frente a la piscina mientras los dos escorpiones radioactivos le insuflaban su veneno directamente en vena. Al ser conminado para que se rindiera, el Escorpión se apoderaba de las mentes de los Jueces y hacía que empezasen a abrir fuego unos contra otros. A pesar de ello, Dredd conseguía abalanzarse sobre el peligroso mutante psíquico y forzar su cabeza bajo el agua de la piscina hasta ahogarlo.

O al menos eso creía Dredd, ya que apenas unas horas más tarde, mientras trasladaban su cadáver de nuevo a Resyk, tanto él como el resto de ocupantes del furgón en que se estaba llevando a cabo el traslado, descubrían que el Escorpión había alterado psíquicamente sus percepciones y había hecho creer a todo el mundo que había muerto ahogado, cuando en realidad seguía vivo y gracias a su engaño había conseguido salir de un edificio completamente rodeado por los Jueces, apoderándose a continuación de la mente del propio Dredd y desembarazándose del resto de ocupantes del furgón que supuestamente estaba trasladando sus restos a Resyk.

Los Jueces se daban cuenta de que algo iba mal cuando perdían el contacto con el furgón, emitiéndose una orden de búsqueda del vehículo por toda la ciudad hasta que lo localizaban. Al ser interceptados por uno de los Jueces que les estaban buscando, Dredd intentaba resistirse al control mental del Escorpión y se negaba a disparar contra el Juez que los había descubierto, lo que provocaba que tuviese que ser el propio Vitus Dance quien se viese obligado a hacerle frente. La pequeña distracción era suficiente para que Dredd consiguiera librarse por un momento de la influencia del mutante, lo que a su vez provocaba que el Juez que acababa de interceptarles abriese fuego contra Vitus Dance y que fuese a continuación el propio Dredd quien le acabase acribillando a balazos, cayendo esta vez el Escorpión para no volver a levantarse nunca más.

Al mismo tiempo que finalizaba la fuga del Escorpión, el interrogatorio que el SJS estaba llevando a cabo sobre DeMarco concluía también de manera positiva y Muncie podía por fin informar a Edgar de todo lo que había ocurrido entre Dredd y DeMarco en Beyond the Call of Duty, es decir, que DeMarco había reconocido estar enamorada de Dredd y que había sido ella quien le había intentado besar en su despacho sin que éste la hubiese correspondido, marchándose a continuación de allí disgustado por lo sucedido y dejando claro a DeMarco que se olvidase de cualquier cosa entre ellos, lo que venía a exculpar a Dredd, salvo por el hecho de no haber llegado a informar de lo sucedido con DeMarco como era su obligación.

A pesar de que Muncie quería extender también el interrogatorio a Dredd para ver si podía sacar algo todavía más jugoso, era la propia Edgar quien le aconsejaba que lo mejor que podía hacer era dar el asunto por zanjado y quedarse con la confesión que había obtenido de DeMarco, puesto que lo único que se le iba a poder aplicar a Dredd era una infracción menor por no haber informado de la conducta de la Jefa de Sector, pero sin que el asunto llegase a pasar a mayores. En realidad, Edgar consideraba que con el reconocimiento de culpabilidad y el castigo que le aguardaba a DeMarco, el mensaje de advertencia que le estaba dirigiendo a Dredd era lo suficientemente claro como para que éste lo captase y se lo pensase dos veces antes de volver a meterse en sus asuntos, lo que de alguna manera evidenciaba que la Juez Edgar todavía no conocía demasiado bien al Juez Dredd.

En todo caso, mientras Dredd se dirigía al Palacio de Justicia para averiguar lo que estaba sucediendo, DeMarco comparecía ante el Juez Jefe Volt, quien lamentaba profundamente lo ocurrido al considerarla uno de los mejores activos con los que contaba el Departamento. Sin embargo, en este caso, la situación era tan evidente que no le quedaba más remedio que declararla culpable de conducta inapropiada para un Juez. El castigo que se le iba a imponer era una degradación de su rango, poniéndola de nuevo a patrullar las calles como acabase de salir de la Academia y con la obligación añadida de someterse a un proceso de reeducación durante todo el tiempo que el Departamento de Justicia lo estimase necesario.

Aunque DeMarco podía aceptar sin problemas la degradación y el volver a patrullar las calles, no estaba en absoluto dispuesta a pasar por un proceso de reeducación, al creer firmemente en que no había nada equivocado en que los Jueces amasen abiertamente a otras personas, motivo por el que decidía poner fin a todo aquello y le respondía al Juez Jefe que la prohibición de mantener Relaciones no Judiciales era una norma absurda que necesariamente debía ser derogada, razón por la cual era ella misma quien decidía no continuar ni un minuto más como Juez de Mega-City Uno y le presentaba su dimisión a Volt, entregándole a continuación su placa.

En el mismo instante en que DeMarco abandonaba el despacho de Volt, Dredd llegaba al Palacio de Justicia para pedir explicaciones a Muncie, haciéndose una idea de lo que había sucedido al ver salir a DeMarco del despacho del Juez Jefe sin su placa y completamente abatida. Sabiendo lo que para ella significaba ser un Juez y la dedicación al cargo que había mostrado en múltiples ocasiones, Dredd se enfrentaba a Volt por lo sucedido, pero éste no estaba por la labor de aceptar ningún tipo de responsabilidad sobre el asunto, alegando que no podía haber actuado de otra forma e indicándole que en todo caso era él quien debía preguntarse por qué no había llegado a informar de la conducta de DeMarco.

La historia concluía cuando Dredd abandonaba el despacho de Volt y se encontraba de frente con el Juez Roffman, quien le estaba esperando a la salida para entregarle un sobre de parte de la Juez Edgar e informarle de que ahora trabajaba para ella en la PSU. El sobre no contenía más que unas fotografías que revelaban la participación de los Frendz en la llamada anónima que les había llevado a localizar el paradero del Escorpión, pero el hecho de que la información procediera de Edgar y de que se la entregase Roffman justo en el momento en que DeMarco acababa de renunciar a su placa, era suficiente para que Dredd captase el mensaje que se le estaba haciendo llegar: Edgar era la responsable de lo ocurrido con DeMarco y acababa de pasarle factura por lo sucedido meses atrás en Sleaze (Meg. 3.40).

Evidentemente, Dredd no estaba ni mucho menos dispuesto a dejar las cosas tal y como estaban, pero en cualquier caso ésa era una historia que iba a tener que resolverse en otro momento. Comparando mentalmente el pulso que estaba manteniendo con Edgar con la Danza de los dos Escorpiones que había presenciado aquella misma mañana durante la redada, era evidente que el enfrentamiento entre ambos no había ni mucho menos terminado, siendo esta reflexión de Dredd la que ponía fin a la historia.

En términos generales, creo que puede decirse que La Danza del Escorpión era una muy buena historia que recibió además una muy buena acogida entre los seguidores de Dreddsiendo recopilada en formato de novela gráfica antes incluso de que llegase a terminar el año, en este caso compartiendo contenido con el Beyond the Call of Duty de Wagner y Ezquerra, de la que claramente era una continuación directa  Fue además la historia que vino a consagrar a la Juez Edgar como uno de los mejores personajes femeninos creados por John Wagner para la serie, siendo necesario destacar que fue también uno de los últimos trabajos que John Burns, su creador gráfico, iba a llevar a cabo con Edgar, puesto que durante los tres años siguientes le acabaría dedicando casi todo su tiempo a las aventuras de Nikolai Dante junto a Robbie Morrison. En cualquier caso, a los efectos que aquí nos interesan, La Danza del Escorpión no iba a ser la última parada que John Wagner estableciese en el camino que llevaba a la inminente macrosaga hacia la que estaba dirigiendo las diferentes tramas que tenía en curso. Es más, esa última parada no iba a aparecer esta vez en las páginas del 2000AD, sino en las del Judge Dredd Megazine, llevando por título El Contrato (The Contract).

Aparecida en el número correspondiente al mes de Febrero de 1999, El Contrato (Meg. 3.50) era una pequeña historia de 15 páginas a cargo del propio John Wagner y del artista escocés Cam Kennedy que suponía la primera aparición de los robots de clase Assassinator que Nero Narcos estaba a punto de desplegar sobre Mega-City Uno, en lo que dentro de la propia cronología de la ciudad acabaría siendo conocida como la Segunda Guerra Robot o la Guerra Robot del 2121. A modo de curiosidad, la portada de este número del Megazine no estaba dedicada en esta ocasión a la única historia original que ese mes aparecía en la revista, sino a la recopilación del serial dedicado a DreddÁngel Malamáquina que había aparecido originalmente en las tiras de prensa que se habían publicado años atrás en el Daily Star y que ahora se estaban reeditando aquí.

En cuanto al contexto que servía de base a la historia, la situación de la que partía El Contrato consistía en saber que cuando un ciudadano de Mega-City quería deshacerse de otro, la mejor manera de asegurarse al cien por cien de que ese individuo acababa muerto era contratar los servicios del cártel criminal más poderoso de la ciudad, que en este caso eran los Frendz, cuya influencia se extendía por todos los rincones de Mega-City Uno. Nadie estaba fuera de su alcance. Por 40.000 créditos, los Frendz se ocupaban de eliminar a cualquiera que les fuese señalado, en cualquier lugar donde se encontrase, y sin más preguntas ni condiciones que el pago de la cantidad estipulada. Y como es lógico, no se admitían devoluciones; una vez habían sido contratados sus servicios, esa persona ya estaba muerta, sin que el contratante pudiera echarse atrás ni cambiar de opinión.

Partiendo de esta distópica premisa argumental, la historia comenzaba en los cielos nocturnos de Mega-City, mientras un vehículo aéreo huía de otro que le estaba persiguiendo y le disparaba con evidente intención de derribarlo. Al pasar por una de las zonas radioactivas que todavía permanecían deshabitadas tras la Guerra del Apocalipsis, el vehículo perseguido caía finalmente derribado, surgiendo de su interior un individuo que emprendía la huida a pie y al que un poco más adelante se nos iba a identificar como el ciudadano Dilard Mobey.

Por su parte, el vehículo perseguidor tomaba tierra junto al que había sido derribado y se transformaba a continuación en un Mecanoide fuertemente armado que comenzaba a buscar a Mobey, localizando su rastro y emprendiendo su persecución a través de las ruinas que salpicaban la zona radioactiva. Al mismo tiempo, la explosión que había producido el vehículo al ser derribado era divisada a cierta distancia por el Juez Dredd, quien optaba por dirigirse a investigar lo que estaba sucediendo, quedando así presentados todos los protagonistas de la historia y ocupando cada uno de ellos su lugar en el escenario.

En realidad todo había comenzado unos días atrás, en el momento en que Mobey había recibido una carta del Bloque Médico informándole de que unas pruebas que le habían realizado, habían dado como resultado que padecía una variante de la viruela procedente de la Tierra Maldita que resultaba incurable y que producía la muerte en todos los casos que se conocían. Junto a la carta se le adjuntaban unos cuantos folletos sobre la conveniencia de la eutanasia en casos como el suyo, la preparación mental para aguantar el sufrimiento y una especie de documental para que conociera mejor al simpático bicho que iba a acabar con él. A fin de evitar pasar por los terribles padecimientos que se le auguraban, Mobey decidía quitarse la vida antes de que empezasen a aparecer los primeros síntomas. El problema, sin embargo, era que a Mobey le faltaba el valor necesario para quitarse la vida y que tampoco le convencía demasiado la solución de la inyección letal que le ofrecía el Euthanasium.

Volviendo de nuevo al presente, el acorralado Mobey estaba a punto de ser ejecutado por el Mecanoide que le perseguía, cuando el Juez Dredd aparecía para impedirlo. Sin embargo, el robot demostraba ser un enemigo muy a tener en cuenta cuando disparaba un misil que impactaba contra su Lawmaster y lanzaba a Dredd por los aires, entablándose a continuación un intercambio de fuego cruzado entre ambos en el que Dredd conseguía abatir finalmente a su contendiente mecánico utilizando munición explosiva en grandes cantidades. Sorprendido de que alguien poseyera un droide asesino de más de dos millones de créditos y lo estuviese utilizando para cargarse a un simple civil, Dredd interrogaba a Mobey sobre lo ocurrido, siendo así como el agradecido ciudadano le contaba su desafortunada historia.

Buscando una manera de quitarse la vida, Mobey había acudido a un tipo de los bajos fondos que se rumoreaba que trabajaba para los Frendz con la inteligente idea de contratarles para que le asesinasen. De esta forma, el individuo le había puesto en contacto con la organización y el acuerdo para su eliminación se había cerrado de manera completamente anónima y satisfactoria. El problema se había presentado después de que Mobey hubiese contratado su propio asesinato, al llegarle una segunda carta del Bloque Médico informándole de que todo había sido un error, que no padecía ningún tipo de viruela, y que disculpase por las molestias causadas.

Desesperado, Mobey había tratado de anular el Contrato que había llevado a cabo con los Frendz, pero esa misma noche había descubierto que éstos no aceptaban cancelaciones ni desistimientos, no teniendo más remedio que agradecer a Dredd su oportuna intervención, al salvarle de una muerte segura. Desafortunadamente para él, Dredd no llegaba a ver su caso como un intento de suicidio, sino como un supuesto bastante evidente de conspiración para cometer un asesinato, cargo del que declaraba culpable a Mobey, a quien le caían quince años en los Cubos por haber contratado el asesinato de un ciudadano, considerándose irrelevante el hecho de que se tratara de su propio asesinato.

Desde el punto de vista argumental, además de presentar a los Assassinators de Nero Narcos, la historia planteaba una importante cuestión que había que tener en cuenta. Los robots armados, especialmente los de semejante capacidad destructiva, estaban terminantemente prohibidos en Mega-City Uno desde la Guerra Robot del año 2099. Ni siquiera el Departamento de Justicia había llegado a dar carta de naturaleza al Programa Mechanismo, por lo que aquel incidente con un robot asesino fuertemente armado resultaba sumamente preocupante, y el que detrás del mismo se hallasen los Frendz, sin saber además cuántos de esos robots poseían, era una noticia aún peor.

En este contexto argumental, todo quedaba dispuesto para que en menos de dos meses el 2000AD y el Judge Dredd Megazine se embarcasen en un nuevo crossover editorial entre ambas publicacionesel tercero y último que iba a tener lugar en la historia de ambas revistas. De la mano de John Wagner, muchos de los personajes sobre los que habían girado las principales tramas argumentales de los últimos años se iban a volver a dar cita en ese crossover, aunque no todos con idéntico nivel de protagonismo, puesto que también se iban a incorporar a él un par de personajes clásicos que por diferentes razones se iban a acabar viendo envueltos en la trama: la Juez Psíquica Cassandra Anderson y el terrorista más buscado de la antigua Mega-Este Uno: el asesino conocido como Orlok, el antiguo Juez Soviet responsable de desatar sobre Mega-City la Blockmania que había precedido a la Guerra del Apocalipsis, la cual, por cierto, también se iba a encargar de dar algún que otro inesperado coletazo argumental en ese nuevo Mega-Epic que se avecinaba. Como os podéis imaginar, de todo ello trataremos en la próxima entrada.