domingo, 22 de septiembre de 2024

América: El Desvanecimiento de la Luz

El cambio de distribuidora que los nuevos propietarios daneses de Fleetway habían llevado a cabo a principios de 1993 no le había sentado nada bien ni al 2000AD ni al Judge Dredd Megazine, perdiéndose de la noche a la mañana casi veinte mil lectores según cuenta Alan McKenzie, editor del 2000AD en el momento en que ese cambio de distribuidora tuvo lugar. Y por si esto no fuera suficiente, para el Judge Dredd Megazine las cosas todavía iban a empeorar un poco más.

Coincidiendo más o menos en el tiempo con la crisis generalizada que afectó al cómic norteamericano en la década de los noventa, el Megazine también se iba a ver envuelto durante la segunda mitad de 1995 en la mayor crisis de ventas que había llegado a sufrir en los seis años de existencia que llevaba hasta entonces, comprobándose con ello que el relanzamiento que había tenido lugar mediante la presentación de un tercer Volumen y un nuevo Número 1 de la revista, no había acabado siendo lo que se dice una buena idea. A pesar de las buenas perspectivas que se tenían con el estreno cinematográfico de la película protagonizada por Stallone, el resultado de la nueva numeración fue una pérdida de lectores bastante considerable en relación con los que venían siguiendo el anterior volumen del Megazine, lo que conllevó que a principios de 1996 no hubiese más remedio que abandonar la periodicidad quincenal que acompañaba a la revista desde el comienzo de su andadura y sustituirla por una nueva cadencia mensual que al menos le permitiera mantenerse en el mercado.

Buscando un impulso comercial que permitiese cambiar esa tendencia negativa en las ventas, John Tomlinson, editor en ese momento del Megazine, fue quien tuvo la idea de llevar a cabo una secuela de América (Megs. 1.01-1.07), la historia con la que había debutado la revista y que más éxito y reconocimiento había obtenido hasta entonces entre los seguidores del Juez Dredd. Como autores de la saga original, el propio Tomlinson sería también quien se encargarse de convencer a John Wagner y Colin MacNeil para que se hiciesen cargo del proyecto de llevar a cabo esa secuela, siendo de este modo cómo los Megs. 3.20 a 3.25 acabaron presentando El Desvanecimiento de la Luz (Fading of the Light), una historia de 48 páginas de extensión que apareció en el Megazine de Agosto de 1996 a Enero de 1997 y en la que se volvía a retomar la trama de Bennett Beeny y América Jara seis años después del punto en el que la había dejado la historia original. Curiosamente, John Tomlinson no sabía que estaba a punto de ser despedido del Megazine y de ser reemplazado por David Bishop, en ese momento editor también del 2000AD, pero lo cierto es que fue Tomlinson quien puso en marcha todo el proceso editorial que condujo a la aparición de esta primera secuela de América, aunque luego acabase siendo Bishop quien se llevase el mérito de figurar en los créditos de la historia.

Al igual que América, El Desvanecimiento de la Luz se enmarcaba argumentalmente dentro de la trama relacionada con la Democracia que se había constituido como uno de los temas recurrentes de la serie desde que había hecho su primera aparición de la mano de John Wagner y Alan Grant en Carta de un Demócrata (Prog. 460), desarrollándose a continuación en varias historias más que habían dado lugar también a situaciones de gran importancia dentro de la serie.

Según el contexto histórico de ficción en el que tenían lugar las historias del Juez Dredd, la democracia había llegado a su fin en los antiguos Estados Unidos con el auge de las megaciudades en el año 2071, tras una vigencia que había durado casi tres siglos. Decepcionados por el legado que había dejado la democracia (un planeta devastado por la guerra nuclear desatada por el que había sido el último presidente estadounidense, el delirante y absurdo Robert L. Booth), los ciudadanos norteamericanos acabaron abrazando el nuevo orden mundial proclamado por los Jueces en el que los principios democráticos ya no iban a tener más cabida. Sin embargo, en los últimos tiempos, desastres igualmente devastadores como el demencial gobierno del Juez Cal (Progs. 86-108), o una nueva guerra atómica en el año 2104 con el antiguo bloque soviético (Progs. 245-270), habían hecho que algunos ciudadanos volviesen a poner de nuevo sus miras en la democracia como forma de gobierno.

En este contexto argumental, el 13 de Marzo del año 2108, un pequeño grupo de cuatro activistas liderados por la ciudadana Hester Hyman, iban a cambiar de la noche a la mañana la lucha por la democracia en Mega-City Uno. Como se había visto en Carta de un Demócrata (Prog. 460), Hester y su grupo habían irrumpido armados en los Estudios del Canal 48 durante su programa de mayor audiencia, demandando una Carta Democrática basada en una serie de principios y derechos básicos que proclamaban en directo, aunque a punta de pistola. Lógicamente, los Jueces habían acabado entrando por la fuerza para liberar a los rehenes y habían acabado acribillando a los activistas, que lo que en realidad buscaban era convertirse en mártires para su causa y llamar la atención de los ciudadanos sobre sus ideas y sobre lo que estaba ocurriendo. Cómo iban a descubrir los Jueces a través de las posteriores investigaciones, Hester era una ciudadana completamente normal, sin antecedentes de ningún tipo, que sólo buscaba un futuro con esperanza para sus hijos.

En su honor, varios activistas por la democracia comenzaron a formar grupos como Los Hijos de la Constitución, La Liga de la Libertad, Impulso Democrático o el Comité para la Restauración de las Libertades Civiles, cuyos principales líderes, encabezados por la ciudadana Blondel Dupre, convocaron la denominada Marcha Democrática del 2109, una marcha pacífica cuyo objetivo era recorrer la ciudad hasta llegar al Palacio de Justicia y reclamar allí de manera pública un referéndum democrático. Tal y como se había visto en Revolución (Progs. 531-533), el Juez Jefe Silver decidía permitir que tuviese lugar aquella multitudinaria manifestación popular, pero sólo lo hacía de cara al público, puesto que en realidad su verdadera intención era reventar la Marcha desde dentro, deteniendo a Dupre y al resto de líderes acusados de provocar los violentos disturbios que habían acabado teniendo lugar y que en realidad habían sido provocados por Jueces de la Undercover Division infiltrados entre los manifestantes. Apenas un año más tarde, remordiéndole la conciencia por el papel que había desempeñado en lo ocurrido, el Juez Dredd decidía poner fin a su carrera en el Departamento de Justicia y emprender la Larga Marcha, aunque no sin antes ordenar la liberación de Dupre y del resto de activistas que aún permanecían en los Cubos, propiciándose entonces los acontecimientos que acabaron desembocando en la Necrópolis del 2112 (Progs. 672-699).

A pesar de que su argumento transcurre a lo largo de al menos tres décadas, es en este punto de la historia donde debe situarse cronológicamente América (Megs. 1.01-1.07), cuya trama argumental principal y su posterior desenlace se situaban en algún punto indeterminado entre el final de Necrópolis en el 2112 y el Referéndum que iba a tener lugar en el 2113. En todo caso, las dos siguientes historias que prácticamente parecían dar por concluido el ciclo argumental sobre la Democracia, iban a ser El Diablo que Conoces (Progs. 750-753) y El Último Resplandor del Crepúsculo (Progs. 754-756).

Tras la liberación de la megaciudad de la influencia de los Jueces Oscuros, había sido la insistencia del propio Juez Dredd la que había llevado a la Juez Jefe McGruder a convocar el 1 de Noviembre del 2113 el primer referéndum democrático que se abría a todos los ciudadanos de Mega-City Uno con el fin de decidir si los Jueces debían continuar rigiendo los destinos de la ciudad, o si por el contrario debía regresarse a los principios que en otro tiempo habían regido los antiguos Estados Unidos de América. A pesar de la oposición del sector más duro del Departamento de Justicia, el referéndum se acabó llevando a efecto en la fecha señalada, y contra todo pronóstico el resultado de la votación fue favorable a los Jueces. La abstención y los votos nulos fueron una constante entre los ciudadanos, que acabaron demostrando estar más preocupados de sus programas de televisión favoritos que de quién regía los destinos de la ciudad.

Sin embargo, no todos los demócratas acabaron aceptando el resultado del referéndum del 2113. Convencidos de que los resultados de la votación habían sido amañados y manipulados por parte de los Jueces, un número indeterminado de activistas por la democracia se acabaron integrando en los movimientos radicales que habían comenzado a aparecer tras lo ocurrido en la Marcha Democrática del 2109, convirtiéndose finalmente en terroristas cuyo objetivo iba a ser traer de nuevo la democracia a Mega-City Uno a cualquier precio y sin importar el coste en vidas humanas.

El grupo que iba a demostrar ser algo más que una simple banda de delincuentes (“perps” –perpetradores– en el argot policial utilizado por los Jueces de Mega-City) y tener una organización mucho mejor estructurada que cualquier otro movimiento similar fue Total War, la organización terrorista a la que había pertenecido América Jara y cuya primera aparición había tenido lugar en América, la saga original de la que El Desvanecimiento de la Luz se presentaba ahora como secuela. En este sentido, aunque John Wagner nunca se ha llegado a pronunciar sobre cuáles fueron las ideas que pasaron por su mente a la hora de abordar la creación de un grupo terrorista como Total War, parece obvio que su guerra contra los Jueces guardaba bastantes paralelismos con los difíciles momentos por los que tuvo que atravesar la sociedad británica en la década de los noventa, cuando se vio obligada a afrontar la existencia de diversos grupos paramilitares que actuaban en nombre del IRA y que defendían la lucha armada y el derramamiento de sangre como medio para conseguir la reunificación política de toda la isla de Irlanda.

Desde el punto de vista artístico, aun cuando lo que todos los seguidores de América estaban esperando de Colin MacNeil era una continuidad gráfica entre la historia original y la secuela que se había anunciado, lo cierto es que finalmente El Desvanecimiento de la Luz no acabó presentando el mismo estilo de dibujo pintado a color que MacNeil había llevado a cabo tanto en América como en el resto de trabajos que había realizado hasta ese momento. Muy al contrario, de manera bastante sorprendente e inesperada, lo que MacNeil acabó presentando a los lectores fue un trabajo mucho más convencional en el que únicamente se encargaba del dibujo a lápiz y a tinta, mientras que el coloreado posterior no tenía nada que ver con óleos, acrílicas y similares, sino que era realizado digitalmente por Alan Craddock, lo que acabó decepcionando a todos aquellos aficionados que precisamente habían encumbrado a MacNeil por el nivel artístico exhibido en la historia original y en los trabajos que le habían seguido a continuación.

Como el propio artista escocés reconocería años más tarde en una larga entrevista publicada en las páginas del Judge Dredd Megazine, MacNeil no estaba atravesando en aquel entonces por un buen momento, hallándose en plena crisis creativa y resultándole imposible superar toda la presión que en ese momento acabó recayendo sobre él. Para hacerse una idea de lo que le sucedió, él mismo vino a indicar en esa entrevista que América le había llevado muchísimo tiempo de trabajo, dedicándole casi 15 horas diarias durante los siete días de la semana hasta que por fin consiguió terminarla, siendo ese mismo ritmo de trabajo el que de una manera u otra había acabado trasplantando a todos los trabajos posteriores que se le habían ido encargando. De este modo, en los casi seis años que habían transcurrido desde la publicación de América, apenas se había tomado una semana de vacaciones, siendo en esa situación de total agotamiento cuando había aceptado el encargo de llevar a cabo El Desvanecimiento de la Luz, que en un primer momento iba a ser también un trabajo totalmente pintado a color, exactamente igual que lo había sido América.

Sin embargo, al llegar el momento de ponerse a trabajar en la secuela, MacNeil consiguió hacer la primera página de la historia, algunos paneles de lo que iban a ser las páginas segunda y tercera, e incluso llegó a terminar también la cuarta. Pero a partir de ahí se quedó totalmente bloqueado y ya no pudo continuar. Al verse incapaz de hacer frente al elaborado trabajo a color que conllevaba una historia de estas dimensiones, decidió volver a empezar de cero, pero esta vez llevando a cabo un dibujo más sencillo a lápiz y a tinta que al menos le permitiese entregar en las fechas previstas. De esta manera, el coloreado final de El Desvanecimiento de la Luz acabaría siendo obra de Alan Craddock, llevando a cabo un trabajo que por cierto no le llegó a gustar absolutamente nada a MacNeil, quien después de entregar esta historia se iba a tomar un periodo de descanso de casi tres años, regresando a principios del año 2000 con unas páginas en el 2000AD para Missionary Man en las que ya reaparecería con el que es su estilo de dibujo actual y por el que es conocido hoy día. En todo caso, a modo de curiosidad y para que os hagáis una idea de por dónde iban a ir los tiros, abajo tenéis la segunda página de El Desvanecimiento de la Luz tal y como finalmente apareció publicada, mientras que sobre estas líneas tenéis lo que iba a ser esa misma página en un primer momento. En ella se pueden ver las viñetas superiores realizadas con ese dibujo totalmente pintado a color que nunca llegó a ver la luz, así como la distribución que MacNeil tenía pensada para la parte inferior de la página, coincidente con la que finalmente acabó apareciendo, resultando en todo caso bastante apreciables las diferencias entre lo que inicialmente estaba pensado hacer y lo que al final apareció publicado.

En cuanto a la historia en sí, ambientada a finales del año 2119, El Desvanecimiento de la Luz se situaba argumentalmente seis años después del sorprendente final de América en el que el multimillonario artista Bennett Beeny había trasplantado su cerebro al cuerpo de la fallecida terrorista América Jara, su amiga de la infancia y al mismo tiempo el gran amor de su vida. En este sentido, la primera gran diferencia con la historia original radicaba en que el aspecto físico de Beeny ya no era aquel con el que nos habíamos familiarizado en la historia anterior, sino que ahora era a América a quien veíamos en todo momento, aunque siendo conscientes de que no se trataba de ella, sino de Beeny ocupando su cuerpo. Por otra parte, a diferencia de la historia original que abarcaba diferentes momentos a lo largo del tiempo, aquí toda la historia discurría de manera lineal, comprendiendo un único lapso de tiempo en el que transcurría toda la narración.

A efectos introductorios, la historia comenzaba poniendo al día a los lectores sobre todo lo que había ocurrido desde la conclusión de la historia original. Así, lo primero que descubríamos era que el cuerpo de América estaba rechazando el cerebro de Beeny, lo que suponía que a éste le quedaba muy poco tiempo de vida, apenas unos meses. No obstante, de cara al futuro de la serie, mucha más trascendencia tenía el averiguar que Beeny había inseminado artificialmente a América mientras ésta se encontraba en coma y antes de que trasplantasen su cerebro al cuerpo de su amiga fallecida, dando lugar el posterior embarazo al nacimiento de la pequeña Ami (diminutivo de América), una niña de apenas seis años sobre la que ahora giraba el mundo de Beeny y que de algún modo justificaba argumentalmente lo que éste había hecho para mantener con vida el cuerpo de América.

Igualmente, también se nos explicaba que la exitosa carrera de
Beeny en el mundo del espectáculo se había ido al garete tras haber abandonado el estilo que le había convertido en una multimillonaria estrella musical y pasar a otro tipo de canciones más serias e introspectivas que no habían acabado siendo demasiado bien acogidas por el público. A pesar de todo, su fortuna seguía siendo una de las más importantes de la ciudad, residiendo en una de las zonas más elitistas de Mega-City junto a la pequeña Ami y su fiel mayordomo, un droide llamado Robert que ya había aparecido en la historia original y que ahora iba a tener un papel mucho más destacable de cara al desarrollo de la secuela.

Partiendo de esta base, la trama se iniciaba en la consulta del neurólogo al que Beeny había acudido. El médico no podía hacer otra cosa más que informar al desafortunado artista del escaso tiempo de vida que le quedaba. De hecho, su consejo era que acudiera a un conocido Euthanasium de la ciudad llamado El Desvanecimiento de la Luz (de ahí el título que recibía la historia, aunque como luego veremos, su significado era un poco más amplio) para que pudiera poner fin a su vida de una manera bastante más serena que la que le esperaba, cuando comenzasen a agravarse las pérdidas de control, las convulsiones y los espasmos musculares que Beeny ya había comenzado a experimentar como consecuencia del rechazo de su cerebro por parte del cuerpo de América.

Con la perspectiva de una muerte segura en el horizonte, y además en un plazo relativamente corto de tiempo, Total War volvía a aparecer de nuevo en la vida de Bennett Beeny, aunque esta vez asumiendo claramente su papel como villanos de la historia, algo que no había estado tan claro en la historia original, donde ese papel había estado compartido con los propios Jueces. En esta ocasión, era un famoso crítico musical llamado Victor Portnoy quien se presentaba de manera imprevista en la residencia de Beeny y le contaba que se había enterado de su situación actual por medios que no venían al caso. Lo sorprendente era que además le revelaba que no sólo había llegado a conocer a América, sino que había sido su amigo y que al igual que ella también era miembro de Total War.

Portnoy despreciaba a Beeny por lo que había hecho al traicionar a América y propiciar su muerte. Sin embargo, ahora le ofrecía la oportunidad de redimirse si aceptaba la oferta que los terroristas estaban a punto de proponerle. Portnoy y sus compañeros habían arreglado las cosas para que a Beeny se le otorgase ese año uno de los prestigiosos premios Arnie (el equivalente a los Oscar en Mega-City Uno, un evidente guiño cómico a la más que conocida figura de Arnold Schwarzenegger, la gran estrella de Hollywood en el momento de publicarse esta historia), al haber sido incorporado uno de sus temas musicales a la banda sonora de una de las películas de más éxito de ese año. En todo caso, ante lo irreversible de su enfermedad, lo que los terroristas pretendían de Beeny era que éste llevase a cabo un atentado suicida durante la ceremonia de la entrega de los premios, haciendo detonar un potente explosivo en el momento de subir a recoger el suyo. Para ello apelaban a su sentimiento de culpa, señalando que ese atentado era algo que Beeny le debía a la propia América por haberla traicionado y haber causado su muerte. Sin embargo, antes de que Beeny pudiese rechazar la propuesta de Portnoy, la tensión acumulada por el diagnóstico recibido y la oferta que le acababan de hacer, hacía que sufriese un fuerte cuadro de convulsiones y se desplomase al suelo, teniendo que ser trasladado urgentemente a un hospital por el fiel Robert, el droide que hacía las veces de mayordomo.

Sin embargo, en un primer giro argumental, no eran sólo los terroristas de Total War los que tenían a Beeny en su punto de mira, sino que como se descubría a continuación, los Jueces también estaban vigilando la residencia de Beeny a causa de su vinculación con América Jara y lo sucedido seis años atrás. Así, la inesperada aparición de Victor Portnoy en el domicilio de Beeny levantaba de inmediato las sospechas del Juez Dredd, optando por poner a Beeny bajo seguimiento antes de descartar cualquier posible colaboración con grupos terroristas. La situación se complicaba cuando Beeny se despertaba confuso y desorientado en las inmediaciones del hospital al que había sido trasladado por Robert. Sin ser consciente de lo que hacía a causa de su enfermedad, Beeny se había levantado de su cama y se había marchado del hospital en plena noche, comenzando a vagar por las calles en el cuerpo de una mujer atractiva y con una bata de hospital como única vestimenta, convirtiéndose así en un blanco fácil para los tres individuos con los que se topaba y que comenzaban a violarle.

Lo lamentable era que el Juez al que Dredd había encomendado la vigilancia de Beeny pasaba de intervenir hasta que le parecía oportuno hacerlo. Aunque más tarde Dredd obligaba al Juez a entregar su placa por no haber hecho nada para impedir que se cometiera un delito ante sus mismas narices, su despreciable actitud era la gota que colmaba el vaso de la rabia y la indignación que sentía Beeny, que finalmente acababa llamando a Portnoy para aceptar su oferta.

A pesar de todo, Beeny no podía dejar de dar vueltas en su cabeza al atentado que se había comprometido a llevar a cabo. En realidad, tal y como se indicaba en el promocional que acompañaba a la historia, el dilema que John Wagner le estaba haciendo plantearse al personaje era precisamente el eje sobre el que giraba esta secuela de América, es decir, si Beeny debía intentar redimirse a los ojos de la mujer a la que había amado, y a la que había traicionado, llevando a cabo el atentado suicida que le estaba proponiendo Total War, o si por el contrario debía volver a denunciar a los terroristas a fin de salvar vidas inocentes. La cuestión se complicaba todavía más si pensaba en el futuro que le aguardaba a su hija, a la que todavía no le había dicho nada sobre el escaso tiempo que le quedaba de vida y a la que iba a dejar sola. Así, esa misma noche, acudiendo con la pequeña Ami a depositar unas flores en el lugar en que había fallecido su madre, Beeny decidía revelarle por fin su estado de salud a la niña, que como ya había observado Dredd, demostraba tener una madurez impropia para su edad.

Estas páginas con el regreso de Beeny al escenario más simbólico de la historia original, fueron seguramente las mejores que MacNeil llevó a cabo para esta nueva historia que constituía su secuela. El hecho de que Beeny llevase además el cuerpo de América, le dio margen a MacNeil para volver a situar su imagen en ese icónico escenario en el que se había producido su muerte, aunque en el fondo la Estatua de la Libertad ya hubiese desaparecido y aquella no fuese en realidad América Jara. Por otra parte, el que la pequeña Ami acompañase a su padre (aunque en el cuerpo de su madre) en aquella especie de despedida, no sólo añadía carga emocional a la escena, sino que estaba anunciando un relevo que aún tardaríamos unos cuantos años más en apreciar en todo su significado.

En todo caso, por mucho que supiéramos desde el principio de la historia que Beeny estaba destinado a no salir vivo de ella, la cuestión era cómo iba a tener lugar esa despedida final del personaje. Así, ante la certeza de que Dredd empezaba a sospechar lo que estaba sucediendo, y pensando sobre todo en su hija, Beeny decidía finalmente no llevar a cabo el atentado suicida que se había comprometido a realizar, entrando la trama en lo que iba a ser su desenlace final. Estaba a punto de ponerlo todo en conocimiento de los Jueces cuando Portnoy le dejaba claro que ya no había marcha atrás: miembros de la organización habían secuestrado a su hija a la salida del colegio y estaban dispuestos a matarla si Beeny no llevaba a cabo el atentado tal y como estaba previsto. Por el contrario, si lo hacía, la niña viviría y ellos se encargarían de que nunca estuviese sola y de que fuese convenientemente educada para que algún día pudiese tomar el relevo de su madre en la guerra sin cuartel que ésta había sostenido contra los Jueces, promesa que hacía que Beeny se pusiese todavía más enfermo de lo que ya estaba.

El desenlace tenía lugar en la noche de la ceremonia de los Arnie. En medio de la gala, la tensión nerviosa hacía que a Beeny le volviese a dar otro ataque en el momento en que le tocaba subir a recoger su premio, quedando totalmente incapacitado en el suelo a pesar de los esfuerzos que hacía para tratar de ponerse en pie y levantarse. Infiltrados entre los camareros, los terroristas decidían poner en marcha un plan alternativo al ver que Beeny no iba a poder llevar a cabo el atentado y comenzaban a disparar de manera indiscriminada contra todos los asistentes. Sin embargo, lo que los terroristas desconocían es que Beeny finalmente había decidido ponerlo todo en conocimiento de los Jueces para que éstos pudieran salvar a su hija, siendo en ese momento cuando todo un escuadrón liderado por Dredd aparecía de repente en la ceremonia y rodeaba a los terroristas, acribillándolos sin más contemplaciones. Portnoy había sido arrestado previamente en el más absoluto de los secretos, y con algo de ayuda por parte de Dredd, había acabado revelando la localización del piso franco en el que se encontraba retenida la pequeña Ami, quien acababa siendo rescatada en el mismo momento en que los terroristas caían acribillados.

La historia concluía unos días más tarde, en el momento en que Beeny, en silla de ruedas y ya prácticamente sin ser capaz de articular palabra alguna, acudía a las instalaciones de El Desvanecimiento de la Luz para poner fin a su vida por medio de una inyección letal. La única compañía que tenía en esos últimos momentos de su vida resultaba ser la del fiel Robert, el droide que había sido su mayordomo y su único amigo, una dura perspectiva sobre la realidad de las relaciones humanas en el siglo XXII. La despedida de su hija la llevaba a cabo a través de una emotiva carta en la que Beeny instaba a la pequeña a creer en sí misma y a ser la persona que trajese algún día una luz de esperanza a la ciudad, toda vez que en un inesperado giro argumental final, Beeny había decidido ingresar a Ami en la Academia de la Ley para que el día de mañana se convirtiese en una Juez de Mega-City Uno.

A sabiendas de que la pequeña Ami se había convertido en una especie de símbolo para los terroristas por tratarse de la hija de quién era, la única manera que Beeny había encontrado de mantenerla a salvo de la gente de Total War era entregándosela a los Jueces a fin de que éstos la protegiesen como a uno de los suyos. Por mucho que a Beeny le partiese el corazón el tener que entregar a su pequeña a un sistema policial y fascista por el que no sentía ninguna simpatía, peor era que cayese en manos de unos terroristas sin escrúpulos que la acabasen convirtiendo en una asesina de masas. La moraleja final, si es que se le podía llamar así, es que la falta de lucidez y coordinación que Beeny sufría a esas alturas de su enfermedad, hacía que tuviese que ser Robert quien se encargase de escribir la emotiva carta de despedida que los instructores de la Academia le entregaban a la pequeña Ami al comunicarle el fallecimiento de su padre, una carta que con el paso del tiempo se iba a acabar convirtiendo en la principal inspiración de América Beeny para su formación como persona y como Juez, aunque sin llegar nunca a enterarse de que en realidad no la había escrito su padre, sino el robot que había sido su único amigo. De esta manera, en lo que era un final que quedaba claramente abierto, la luz de Bennett Beeny se desvanecía, al tiempo que la luz de la pequeña América Beeny comenzaba a encenderse, concluyendo la historia con una panorámica de la pequeña cadete de apenas seis años, totalmente rapada y en formación militar, haciendo instrucción junto al resto de cadetes de la Academia en espera de lo que la deparase el futuro, un futuro que a pesar de todo ahora parecía un poco más esperanzador.

A pesar de que la historia estaba bastante bien, la crítica no ha sido demasiado benévola con El Desvanecimiento de la Luz, algo con lo que personalmente no tengo más remedio que discrepar. Aunque es bastante evidente que la historia se situaba en un escalón inferior a América, lo cierto es que resultaba ser una historia más introspectiva que la original y su trasfondo podía llegar a ser en algunos momentos tan duro y conmovedor como el de su predecesora; de hecho, a pesar de las críticas que también se le hicieron sobre que los Jueces resultaban mucho mejor tratados en esta secuela que en la historia original, no tengo la impresión de que eso fuese realmente así, sobre todo si atendemos a lo que pasaba en las inmediaciones del hospital cuando Beeny resultaba agredido sexualmente ante las mismas narices de un Juez que prefería hacer la vista gorda. Desde mi punto de vista, fueron sobre todo las expectativas que su apartado artístico había levantado entre los aficionados las que no se acabaron ni mucho menos cumpliendo, y eso, en un mundillo en el que las comparaciones suelen ser inevitables, prácticamente la acabó condenando a un segundo plano de aceptación por debajo de la propia América.

En cualquier caso, aunque la historia de la distópica pareja formada por Bennett Beeny y América Jara finalizaba aquí, la verdad es que todo lo que se había contado distaba mucho de haber terminado, si bien, al transcurrir los cómics del Juez Dredd en tiempo real, habría que esperar toda una década para encontrarnos con la siguiente vuelta de tuerca a la historia que se nos acababa de contar y que, la ya no tan pequeña, Ami Beeny regresase de nuevo al universo en viñetas de Mega-City Uno, primero como Cadete y luego como Juez, convirtiéndose en uno de los secundarios más importantes de la serie y dando paso además a toda una serie de historias continuadoras de lo que se había narrado en América y en El Desvanecimiento de la Luz, tales como Cadete (Megs. 250-252), Judgement Call (Meg. 300), Terror Rising (Megs. 365-367), o más recientemente The Víctims of Bennett Beeny (Megs. 424-426), todas ellas siempre de la mano de John Wagner y Colin MacNeil, y siempre dentro de las páginas del Judge Dredd Megazine.

Casi lo mismo podría decirse también de la organización terrorista Total War, cuya amenaza se iba a consolidar a partir de El Desvanecimiento de la Luz como otro de los grandes villanos de la serie, continuando su sangrienta trayectoria a favor de la democracia a través de sagas tales como Terror (Progs. 1392-1399), Total War (Progs. 1408-1419) o Después de las Bombas (Progs. 1420-1422), aparte de aparecer también en varias de las historias derivadas de América y de El Desvanecimiento de la Luz que acabamos de mencionar anteriormente. Precisamente en este sentido, a efectos de continuidad, la importancia que al final ha acabado teniendo El Desvanecimiento de la Luz, no ha sido tanto como secuela o segunda parte de América, que es evidente que lo era, sino como punto de partida de todas esas otras historias que han venido después y que se han venido a unir al ciclo de América, consagrando a la Juez Ami Beeny como uno de los personajes más interesantes de la serie, para muchos la gran esperanza para que la Democracia pueda regresar algún día a Mega-City Uno sin necesidad de más violencia ni derramamiento de sangre.

En lo que se refiere a las diferentes recopilaciones en que ha aparecido recogida la historia, El Desvanecimiento de la Luz ha sido reeditada hasta en tres ocasiones diferentes y siempre al lado de América, si bien es necesario matizar que no todas las reediciones de América han comprendido también El Desvanecimiento de la Luz. Así, tras la primera edición en formato de novela gráfica que Fleetway había sacado al mercado en 1991 de la historia original, la segunda edición que Titán llevó a cabo de América, ya a principios del año 2000, fue la primera que incluyó también El Desvanecimiento de la Luz, recogiéndose ambas historias bajo el título The Complete America.

En 2008 fue esta vez Rebellion quien volvió a reeditar América, de nuevo recogiendo El Desvanecimiento de la Luz e incluyendo además por primera vez Cadete, la siguiente historia que venía a continuar el ciclo. A principios de 2015, Hachette volvió una vez más a reeditar América dentro del primer volumen de la MegaCollection de Novelas Gráficas dedicadas al Juez Dredd y su universo, presentando también El Desvanecimiento de la Luz y Cadete, e incluyendo además por primera vez Judgement Call, la siguiente historia en continuar la saga. Extrañamente, ni América ni ninguna de sus secuelas fueron incluidas en su día en los Archivos Completos del Juez Dredd que Rebellion está sacando al mercado, publicándose de manera independiente las tres primeras historias de la saga dentro de la citada novela gráfica de 2008 a la que antes hemos aludido.

Formando parte de una colección de novelas gráficas pensada fundamentalmente para el público norteamericano, la última reedición de América que Rebellion ha sacado al mercado tuvo lugar durante el pasado año 2020, llevando por título The Essential America. De todo el conjunto de historias comprendidas dentro de la saga de América, la única que se recogía en el citado volumen era la propia América, que en esta ocasión resultaba acompañada por las demás historias relacionadas con la trama de la Democracia que habían aparecido anteriormente, es decir, Carta de un Demócrata, Revolución y el díptico formado por El Diablo que Conoces y El Último Resplandor del Crepúsculo, incluyéndose además Polítics (Prog. 656), una historia corta de Alan Grant y Jeff Anderson que básicamente servía para completar paginación y que guardaba una cierta relación temática con el resto de historias que se recogían en ese volumen. Destacar también que en esta edición fueron recoloreadas por parte del veterano John Higgins las dos historias que habían sido en su día dibujadas por él mismo y que originalmente habían aparecido en blanco y negro (Carta de un Demócrata y Revolución), evidentemente con el fin de que las mismas fuesen mejor aceptadas por el público estadounidense al que ahora iban dirigidas.

Esta última reedición de América aparecida en el 2020 es precisamente la que se va a publicar en estos próximos días en nuestro país por parte de Dolmen Editorial. Se mire por donde se mire, la publicación de América constituye una muy buena noticia para los aficionados españoles del Juez Dredd, toda vez que después de casi 35 años de permanecer inédita en nuestro país, por fin vamos a poder ver en castellano una historia que ha resultado fundamental para los mitos relacionados con el personaje, máxime si además va acompañada de otras cuatro de las grandes historias de Dredd que además resultan básicas para entender el contexto argumental en el que se mueve la propia América. Ahora bien, situándonos en la zona de grises, el hecho de publicarse precisamente esta edición y no ninguna de las anteriores, implica que ahora mismo existen muchas posibilidades de que ya nunca lleguemos a ver publicadas por aquí tanto El Desvanecimiento de la Luz como el resto de historias que han acabado conformando la saga desarrollada a lo largo de más de treinta años por John Wagner y Colin MacNeil, lo que en el fondo no deja de ser también una verdadera lástima.

Sea como fuere, volviendo de nuevo al Megazine, una vez concluida la esperada secuela de América, la revista vino a continuar su nueva andadura mensual con un par de historias que no puede decirse que contribuyeran demasiado a aumentar el interés de la revista. La primera de ellas fue Fetiche (Fetish) una historia de John Smith y del artista nigeriano Ajibayo Akinsiku, conocido artísticamente como Siku, que apareció en los Megs. 3.26 a 3.30 y en la que Dredd tenía que viajar al continente africano para resolver una serie de asesinatos sobrenaturales que se estaban produciendo en Mega-City, apareciendo en ella como invitados la Juez Karyn de la Psi Division y el investigador de lo sobrenatural Devlin Waugh, un vampiro gay que en esa época trabajaba ocasionalmente para el Vaticano y que había conseguido una cierta notoriedad en las páginas del Megazine. La otra historia fue Guerreros (Warriors), una historia de Robbie Morrison que apareció en los Megs. 3.31 a 3.33 y en la que la Juez Hershey resultaba herida durante el secuestro de un transporte de armas decomisadas que finalmente acababan en Hondo City, siendo allí donde tenía que viajar Dredd para recuperarlas y donde esta vez contaba con la colaboración de la Juez Inspectora Inaba (Meg. 3.21). Lo cierto es que ambas historias cumplían una función un tanto transitoria, por decirlo así, puesto que en realidad David Bishop ya había conseguido convencer a John Wagner para que se volviera a encargar de las historias del Juez Dredd que aparecían en el Megazine, que es exactamente lo que vino a suceder una vez que concluyó la historia de Morrison.

De esta manera, a partir de la segunda mitad de 1997, John Wagner iba a volver a ser el único escritor que durante los años siguientes se encargase de todas las historias de Dredd que aparecerían tanto en el 2000AD como en el Judge Dredd Megazine. No obstante, antes de que esto se acabase llevando a efecto, una nueva macrosaga del Juez Dredd a cargo del propio John Wagner estaba a punto de comenzar su andadura en las páginas del 2000AD. Como a estas alturas ya sabéis, esa macrosaga no era otra que La Partida de Caza (The Hunting Party), una historia de más de veinte episodios que presentaba como principal aliciente un nuevo regreso del Juez Dredd al radioactivo escenario de la Tierra Maldita acompañado en esta ocasión de un grupo de cadetes y con una misión muy concreta. A ella nos referiremos en la próxima entrada.